El avión que se acercaba al campo de batalla estaba ocupado por tres jóvenes que, aunque no se conocían en profundidad con los demás estudiantes de la misión, estaban completamente listos para entrar en acción. Ēru, Henrī e Itama Furutta eran amigos de toda la vida, y su historia estaba marcada por la adopción y el entrenamiento intenso que habían recibido para defenderse en un mundo peligroso. Criados por una familia rica que les proporcionó todas las herramientas necesarias para sobresalir, se habían convertido en una formidable unidad de combate.
Ēru, la chica extrovertida, tenía el poder de la energía nuclear, una habilidad peligrosa y devastadora. Con su capacidad para manipular y generar energía atómica, podía crear explosiones de gran escala y transformar su entorno con un solo movimiento. Siempre optimista, a pesar del poder destructivo que poseía, tenía una personalidad carismática y energética que contrastaba con la gravedad de su habilidad.
Henrī, el chico con el poder de acumular daño y devolverlo multiplicado, era el tanque del equipo. Su capacidad de absorber cualquier tipo de daño y devolverlo con una intensidad aún mayor lo había convertido en el pilar defensivo de su grupo. Con su imponente físico y resistencia, él era el primero en entrar en el combate, sabiendo que sus amigos podían confiar en él para protegerlos mientras ellos realizaban ataques más precisos.
Itama Furutta, el chico con el poder de controlar el clima, tenía la capacidad de modificar el clima a su antojo. Desde crear tormentas y vientos huracanados hasta invocar rayos, su habilidad le daba un control absoluto sobre las condiciones atmosféricas. Siempre había sido el más tranquilo de los tres, pero en combate, su poder le permitía equilibrar el entorno a su favor, dándole a su equipo una ventaja estratégica.
Aunque estos tres jóvenes tenían sus propias habilidades individuales, su verdadero poder residía en la cooperación entre ellos. Desde que eran pequeños, habían aprendido a trabajar juntos en armonía, y esta experiencia les había permitido ingresar con éxito a la Academia Historia. Su misión era clara: derrotar a una de las amenazas más grandes, pero también proteger a los estudiantes que ya estaban en la misión.
Al recibir la orden de Rigor, se dirigían con rapidez al lugar del conflicto, con la misión de reforzar al grupo de estudiantes en combate. No sabían exactamente qué estaban enfrentando, pero sus entrenamientos y habilidades les daban la seguridad de que podrían manejar cualquier situación.
El avión, en su descenso, comenzó a bajar con rapidez. Desde dentro, Ēru miraba por la ventana, ansiosa, mientras Henrī se preparaba mentalmente para lo que podría venir. Itama Furutta, con su calma habitual, observaba el clima fuera del avión, analizando si las condiciones serían favorables para su intervención.
"Vamos, no hay tiempo que perder," dijo Ēru, mientras se ajustaba el cinturón y sonreía a sus amigos. "¡Es hora de hacer volar esto en pedazos!"
"No solo vamos a protegerlos, también vamos a ganar esta batalla," dijo Henrī, dándose un pequeño golpe en el pecho mientras ajustaba sus guantes.
Con la misión completamente clara y el sentido de unidad entre ellos, el avión tocó tierra. Al instante, Itama abrió la compuerta y observó el lugar, la atmósfera cargada con la presencia de fuerzas oscuras. A lo lejos, podían ver el Cero Absoluto Eterno de Anatema envolviendo a los estudiantes atrapados.
"Es hora de entrar en acción," dijo Itama con una expresión seria, mirando a Ēru y Henrī, quienes asintieron en silencio.
Antes de que pudieran tomar acción, el aire comenzó a alterarse y las condiciones climáticas cambiaron, señal de que el poder de Itama estaba a punto de ser desplegado. Mientras tanto, Ēru estaba lista para desatar su energía atómica, y Henrī preparaba su posición para absorber cualquier daño que pudiera venir hacia ellos.
El grupo de estudiantes atrapados en la dimensión de Anatema necesitaba refuerzos, y Ēru, Henrī e Itama estaban ahí para asegurar que la batalla continuara con fuerza y determinación. La lucha por la supervivencia estaba lejos de terminar, pero ahora, con la ayuda de estos tres nuevos guerreros, la esperanza de victoria se renovaba.
Ēru, con su energía imparable, evaluó rápidamente la situación. Sabía que el dominio de Anatema era una prisión difícil de romper, pero no imposible. Con un gesto decidido, concentró su energía nuclear en un único punto de impacto. "Vamos, chicos, abramos un camino," dijo mientras la energía brillaba intensamente en su puño.
En cuestión de segundos, Ēru lanzó un golpe devastador al dominio desde el exterior, liberando una explosión controlada. La detonación no liberó radiación alguna, solo una enorme cantidad de fuerza y presión, suficiente para crear una grieta visible en la estructura de la dimensión oscura. El sonido resonó por toda la isla como un trueno, y un destello cegador iluminó el área.
Desde adentro, los estudiantes atrapados, Dotto, Ari Shāpusu, Sanjūni Hoshi, Riri, Furēmuro y Morutekitto, sintieron cómo la atmósfera opresiva del dominio temblaba. "¡Algo está pasando afuera!" exclamó Sanjūni, notando que la energía del dominio se debilitaba por un momento.
Henrī, viendo la grieta, se posicionó frente a Ēru y dijo: "Buena jugada, pero ahora será mi turno de recibir cualquier contraataque." Se preparó para absorber cualquier represalia que pudiera venir desde dentro del dominio. Su habilidad de acumular daño lo hacía el escudo perfecto.
Mientras tanto, Itama Furutta comenzó a manipular el clima alrededor de la grieta. "No vamos a desperdiciar esta oportunidad. Crearé una corriente de viento para desestabilizar el dominio desde adentro." Moviendo sus manos con precisión, generó una tormenta focalizada que atravesó la grieta, ayudando a debilitar aún más el campo de energía oscuro.
Desde adentro, Anatema sintió el ataque y, con una sonrisa siniestra, murmuró: "Interesante. Parece que los refuerzos han llegado. Pero no importa, serán aplastados como los demás." Aumentó su presión dentro del dominio, tratando de cerrar la grieta creada por Ēru.
