La madrugada caía sobre Tokio cuando Koray y Yujiro se dirigieron a un distrito abandonado de la ciudad, un lugar envuelto en misterio y rumores de apariciones. Era allí donde el sistema había detectado la presencia de SCP-049. El aire era denso y frío, y los sonidos de la ciudad parecían apagarse a medida que se adentraban en las calles vacías.
Koray miró a Yujiro, quien parecía nervioso pero decidido. Sabía que, si bien Yujiro era un hechicero de cierta experiencia, enfrentarse a una entidad como SCP-049 sería una prueba. Koray también sentía la tensión; este SCP no era solo peligroso, sino que tenía un intelecto astuto y, a veces, podía ser impredecible. Pero la recompensa valía el riesgo: la habilidad de manipulación de energía maldita con un enfoque en curación podía convertirse en un recurso valioso en futuros enfrentamientos.
Apenas habían llegado a un antiguo hospital abandonado cuando sintieron una presencia pesada y opresiva. La voz de Yujiro rompió el silencio.
—Aquí es donde lo sentí… un rastro de energía extraño y oscuro. Es como si este lugar estuviera impregnado de muerte.
Koray asintió en silencio. El sistema le confirmó la ubicación, indicando que SCP-049 estaba cerca. Al adentrarse en el edificio, sus pasos resonaban, y la atmósfera se volvía cada vez más lúgubre. De repente, una figura alta y vestida con una túnica negra apareció al final de un pasillo, su rostro cubierto con la máscara de un médico de la peste medieval. SCP-049.
El Doctor de la Peste observó a Koray y Yujiro con una mezcla de curiosidad y desaprobación. Su voz, profunda y resonante, llenó el pasillo.
—Ah, mis queridos pacientes. Vuestra presencia aquí solo puede significar una cosa… estáis infectados. No os preocupéis, vuestra cura es inminente.
Yujiro retrocedió un paso, sintiendo la fría presencia de SCP-049, pero Koray se mantuvo firme. Activando su sistema en silencio, preparó la contención, pero necesitaba una estrategia para acercarse sin ser tocado.
—Doctor —dijo Koray, controlando su voz—, estoy aquí porque creo que puedes ayudarme. Pero antes de eso, necesito que confíes en mí. Sé que ves una enfermedad, pero también tengo algo que ofrecerte.
SCP-049 inclinó la cabeza, intrigado.
—¿Algo que ofrecer? ¿A mí? —La voz de la criatura resonaba con una mezcla de desdén y curiosidad—. ¿Qué podrías tú ofrecerle a alguien que domina la cura de toda aflicción?
Koray supo que tenía una oportunidad de ganar algo de tiempo. Con un movimiento rápido, activó la habilidad de SCP-106 que le permitía manipular el espacio del bolsillo dimensional. Aunque no podía empujar a SCP-049 a la fuerza en el mundo de bolsillo sin más contacto, necesitaba acercarlo, distraerlo lo suficiente como para encerrarlo.
—He encontrado una forma de contener la enfermedad de este mundo, pero necesito tu experiencia para mejorarla —improvisó Koray, sabiendo que el doctor de la peste valoraba su "misión" de curar—. Con tu ayuda, podríamos llevar esta cura a una escala mucho mayor.
SCP-049 pareció considerar la oferta, mientras caminaba lentamente hacia ellos. Yujiro, que había permanecido en silencio, miró a Koray con una mezcla de incredulidad y respeto. Sabía que estaban jugando con fuego.
Koray mantuvo la calma, y cuando SCP-049 estuvo a una distancia crítica, activó la habilidad del espacio de bolsillo, generando una puerta que los conectaba a un pequeño mundo de contención temporal. SCP-049, absorbido en su discurso sobre la cura, no notó la trampa hasta que fue demasiado tarde.
Con un rápido movimiento, Koray lanzó una barrera de contención alrededor de SCP-049, atrapándolo en el espacio de bolsillo.
—¡Ahora, Yujiro! ¡Activa tu energía maldita y refuerza la barrera! —ordenó Koray, sintiendo la resistencia de SCP-049 mientras el SCP comenzaba a percatarse de su encierro.
Yujiro, aún sorprendido, siguió las instrucciones. Concentro toda su energía maldita en la barrera, reforzándola. El Doctor de la Peste, al verse encerrado, comenzó a golpear el espacio con una fuerza inusual, tratando de escapar.
—¡No podéis mantenerme aquí! ¡Debo liberar a este mundo de su enfermedad! —exclamó SCP-049, su voz llena de rabia y frustración.
Koray sabía que tenía que actuar rápido. Si lograba completar la contención, SCP-049 se convertiría en otro recurso bajo su control, una herramienta más para enfrentar las amenazas que este mundo le lanzaría. Con una concentración absoluta, recitó mentalmente las instrucciones del sistema, estabilizando la contención y cerrando el acceso a su mundo de bolsillo.
Un destello de energía llenó el espacio y, en un instante, SCP-049 quedó sellado en el interior del bolsillo dimensional.
La tensión en el ambiente se disipó, y Koray soltó un suspiro de alivio. La contención había sido exitosa, y, a cambio, sintió cómo una nueva habilidad se integraba en su ser: la capacidad de curación básica, una habilidad que se volvería crucial en sus futuras batallas.
Yujiro miró a Koray con asombro.
—Lo lograste… —murmuró, impresionado—. Pero, ¿quién eres en realidad, Astaroth? ¿Cómo puedes manipular esos… esos seres?
Koray mantuvo su expresión tranquila, aunque internamente consideraba sus palabras con cuidado. No podía revelar la verdad sobre el sistema SCP, pero sabía que necesitaría mantener a Yujiro de su lado.
—Como dije antes, soy alguien que no sigue las reglas convencionales. Pero si decides quedarte a mi lado, te prometo que juntos haremos frente a las amenazas que acechan a esta ciudad.
Yujiro, aunque visiblemente confundido, asintió. Sabía que Astaroth no era un hechicero normal, pero su determinación y habilidad eran innegables. Y en un mundo lleno de espíritus malditos y oscuridad, alguien como él podría ser el aliado que necesitaba.
Con SCP-049 bajo su control, Koray sentía que su poder seguía aumentando, dándole más confianza y preparándolo para enfrentarse a las amenazas aún mayores que Tokio tenía reservadas.