Un mes después de la partida de Yasane, Liesel se encontraba sumida en la reflexión, a menudo preguntándose qué habría motivado a su amiga a dejar la Academia Historia. Aunque su amistad había sido fuerte, algo en su corazón le decía que había más detrás de la decisión de Yasane, algo que ni ella misma había entendido completamente. Sin embargo, Liesel también sabía que no podía forzar a alguien a quedarse si no deseaba hacerlo. Todos tenían sus propios caminos que seguir, y ella no podía obligar a nadie a cambiar de rumbo.
Una tarde, mientras se encontraba trabajando en la enfermería, Liesel tomó una decisión importante. No quería seguir esperando respuestas que tal vez nunca llegaran. En lugar de sumirse en la tristeza por la partida de Yasane, decidió actuar. Se enfocaría en su propio crecimiento, tanto profesional como personal. Sentía que su misión de ayudar a los demás, curar heridas y salvar vidas, era más importante que cualquier otro deseo que pudiera haber tenido antes.
A partir de ese momento, Liesel decidió tomar un enfoque más activo en la Academia Historia. Se inscribiría en cursos adicionales para perfeccionar sus habilidades de curación y conocimiento médico. También se ofreció como voluntaria en diferentes áreas de la academia, para poder ser de más ayuda a sus compañeros y amigos. Quizás no podía cambiar lo que le había sucedido a Yasane, pero sí podía asegurarse de que su vida tuviera un propósito más grande, uno que no dependiera de los demás para encontrar la felicidad.
A lo largo de este tiempo, Liesel continuó adelante con su misión, aprendiendo y creciendo. Aunque nunca dejó de pensar en Yasane, entendió que su amiga había tomado decisiones propias, y que su camino ya no era el mismo que el de ella. A pesar de la ausencia de su amiga, Liesel mantenía la esperanza de que, algún día, las cosas cambiarían para Yasane y que encontraría su propio propósito, tal vez uno que le trajera la paz que tanto necesitaba. Pero, por ahora, lo más importante era que Liesel estaba lista para seguir adelante y ser la mejor versión de sí misma, tal como Yasane le había enseñado a hacer en el pasado.
La historia de Yasane estaba marcada por un pasado difícil, uno lleno de pobreza y desesperación. Desde muy joven, había tenido que luchar por sobrevivir en un mundo que parecía no tenerle piedad. Sin apoyo ni recursos, su vida fue una constante batalla por un futuro mejor. No tenía más opción que utilizar todos los medios a su alcance para salir adelante, incluso si eso significaba hacer sacrificios y destruir los sueños de los demás en el proceso. En su mente, la supervivencia era la única prioridad, y cualquier cosa que estuviera en su camino debía ser derribada.
Yasane se había formado como una persona fría, calculadora, capaz de tomar decisiones difíciles para lograr sus objetivos. El deseo de poder, dinero y seguridad la impulsaba, pero la carga de sus decisiones la seguía como una sombra, aunque nunca se detuvo a reflexionar sobre ellas. Cada paso que daba era un escalón más cerca de alcanzar sus sueños, pero al mismo tiempo, se alejaba de lo que alguna vez creyó que eran los valores fundamentales de la vida.
El giro de su vida comenzó cuando conoció a Liesel. Aquella chica que parecía tener una vida mucho más fácil que la suya, con un corazón lleno de bondad, dedicación y valores. Liesel, siendo una persona que siempre se preocupaba por los demás, le mostró a Yasane algo que ella nunca había experimentado realmente: la importancia de las personas. A través de su amistad con Liesel, Yasane comenzó a entender que había más en la vida que solo alcanzar el éxito personal. Las relaciones humanas, el apoyo mutuo y la empatía eran cosas que ella había ignorado, pero que al conocer a Liesel, se dieron cuenta de cuán vitales eran.
Sin embargo, la lucha interna de Yasane era grande. Aunque comprendió el valor de las personas y cómo el egoísmo no la llevaría lejos, la tentación de seguir el camino de poder y dinero fue demasiado fuerte. Yasane, al final, tomó la difícil decisión de dejar la Academia Historia y perseguir una vida en la que pudiera conseguir la seguridad financiera que tanto anhelaba. Se adentró en un mundo oscuro de sicarios, donde el dinero fácil y las recompensas eran tentadoras, pero a un alto costo.
Aunque Yasane se alejó de Liesel y de la Academia, el impacto de su amistad con ella no desapareció. En su corazón, llevaba la lección de que, a pesar de todo lo que había hecho por sobrevivir, las personas eran lo que realmente daban sentido a la vida. El amor, la amistad y la solidaridad eran mucho más valiosos que cualquier riqueza material. Yasane tal vez no estaba lista para abandonar su vida de sicaria, pero no podía olvidar lo que había aprendido junto a Liesel.
