Danika cayó enferma. Pasaron tres días antes de que empezara a mejorar.
Baski fue la persona que fue a su habitación la mañana siguiente, la encontró en la misma posición en que la había dejado. La mujer la ayudó a levantarse de la cama y la ayudó a bañarse, tenía mucha fiebre.
Luego, la ayudó a usar porciones de hierbas. Le explicó cada una de ellas.
La que suaviza el cuerpo, la que cura heridas. La que calma el cuerpo, la que elimina el dolor, la que quita la fiebre y muchas otras.
Danika pudo abrir la boca para hacer una pregunta inquietante.
—¿Qué pasa con... porciones de hierbas... que previenen un bebé? —su voz ronca por el uso excesivo.
Baski se puso pálida como un fantasma. Pero solo por un segundo.
—Las conseguiré —Entonces, se apresuró afuera y regresó con algunas hojas. Procedió a molerlas y exprimir el agua.
Puso la taza en la chimenea hasta que el contenido se calentó. Luego, ayudó a Danika a beberlo. Era muy amargo, pero lo terminó.