—Shh... Deja de hacer tantas preguntas —dijo él mientras daba algunos pasos para cerrar la distancia entre nosotros.
—¿Quién eres? —volví a preguntar mientras trataba de mantener mi voz sin temblar.
En lugar de responderme, dio otro paso hacia adelante, lo que me obligó a retroceder. Sus fríos ojos azules me miraban profundamente, como si pudiera ver mi alma desnuda. Sin embargo, yo no podía descifrarlo ni saber lo que estaba pensando en absoluto. Sus ojos eran simplemente vacíos y fríos.
Sentí algo contra la parte trasera de mis piernas y al mirar hacia atrás me di cuenta de que me había empujado contra el sofá. Sentí como si mis piernas hubieran perdido toda fuerza y naturalmente me desplomé sobre el sofá detrás de mí. Mi corazón se apretó con fuerza en mi pecho mientras él seguía mirándome con una cara que parecía exactamente igual a la de Antonio.
¿Qué está pasando? ¿Quién es él? ¿Qué me va a pasar?