La verdadera transformación de Yasane estaba en el fondo de su ser. A pesar de sus decisiones, la semilla del cambio había sido sembrada en ella. Sabía que, algún día, encontraría una forma de reconciliar sus deseos con su verdadero propósito, y que, tal vez, la historia que había comenzado con el deseo de poder, terminaría con la búsqueda de algo mucho más grande: la paz interior y el entendimiento de que el verdadero éxito no se mide en dinero o poder, sino en las conexiones humanas que dejamos en el mundo.
Yasane, al final, había sido cambiada por la amistad de Liesel. Quizás nunca lo admitiría abiertamente, pero en lo más profundo, sabía que su camino no se había hecho más fácil, pero sí más consciente. Y algún día, tal vez, encontraría la manera de volver a ser la persona que realmente quería ser, no solo para ella, sino para las personas que aún podían importarle.
Yasane nunca había revelado a nadie que su madre era una diosa, ni siquiera a Liesel. Era un secreto guardado en lo más profundo de su ser, una parte de su historia que parecía más un susurro lejano que una verdad aceptada. Su madre, aunque nunca la conoció plenamente, había dejado una huella indeleble en su vida. No sabía con certeza qué tipo de diosa había sido su madre, pero su presencia, aunque ausente, la marcó profundamente.
Desde que era pequeña, Yasane había sentido una conexión inexplicable con algo más allá de lo terrenal, algo que no comprendía completamente. A veces, en los momentos de soledad, sentía una energía en su interior que no podía identificar: un poder latente, sutil, pero imponente. Sin embargo, la muerte de su madre al dar a luz la había dejado huérfana, con solo el amor de su padre para sostenerla.
Su padre, un hombre común, había sido su único refugio. Después de la tragedia, él había dedicado su vida a criarla, siempre protegiéndola con un amor incondicional. Yasane, aunque consciente del sacrificio de su padre, nunca había sido capaz de comprender completamente el dolor que él había experimentado al perder a su amada esposa y, a su vez, ver la pesada carga de criar a una hija sin saber lo que de verdad significaba ser hija de una diosa.
La imagen de su madre, siempre distante y etérea, era algo que Yasane había aprendido a llevar con ella, aunque con cierto resentimiento hacia lo que nunca pudo ser. A veces, los recuerdos de su madre, los pocos que su padre le había contado, surgían de manera abrupta: la idea de que su madre había sido una entidad divina, alguien que trascendía todo lo humano, pero que, irónicamente, se desvaneció en el momento más crucial de su vida, dejando a Yasane con la incertidumbre y la soledad.
A pesar de la ausencia de su madre, Yasane nunca dejó que eso la debilitara. Creció bajo la tutela de su padre, convirtiéndose en una joven fuerte y decidida, pero cargando con la sombra de una parte de su identidad que aún no comprendía del todo. Sabía que algo dentro de ella estaba marcado por esa herencia divina, aunque no entendía el alcance ni el propósito de ese poder. Se sentía desconectada de esa parte de su vida, como si estuviera buscando algo que no podía alcanzar, algo que solo sus padres entendían, pero que ni siquiera su padre podía revelarle por completo.
A medida que Yasane se adentraba en el mundo que había elegido, su pasado seguía pesando en su corazón. Recordaba con cariño a su padre, su amor, sus sacrificios. Pero también sentía una tristeza profunda por la madre que nunca tuvo la oportunidad de conocer. A veces, en las noches más oscuras, cuando su alma se sentía perdida, Yasane se preguntaba si la respuesta a quién era realmente radicaba en descubrir la verdad sobre su madre y su linaje. Pero, en su lucha por sobrevivir, esa verdad parecía siempre fuera de su alcance.
Esa incógnita sobre su madre, la diosa de la que nunca había tenido certezas, seguía siendo una de las piezas faltantes de su vida, una que quizás algún día descubriría. Pero, por ahora, solo podía vivir con el peso de ese secreto, esperando el momento adecuado para desvelarlo o enfrentarlo de una manera que pudiera finalmente darle paz.
El entrenamiento de Yasane, implacable y sin descanso, la transformó más allá de lo que ella misma habría imaginado. Su mente y cuerpo se moldearon a la perfección, fusionando sus habilidades adquiridas con un poder ancestral que llevaba dormido en su interior, esperando ser despertado.
En este mes de intenso esfuerzo, Yasane desbloqueó su habilidad cósmica, un poder que no solo le otorgaba un control absoluto sobre su cuerpo y sus habilidades físicas, sino también sobre las fuerzas cósmicas que se extendían más allá del entendimiento humano. A medida que entrenaba, podía sentir cómo la energía cósmica fluía a través de ella, una conexión intangible con el vasto universo, como si cada estrella y planeta estuviera al alcance de su voluntad.
Su cuerpo, transformado por esta habilidad, comenzó a adaptarse a nuevas dimensiones de poder. Despertó una versión celestial de sí misma: su piel adquirió una luminosidad sutil, sus ojos brillaban con un resplandor misterioso y su agilidad y fuerza sobrepasaban los límites de lo que cualquier humano podría lograr. Su reflejo, al mirarse en el agua o en un espejo, ya no parecía del todo humano. El cuerpo celestial que había despertado era más grande, más esculpido, como si estuviera formado por una energía pura que fluía a través de sus venas.
