24 de Sextilis del Año 453 Tercera Era
Afueras de la Aldea de Nymede, Reino Sacro de Dollond
La claridad en aquella habitación era muestra clara de que un nuevo día había comenzado.
Al abrir sus ojos, Dasha se percató de inmediato que seguía en los brazos de aquella mujer.
~ Me imagino que ella debe de ser mi nueva mamá.
Empezó a deducir mientras la observaba a detalle.
Su pelo era de un negro muy profundo, su color de piel no era muy blanca, ligeramente bronceada, como el tono de piel de la gente del mediterráneo.
A pesar de que el cansancio se marcaba en su rostro, aquella mujer se veía relativamente joven.
~ Posiblemente tenga unos veinte o veintidós años, es muy joven para ser mi mamá... ¡Ah si!... ¡Es verdad!... Ahora soy una recién nacida, ya no tengo diecinueve años.
Por un momento pensó que nuevamente podría rehacer su vida, no volver a cometer los errores del pasado.
Pero una duda empezó a rondarle por su mente.
~ ¿En dónde me encuentro ahora?
Con la mirada, empezó a observar a detalle la habitación, buscaba algún indicio que le indicara, en que parte de Rusia había vuelto a nacer.
Los muros, estaban construidos en piedra hasta una altura de un metro, y a partir de ahí, eran de troncos de madera, incluso el techo también estaba construido en madera.
La única ventana era también de madera y se abría en dos partes, carecía por completo de cristales.
~ ¿Estaré en alguna cabaña en las montañas?
Aquella habitación contaba con un acceso, mismo que daba a otra parte de la casa, aunque la puerta no permitía observar lo que atrás de ella existía.
La habitación contaba entre su inmobiliario con una especie de cajonera, así como una cama grande.
Pero en ese momento ella junto con su madre no se encontraba en la cama, más bien estaban en una especie de mecedora.
~ Parece que le ganó el cansancio y prefirió dormir sentada… debió haber sido un parto difícil… lo siento madre.
Además, en una pequeña mesa junto a la cama una especie de lámpara de aceite seguía encendida.
~ Parece que nací en una familia humilde, que no tiene por lo menos energía eléctrica, ¿estaré en alguna zona rural del Cáucaso? ¿O tal vez en los Montes Urales?
Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos al notar que tenía hambre.
La idea de volver a ser amamantada no era muy de su agrado, pero sabía que no tendría más opciones.
Se disponía a llorar para despertar a su madre y poder saciar su hambre, pero al verla dormida con el rostro cansado, decidió mejor seguir en silencio y esperar a que ella sola despertara.
~ Descansa madre
Dasha cerraba sus ojos para volverse a dormir.
Cuando volvió a despertar, se percató de que su madre era ahora quien la miraba fijamente; sus ojos reflejaban el más puro amor maternal, haciendo que Dasha se sintiera protegida.
Con un movimiento casi imperceptible, coloca a Dasha de forma que pudiera amamantarla más cómodamente.
Nuevamente la idea de ser amamantada, la incomodó por un momento, pero mejor trató de olvidarlo y procedió a alimentarse.
Su joven madre empezó a cantar nuevamente una especie de canción.
~ Que extraño idioma es este, ¿Será de alguna tribu del Cáucaso?
Sin darse cuenta poco a poco volvía a quedarse dormida mientras su hambre desaparecía.
Mientras su madre le acariciaba el pelo con cierta tristeza.
Dasha aun desconocía que había nacido con el pelo completamente blanco y que sus ojos eran rojos como dos grandes zafiros.
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Territorio Fronterizo de la región de Lacroist, Reyno de Diophants
El Sol lentamente se levanta desde el horizonte, y unas cuantas nubes blancas surcan el cielo; una leve brisa recorría el campo levantando pequeñas cantidades de polvo.
Extrañas aves recorren los cielos buscando algo con que alimentarse.
Un raro animal parecido a un zorro, de pelaje amarillento y del tamaño de un perro mediano, se acercaba con cautela al lugar donde Christopher aun dormía.
El animal se levantó en sus patas traseras para que su vientre en colores rojos y azules pudieran observarse, y estirando las patas delanteras hacia los lados para verse más grande, emitió un potente chillido parecido al de los cerdos cuando están siendo sacrificados.
~ ¡Iiiiiiiieeeeeh!
Christopher se levantó espantado de un salto por el extraño chillido.