"¡No dejaré que eso pase!" gritó Ēru, concentrando nuevamente su energía para otro golpe, esta vez con más fuerza. "¡Henrī, cúbreme! ¡Itama, sigue manteniendo el viento estable!"
Con el equipo trabajando en perfecta sincronía, la grieta comenzó a expandirse lentamente. Aunque Anatema luchaba por mantener su dominio intacto, la fuerza combinada de los tres nuevos guerreros estaba inclinando la balanza a favor de los estudiantes atrapados. La batalla estaba lejos de terminar, pero la esperanza brillaba más fuerte que nunca.
Cuando el dominio de Anatema se rompió, el monstruoso amalgama no tuvo tiempo de reaccionar. Itama Furutta, viendo la oportunidad perfecta, sonrió con confianza mientras alzaba su mano, colocándola en la posición del Prithvi Mudra. La calma antes de la tormenta fue rota por sus palabras:
"¡Tempestad Eterna!"
De inmediato, un nuevo dominio se materializó, envolviendo a Anatema, los estudiantes y los refuerzos en un ambiente completamente controlado por Itama Furutta. El aire se volvió denso, lleno de electricidad. Tornados de fuego comenzaron a girar alrededor del campo, formando barreras imposibles de atravesar. Rayos morados caían del cielo con una fuerza devastadora, golpeando el suelo y fragmentando todo a su paso. A esto se sumaban gigantescos pedazos de granizo que caían en patrones impredecibles, como si la misma naturaleza estuviera en guerra.
Dentro del dominio, Itama podía sentir su energía fluir como nunca antes, pero con un costo. Su poder disminuía rápidamente, ya que cada segundo dentro de su Tempestad Eterna lo desgastaba enormemente. Sin embargo, sabía que la ventaja que otorgaba a sus aliados valía el sacrificio. "Mi dominio me permite curarlos, pero no puedo mantenerlo por mucho tiempo. ¡Den su mejor esfuerzo ahora!" gritó mientras los estudiantes y refuerzos sentían cómo sus heridas se cerraban lentamente y su energía se renovaba.
Anatema, atrapado en el caos climático, rugió con furia. Cada intento de atacar era interrumpido por un rayo o bloqueado por los tornados de fuego. Su enorme cuerpo comenzó a recibir daño de los elementos, pero no se rendía. Su voz resonó en el dominio:
"¡No importa lo que hagas, chico! ¡Tu sacrificio será en vano!"
Henrī, aprovechando el dominio, absorbió gran parte de los rayos y granizos que caían cerca de él, acumulando el daño en su cuerpo. "¿Sacrificio? No sabes con quién te estás metiendo." Luego, cargando hacia Anatema, liberó todo el daño acumulado en un golpe masivo que lo hizo tambalear.
Mientras tanto, Ēru utilizaba los tornados de fuego para cubrirse y lanzaba ráfagas de energía nuclear directamente al núcleo del monstruo. "¡No dejaremos que tomes ventaja aquí! Este es el dominio de Itama, y aquí tú no tienes control."
Los estudiantes, ahora curados y motivados, se unieron al ataque:
Dotto creó ráfagas de aire comprimido que empujaban a Anatema hacia los tornados.
Ari Shāpusu utilizó sus poderes psíquicos para inmovilizar parcialmente una de las extremidades del monstruo.
Sanjūni Hoshi, con la katana recién adquirida, ejecutaba cortes rápidos y precisos que comenzaban a debilitar la defensa del enemigo.
Riri y Morutekitto apoyaban con ataques coordinados, manteniendo a Anatema constantemente bajo presión.
Itama Furutta, aunque cada vez más agotado, mantuvo su concentración. "Solo un poco más... debemos acabar con él antes de que yo caiga." Su dominio seguía siendo un espectáculo de caos y destrucción, pero también un símbolo de esperanza para el equipo. La batalla estaba llegando a su clímax, y todo dependía de la unión y determinación de los héroes.
Itama Furutta sintió cómo su cuerpo se debilitaba cada vez más. Su Tempestad Eterna, que había dado a sus aliados la ventaja necesaria, comenzó a mostrar fracturas visibles en sus límites. "No puedo mantener esto por mucho tiempo más…", pensó, mientras su visión comenzaba a oscurecerse y el dolor se extendía por su cabeza.
De repente, una de las fisuras del dominio se expandió, y por un instante, el miedo lo invadió. Pero al mirar a su alrededor, vio a todos curados, de pie y listos para continuar: Nanamin, ahora recuperado y listo para la batalla, junto con los estudiantes y los refuerzos. Una sonrisa cruzó el rostro de Itama. "Valió la pena."
Antes de que el dominio colapsara completamente, una voz resonó desde el exterior con una fuerza impresionante:
"Rojo y azul, con esto se crea púrpura... ¡Blaster Solar Púrpura!"
Una gigantesca esfera de energía púrpura atravesó el dominio de Itama, rompiéndolo en un estallido de luz y viento. La bola de energía avanzó con una velocidad y poder abrumadores, arrasando todo a su paso. Anatema, con un rugido de furia, levantó sus enormes manos para detener el ataque, y por un breve momento, pareció contenerlo.
Pero el Blaster Solar Púrpura era demasiado. La energía concentrada en el ataque superaba incluso la fuerza combinada de la amalgama monstruosa. Con cada segundo que intentaba resistir, Anatema perdía terreno, siendo empujado hacia una montaña cercana. Cuando finalmente el ataque impactó contra la roca, explotó en un estallido devastador que iluminó toda la isla.
La explosión dejó un cráter masivo, y Anatema, ahora apenas reconocible, yacía en el centro, su cuerpo destrozado y casi sin vida.
Desde la distancia, la figura responsable del ataque aterrizó elegantemente en el suelo. Era un nuevo aliado, alguien enviado por Rigor para asegurar la victoria. Su presencia imponente irradiaba confianza y determinación. "Espero no haber llegado demasiado tarde. ¿Están todos bien?"
El equipo, aunque atónito, comenzó a levantarse, agradecidos por la inesperada ayuda. Itama, ahora completamente exhausto, se desplomó en el suelo, pero con una sonrisa satisfecha en su rostro. Había hecho todo lo que pudo, y gracias a su esfuerzo y al refuerzo oportuno, la batalla estaba casi ganada.