Pero la habilidad que más la sorprendió fue su control sobre la masa. Yasane podía alterar la densidad de cualquier objeto que tocara, volviéndolo más liviano o más pesado a su voluntad. Esto no solo la hacía más peligrosa en combate, sino que le otorgaba una gran versatilidad. Podía manipular armas, alterar el terreno a su alrededor, e incluso modificar su propia masa para moverse con mayor velocidad, o para volverse más pesada, como una roca inamovible cuando necesitaba estabilidad o fuerza.
En combate, su velocidad era inigualable. Se movía tan rápido que casi parecía desmaterializarse, atacando a sus enemigos antes de que pudieran reaccionar. Pero además de su velocidad, su capacidad para modificar su cuerpo, haciéndolo más pesado o más ligero según la necesidad, la convertía en una oponente impredecible. Podía cambiar su masa para absorber golpes, volverse más resistente o más difícil de atrapar, o incluso volverse liviana como una pluma para esquivar ataques.
Yasane, ahora con su habilidad cósmica y cuerpo celestial, se había convertido en una fuerza temible, y su entrenamiento la había convertido en una sicaria formidable, capaz de hacer frente a los desafíos más grandes. Sin embargo, una parte de ella, en lo profundo de su ser, aún luchaba con la pregunta de si realmente deseaba seguir por este camino oscuro. Aunque su poder había aumentado, la línea entre lo que era correcto y lo que estaba dispuesta a hacer se había vuelto cada vez más difusa.
A pesar de la oscuridad que rodeaba su elección, Yasane estaba decidida a avanzar. Había obtenido una fuerza incomparable y una habilidad única, pero ahora debía decidir cómo usarla.
El jefe de Yasane, un hombre de mirada fría y calculadora, se acercó a ella con una expresión seria. En su tono había una mezcla de autoridad y desapego, como si estuviera dando una orden más en una cadena interminable de tareas.
"Yasane," dijo él, con voz firme, "necesito que consigas información sobre Rigor. Sabemos que es un obstáculo para nuestros planes, y si podemos eliminarlo, muchos de nuestros problemas desaparecerán. Quiero que encuentres su punto débil. Haz lo que sea necesario."
Yasane, que ya había probado las aguas de la traición y la oscuridad, sonrió ante la orden. No era una sonrisa de satisfacción, sino una de resignación mezclada con una chispa de excitación. Su poder recién despertado y sus habilidades mejoradas hacían que cualquier misión pareciera fácil, incluso esta que le pedían. Matar a alguien de la talla de Rigor no la intimidaba, sino que la estimulaba. Era una oportunidad para probar hasta dónde podía llegar su poder.
"Lo haré", respondió Yasane sin titubear, su voz suave pero llena de determinación. El brillo en sus ojos reflejaba su capacidad para hacer cualquier cosa, sin importar lo que implicara.
Sin embargo, en lo más profundo de su mente, una pequeña duda se asomó. ¿Realmente quería seguir siendo parte de esta red de sombras y traiciones? El hecho de que su jefe la hubiera elegido para eliminar a alguien tan poderoso como Rigor significaba que su lealtad ya no estaba en cuestión. La misión estaba clara, pero Yasane no podía evitar pensar que, a pesar de todo el poder que había ganado, algo en ella seguía anhelando un propósito diferente, uno más allá de la violencia y la oscuridad.
Pero por ahora, no había vuelta atrás. Aceptó la misión, confiando en que podría encontrar lo que necesitaba sobre Rigor, y tal vez incluso descubrir algo más sobre sí misma en el proceso. Sabía que la información sobre él no solo la acercaría a su objetivo, sino que también abriría una puerta a una parte de su vida que quizás todavía no comprendía completamente.
Con un último vistazo a su jefe, Yasane se giró y se dirigió hacia la oscuridad, decidida a cumplir con su misión.
Liesel se encontraba en una sala apartada de la academia, un lugar tranquilo y apartado del bullicio, donde se sentía más concentrada. Había estado practicando su poder sanador durante un buen tiempo, perfeccionando su habilidad para sanar heridas graves con la misma facilidad con la que respiraba. Pero algo en su interior le decía que necesitaba algo más, algo que le permitiera expandir el alcance de sus habilidades, llevar su poder a un nivel superior.
"Si puedo ver el cuerpo en su totalidad," pensaba Liesel, mientras se concentraba, "quizá pueda encontrar una manera de sanar más rápido, de hacer que mi poder no solo cure, sino que se convierta en algo más estratégico. Algo que me permita detectar los puntos débiles, las vulnerabilidades de mis enemigos."
Cerró los ojos y comenzó a visualizar el cuerpo humano desde adentro, como si tuviera una visión más allá de la superficie. Imaginaba las estructuras óseas, los músculos, los órganos y las conexiones nerviosas, todo conectado de manera perfecta, pero también vulnerable en su interior.
