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Chapter 2 - Capitulo l.

Benett.

Las mañanas para mí son las más difíciles, es el único momento del día en que los dolores musculares que siento y el inexplicable dolor en la garganta, se vuelven insoportables.

Todos los días los mismos síntomas, la misma rutina.

Además de las molestias físicas al despertarme, esta mi malestar emocional. Todo el tiempo el mismo vacío en el pecho, como si algo me hiciera falta.

Las eternas secciones de terapia a las que voy tres veces a la semana por deseo de mis padres, no han funcionado. A pesar de poner todo de mi parte en ellas, aunque mi psicólogo Pier, me cae de maravilla nunca he sentido ninguna mejoría en mi estado de ánimo, está rayando todo el tiempo la depresión, es más, ni siquiera deberíamos llamarlo estado de "animo".

Y por supuesto no puedo expresar todas mis emociones libremente ya que no quiero que mis padres se preocupen de más por mí.

Es agotador.

Pensar en ir al instituto es aun mas agotador, el simple hecho de pensar en compartir espacio vital con un montón de niñitos sosos e inmaduros, me llena de ira.

Al final, no puedo perder mas tiempo lamentando mi existencia entonces me levanto de mi cómoda cama, dejo atrás mis calientitas cobijas para ir al baño.

Lo primero que hago siempre, como ya es costumbre es ponerme frente al espejo para mirar mi rostro, en este momento, mi demacrado rostro.

Lo que veo no me sorprende para nada, luego de años viendo la misma imagen todas las mañanas ya no hay mucho que te pueda sorprender. Tengo muchas ojeras, los ojos rojos y el verde natural de mis ojos desapareció, sumado a eso toda la resequedad en la piel, y el dolor en mis encías.

La imagen es algo perturbadora, esto debido a los extraños cardinales azulosos alrededor de mis ojos, lo heridas que se ven mis encías y a veces las pequeñas gotas de sangre que salen de mi nariz.

Al parecer sufro de una enfermedad autoinmune que ataca muchas partes de mi cuerpo, como la piel, los ojos, mis dientes y demás partes del cuerpo.

La verdad no es una condición que me impida realizar actividades normales en mi día a día, estoy en constante tratamiento medico y tomo mis medicamentos diariamente y en las cantidades requeridas.

Aunque mis padres siempre dicen que soy muy disciplinado, organizado y que por esa razón nunca me salto mis medicamentos, la verdad es que me da pánico tener alguna reacción en frente de alguien en la calle, me da pánico que me vean distinto.

El miedo al rechazo es con algo con lo que he luchado por muchos años, o al menos desde que nos mudamos a Aalborg, por eso mismo nunca salgo de casa sin haber tomado mi medicamento.

Tomo el frasco de pastillas que me dan mensualmente mis padres y me tomó una, la sensación de dolor inmediatamente se empieza a desvanecer, después de unos segundos de haberla tomado veo como mis ojos dejan de estar rojos, el color verde de mis ojos vuelve a la normalidad y las ojeras desaparecen por completo dándole una apariencia hermosa a mi rostro.

Suspiro con resignación al caer en lo raro que soy, en lo rara que es mi enfermedad y por lo tanto lo raro que es mi medicamento. Es inevitable pensar en lo perturbador que seria para alguien verme demacrado como si estuviera al borde de la muerte y luego gracias a una pequeña píldora roja brillante, verme totalmente rejuvenecido, con una tez perfecta y sin signos de dolor.Para mí, es igual de perturbador todos los días.

Es algo extraño, pero nunca pregunto, la medicina funciona bien, es bastante efectiva y rápida. La tomo por lo que recuerdo hace diez años cuando iniciaron todos estos síntomas.

Me dejó de mirar en el espejo y doy inicio a mi rutina de baño, siempre tardo un poco mas en el baño y es porque la sensación del agua en mi piel me tranquiliza demasiado. Me transporta a otro lugar, como si dentro de la bañera, dentro del agua no tuviera nada que temer, nunca más.

Al terminar mi baño me visto lo más rápido que puedo, nunca me ha gustado llegar tarde y menos que las personas esperen por mi.