Inmediatamente observó aquel raro animal que se le abalanzaba con el hocico abierto, mientras mostraba sus varias filas de dientes parecidos a pequeños colmillos.
~ ¡Mierda!
Gritó mientras por instinto alargaba su mano izquierda para frenar el ataque, lo que el animal aprovechó para morderlo con gran fuerza, mientras que, con sus patas delanteras provistas de afiladas garras, se aferraba a su brazo.
~ Hijo de la chingada…
Gritaba Christopher.
Por puro reflejo, abanicó su brazo izquierdo, con tal fuerza y velocidad que el animal salió volando varios metros de distancia; y al caer al suelo rodó varias veces.
Christopher no lo dejaba de observar, mientras que el animal se incorporaba rápidamente y erizaba el pelaje de su lomo, con la intención de volver a atacar.
~ Este cabrón cree que soy su desayuno.
Sin perderle de vista, tomó una de las dagas con su mano derecha y se preparó para el ataque.
El animal corrió rápidamente en línea recta, y a escasos dos metros de Christopher, saltó con la intención de alcanzar el cuello de su víctima.
Christopher da un paso hacia atrás mientras que su mano derecha describe una curva frente a él, mientras la daga impacta la cabeza del animal, cortándolo en dos partes.
De un lado cayó la mandíbula superior del animal, así como la parte de arriba de su cabeza: la otra parte junto con el resto del cuerpo cayó a los pies de Christopher.
~ ¿Pero qué clase de animal es este?
Se preguntaba mientras no dejaba de mirar con asombro, como la cola de este se seguía moviendo.
Inmediatamente después observó su mano izquierda para evaluar el daño.
Pero para su sorpresa, tanto el guante como la armadura del antebrazo no mostraban signos de daño.
Incrédulo, se quitó el guante, y notó que su mano tampoco mostraba alguna herida.
~ ¿Qué raro? se ve que los dientes y garras de ese animal son filosos... a menos que…
Recordó que, en el videojuego, su equipamiento cuenta con puntos de defensa y resistencia.
~ Por lo que veo, no me afectan los ataques de animales pequeños.
Nuevamente observó aquel extraño animal.
La cola poco a poco dejaba de moverse, mientras la sangre que brotaba del cuerpo cercenado empezaba a formar una pequeña charca.
~ Lo mejor será no volver a dejarme sorprender, tuve suerte esta vez, pero no será lo mismo si fuera uno más grande.
Observó la daga que seguía en su mano, aun con la sangre de aquel animal.
~ También parece que mi cuerpo se mueve por inercia, y con la misma agilidad que en el videojuego, pero tampoco debo confiarme, ya que podría caer en errores que me lleguen a costar la vida.
Nuevamente volvió a revisar el contenido de ítems de la alforja y la leyó detenidamente
~ Puntos de Daño… me imagino que es el daño máximo del arma dando un impacto directo… ¿O no?
Suspiró a modo de resignación mientras extraía de su alforja una botella de agua.
~ ¿Kit de higiene personal? ¿Que será esta madre?
Al extraerlo notó que era una pequeña bolsa plástica que contenía un jabón para el cuerpo, una botella de shampoo para el cabello, un cepillo dental, un tubo de crema dental, y un rollo de papel higiénico.
~ ¡Que bien! Al menos no me apestará la boca y tendré el trasero limpio.
Dijo con sarcasmo mientras guardaba todo en las bolsas del pantalón.
Miró nuevamente al animal que yacía en la tierra, una pequeña charca carmesí se había formado de la sangre del animal.
~ Mmmm.
Christopher soltó un suspiro, y mirando el horizonte, procedió a continuar su viaje por el camino de piedra.
Pasaron un par de horas, cuando otra construcción de piedra aparecía en el horizonte.
~ Vaya, al fin veo otra casa.
Esta vez los alrededores no se veían tan abandonados, aunque aún carecían de vegetación, pero se notaba que la tierra había sido labrada hace unos días.
El muro de piedra que rodeaba la construcción tenía una altura mayor a un metro, mientras un hombre de aspecto demacrado se encontraba sentado en la entrada de la casa.
Aquel hombre sostenía algo parecido a una rata, la cual se encontraba despellejando.
~ Parece que llegué a la hora del desayuno
Murmuró entre dientes Christopher para no ser escuchado.
Aquel hombre aparentaba tener unos 60 años, estaba tan delgado que podían verse sus costillas y mostraba una desnutrición severa.