"Necesito algo más," murmuró para sí misma. "Quizá como un cirujano traumatólogo, alguien que pueda ver el cuerpo en su totalidad, pero también desentrañar sus puntos débiles, sus fracturas, sus fisuras. Pero, ¿cómo puedo aplicar eso a mis habilidades?"
Liesel entonces se centró más en su poder, profundizando en la capacidad de ver a través de las capas del cuerpo. Su poder no solo sanaba, sino que ahora podría evolucionar para permitirle analizar el cuerpo de un enemigo con la misma precisión con la que un cirujano examina a un paciente. Podría identificar las fracturas de huesos, los músculos debilitados y las partes del cuerpo que, aunque ocultas, serían cruciales para un ataque o una defensa.
"Si logro ver a través de los cuerpos como un todo," continuó pensando, "seré capaz de sanar a una velocidad asombrosa y, al mismo tiempo, usar esa misma habilidad para encontrar y atacar los puntos débiles."
Liesel expandió su concentración, tratando de conectar la visualización con sus habilidades sanadoras. Sentía cómo la energía fluía a través de su cuerpo, su poder creciendo a medida que su mente se enfocaba en las posibilidades. Imaginó cómo sus manos podían tocar a alguien y, al mismo tiempo, analizar cada hueso, cada músculo, cada órgano, identificando debilidades invisibles para otros.
"Esto podría funcionar," pensó con una sonrisa satisfecha, pero también consciente de que tendría que entrenar más para lograr la maestría total en esa nueva habilidad. Si podía encontrar un punto débil en el cuerpo de un enemigo, podría sanar rápidamente cualquier daño sufrido y, al mismo tiempo, aprovechar esa información para vencerlo de manera más eficiente.
Con una determinación renovada, Liesel se dispuso a seguir practicando, sabiendo que su poder sanador estaba a punto de trascender hacia una habilidad mucho más estratégica y poderosa. Pero para lograrlo, aún quedaba mucho por entrenar y descubrir.
Liesel caminaba por los pasillos de la Academia Historia, reflexionando sobre todo lo que había sucedido últimamente. Su mente estaba llena de preocupaciones, especialmente por Yasane, quien ya llevaba tiempo fuera de la academia. No podía dejar de preguntarse qué había llevado a su amiga a tomar esa decisión tan drástica. Liesel no sabía si era por el dinero, o si había algo más profundo que la impulsaba a alejarse.
Mientras caminaba, notó que la puerta de la oficina de Rigor estaba entreabierta. Por curiosidad y algo de inquietud, se acercó lentamente, y al mirar por la abertura, vio a Yasane dentro, revisando papeles. Liesel se detuvo un momento, sorprendida. ¿Qué estaba haciendo allí? Yasane no estaba en la academia desde hacía tiempo, y mucho menos en ese lugar.
Sin pensarlo mucho, Liesel empujó la puerta y entró. Yasane levantó la vista rápidamente al escuchar el ruido, y al ver a Liesel, pareció un poco sorprendida.
"Yasane... ¿qué estás haciendo aquí?", preguntó Liesel, sin ocultar su sorpresa.
Yasane, que había estado revisando unos documentos, rápidamente los cerró y se giró hacia Liesel con una sonrisa algo forzada. "Oh, Liesel... no es lo que parece", dijo, intentando restarle importancia.
Liesel la miró detenidamente, percibiendo algo extraño en su actitud. "¿No es lo que parece?", repitió, sin creérselo del todo. "¿Qué estás buscando? Estos documentos son confidenciales, no puedes simplemente..."
"Lo sé, lo sé", interrumpió Yasane, levantando las manos en señal de disculpa. "Es solo que... estoy buscando algo que me ayude con... un asunto personal."
Liesel, aunque quería confiar en su amiga, no pudo evitar sentirse desconcertada. "¿Un asunto personal?", preguntó, su voz ahora más seria. "¿Qué tipo de asunto?"
Yasane vaciló por un momento antes de responder. "Es algo relacionado con mi vida después de... dejar la academia. He estado buscando formas de sobrevivir, de tener algo más. Ya sabes, algo que me permita... salir de la miseria", explicó, con una mezcla de tristeza y determinación.
Liesel no estaba convencida. "No es el camino, Yasane", dijo con firmeza. "Lo que estás haciendo no es correcto. Hay otras formas de vivir, otras maneras de conseguir lo que quieres. No tienes que hacer esto."
Pero Yasane, aunque parecía comprender las palabras de Liesel, estaba atrapada en su propia desesperación. "Liesel, te agradezco que te preocupes, de verdad. Pero he tomado una decisión. Este es el único camino que veo", respondió, bajando la mirada.
Liesel suspiró profundamente, sintiendo una gran tristeza. "No puedo verte seguir por este camino, Yasane. No eres esa persona. Tienes más valor que esto."
Yasane levantó la mirada, sus ojos reflejando una mezcla de dolor y determinación. "Lo sé, Liesel. Pero no tengo otra opción. Esta es la única forma que tengo de salir adelante."
