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Chapter 3 - Capítulo 3: La Prueba de los Keter

Koray y el hechicero avanzaron en silencio a través de las calles de Tokio. Cada esquina parecía albergar un secreto oscuro, y las sombras parecían más densas que de costumbre, como si el mismo entorno detectara el poder inusual de Koray. Su compañero hechicero, quien finalmente se presentó como Yujiro, parecía desconfiar cada vez menos. Aun así, mantenía su vigilancia, observando cada movimiento de Koray con sospecha contenida.

> "Advertencia del sistema: Actividad anómala de SCP detectada en la zona norte de Shinjuku. Posibilidad de entidad Keter cercana. El sistema recomienda precaución extrema."

La notificación retumbó en la mente de Koray, provocando que su pulso se acelerara. Capturar a un SCP de categoría Keter no sería tarea fácil. Estos eran algunos de los seres más peligrosos que existían, conocidos por su capacidad de causar estragos y desatar calamidades. Sin embargo, la recompensa era significativa: una habilidad de sigilo mejorada. Con ella, podría evitar la detección tanto de hechiceros como de maldiciones, una ventaja invaluable en un mundo tan hostil.

Koray se detuvo un instante, cerrando los ojos para concentrarse en el rastro de energía anómala que el sistema había mencionado. Yujiro lo miró de reojo, su curiosidad más visible.

—¿Sientes algo? —preguntó Yujiro, rompiendo el silencio con voz baja pero firme.

Koray asintió, manteniendo la compostura.

—Hay una energía extraña en la zona norte. Algo poderoso.

Yujiro entrecerró los ojos, y después de un momento, asintió, como si finalmente reconociera la intuición de Koray como algo valioso.

—Tienes buen ojo. Esa es una de las áreas donde los espíritus malditos de alto nivel suelen congregarse. Pero algo me dice que esto es diferente. Más peligroso.

Koray ocultó una sonrisa irónica. Yujiro tenía razón en su percepción; lo que estaban a punto de enfrentar no era un simple espíritu maldito. Era una entidad que podría superar incluso a los hechiceros más experimentados si no tomaban precauciones extremas.

Mientras se dirigían hacia la zona norte, el ambiente se volvía más opresivo, y la temperatura parecía descender. Las luces de los edificios parpadeaban, y el sonido de los pasos resonaba en el eco vacío de la calle. Finalmente, al girar una esquina, ambos se encontraron frente a una fábrica abandonada. La energía maligna emanaba del lugar como una bruma invisible que envolvía todo a su alrededor.

—Aquí es —murmuró Koray, deteniéndose en la entrada oxidada.

Yujiro miró la estructura con recelo. Parecía estar evaluando la situación, consciente del peligro.

—No he sentido una presencia así en mucho tiempo. Si algo sale mal, sugiero que huyamos sin dudarlo. No tiene sentido arriesgar nuestras vidas innecesariamente.

Koray asintió, aunque en su mente ya estaba formulando su plan. No había venido hasta aquí para huir. Necesitaba capturar a la entidad Keter para avanzar en su misión y fortalecer sus habilidades. Sin embargo, también debía ser cauteloso; un error podía significar la muerte.

Ambos entraron en la fábrica. La oscuridad era casi palpable, y el olor a humedad y metal oxidado impregnaba el aire. Sus pasos resonaban en el silencio, y cada crujido de metal hacía eco en el lugar, como un recordatorio de lo desolado que estaba. A medida que avanzaban, una sensación de terror primitivo comenzó a arraigarse en ambos. Koray sentía que la entidad estaba observándolos, oculta en las sombras.

Finalmente, en el centro de la fábrica, apareció. Una figura alta y distorsionada, que se movía en espasmos, como si su propio cuerpo estuviera luchando por mantener una forma física. Tenía una apariencia humana, pero sus extremidades eran alargadas y retorcidas, con ojos vacíos que parecían absorber la luz en lugar de reflejarla. La figura, SCP-106, conocido como "El Viejo", era una de las entidades Keter más temidas por su capacidad de corromper y devorar cualquier materia que tocara.