Su cabello tiene una tonalidad grisácea pero debido a la suciedad y las canas propias de la edad, su barba también tiene el mismo color.
~ Espero no verme así cuando yo llegue a viejo.
Pensaba mientras seguía observándolo conforme se acercaba al muro de piedra.
Al percatarse de la presencia de Christopher, el hombre se puso de pie; estaba vestido solo con un pantalón hecho de lino café claro, todo sucio y roto en varias partes, estaba descalzo y sus pies denotaban estar callosos y agrietados.
Tras observarlo por unos momentos, giró su cabeza con dirección a la casa, dijo algo que por la distancia Christopher no alcanzó a escuchar.
Segundos después, una mujer que aparentaba tener unos cuarenta años y de aspecto sucia y desaliñada se asomaba por la tela que fungía como puerta; miró hacia donde se encontraba Christopher y tomó el animal que sostenía el hombre y se volvió a ocultar dentro de la vivienda.
~ Ups, veo que no piensan invitarme al desayuno.
Murmuraba nuevamente Christopher con una sonrisa un tanto burlona.
~ Buenos Días.
Exclamó Christopher mientras que con la mano derecha saludaba a aquel extraño hombre.
~ Quis es tua? Et quides tua mea erras?
Gritó aquel hombre mientras cerraba sus puños y daba un paso atrás a modo de proteger la entrada de su vivienda.
~ ¿Pero qué Demonios dijo este sujeto? no entendí prácticamente nada.
Pensó Christopher mientras se detenía a la orilla del muro de piedra.
~ Hola... yo... amigo.
Dijo mientras que con cada palabra hacía un ademán para darse a entender.
~ Sortes tua, et mea erras, sortes.
Gritó aquel hombre, mientras que con sus brazos parecía que quería apartar de ahí al forastero.
~ No le entendí nada, pero si estoy seguro de que no soy bienvenido.
Se dijo a sí mismo Christopher mientras trataba de pensar en alguna forma de ganarse la confianza de aquel hombre.
~ Sortes tua sortes.
Volvió a gritar aquel hombre, pero esta vez más fuerte, como queriendo mostrar una mayor fuerza de la que tenía.
~ Tranquilo viejo, no te enchiles.
Respondió Christopher por inercia al notar la reacción de aquella persona, mientras que mostraba sus manos al frente para que viera que no traía arma alguna en ellas.
Al ver que aquel hombre lo miraba aun con cierta desconfianza, Christopher empezó a retirar los guantes para poder mostrar sus manos.
~ Mira… yo amigo… no enemigo.
Al quitarse el guante de la mano derecha, se percató de la existencia de un anillo en su dedo medio.
~ ¡El anillo de la Sabiduría!
Comentó con asombro mientras lo observaba con detenimiento.
En el juego, el anillo supuestamente dotaba a su portador de puntos de habilidad para la comunicación, pero realmente terminaba siendo solo un accesorio más que desaparecía bajo los guantes, por lo que casi nadie se lo quedaba y muchos lo cambiaban por otro tipo de prenda.
~ ¿Será que funcione esta porquería?
Se preguntaba mientras repetía las letras que aparecían alrededor del mismo.
~ That Solomon's Ring Grants Me The Power Of Communication And Knowledge.
Inmediatamente las letras grabadas en él se iluminaron y un pequeño dolor de cabeza lo invadió.
~ ¿Te encuentras bien?
Preguntó aquel hombre al ver que Christopher se llevaba la mano a la cabeza.
~ Si, solo fue un pequeño dolor de cabeza.
Contestó Christopher e inmediatamente se dio cuenta que había entendido lo que dijo aquel hombre.
~ En ese caso lárgate, estas son mis tierras, forastero.
Volvió a gritarle a Christopher al notar que no era nada grave.
~ Espera, solo deseo un poco de información.
Respondió Christopher nuevamente esperando la reacción del hombre.
~ Mmmm... ¿Qué quieres saber?
Le respondió, pero sin apartarse de la entrada.
~ Que bien, el anillo de verdad funciona, y pensar que ya me había olvidado de él
Pensó Christopher mientras continuaba hablando con aquel sujeto.
~ Solo díganme a que ciudad me lleva este camino.
~ Lo lleva a Lacroist, pero antes pasa por una aldea.
~ ¿Que tan lejos queda la ciudad?
~ La aldea está a media mañana de camino y la ciudad a mediodía de camino más.