Liesel la miró un último momento, intentando encontrar una manera de convencerla, pero vio en los ojos de su amiga que ya estaba decidida. Un profundo dolor la envolvió, ya que sentía que la amistad que había tenido con Yasane se estaba desmoronando.
"Solo espero que algún día cambies de opinión", dijo Liesel, con un susurro, antes de girarse y salir de la oficina.
Mientras caminaba por el pasillo, su corazón estaba pesado. No podía dejar de pensar en Yasane y en las decisiones que estaba tomando. Pero al mismo tiempo, sabía que no podía hacer nada para cambiarla. La amiga que había conocido ya no parecía ser la misma. Y ese pensamiento la llenaba de una profunda tristeza.
Liesel ajustó el uniforme de enfermera, el cual le quedaba perfecto, como si fuera una segunda piel. Su determinación aumentaba con cada paso que daba por el pasillo. No iba a dejar que Yasane siguiera por ese camino, al menos no sin intentar hacer algo al respecto.
Sabía que si no hacía algo, perdería para siempre la oportunidad de salvar a su amiga de sí misma. Liesel no podía permitir que Yasane cayera más hondo en ese mundo oscuro, donde las decisiones desesperadas y erradas sólo conducen a más dolor.
Llegó rápidamente al lugar donde había visto a Yasane y, al verla, respiró profundo antes de hablar. Yasane parecía estar apurada, con los documentos en la mano.
—¡Yasane! —exclamó Liesel con voz firme pero tranquila—. Te necesito que me devuelvas esos documentos ahora mismo.
Yasane se giró lentamente al escucharla, sorprendida por la firmeza en la voz de Liesel. Con una sonrisa forzada, intentó ocultar su nerviosismo.
—Liesel... ya te dije que esto no es lo que parece. No quiero que te metas en esto. —Yasane intentó suavizar la situación, pero Liesel no cedió.
—No es solo lo que parece, Yasane. —Liesel dio un paso adelante, sus ojos fijos en los de su amiga—. Es lo que estás haciendo. No eres una criminal. No eres esa persona que estás tratando de ser.
Yasane frunció el ceño, sus manos apretando los papeles con fuerza. No quería ceder, no quería mostrar debilidad. Pero algo en la expresión de Liesel la hacía vacilar. Sabía lo que su amiga pensaba de ella, lo que deseaba para ella, pero había elegido otro camino. Uno que sentía que la sacaría de su miseria, aunque con el costo de perder todo lo demás.
—No puedes seguir por este camino —continuó Liesel, más firme que nunca—. Lo sé porque te conozco. Y lo que estás haciendo no solo te lastimará a ti, también nos lastimará a todos los que te queremos.
Liesel extendió la mano, esperando que Yasane le entregara los documentos, sin mostrar ninguna señal de desconfianza en su amiga. Era su última oportunidad para que Yasane lo dejara todo atrás, para que regresara a lo que una vez fue.
Yasane miró la mano extendida de Liesel, sintiendo el peso de la decisión que debía tomar. Un conflicto interno se libraba en su corazón, entre el deseo de seguir adelante con sus planes y el amor y preocupación de su amiga. ¿Podría realmente rechazar todo lo que había hecho hasta ahora? ¿Podría renunciar a todo por un futuro incierto?
Finalmente, un suspiro escapó de sus labios. Sin decir una palabra, Yasane, con una expresión de lucha interna, colocó los documentos en las manos de Liesel.
—Lo siento, Liesel. No sé si alguna vez podré ser quien esperas que sea... pero gracias por no rendirte conmigo.
Liesel miró los documentos en su mano, y aunque sentía un alivio, también sabía que el camino hacia la recuperación de Yasane no sería fácil. Pero en ese momento, había dado el primer paso.
—Te voy a ayudar, Yasane. No importa lo que pase, no voy a dejar que te hundas. Te lo prometo.
Yasane asintió, su rostro reflejando una mezcla de gratitud y tristeza. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que había alguien en quien confiar. Alguien que no la vería como una pieza más de un juego sucio, sino como una persona capaz de redimir su vida.
Liesel apretó suavemente los papeles contra su pecho, sabiendo que el futuro de Yasane estaba aún lleno de incertidumbre, pero al menos por ahora, había salvado una pequeña parte de ella.
Yasane sintió una oleada de ira y frustración recorrer su cuerpo. La incertidumbre de su vida, la lucha interna y el sacrificio que había hecho por su sueño de riqueza la habían dejado con una sensación amarga, y ver a Liesel ahora tratando de detenerla fue la gota que colmó el vaso. No podía dejar que su oportunidad se desvaneciera así, y mucho menos por los buenos deseos de su amiga.
Con un respiro profundo, Yasane cerró los ojos por un momento, enfocándose en el poder que había desarrollado. Sabía que su control sobre la masa no solo era útil para manipular objetos, sino para trastocar la realidad misma de lo que tocaba. Con una sonrisa fría, se preparó para usar su habilidad.