José del Futuro, el hijo de Victor y Luci, aterrizó con elegancia cerca del cráter donde Anatema yacía al borde de la muerte. Su presencia irradiaba un aura de confianza y experiencia, combinada con una humildad innata. "No podía quedarme al margen mientras luchaban," dijo mientras observaba al equipo recuperarse lentamente.
Dirigiendo su mirada a Nanamin, José añadió con una sonrisa tranquila: "Los estuve observando desde que llegaron. Vi cómo lucharon con valentía, pero noté que estaban llegando a su límite. Por eso decidí intervenir."
Nanamin, aún recobrando el aliento después de su enfrentamiento con Anatema, levantó la mirada hacia el joven. A pesar de su estado, pudo notar algo especial en él. "¿Te mandó Rigor?" preguntó, con un tono de sorpresa y alivio.
José asintió. "Así es. Mi maestro confía mucho en ustedes, pero sabía que esto podría ser demasiado para un equipo tan joven. No se preocupen, no vine a opacar su esfuerzo, solo a asegurarme de que todos salgan con vida."
El grupo lo observó con asombro. Aunque no sabían quién era exactamente, su intervención había sido clave para desequilibrar la balanza a su favor. Dotto, aún sosteniendo su arma, murmuró: "¿Quién es este tipo? Tiene una energía increíble."
José, con calma, añadió: "Soy José del Futuro, hijo de Victor y Luci. Pero eso no importa ahora. Lo importante es que lograron resistir hasta este punto. Esa es la verdadera prueba de un héroe."
Al ver cómo los estudiantes se recomponían y se preparaban para enfrentar cualquier amenaza restante, José agregó: "Nanamin, parece que tus alumnos tienen un gran potencial. Ahora, terminemos esto juntos, y aseguremos que ninguno de ellos pierda la vida hoy."
Con esas palabras, José tomó posición junto al equipo, listo para cualquier movimiento final de Anatema o posibles amenazas ocultas. La presencia de alguien tan poderoso e inesperado les devolvió la confianza al equipo, que ahora estaba listo para cerrar este capítulo con una victoria.
Riri, a pesar de las heridas que marcaban su cuerpo, avanzó hacia Anatema con una determinación ardiente. Sus pasos resonaban como truenos en la tierra, y un aura brillante comenzó a envolverla. Sus puños emitían destellos eléctricos mientras una fuerza desconocida despertaba dentro de ella.
Nanamin y los demás la miraron con asombro. José del Futuro entrecerró los ojos, reconociendo el destello de poder cósmico que emanaba de la joven.
"Eso... es poder cósmico," murmuró José, mientras el aire a su alrededor se volvía más denso con la energía que Riri desataba.
Riri, completamente consumida por su ira y determinación, levantó su puño derecho. Sus ojos brillaban como estrellas mientras gritaba con una voz firme: "¡Esto es por todos los que hemos sufrido! ¡No habrá más miedo ni más dolor!"
Con un movimiento imparable, su puño se dirigió hacia Anatema. El golpe conectó con una fuerza que parecía desafiar la misma realidad, desatando una explosión de energía cósmica pura. La tierra tembló y un destello cegador iluminó todo a su alrededor.
La energía liberada fue tan inmensa que desintegró completamente a Anatema, borrándolo de la existencia. La explosión resonó como un trueno celestial, dejando una honda expansiva que se extendió por toda la isla.
Cuando el brillo se desvaneció, Riri se quedó de pie en medio del cráter dejado por su golpe, jadeando. Su cuerpo temblaba por el esfuerzo, pero una mirada de satisfacción brillaba en su rostro. "Ya no podrán lastimarnos," dijo con voz quebrada pero llena de resolución.
Nanamin, José, y el resto del equipo quedaron atónitos por lo que acababan de presenciar. Dotto rompió el silencio: "Eso fue... increíble."
José, sonriendo con orgullo, agregó: "Ella tiene un potencial ilimitado. Este no es el final, es solo el comienzo de su verdadero poder."
Nanamin, aunque herido, caminó hacia Riri y le puso una mano en el hombro. "Hiciste algo increíble, Riri. Pero recuerda, el poder también requiere control. Aprenderás a dominarlo."
Riri asintió, sus fuerzas finalmente cediendo mientras los demás se acercaban para apoyarla. La batalla había terminado, pero para ellos, este era solo un paso más en su camino hacia el heroísmo.
Nihil, el dios de las maldiciones, apareció de forma imponente. Su entrada a través del portal resonó como un eco ominoso en toda la isla. Con su lanza en la mano izquierda, sus cuatro brazos emanaban un aura oscura y palpable. Sus ojos rojos ardían como brasas, y su cabello, una mezcla entre café y negro, parecía moverse como si la energía maldita lo controlara.
Una sonrisa cruel se dibujó en su rostro mientras inspeccionaba a los héroes. "Qué interesante," dijo con una voz profunda y resonante. "He vencido a dioses mayores, he destruido líneas de tiempo enteras, y ahora aquí estoy, enfrentándome a un grupo de niños y un hombre que ni siquiera merece el título de héroe."
José del Futuro sintió un escalofrío recorrer su espalda. Su respiración se volvió pesada, y sus manos temblaron mientras observaba al Nihil que tenía enfrente. Este no era el Nihil que él conocía, aquel que había encontrado redención y había formado una familia. Este era un Nihil de otra línea temporal, más oscuro, más fuerte, y lleno de un odio inquebrantable.
"Esto no es bueno," murmuró José para sí mismo, sus ojos aún fijos en la figura imponente. Recordó las palabras de Rigor, quien alguna vez le había contado sobre este Nihil: un ser que incluso había logrado enfrentarse a Jehová como una sola entidad y sobrevivir.
Nanamin, aunque agotado, dio un paso adelante, sus ojos fijos en Nihil. "¿Quién eres y qué haces aquí?"
Nihil giró su cabeza lentamente hacia él, y su sonrisa se ensanchó. "Yo soy el dios de las maldiciones. Soy el principio y el fin de todo lo maldito. Y estoy aquí porque esta línea temporal aún no conoce la verdadera desesperación."
Con un movimiento lento, Nihil levantó su lanza, la cual comenzó a brillar con un resplandor oscuro. "El otro yo de esta época es débil. Pero yo... yo soy la perfección. He destruido a ese Victor que alguna vez fue mi huésped, y no tengo intenciones de detenerme."