~ Mmmm… algo me dice que no están muy familiarizados con las medidas de distancia.
Pensaba mientras trataba de adivinar a qué distancia se encontraban ambas poblaciones.
~ Le agradezco mucho su ayuda buen hombre.
~ Que el todo poderoso lo acompañe.
Respondió aquel hombre, pero sin apartarse de la entrada a su casa.
Christopher solo inclinó la cabeza y continuó su camino.
No habían transcurrido una hora cuando el rugido de su estómago le avisaba que no había probado alimento alguno desde que apareció en estas extrañas tierras.
~ Maldición, ya me dio hambre.
Buscó con la mirada algún indicio de estar cerca de la aldea, pero no vio nada.
~ Houston, tenemos un problema.
Christopher tenía planeado llegar a la ciudad y comer en algún establecimiento del lugar, para usar sus raciones de alimento solo en caso de emergencia.
~ ¿Qué será bueno comer? Tengo en el menú Raciones militares de res, pollo y cerdo; Raciones de ramen instantáneo de res, pollo y.… ¿camarón?
Leyó con desagrado esto último, aunque él había crecido en una ciudad costera, los mariscos nunca fueron de su agrado.
~ Me imagino que las raciones militares, y con mayor razón el ramen instantáneo requiere de agua caliente para su preparación, lo que me lleva a tener que volver a prender una fogata.
La mera idea de perder el tiempo intentando obtener algo de fuego para comer no era muy de su agrado.
~ ¿Pan Élfico o la hogaza de pan?
Tras pensarlo un poco, optó por sacar la hogaza de pan
~ ¡Vaya si es grande la hogaza!
Exclamó mientras veía asombrado el tamaño del pan.
~ Casi mide treinta centímetros, si tuviera todos los ingredientes me haría un mega emparedado… Crujiente por fuera y suave por dentro… aunque está frio.
Minutos después se había terminado todo el pan, y se saciaba la sed con agua.
Al ver que no se había terminado la botella, Christopher decidió guardarla en uno de los bolsillos laterales del pantalón.
~ Lo bueno que estos pantalones tienen muchas bolsas, no cabe duda de que me serán de mucha utilidad conforme vaya sacando cosas de la alforja.
Después de caminar por una hora más, unas cuantas casas se empezaron a observar en la distancia.
~ Por fin… Civilización… o algo así.
Eran casas de piedra y madera, separadas unas de otras por unos muros de piedra que no sobrepasaba el metro de altura y que servían para delimitar las propiedades.
Casi no se veía movimiento, no había animales de granja, no había niños afuera, solo dos hombres de edad algo avanzada, sentados a las afueras de sus respectivas viviendas.
~ Si que la gente está muy animada por estos lugares.
Murmuraba con sarcasmo.
Mientras se acercaba a la aldea, uno de ellos, se puso de pie de inmediato al ver a Christopher.
A diferencia del hombre anterior, este vestía además del pantalón, una especie de camisa también de Lino en un color amarillo pálido.
El otro hombre al ver la acción de su vecino, volteo la mirada hacia la dirección de Christopher, y al verlo también se levantó de dónde estaba sentado y emitió un fuerte silbido.
En ese momento, de cada una de las demás casas, salieron hombres armados con garrotes y uno que otro cuchillo de gran tamaño.
~ Ups… parece que un comité de bienvenida se preparó para recibirme.
Pensó, mientras continuaba caminando sin cambiar la dirección, ni la velocidad.
Cuando se encontraba cerca del primer muro limítrofe de una de las casas, Christopher se detuvo y con una voz que demostraba seguridad, se dirigió al dueño de la casa.
~ Buenos días, ¿me permite un momento de su tiempo?
Aquel hombre no contestó, solo lo siguió observando mientras que en su mano derecha sostenía con gran fuerza un garrote de casi un metro de longitud.
~ No sé porque pienso que va a haber problemas.
Lentamente metió la mano izquierda en la alforja, y observando la lista escogió un arma de fuego.
Un revólver plateado Smith and Wesson calibre .38 de cañón largo hizo su aparición.
Al observar solo un momento el arma, Christopher se dio cuenta que era una excelente arma para intimidar.
No pudo evitar sonreír al tenerla en sus manos.
Desafortunadamente, aquellos hombres nunca habían visto algo así, para ellos eso era algo más parecido a un martillo, por lo que no los intimidó en lo más mínimo.