—No sabes lo que estás haciendo, Liesel —dijo Yasane con voz dura, pero llena de decisión. En un solo movimiento, extendió las manos hacia los papeles que Liesel sostenía. Con un rápido y preciso gesto, la masa de los documentos se distorsionó bajo su control.
Los papeles, antes perfectamente organizados, comenzaron a deformarse, y en cuestión de segundos, quedaron impregnados con una especie de gravedad invisible que los fijó al suelo, haciendo que fuera imposible levantarlos. La presión sobre los papeles aumentó, haciendo que se convirtieran en una masa densa e inmóvil, tanto como el deseo de Yasane por conseguir su sueño.
Liesel observó la escena con sorpresa y tristeza al mismo tiempo. Había subestimado la determinación de su amiga, pero también entendió algo más profundo: Yasane ya había cruzado una línea, una línea que ahora parecía imposible de retroceder.
—¡Esto no es lo que querías! —Liesel gritó, sin poder evitar la frustración que se apoderó de su voz. Ella quería creer en su amiga, pero Yasane estaba eligiendo un camino distinto.
Yasane, al ver los papeles fijados en el suelo, dio un paso atrás y se cruzó de brazos, la sonrisa de satisfacción en su rostro reflejando una mezcla de triunfo y amargura.
—Lo siento, Liesel, pero esta es mi oportunidad. Y no la voy a dejar ir. No importa lo que pienses de mí. —Su tono se endureció, casi como un desafío. —Ahora, déjame en paz.
El aire entre ellas se cargó de tensión, y aunque Liesel seguía intentando encontrar alguna forma de hacer que Yasane cambiara de opinión, la joven ya estaba decidida. Sus ojos se llenaron de una mezcla de tristeza y furia contenida.
—Te has equivocado, Yasane. Te estoy ayudando, pero parece que ya no quieres ser ayudada... —Liesel murmuró, su voz temblando con la tristeza de ver que su amiga se estaba alejando de ella, tal vez para siempre.
Yasane dio un último vistazo a Liesel, su expresión vacía y decidida. Sabía que había tomado un camino peligroso, pero no iba a permitir que nada ni nadie la detuviera ahora. Sin decir más, dio media vuelta y se alejó, dejando a Liesel sola con los papeles, ahora inservibles.
Liesel se quedó allí, mirando la masa de papeles pegada al suelo. Su corazón dolía al ver que, tal vez, ya era demasiado tarde para salvar a su amiga. Pero aún quedaba una pequeña chispa de esperanza en su interior. No podía rendirse tan fácilmente.
Yasane, con una rapidez sorprendente, se lanzó hacia Liesel antes de que pudiera reaccionar. Con una precisión implacable, sus manos se movieron con la agilidad de un depredador, y antes de que Liesel pudiera defenderse, Yasane alteró la masa de su golpe. Su puño se transformó en un impacto que penetró profundamente en el estómago de Liesel.
El golpe fue devastador. Liesel sintió como si su interior se retorciera y su estómago se viera comprimido por una fuerza inhumana. La manipulación de la masa de Yasane hizo que el dolor fuera aún más agudo y penetrante, un dolor que le hizo retroceder, su rostro retorcido por el sufrimiento. Era como si el golpe no solo la hubiera herido físicamente, sino que también hubiera alterado su estructura interna, como si su propio cuerpo se hubiera rebelado contra ella.
Liesel dio varios pasos atrás, luchando por recuperar el aliento, mientras su estómago ardía con un dolor insoportable. La presión en su abdomen la dejó momentáneamente sin fuerzas, incapaz de pensar con claridad.
—¿Así que ahora me atacas, Yasane? —Liesel logró decir, su voz entrecortada por el dolor. A pesar de la aguda sensación que la consumía, aún mantenía algo de firmeza en su mirada, mirando a su amiga como si quisiera entender las razones detrás de ese ataque.
Yasane, viéndola tambalear, sonrió con desdén, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de determinación y conflicto interno. La joven sabía que lo que había hecho estaba cruzando una línea peligrosa, pero el deseo de avanzar y alcanzar su objetivo era más fuerte que cualquier remordimiento.
—No tengo tiempo para hablar —dijo Yasane con frialdad, sus palabras llenas de una certeza fría y calculadora. —Si no quieres que esto empeore, quédate fuera de mi camino.
Liesel intentó recomponerse, su cuerpo aún temblando de dolor. Cada respiración le resultaba difícil, pero no iba a permitir que Yasane la venciese tan fácilmente. Con un esfuerzo inmenso, levantó la mirada y, aunque el dolor era insoportable, no iba a dejar que su amiga cayera más profundo en esa oscuridad.
—No te dejaré... hacer esto —respondió Liesel, su voz firme a pesar de las circunstancias. Estaba herida, sí, pero su voluntad no se quebraría tan fácilmente.
Yasane la observó con una mezcla de indiferencia y pena. Sabía que la lucha interna de su amiga era intensa, pero su decisión ya estaba tomada. Ya no había espacio para el arrepentimiento ni para la duda.
