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—Alguien quiere verlo, Su Alteza —Chad anunció, entrando en la habitación de Lucien.
Él estaba atando las cartas imperiales que había terminado de escribir. Miró a Chad —¿Quién es?
Chad se movió incómodamente —Se rehusó a irse. Hemos intentado todo lo posible para que la chica se vaya pero ella se negó, diciendo que debía ver al Rey. Es obstinada y muy persistente.
—Mmh... —Lucien se frotó la mandíbula pensativo y frunció el ceño. Luego, se levantó y caminó hacia la puerta— Dejadme ver quién es esta chica.
Chad lo siguió y juntos, caminaron a través de los grandes salones del Palacio Real hacia la entrada del mismo.
Los sirvientes y criadas se inclinaban ante él al pasar, y algunos lanzaban sus saludos respectivamente.
Una vez que entró al pasillo que conducía a la entrada, escuchó el alboroto. Los guardias forzando a una chica a irse y la chica resistiéndose mientras rogaba desesperadamente que quería ver al rey.
—Dejadla en paz —Lucien ordenó cuando se acercó.