Acomodo todas mis pertenecías mientras bajo las escaleras, porque claro, gracias a mi largo baño ya voy algo tarde a mis clases.

Al llegar a la sala de estar puedo ver algunas fotografías familiares y por mas que lo intento no puedo sentirme parte de ellas, mi familia no es lo que yo catalogaría como unida o amorosa como otras familias.

Además de que tengo muy pocos recuerdos de mi infancia y los pocos que tengo son muy distintos a lo que se muestran en esas fotografías.

Casi nunca hablo de eso con mis padres ya que ellos insisten en que es algo normal, que muchos niños no recuerdan claramente su infancia, simplemente evaden el tema la mayoría de las veces.

Llegue a la cocina y como cada mañana estaba mi madre haciendo mi desayuno, mi padre viendo las noticias. El estaba un poco obsesionado con ellas desde que hace unos días encontraron el cuerpo de un joven en el río Ostera, tenía varias mordidas de animales y no muchos días de descomposición.

Yo lo conocía, o bueno sabía quién era, casi siempre lo veía en los pasillos y podría hasta decir que una vez intercambiamos miradas, lo raro o lo que más me hacía pensar en él era que donde yo volteara ahí estaba el.

Matt, mi mejor amigo decía que yo le gustaba, pero no podía estar más lejos de la realidad su mirada no se sentía coqueta o atrayente de ninguna forma, se sentía más como una mirada fuerte, de protección. Al menos eso creía yo.

Me quede viendo un poco la televisión y escuchando lo que los guarda bosques decían sobre los animales que atacaron al joven, se escuchaban preocupados, pero como siempre disimulando muy bien para no causar caos en la población. Yo no creí ni el cincuenta por ciento de sus palabras.

-Vengan a desayunar. - llamó mi madre y fui a la cocina.

Mi padre como siempre se sentó en el lugar a mi lado.

El silencio era el ya acostumbrado de todas las mañanas, nunca hemos tenido una estrecha relación en familia y ellos tampoco tenían a mi parecer una relación estrecha como pareja, aunque nunca los he visto discutir, no se les ve enamorados.

-Dicen que fueron lobos. -rompe el silencio mi padre mirándola fijamente con una pausa. -Por las mordidas que tiene, en el cuello y brazos. - término diciendo sin quitar la mirada de mi madre, ella solo lo miraba con una expresión impasible, luego de suspirar y me miro.

-¿Donde esta tu collar?.- me pregunta mi madre e instintivamente llevo mi mano a mi pecho.

-Lo deje arriba, luego subo por el. - dije restandole importancia.

- Come tu desayuno mientras subo por el, no te preocupes. -anuncia mientras acaricia mi cabello y yo sin replicar empiezo a comer, un poco desganado ya que el fuerte de mi madre no es precisamente la cocina.

En ese momento suena el timbre, mi padre se levanta suspirando a atender.

No puedo escuchar que dicen, o quien llamaba a la puerta tan temprano, pero de igual forma no me interesa mucho.

En este momento solo puedo pensar en el chico que encontraron en el rio, intento recordar su nombre, pero no lo logro y es que igualmente no tendría que saberlo por que nunca hablamos o algo parecido, pero bueno, estudiaba en mi escuela, algo debería saber.

Tampoco dejo de pensar en la posibilidad de que vuelva a pasar, en la posibilidad de que otras personas pasen por lo mismo que ese chico.

Cuando termino de comer me levanto para poder lavar los platos y esperar que llegue mi madre con mi collar.

-Encontraron dos cuerpos más. – dijo mi padre entrando a la cocina sobre saltándome.

En ese momento pude sentir un sudor frio atravesarme.

Mi madre que venia bajando las escaleras, se acerco a mi instintivamente y me tomo de las manos, sus manos estaban heladas y entendía su preocupación, de que algo así me pasara a mi.

-Se te hace tarde, vamos. -dice mi mamá tomando sus llaves. -te llevaré.

Sin agregar nada mas me pongo en marcha. Sabía que en este momento no era prudente agregar nada más a la conversación, pero tampoco es como si hubiera algo más que decir.

Al subirme al auto me quedo mirando el jardín, sentía que le faltaba vida, o unas rosas, me encantaban los rosales.