José del Futuro dio un paso atrás, todavía nervioso. "Este tipo... su poder es monstruoso. Incluso el Evil Victor que conocemos no es nada comparado con él. ¿Qué hacemos ahora?"
Riri, aún agotada por el uso de su poder cósmico, apretó los dientes. "No importa quién sea. Si vino aquí para destruirnos, no se lo permitiremos."
Nanamin, aunque herido, levantó los puños y miró a los demás. "Nos enfrentamos a algo que está más allá de nuestra comprensión. Pero eso no significa que no podamos pelear. Si este es nuestro fin, que sea luchando juntos."
Nihil simplemente observó sus intentos de valentía y soltó una carcajada que hizo temblar el aire. "Pequeñas luces tratando de brillar en una oscuridad infinita. Qué patético."
El ambiente se cargó de tensión mientras el grupo se preparaba para enfrentar a un enemigo que parecía invencible.
Nihil, con una sonrisa de satisfacción, extendió su mano recta y pronunció una sola palabra: "Dividir."
El aire mismo pareció desgarrarse mientras un corte invisible, rápido y mortal, atravesaba el campo de batalla. Ari Shāpusu, con su aguda percepción, detectó el ataque justo a tiempo y gritó con fuerza:
"¡Apártense todos, rápido!"
Ēru, Henrī, Itama Furutta, Aruku, Dotto, Sanjūni Hoshi, Furēmuro, Morutekitto, José del Futuro y Nanamin reaccionaron al instante, moviéndose con rapidez para esquivar el ataque. Pero Riri, distraída y aún agotada tras desatar su poder cósmico, no alcanzó a reaccionar a tiempo.
Un instante después, un grito de dolor desgarrador resonó en el lugar. Riri miró con horror cómo su brazo izquierdo se desprendía de su cuerpo, cayendo pesadamente al suelo. La sangre comenzó a fluir mientras se tambaleaba, incapaz de comprender lo que acababa de suceder.
José del Futuro observó la escena con los ojos abiertos de par en par, el pánico inundando su rostro. Su voz, llena de desesperación, rompió el silencio:
"¡Riri!"
Se lanzó hacia ella para sostenerla antes de que cayera al suelo. Mientras la sostenía, el dolor y el miedo en el rostro de Riri eran innegables, pero también había algo más: determinación.
Nihil, al ver la escena, rió con burla. "¿Eso es todo? ¿Así es como caen los héroes? Tan débiles, tan miserables."
Nanamin, con el rostro endurecido por la furia, gritó a los demás:
"¡Protejan a Riri! ¡No podemos dejarnos intimidar por este monstruo!"
Mientras Ēru y Henrī se apresuraban a ayudar a José a estabilizar a Riri, Itama Furutta y Aruku se colocaron frente a Nihil, sus poderes listos para atacar. Ari Shāpusu, aunque todavía temblando por lo cerca que estuvo el ataque, apretó los dientes y se preparó para lo que vendría.
Riri, jadeando por el dolor, apretó su puño derecho con fuerza. Aunque estaba gravemente herida, levantó la mirada hacia Nihil y, con una voz débil pero firme, murmuró:
"Esto... no ha terminado."
La batalla apenas comenzaba, y el grupo sabía que estaban frente a un enemigo como ningún otro.
Nihil, con su siniestra sonrisa, empezó a juntar ambas manos frente a él. El fuego rojo y morado que emanaba de su cuerpo se fusionaba, creando una forma alargada y vibrante. Lentamente, el fuego comenzó a tomar la forma de una flecha, brillante y peligrosa, que irradiaba una energía tan intensa que el aire a su alrededor chisporroteaba.
El calor era insoportable, y los héroes sentían cómo esa energía hacía vibrar sus cuerpos. Nihil levantó la flecha con uno de sus brazos adicionales, mientras su doble de fuego se posicionaba detrás de él como un respaldo intimidante.
"No hay defensa contra esto," dijo Nihil con una voz profunda y burlona. "Esta flecha atravesará cualquier escudo, cualquier muro. Es el juicio final para los débiles."
José del Futuro sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al ver la inmensa cantidad de poder concentrado en la flecha. Su mente trabajaba rápidamente, sabiendo que si esa flecha se lanzaba, ninguno de ellos podría salir ileso.
"Debo moverme... ¡debo usar el Usagi Instantáneo! No puedo fallar ahora," pensó, intentando superar la presión de Nihil.
Mientras tanto, Ēru, utilizando su energía nuclear, intentaba crear una barrera más sólida alrededor de los aliados heridos, y Henrī se posicionó frente al grupo, preparándose para absorber el impacto si la flecha era lanzada.
Nanamin, aún con heridas visibles, gritó:
"¡Debemos distraerlo! Si se concentra lo suficiente para lanzar esa flecha, estamos perdidos. ¡Hagan algo!"
Itama Furutta, debilitado pero decidido, levantó la mano en un intento de invocar una tormenta que pudiera desviar el tiro. Sin embargo, su energía estaba al límite, y solo logró invocar pequeños relámpagos que chispeaban en el aire.
Nihil, viendo sus esfuerzos, rió con desprecio.
"¿Creen que pueden detenerme? Esta flecha no solo es mi poder, es mi voluntad. No podrán escapar."
La flecha de fuego comenzó a brillar con más intensidad mientras Nihil apuntaba directamente hacia ellos. El tiempo parecía detenerse mientras los héroes trataban desesperadamente de idear un plan antes de que el ataque fuera liberado.
De repente, una distorsión en el aire se hizo presente. Una onda energética púrpura apareció en el centro del campo de batalla, y de ella surgieron Rigor y otro hombre con un aura oscura y opresiva. Evil Victor, o más bien Nihil, que habitaba una copia perfecta del cuerpo de Victor, caminaba lentamente junto a Rigor, con una sonrisa perturbadora en su rostro.
"¿Interrumpí algo interesante?" dijo Rigor con un tono burlón, observando la flecha de fuego que Nihil estaba a punto de lanzar. "Oh, una flecha de fuego combinada. Qué creativo. ¿Pero realmente crees que funcionará contra mí?"