Acababa de pasar el arma a la otra mano, cuando un grito lo sacó de sus pensamientos.
El tipo más cercano empezó a correr a toda prisa mientras sostenía el garrote con el brazo estirado hacia arriba, listo para asestar un golpe mortal.
Christopher por un momento dudó sobre qué hacer, pero al ver que ya se encontraba a menos de 6 metros de distancia y sin la intención de detenerse, apuntó el revólver al pecho de aquel hombre y disparó.
~ Bang!!!
Un poderoso fogonazo salió de la boca del arma, acompañada de un fuerte estruendo, mientras la munición calibre .38 súper y de punta hueca volaba a una velocidad de 440 metros por segundo.
La munición frenó de golpe la carrera del atacante por el impacto, golpeando el centro de la caja torácica, mientras el corazón era perforado con los fragmentos de la munición que se había roto al golpear y romperse con el hueso, y todo esto en una centésima de segundo, haciendo que por donde había entrado la bala empezara a brotar la sangre en gran cantidad.
Aquel hombre cayó al suelo mientras su rostro se contraía de dolor, y rápidamente exhalaba su último suspiro.
Aquellos hombres no entendieron lo que había sucedido, pero sabiéndose superiores en número, decidieron atacar al unísono, mientras gritaban como poseídos para darse valor entre ellos.
~ Mierda, no esperaba está reacción.
Y sin mayores miramientos empezó a disparar hacia a aquellos desafortunados.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco disparos sonaron y 5 atacantes cayeron al suelo.
Los últimos 3 hombres aún se encontraban a más de 20 metros de distancia, habían frenado su ataque al ver cómo sus compañeros habían caído muertos, ante aquel hombre y los estruendos producidos por aquella extraña arma.
~ Necesito recargar.
Rápidamente volvió a buscar en su alforja y sacó un carrusel de 6 municiones calibre .38 súper.
Retiró los casquillos percutidos y colocó la nueva munición.
Y sin ningún tipo de miramiento, volvió a apuntar al más cercano de los últimos 3 atacantes.
Aquellos hombres no sabían cómo habían logrado abatir a sus vecinos, pero sabían que aquel forastero era alguien muy peligroso, así que arrojaron sus armas al suelo y regresaron corriendo a refugiarse a sus respectivos hogares.
~ Bueno… Parece que ya todo terminó.
Por un momento, Christopher pensó en atravesar la aldea, pero mejor optó por rodearla.
~ Mejor no me arriesgo, capaz que alguien me dispara una flecha o algo peor.
Guardó el arma en el bolsillo derecho del pantalón.
Por un momento observó al hombre que había sido su primera víctima y notó que calzaba una especie de sandalia.
~ ¿Que trae puesto este tipo?
Era un pedazo de madera con la forma de la planta del pie, y atada con cordeles.
~ O estas personas son muy pobres, o el desarrollo tecnológico de este lugar es muy primitivo.
Y sin mayores miramientos, rodeo la aldea y continuó su viaje hacia la ciudad, dejando atrás de si a 6 hombres sin vida.
No había avanzado más de quince minutos cuando a su mente volvieron los recuerdos de la primera vez que había matado a una persona.
Con anterioridad ya había sufrido la desgracia de ser asaltado tres veces en la ciudad de México, incluso en la última ocasión lo intentaron secuestrar, pero había logrado escapar de sus captores.
Para evitar volver a ser secuestrado, adquirió un arma para defenderse, un revólver calibre .38 super de cañón corto.
Durante dos meses practicó los fines de semana, con la intención de aprender a disparar rápidamente, y así poder defenderse con ella.
Un año después del último incidente, y mientras manejaba por las calles de la ciudad, un asaltante lo intentó bajar del auto para llevárselo.
Christopher agarró su arma que colocaba en la parte central del auto, junto a la palanca de velocidades, y sin decir palabra abrió fuego contra su agresor, el impacto fue de lleno en la cara, la bala entró milímetros debajo del ojo izquierdo y llevando una trayectoria casi vertical, salió fragmentada por la parte derecha de la nuca, matándolo al instante.
Mientras caminaba pensó en lo que acababa de ocurrir.
~ Mierda, vaya manera de empezar a socializar, si llego a la ciudad no podré quedarme mucho tiempo ya que alguien me podría culpar por la muerte de esos imbéciles.
Refunfuñó mientras aceleraba el paso para tratar de llegar lo más rápido posible a la ciudad.