Liesel y Yasane intercambiaban golpes con una intensidad feroz, cada impacto liberando ondas de energía que resonaban como truenos en el ambiente. Los puños chocaban y rasgaban el aire, cada movimiento era una prueba de su fuerza y habilidades, impulsadas por la determinación de ambas. Cada golpe parecía más fuerte que el anterior, y el suelo temblaba bajo sus pies.
En un momento, un golpe particularmente poderoso de Yasane desvió a Liesel hacia una carretera cercana. El impacto destruyó gran parte del pavimento, dejando grietas profundas y trozos de asfalto volando por el aire. Sin detenerse, ambas saltaron a la autopista, continuando su combate mientras los vehículos se detenían abruptamente, los conductores aterrorizados por el caos.
Liesel, aprovechando un momento de distracción de Yasane, comenzó a correr a toda velocidad por la autopista, esquivando los restos de vehículos y el tráfico que se dispersaba en todas direcciones. Yasane no tardó en reaccionar y la siguió de cerca, su velocidad igualando la de su antigua amiga, ambas impulsadas por una mezcla de rabia y determinación.
Liesel, al ver una oportunidad, desvió su camino hacia una tienda de ropa cercana. Con un salto ágil, rompió el vidrio de la entrada, atravesando los cristales sin dudar. Dentro, rápidamente encontró un conjunto de ropa más liviana: una camisa negra, pantalón negro y zapatos blancos. Sin perder tiempo, se cambió mientras mantenía sus sentidos alerta, sabiendo que Yasane no estaba lejos.
Cuando Yasane irrumpió en la tienda, observó a Liesel ya lista, su nueva vestimenta permitiéndole moverse con mayor agilidad. Liesel se giró hacia Yasane, su expresión ahora más decidida que nunca.
—¿De verdad estás dispuesta a destruir todo por tu ambición, Yasane? —preguntó Liesel, su voz resonando en el silencio tenso de la tienda.
Yasane la miró con frialdad, su cuerpo emanando una energía que parecía oscurecer el aire a su alrededor.
—No entiendes lo que he tenido que hacer para llegar hasta aquí —respondió Yasane con un tono severo. —Si tengo que acabar contigo para lograrlo, lo haré.
Ambas se prepararon para el próximo enfrentamiento, sabiendo que esta batalla no solo decidiría quién era más fuerte, sino también el destino de su amistad y sus propias convicciones.
Yasane lanzó un golpe directo con toda su fuerza hacia Liesel, pero esta última reaccionó con rapidez, alzando ambos brazos para bloquear el impacto. La fuerza del golpe de Yasane hizo que Liesel retrocediera un paso, pero mantuvo su posición, sus ojos enfocados en buscar una apertura en la defensa de su oponente.
Aprovechando el momento en que Yasane levantó ligeramente su guardia, Liesel giró hacia su derecha con velocidad y precisión. Con un movimiento limpio, dirigió su puño directamente hacia el tórax de Yasane, impactando con fuerza en el lado izquierdo de su torso. El golpe fue certero, causando que Yasane retrocediera unos pasos mientras intentaba recuperar el aliento.
—¡Te dije que no permitiría que siguieras con esto, Yasane! —gritó Liesel, su voz cargada de determinación.
Yasane, aunque herida, apretó los dientes y sonrió con un aire desafiante.
—Eres más fuerte de lo que recordaba, Liesel —dijo mientras se inclinaba ligeramente hacia adelante, frotando el área golpeada. —Pero no será suficiente.
Yasane ajustó su postura y activó su habilidad para alterar la masa de su cuerpo, haciendo que sus movimientos se volvieran más rápidos y sus golpes más pesados. Mientras tanto, Liesel se preparaba para el siguiente ataque, su mente trabajando a toda velocidad para encontrar una manera de contrarrestar el poder de Yasane y terminar la pelea antes de que alguien más saliera herido.
Liesel salió disparada por el impacto del golpe de Yasane, chocando contra una pared agrietada en un área urbana abandonada. Se levantó lentamente, limpiándose el polvo de su ropa mientras una ligera sonrisa se dibujaba en su rostro. No se trataba solo de una pelea; era un enfrentamiento entre dos amigas que ahora representaban ideales completamente opuestos.
Yasane llegó al lugar con una sonrisa igual de desafiante, sus pasos resonando en el silencio del área. Ambas mantuvieron la distancia, midiendo a su oponente, hasta que adoptaron sus posturas. Liesel juntó sus manos, entrelazando los dedos en el Mudra de la Amistad, representando la unión y la sanación. Yasane, por otro lado, levantó las manos en el Mudra del Vacío, un gesto que simbolizaba el desapego y el poder destructivo.
Ambas pronunciaron sus técnicas con determinación.
—Curación Eterna —declaró Liesel, su voz llena de calma y propósito.
—Muerte Vacía Eterna —respondió Yasane, con un tono frío y cortante.