Nihil, en su forma original, giró su mirada hacia Rigor y la copia de Evil Victor. Sus ojos rojos se entrecerraron mientras esbozaba una sonrisa.
"¿Así que trajiste al 'otro yo'? Qué interesante, Rigor. ¿Crees que esto cambiará algo?"
Evil Victor, con una mirada fría y calculadora, avanzó un paso hacia el Nihil original.
"No cambiará nada, Nihil. Esto es un ciclo interminable, y estoy aquí para cerrarlo. Tú y yo no somos diferentes, pero solo uno puede existir."
La tensión creció al máximo mientras los dos Nihils—el original y la copia en el cuerpo de Victor—se enfrentaban cara a cara. La energía de ambos comenzaba a resonar en el aire, como si el universo mismo no pudiera contenerlos a ambos en el mismo lugar.
Rigor, sin perder tiempo, miró hacia José del Futuro y el resto de los héroes.
"¡No pierdan el tiempo! Si Nihil libera esa flecha, nadie sobrevivirá. Yo detendré a estos dos lo mejor que pueda. ¡Retrocedan y prepárense!"
José del Futuro, aún en shock, sintió que las palabras de Rigor lo sacaban de su parálisis. Aunque dudaba de su capacidad para actuar bajo tanta presión, reunió todo su coraje para intentar nuevamente usar el Usagi Instantáneo y mover a los heridos a un lugar seguro.
Mientras tanto, Nihil levantó la flecha de fuego en dirección a Evil Victor, pero con un movimiento calculado, Evil Victor extendió su mano, creando un portal oscuro que absorbió parte del poder de la flecha.
"¿Vas a usar tu misma creación contra mí? Qué predecible," dijo con un tono de burla.
La batalla entre los Nihils estaba a punto de comenzar, mientras Rigor se posicionaba para intervenir en el momento adecuado, preparado para enfrentarse al caos desatado.
Evil Victor se cruzó de brazos, su sonrisa oscura se ensanchó mientras observaba a su contraparte, Nihil, con una mezcla de desprecio y satisfacción.
"Yo soy el original, el verdadero Nihil. Tú no eres más que un remanente, una sombra débil que jamás entendió el poder que tenía frente a él. Si hubieras tomado el cuerpo de Victor como yo lo hice, podrías haber alcanzado el verdadero límite de nuestra existencia. Pero aquí estás, atrapado en un caparazón vacío."
La voz de Evil Victor resonaba con una arrogancia imponente, cada palabra impregnada de una certeza devastadora. Su mirada se desvió hacia Rigor, quien permanecía alerta, preparado para intervenir en cualquier momento.
"Rigor, hazme un favor," dijo Evil Victor sin quitarle la vista a Nihil. "Saca a los chicos de aquí. Esto no es algo en lo que ellos deban estar involucrados."
Rigor frunció el ceño, sabiendo que dejar a Evil Victor y Nihil a solas sería extremadamente peligroso.
"¿Y qué me garantiza que no los matarás una vez que estén fuera?" preguntó con seriedad, su energía púrpura brillando débilmente a su alrededor.
Evil Victor soltó una carcajada, llena de burla y superioridad.
"¿Crees que tengo interés en esas vidas insignificantes? Mi pelea no es con ellos, ni siquiera contigo. Es con esta aberración que se atreve a llamarse a sí mismo 'Nihil'."
Mientras tanto, Nihil, el dios de las maldiciones, observaba en silencio, sus ojos rojos brillando con una furia contenida.
"Hablas demasiado, falso dios. Pero tus palabras no cambiarán nada. Yo soy Nihil, la verdadera maldición eterna. Tú no eres más que una anomalía que jamás debió existir."
La tensión aumentó cuando ambos Nihils comenzaron a liberar su energía, el aire vibrando con el peso de sus poderes. Rigor sabía que debía actuar rápido. Miró hacia los estudiantes, algunos aún heridos y otros listos para seguir luchando.
"¡José, Itama, Ēru, Henrī! Saquen a los demás de aquí ahora mismo. No hay tiempo para discutir."
Los héroes, aunque dudosos, comenzaron a reagruparse mientras José del Futuro finalmente logró activar el Usagi Instantáneo, listo para evacuar a los heridos.
La batalla entre las dos versiones de Nihil estaba a punto de desatarse, y el destino de todos dependía de que los jóvenes lograran escapar antes de ser atrapados en el enfrentamiento de proporciones cataclísmicas.
Evil Victor se quedó en silencio por un momento, sus pensamientos vagando hacia su esposa, Victoria. Su imagen apareció clara en su mente, su sonrisa serena y las palabras que le había dicho tantas veces: "No dejes que el poder te consuma. Sé fuerte, pero no cruel. Recuerda quién eres y por qué luchas."
Un leve suspiro escapó de sus labios mientras relajaba la tensión en sus hombros.
"Tienes razón, Victoria... no puedo olvidar lo que me enseñaste. Tal vez aún quede algo de Victor en mí."
Evil Victor levantó la mirada hacia Nihil, quien lo observaba con desdén, impaciente por continuar. Una sonrisa más calmada, aunque todavía cargada de confianza, se formó en su rostro.
"Bueno, parece que nuestros espectadores ya no están aquí. Ahora somos solo tú y yo, 'copiota'."
El suelo bajo ellos crujía con la presión de las energías que ambos emanaban, el aire casi irrespirable.
"Sabes," continuó Evil Victor, caminando lentamente hacia el centro del campo de batalla, "podría haber sido como tú. Podría haber dejado que el poder y el odio me definieran. Pero alguien me mostró que incluso un ser como yo puede tener algo por lo que vivir."
Nihil soltó una carcajada fría.
"¿Sentimientos? ¿Amor? Qué patético. Esas son cadenas que te hacen débil. Yo, en cambio, soy libre. Y eso es lo que me hace superior a ti."
Evil Victor sacudió la cabeza con un gesto de resignación, pero sin borrar su sonrisa.
"No lo entiendes, ¿verdad? Esa 'debilidad' es lo que me hace más fuerte que tú. No peleo solo por mí. Peleo por ella, por mi hija, y por todo lo que he construido. Tú no tienes nada, Nihil, y eso es lo que siempre te condenará."
Con un movimiento de su mano, Evil Victor invocó su energía púrpura, envolviéndose en un aura ardiente que iluminaba el lugar.
