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Chapter 2 - Capitulo 2

Capítulo: "El Esplendor de la Mediocridad en un Mundo que no Pide Permiso"

Así que ahí me tienen, en una tierra donde la "magia" y las "espadas" parecen ser lo único que importa. Un mundo tan increíblemente medieval que hasta la peste bubónica sería una novedad bienvenida. Y eso no es lo peor: para esta gente, "épico" significa andar apestando a caballo, cubiertos en mugre, mientras se creen los elegidos de algún tipo de destino. ¡Aplausos!

Me despierto cada mañana en esta joya arquitectónica a la que, irónicamente, llaman "Academia", pero que en realidad parece construida por un albañil con resentimientos. De pronto, el arte de construir con ladrillos y cemento cobra mucho sentido para mí. Imaginen paredes torcidas, ventanas que parecen de un manicomio abandonado, y techos tan bajos que hasta una rata se pegaría en la cabeza. Todo en pro del "ambiente medieval".

Y no se equivoquen: ser "el nuevo" en esta academia de pseudo héroes no es tan grandioso como suena. Ahí estoy, rodeado de adolescentes con complejo de Harry Potter y Kratos, todos emocionados porque, en teoría, pueden aprender a controlar el fuego o a lanzar rayitos de luz. En teoría. La realidad es otra historia. La mayoría de estos "futuros salvadores del mundo" apenas y logran encender una vela sin terminar incendiando el salón. O, si tienen el sueño de ser espadachines, pasan horas girando la espada como si estuvieran practicando una rutina de baile en un carnaval medieval.

Y sí, yo también tengo que entrenar, porque de alguna manera en esta tierra los únicos que sobreviven son aquellos que pueden "defender su honor". ¡Oh, qué romántico suena! Eso hasta que intentas dormir y, a media noche, te despierta algún tarado del dormitorio de al lado gritando que ha tenido una "visión" de su destino. Spoiler: su destino probablemente involucra alguna horda de bandidos que lo despachará al siguiente mundo en un par de años. Pero nadie le dice eso, claro. Todos fingen que ser héroe aquí es una meta alcanzable, una especie de fantasía laboral que si practicas mucho, eventualmente logras.

Y las chicas... Oh, sí, porque en este mundo mágico también hay un apartado de drama y comedia romántica. Si alguien pensaba que aquí el amor era diferente, pues no: siguen siendo un desastre. Una chica te sonríe, la otra te lanza una mirada como si acabara de verte cometer un crimen, y la de al lado quiere saber si puedes escuchar "por un segundo" sus problemas familiares. Porque, claro, es que soy el "chico comprensivo". Y yo me quedo pensando, "¿De verdad no hay un terapeuta en esta dimensión?". Pero no, resulta que no, así que aquí estoy, escuchando sus dramas familiares, sus conflictos con sus poderes, o el último chisme de la corte real como si de pronto mi vocación fuera ser el psicólogo de un harén desorganizado.

Pero, claro, la cosa no es tan simple. No todo es "mágico" y "emocionante". Este mundo tiene sus reglas y sus castigos. Como, por ejemplo, los eternos "torneos de la academia". ¡Ah, los torneos! Imaginen un montón de adolescentes hormonales queriendo demostrar quién es el más rudo, el más fuerte, el más "digno" de ser héroe. Todos se preparan semanas para esto, con entrenamientos absurdos y poses dramáticas frente al espejo. Y, mientras están ahí golpeando el aire y gritando cosas como "¡Voy a ser el campeón!" yo me los miro y pienso: "¿No sería mejor que intentaran no morir en su primera misión?" Porque sí, todos estos torneos épicos no son más que un desfile de egos, una competencia de "a ver quién se fractura primero". Spoiler: siempre hay uno que termina en la enfermería llorando.

¿Y qué hay de mí en todo esto? Bueno, yo tengo mis propios truquitos bajo la manga. Y aunque no tengo interés en convertirme en el "campeón de la academia", he aprendido que tener poder, aunque sea en un mundo así, tiene sus ventajas. ¿Mis piedras? Sí, esas pequeñas gemas que cargo son más que simples adornos. No es que sea "el elegido" ni nada de eso, pero digamos que quien intente molestarme acaba en una situación en la que me mira con algo más de respeto, o incluso con algo de pavor.

Así que cada día sigue igual, entre charlas innecesarias, competencias absurdas, y dramas que deberían quedarse en telenovelas. Y yo sigo aquí, atrapado en el isekai que nadie pidió, viviendo la realidad que todos esos otakus suspiran por vivir. ¡Bienvenidos a mi infierno personal! Donde "ser el héroe" no es una opción, pero sí una excusa perfecta para pensar en todos los métodos creativos en los que me vengaré de cada tarado que dice que esto es una bendición.