Yujiro retrocedió instintivamente, el miedo grabado en sus ojos.

—¿Qué demonios es eso? —preguntó, su voz temblando ligeramente.

Koray tragó saliva, comprendiendo el desafío al que se enfrentaban. SCP-106 era conocido por su sadismo y brutalidad, y por ser casi imposible de contener sin preparativos extremos. Pero tenía una ventaja: estaba en su mundo de bolsillo, lo que le daba control limitado sobre el ambiente. La entidad estaba confinada, pero aun así era peligrosa.

—Es algo que no puedes enfrentar solo —respondió Koray, invocando mentalmente a SCP-173 para que estuviera listo para entrar en combate.

SCP-173 apareció a su lado, su figura pétrea e inmóvil emanando una presencia imponente. La estatua y SCP-106 se miraron el uno al otro, como depredadores en competencia por el mismo territorio. Sabía que tendría que aprovechar cualquier oportunidad para contener a SCP-106, y SCP-173 sería su única ayuda en este combate. No había margen de error.

—¡Mantén la mirada en él! —ordenó Koray a Yujiro, sin dar más explicaciones.

Yujiro obedeció, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de miedo y confusión. SCP-106 comenzó a avanzar hacia ellos, sus pasos lentos pero decididos. Cada vez que movía una extremidad, el suelo a su alrededor se corroía, convirtiéndose en una masa informe de podredumbre.

Koray respiró profundamente, visualizando el siguiente paso. Su objetivo era contener a SCP-106 en una trampa dimensional dentro del mundo de bolsillo. Si lograba distraerlo el tiempo suficiente, podría forzarlo a quedar atrapado en una celda de contención especialmente diseñada por el sistema.

Koray desvió su mirada momentáneamente de SCP-106, permitiendo que SCP-173 atacara. La estatua se lanzó con su velocidad característica, atacando al Viejo en un instante. El sonido de fracturas y desgarros llenó el aire cuando SCP-173 golpeó al cuerpo de SCP-106, quien dejó escapar un grito inhumano, de ira y dolor.

Aprovechando el momento, Koray activó la función de contención. Un portal brillante apareció alrededor de SCP-106, y con un gesto decidido, lo empujó hacia el interior. SCP-106 luchó, emitiendo sonidos guturales mientras intentaba escapar, pero SCP-173 lo contenía con brutalidad, impidiendo su huida.

El sistema emitió una notificación final:

> "Entidad Keter contenida con éxito. Recompensa otorgada: Habilidad de Sigilo Mejorada."

El portal se cerró, y la fábrica volvió a sumirse en el silencio. Yujiro observaba con incredulidad, sin comprender del todo lo que acababa de suceder, pero al mismo tiempo consciente de que Koray no era un hechicero común.

—Tienes habilidades únicas, Astaroth —dijo Yujiro, aún en estado de shock—. No sé de qué clan provienes, pero… no hay duda de que eres un aliado valioso.

Koray sonrió levemente, aunque por dentro sabía que su situación era más peligrosa que nunca. Había logrado capturar a SCP-106 y ganar una habilidad crucial, pero la atención que esto le estaba trayendo podría volverse en su contra. En el mundo de *Jujutsu Kaisen*, el poder atraía tanto aliados como enemigos, y cada paso que daba en este universo lo acercaba a enfrentamientos aún más letales.

Mientras salían de la fábrica, Koray no podía evitar pensar en su próximo objetivo. Sabía que para sobrevivir y prosperar, tendría que capturar entidades aún más poderosas, y la misión de su sistema era implacable. Con cada SCP contenido, su poder y control crecerían, pero el precio a pagar sería alto.

El siguiente paso era claro: prepararse para enfrentar a las entidades más peligrosas del universo SCP, y aprender a maniobrar en un mundo que no perdonaba a los débiles.