"Bueno, ya basta de charla. Si vamos a pelear, démonos el gusto de hacerlo bien. ¿Listo para caer, 'dios'?"
La sonrisa de Evil Victor ahora reflejaba una mezcla de determinación y orgullo. Esta batalla no solo decidiría quién era el verdadero Nihil, sino también si podía mantenerse fiel a las lecciones de su amada Victoria, incluso en medio del caos.
Evil Victor no dudó en dar el primer golpe. Con una velocidad impresionante, su puño impactó directamente en el pecho de Nihil, quien retrocedió unos pasos, sorprendido por la fuerza de su oponente.
"Por lo que veo, eres lento," dijo Evil Victor con una sonrisa arrogante, provocando aún más al dios de las maldiciones.
Nihil, furioso, levantó una de sus manos y gritó:
"¡Dividir!"
Un corte invisible atravesó el aire con la intención de partir a Evil Victor en dos. Pero este, anticipando el ataque, se movió con gracia y lo esquivó sin esfuerzo.
"Así es como se usa, imbécil," respondió Evil Victor con una mezcla de burla y desafío. Colocando su mano en posición, él también gritó:
"¡Dividir!"
Varios cortes rápidos y precisos atravesaron el pecho de Nihil, desgarrando su carne y dejando líneas de sangre oscura que brotaron con intensidad. Nihil se tambaleó, pero logró mantenerse en pie, con los ojos llenos de furia y dolor.
"¿Eso es todo lo que tienes?" preguntó Nihil con un tono desafiante, a pesar de las heridas visibles en su cuerpo.
Evil Victor lanzó una carcajada, mostrando su confianza absoluta.
"¿Te sorprende? No basta con tener poder, Nihil. Hay que saber cómo usarlo."
Nihil apretó los dientes, extendiendo sus cuatro brazos y rugiendo con un odio visceral:
"¡Infierno Absoluto!"
Un círculo de fuego negro y púrpura se expandió desde su posición, buscando consumir todo a su paso. Las llamas danzaban como si tuvieran vida propia, avanzando con una intención clara hacia Evil Victor.
Sin embargo, Evil Victor no se inmutó. Con un movimiento fluido, levantó su mano derecha y trazó un símbolo en el aire, creando una barrera de energía púrpura que desvió las llamas sin esfuerzo.
"¿Esto es lo mejor que puedes hacer? Déjame mostrarte cómo se pelea de verdad."
Evil Victor alzó ambas manos hacia el cielo, canalizando su energía en una esfera brillante de color púrpura que giraba con una velocidad increíble. Con una voz que resonaba como un trueno, declaró:
"¡Explosión Cósmica!"
La esfera salió disparada hacia Nihil con una fuerza imparable, chocando contra él antes de que pudiera reaccionar. Una explosión masiva iluminó el lugar, sacudiendo el terreno con su intensidad.
Cuando el humo y el polvo se disiparon, Nihil estaba de rodillas. Su cuerpo estaba cubierto de quemaduras y heridas profundas, jadeando por el dolor y el esfuerzo. A pesar de su orgullo, ahora estaba claramente en desventaja, mientras Evil Victor caminaba hacia él, cada paso firme y decidido.
Evil Victor observó a Nihil con una mezcla de arrogancia y determinación.
"Acabaré contigo," dijo con una voz firme, mientras comenzaba a cargar un Blaster Solar, una esfera de energía ardiente que crecía rápidamente en tamaño y poder.
Nihil, a pesar de sus heridas, esbozó una sonrisa maliciosa.
"¿Crees que será tan fácil?" murmuró mientras extendía una de sus manos, invocando un portal oscuro que se abrió bajo sus pies.
Antes de que Evil Victor pudiera lanzar su ataque, Nihil fue absorbido por el portal. Evil Victor, sin perder tiempo, ajustó la trayectoria de su ataque y disparó el Blaster Solar directamente hacia la salida del portal.
El portal se reabrió en un lugar inesperado, justo donde Nyx'thoran, la entidad cósmica, observaba la batalla desde las sombras. Nyx'thoran, con una sonrisa enigmática, señaló con uno de sus dedos hacia el portal recién creado, guiando a Evil Victor sin decir una palabra.
Nihil salió del portal con una expresión triunfante, pero al darse cuenta de dónde estaba y hacia qué lado apuntaba Nyx'thoran, su rostro cambió a una mezcla de sorpresa y terror. En ese instante, el Blaster Solar de Evil Victor llegó al destino previsto, impactando de lleno en Nihil con una explosión devastadora.
La onda expansiva sacudió el lugar, iluminando el cielo con un resplandor púrpura cegador. Cuando el polvo se asentó, Nihil estaba gravemente herido, su cuerpo lleno de quemaduras y marcas de energía, mientras jadeaba con esfuerzo. Nyx'thoran observó la escena con calma, sin intervenir, como si estuviera evaluando lo que había sucedido.
Evil Victor bajó la mano lentamente, satisfecho con el impacto de su ataque, pero mantuvo la guardia alta, sabiendo que Nihil aún podría tener algún truco bajo la manga.
Evil Victor observó cómo el portal se cerraba, dejando tras de sí el rastro de energía residual. Suspiró con cierto alivio, aunque su semblante mantenía un aire de arrogancia característica.
Sin perder tiempo, salió disparado hacia la Academia Historia, atravesando los cielos a una velocidad impresionante. Su cuerpo brillaba ligeramente con los restos de energía de la batalla, pero su postura era relajada, como si todo hubiera sido un simple ejercicio.
Al llegar a la academia, descendió con elegancia, aterrizando suavemente en el suelo frente a las puertas principales. Bajó la mirada hacia sus botas, sacudiendo el polvo y las pequeñas marcas que quedaban de la pelea.
"Ya está. Fue fácil," dijo con una mezcla de sarcasmo y confianza, mientras caminaba hacia el interior, como si la batalla con Nihil hubiera sido solo un pequeño inconveniente en su día.
Sin embargo, en el fondo, sabía que Nihil era una amenaza que podría regresar. Aunque no lo mostraba, había aprendido algo valioso: siempre debía estar listo para lo inesperado. Mientras avanzaba por los pasillos de la academia, con los estudiantes y profesores observándolo con admiración y respeto, su mente ya empezaba a planificar los próximos movimientos.
