En ese momento, no estaba segura de estar preparada para mostrarle a Antonio cómo eran las cosas entre mis padres y yo. Probablemente ya era suficientemente problemático para él tener que casarse conmigo en lugar de con mi hermana gemela. Con eso en mente, decidí actuar como una hija amorosa, justo como lo habría hecho Diana.
Antonio me llevó sin decir una palabra hacia la sala de la mansión. Como todas las otras partes de la mansión que había visto, la sala era lujosa y estaba decorada en tonos de azul marino con un gran candelabro brillante colgando del alto techo. Mis padres estaban sentados en un largo sofá donde se suponía que debían sentarse los invitados. Aunque su presencia parecía integrarse con el entorno mientras estaban al lado y en las esquinas de la espaciosa sala, no me llevó mucho tiempo darme cuenta de que había casi diez hombres vestidos con trajes negros allí con nosotros.
Demasiados guardaespaldas si me preguntas... pero...