En eso mientras mi madre encendía el motor, miro hacia la ventana del despacho de mi padre y lo veo hablando por teléfono con una expresión que personalmente, me pareció aterradora. Nunca lo había visto tan serio.

-Ten, pontelo y no vuelvas a olvidarlo. - dice mi madre con un tono de voz que no admite reproches mientras me entrega mi collar.

-No lo olvide a propósito, sabes que siempre lo uso.- dije y ella asintió con una pequeña sonrisa.

El collar es tan importante para ella por que era de cuando estaba joven, ella me lo obsequio hace algunos años y me pide nunca quitármelo, si no se podría extraviar.

Eso decía, pero tal vez solo era un rastreador y por eso siempre me obliga a llevarlo conmigo.

Vuelvo a mirar hacia el despacho y el sigue en esa tensa conversación, no se con quien habla pero se le ve de verdad estresado.

Cuando iniciamos el trayecto me detengo a ver a mi madre que también tenia esta rara aura de estrés y tensión envolviéndola. Inevitablemente abrí la ventana del auto porque sentía que me sofocaba, que su enojo estaba esparciéndose por todo el vehículo asfixiándome.

Verlos así de serios ya es bastante normal para mí pero esta vez, hay algo más, algo que me están ocultando, algo de lo que no me estoy enterando y eso me empieza a perturbar a mi también.

-Llegamos. -dice mi madre con una sonrisa pequeña que yo le devuelvo.

Salgo del auto y ella se queda mirándome, me imagino que me quiere ver entrar así que sigo mi camino.

En ese momento me encuentro con mi mejor y único amigo, Matt.

- ¿Que tal estas? -me pregunta Matt con una sonrisa.-Bien, lo normal, mis padres siendo raros siempre. -digo quitándole importancia, pero el sabe que en el fondo es algo que me genera un poco de conflicto.

-Más de lo que son. - dice Matt en un tono burlón, y si tiene razón, mis padres son muy raros.

-Bueno más de lo normal. -digo mientras nos dirigimos a clases. -¿Crees que este collar en realidad sea un localizador?

-Pienso que si tus padres quisieran rastrearte lo harían ellos mismos, tienen mucho tiempo libre.- dice burlándose, como siempre.

Matt siempre ha sido mi amigo, es la única persona con la que siento que encajo totalmente, que se siente como estar en casa.

Nos dirigimos a clases que gracias al cielo nos tocan juntos.

Después de varias clases y descansos, me voy a el baño, uno de los más cercanos a mi salón es el mixto así que voy a ese, aunque dicen que los que van ahí son las parejas a tener sexo o lo que sea, pero no me importa.

Ya ahí adentro me miro en el espejo e iba a entrar al sanitario, pero escucho sollozos provenientes de uno de los cubículos.

- ¿Hola? -digo y los sollozos paran después de unos minutos y se abre uno de los cubículos, de donde venían los sollozos.

-Me alegra que seas tú Bennett. -dice una chica que no tengo ni idea de cómo se llama, pero sé que salía con el chico que encontraron en el río.

-Lo siento yo no sé tu nombre. -digo apenado y ella solo me sonríe un poco.-Soy Ana. -dice y abre la boca para seguir hablando.

-Yo... Agradezco mucho a tu familia por hacerse cargo de todo lo de Will. -dice y salen más lágrimas de sus ojos. Yo la miro confundido y ella me mira también sorprendida.

-¿No lo sabias? Tus padres son los tutores de Will, él me dijo que como sus padres no estaban necesitaba tutores para estar en el equipo, por si tenía un accidente o cosas así, pero nunca pensé que ellos se harían cargo de todo cuando murió.

-Yo no lo sabía. -digo un poco consternado.

Si antes mis padres me parecían misteriosos ahora más.

No sabía que más decirle al respecto, pero ella solo me sonríe tristemente y me abraza como buscando un poco de consuelo para sí misma.

Luego de unos segundos ella se despide y sale del baño dejándome solo con un mar de preguntas de mi cabeza.

¿Mis padres son tutores del tal Will? ¿Porque nunca me lo dijeron?

Y lo más importante ¿Qué más me están ocultando?