Evil Victor caminó por los pasillos hasta encontrarse con Rigor, quien estaba revisando algunos documentos en una de las oficinas de la academia. Sin mucha ceremonia, Victor habló con su tono despreocupado:
—Oye, Rigor, ¿tienes por ahí alguna muñeca guerrera o algo parecido? Es para mi hija, Mar.
Rigor levantó la mirada, algo sorprendido por la pregunta, pero sin mostrarlo demasiado.
—¿Una muñeca guerrera? No esperaba eso de ti, Victor.
Victor se encogió de hombros, con una leve sonrisa.
—Es una niña, pero también es mi hija. Quiero que tenga algo que le recuerde que puede ser fuerte. Ya sabes, algo más que una simple muñeca.
Rigor reflexionó por un momento, luego caminó hacia un armario en la oficina y comenzó a buscar entre varios objetos.
—Creo que tengo algo que podría gustarle. Hace tiempo encontré una reliquia en una de nuestras misiones. Es una figura de combate antigua, una especie de muñeca guerrera con detalles grabados. Es resistente y tiene un mecanismo que permite mover sus brazos y piernas como si estuviera peleando.
Sacó la muñeca y la mostró a Evil Victor. Era una figura detallada, con armadura y una espada pequeña que se podía desmontar. A simple vista, parecía algo más que un juguete; era casi como un símbolo de poder.
—¿Esto sirve? —preguntó Rigor, entregándosela.
Victor tomó la figura, examinándola detenidamente. Una leve sonrisa apareció en su rostro.
—Perfecto. Esto es justo lo que buscaba. Gracias, Rigor.
Rigor asintió, cruzando los brazos.
—Asegúrate de enseñarle a usarlo bien. Y si alguna vez necesita algo más... ya sabes dónde encontrarme.
Victor salió de la oficina con la muñeca en mano, satisfecho. Ahora, tenía algo especial para Mar, algo que simbolizaba fuerza y valentía, cualidades que esperaba ver florecer en su hija.
Evil Victor salió con la muñeca en mano, caminando hacia el grupo que estaba reunido en uno de los salones principales de la academia. Los estudiantes, aunque agotados tras los recientes eventos, se animaron al ver a Victor más relajado y sonriente.
Con su tono despreocupado pero firme, Victor les habló mientras los observaba uno por uno:
—No se preocupen tanto, chicos. No creo que haya otra guerra pronto. Pero eso no significa que puedan relajarse del todo. Van a necesitar entrenar más. Quizás yo mismo me pase a repartir unos cuantos golpes, ya saben, para ponerlos a prueba.
El grupo reaccionó con una mezcla de nervios y risas ante el comentario. Entonces, Victor miró a Riri, quien estaba sentada al fondo, todavía recuperándose de la pérdida de su brazo izquierdo. Se acercó con una sonrisa medio burlona y levantó su mano derecha.
—Oye, Riri, dame los cinco.
Riri lo miró con incredulidad, levantando la ceja. Fue entonces cuando Victor se dio cuenta de lo que había dicho y de que la mano que debía responder era la izquierda, que ya no estaba allí. Sin perder su estilo, soltó una carcajada ligera.
—Oh, perdón, perdón. Humor negro, ¿sabes? No te enojes, solo trato de aligerar el ambiente.
El grupo contuvo risas mientras Riri lo fulminaba con la mirada, aunque al final no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.
—Eres imposible, Victor.
Victor alzó la muñeca que llevaba en la mano.
—Bueno, supongo que eso me hace un poco más divertido. Ahora, dejen de mirarme como si fuera el fin del mundo y prepárense para el entrenamiento. ¡La próxima vez quiero verlos mejor preparados!
La atmósfera del grupo se relajó, con algunos riendo ante los comentarios de Victor y otros asintiendo con seriedad. Él, por su parte, sabía que detrás de su humor había un mensaje claro: aún había mucho trabajo por hacer.
Evil Victor llegó al reino donde vivía con su esposa Victoria y su hija Mar. Aunque su corazón estaba teñido de oscuridad, algo en el palacio lo seguía llenando de una satisfacción inexplicable. La opulencia de las paredes doradas, los lujosos tapices que adornaban cada rincón y los jardines perfectamente cuidados reflejaban el poder que él había alcanzado. Para Victor, el palacio ya no solo era un lugar de poder, sino también un refugio donde podía estar con su familia, alejado de los conflictos del exterior.
Cuando vio a Victoria, su esposa, sentada firmando documentos y gestionando los asuntos del reino, una sonrisa oscura pero genuina cruzó su rostro. En su mente, el reino era un símbolo de su éxito, pero lo que realmente lo hacía sentir satisfecho era la estabilidad que había logrado para su familia. Al ver a Victoria en su puesto de reina, firme y decidida, se dio cuenta de que, a pesar de sus caminos oscuros, había alcanzado una paz relativa en su vida personal.
Con una actitud más ligera de lo habitual, Victor se acercó a ella, la quietud del palacio contrastando con la energía de su entrada. "Te traigo algo para Mar," dijo con una sonrisa satisfecha, mientras sacaba una muñeca guerrera. La muñeca, hecha de materiales resistentes, tenía un diseño detallado y una postura desafiante, representando a una guerrera valiente. Era un regalo tanto para su hija como un recordatorio de que, bajo toda su dureza, Victor quería que su hija fuera fuerte, valiente, y capaz de enfrentar cualquier desafío que el destino le trajera.
Victoria levantó la vista, sonriendo suavemente al ver el detalle del regalo, aunque no pudo evitar sentir una leve preocupación al notar que en el fondo de sus ojos, aún persistía esa oscuridad que Victor no lograba ocultar por completo.
"Siempre tan generoso con Mar," comentó Victoria con una risa suave. Pero, mientras tomaba la muñeca, una expresión de cariño y amor maternal se reflejó en su rostro. Aunque su esposo había cambiado, ella sabía que, en su interior, seguía siendo el mismo hombre que deseaba lo mejor para su hija.
Victor observó a Victoria y a la muñeca que ella ahora sostenía, su rostro suavizándose por un momento. A pesar de la oscuridad que lo rodeaba, su familia seguía siendo su mayor fuente de satisfacción. "Mar crecerá fuerte y sabia, Victoria," dijo con una sonrisa satisfecha. "Nada ni nadie podrá amenazar nuestra familia."
Victoria, aunque consciente del cambio en él, no pudo evitar sonreír al ver la dedicación que tenía por su hija. En su corazón, aún había una parte de Victor que, a pesar de su poder y oscuridad, se preocupaba por su bienestar.
"Espero que no te olvides de quién eres, Victor," murmuró Victoria con una leve sonrisa, un toque de preocupación en su tono.
Victor la miró con una serenidad inesperada. "Nunca lo olvidaré. Estoy feliz aquí, con ustedes."
De alguna manera, en ese momento, a pesar de todo lo que había sucedido en su vida, Victor se sentía pleno. La oscuridad de su ser se desvaneció por un instante, reemplazada por una felicidad que solo su familia podía brindarle.
Mar, con su energía vibrante y su inocencia, corrió hacia Victor y, sin pensarlo dos veces, se le tiró encima, abrazándolo con fuerza. "¡Padre!" exclamó con alegría, su risa resonando en el aire, iluminando el ambiente del palacio con su energía juvenil.
Victor, con una expresión que alternaba entre sorpresa y cariño, la levantó en sus brazos, sintiendo el calor y el amor de su hija. Aunque su naturaleza oscura a menudo lo mantenía distante, momentos como este lo hacían sentir un bienestar que pocas cosas podían ofrecer.
"Mar, ¿qué haces, pequeña?" dijo, pero su tono era suave, lleno de una ternura que solo un padre podía mostrar.
Mar sonrió ampliamente, su rostro brillante de emoción. "¡Estaba buscando a mamá! Pero cuando te vi, no pude evitar correr hacia ti. ¿Tienes algo para mí?"
Victor, sonriendo de manera discreta, miró a Victoria, que observaba la escena con una sonrisa de complicidad. La muñeca guerrera estaba en las manos de la reina, y con un gesto, se la entregó a Victor.
"¿Sabes qué?" Victor dijo mientras bajaba a su hija, tomándola de la mano. "Tengo algo para ti, Mar. Mira esto." Le entregó la muñeca guerrera, cuya figura resonaba con la misma energía combativa que él deseaba para su hija.
Mar la miró, fascinada, sus ojos brillando al ver el regalo. "¡Es hermosa, papá! ¡Una guerrera como yo!"
Victoria, que se había acercado para observar el momento, acarició la cabeza de Mar y sonrió, disfrutando de la alegría que la niña traía consigo. "Parece que has hecho una gran elección, Victor."
Victor asintió, satisfecho con su regalo. "Quiero que crezcas fuerte y valiente. El mundo está lleno de desafíos, Mar, y quiero que estés lista para enfrentarlos."
Mar abrazó la muñeca con entusiasmo. "¡Seré la mejor guerrera, papá! Te lo prometo."
Y, por un momento, el palacio que siempre representó el poder y la grandeza de Victor se sintió lleno de vida, amor y esperanza. En ese instante, la oscuridad que solía dominarlo parecía desvanecerse, reemplazada por la luz de su familia, y Victor se permitió disfrutar de este raro y preciado momento.
Mar se acercó a su padre, Evil Victor, con una expresión traviesa, como si estuviera a punto de revelar algo importante, pero también disfrutando de la reacción que provocaría.
"Papá," comenzó con tono juguetón, "me gusta un chico."
Victor levantó la mirada, su expresión imperturbable, pero sus ojos brillaban con intensidad, evaluando la situación. No era la primera vez que su hija mencionaba algo sobre un chico, pero él no esperaba que lo hiciera en un momento tan inesperado.
"¿Un chico?" preguntó, su voz grave y seria, con un tono que dejaba claro que estaba prestando atención, pero también estaba listo para protegerla de cualquier cosa o persona que pudiera hacerle daño.
Mar se cruzó de brazos, mirando a su padre con una sonrisa desafiante. "No es cualquier chico, papá. Este lo conocí en uno de los entrenamientos de la habitación temporal." Ella recordó cómo en ese lugar tan extraño y fuera de lo común había conocido a James, un chico que le llamó la atención debido a su increíble habilidad y la forma en que manejaba las situaciones en esa dimensión.
Victor frunció ligeramente el ceño. No era algo común que Mar se encontrara con chicos en esos entrenamientos, ya que generalmente estaba rodeada de personas mucho más fuertes o mayores. "¿James, dijiste? ¿Qué es lo que te atrae de él?" preguntó, sus ojos fijos en ella mientras intentaba evaluar la situación.
Mar, consciente de la seriedad de su padre, bajó un poco el tono, pero su sonrisa seguía presente. "Es un chico interesante, papá. Es fuerte, sabe pelear, y no tiene miedo de entrar a la habitación temporal. Eso me hizo sentir que no era como los demás. Además, durante uno de los entrenamientos, algo en su actitud me hizo sentir... diferente."
Victor, a pesar de su fachada fría, comenzó a sentir una extraña mezcla de celos protectores y comprensión. "Entiendo." Su voz se suavizó un poco, aunque aún mantuvo ese tono firme. "Mar, te lo diré una vez más. El poder de un hombre no está solo en su fuerza o habilidades. Los que realmente cuentan son los que entienden lo que es necesario para proteger a aquellos a quienes quieren."
Mar le miró a los ojos, sintiendo la sinceridad en su padre, pero también sabiendo que Victor era quien mejor comprendía el verdadero significado del poder, incluso si sus métodos eran oscuros.
"Lo sé, papá," respondió, abrazándolo nuevamente. "No te preocupes, no es nada serio... todavía."
Victor, al abrazarla, se dio cuenta de que su hija estaba creciendo, y aunque la idea de que pudiera interesarse en alguien más la preocupaba, sabía que debía confiar en ella. En el fondo, deseaba lo mejor para ella, pero su naturaleza protectora nunca desaparecería.
"Solo recuerda, Mar," dijo mientras la miraba fijamente, "tú eres la que decide qué es lo mejor para ti. Nadie más puede hacerlo."
Mar asintió, sintiendo el apoyo y el amor de su padre. Aunque él era temido por muchos, para ella, era simplemente su padre, y siempre sería su mayor protector, sin importar lo que el futuro trajera.
Fin.