Los poderes de ambas comenzaron a manifestarse y expandirse desde sus cuerpos, generando dos dominios que colisionaron en una intensa batalla de energías opuestas. El choque de sus técnicas fue tan poderoso que el área alrededor comenzó a desmoronarse, formando un cráter masivo. Las energías se comprimieron poco a poco, como si buscaran equilibrio, hasta condensarse en una esfera del tamaño de una pelota de tenis.
Dentro de esa dimensión creada por la colisión, los colores de ambas técnicas se mezclaban: el resplandor cálido y sanador de Liesel luchaba contra la oscura y fría devastación de Yasane. En el centro de esta esfera, sus voluntades se enfrentaban de manera brutal, el equilibrio precario reflejando no solo su poder sino también los recuerdos y emociones compartidos.
Ambas respiraban con dificultad, pero sus miradas estaban fijas una en la otra. Este no era solo un enfrentamiento físico; era la prueba definitiva de quién prevalecería entre las dos.
El dominio de Liesel era un espectáculo de vida y esperanza. Flores brillantes y exuberantes cubrían cada rincón, emitiendo una luz cálida y sanadora. La atmósfera estaba impregnada de energía vital que reparaba cualquier herida en el cuerpo de Liesel al instante, protegiéndola de cualquier daño mortal. Sin embargo, su dominio no solo la fortalecía; cada segundo robaba gradualmente el poder vital de su oponente, drenando su energía de forma implacable.
En contraste, el dominio de Yasane era un abismo de oscuridad y misterio. Era omnisciente, como si pudiera observar y estar en todas partes a la vez. El entorno parecía moverse y cambiar constantemente, desorientando a cualquiera que no fuera ella. Yasane podía manipular la masa de cualquier objeto o incluso de su propia forma, alterando el espacio a su voluntad. Este poder la hacía impredecible, permitiéndole atacar desde ángulos imposibles y evitar ser alcanzada por los ataques de Liesel.
En medio de esta colisión de fuerzas opuestas, el contraste entre ambas técnicas era evidente. Liesel se mantenía firme, rodeada de un campo de flores que la protegían y la curaban constantemente, mientras Yasane parecía un espectro, desapareciendo y reapareciendo en diferentes puntos de su dominio.
—¿Crees que esto te salvará? —dijo Yasane con una sonrisa fría mientras aparecía detrás de Liesel, lanzando un golpe potenciado por su control de masa.
Liesel reaccionó con rapidez, levantando una barrera de energía vital que bloqueó el ataque y la curó al instante del impacto.
—No necesito salvarme, Yasane. Lo que hago es salvar a otros. Incluyéndote a ti, si decides escuchar.
Pero Yasane no respondió; en cambio, desató una ráfaga de ataques desde múltiples direcciones, usando su control del espacio y su velocidad para mantener a Liesel bajo presión. A pesar de ello, el dominio de Liesel seguía drenando la energía de Yasane poco a poco, debilitándola con cada segundo que pasaba.
Ambas técnicas estaban en un punto de equilibrio peligroso, donde un pequeño error podría inclinar la balanza a favor de una u otra. Era una lucha no solo de poderes, sino de convicciones: vida contra vacío, esperanza contra desesperación.
Liesel, en medio del caótico enfrentamiento, sintió un repentino despertar de su poder. Su dominio, un reflejo de vida y restauración, le otorgó un nuevo don: la capacidad de ver a través de Yasane como si su cuerpo fuera transparente. Podía distinguir cada hueso, cada órgano y cada punto vulnerable. Este nuevo sentido le permitió analizar rápidamente dónde golpear para maximizar el daño o desorientar a su enemiga sin matarla.
—Puedo ver tus debilidades, Yasane —dijo Liesel con calma, mientras sus ojos brillaban con una luz cálida pero firme—. Esto no tiene que terminar así.
Yasane, al escuchar esas palabras, frunció el ceño. Aunque su dominio la hacía casi omnipresente y le daba control absoluto sobre la masa y el espacio, ahora sentía que Liesel estaba un paso adelante, anticipando cada uno de sus movimientos.
—¿Crees que ver dentro de mí cambia algo? —respondió Yasane con una sonrisa sarcástica mientras desataba una ráfaga de ataques en múltiples direcciones—. Esto sigue siendo mi dominio.
Liesel esquivó con precisión, usando su visión mejorada para predecir los puntos de impacto y moverse en consecuencia. Aprovechó un momento de descuido en los movimientos de Yasane y lanzó un golpe directo al lado derecho del tórax, donde sabía que los órganos principales de Yasane estaban ligeramente desprotegidos.
El impacto hizo que Yasane retrocediera, sintiendo el aire escaparse de sus pulmones por un segundo.
—Deja esto, Yasane —dijo Liesel mientras se acercaba con determinación—. Sé por qué estás haciendo esto, pero no necesitas destruirte más.
Yasane apretó los dientes, su orgullo y ambición chocando con las palabras de su antigua amiga.
—No me subestimes. Si crees que esto termina aquí, estás equivocada.
Con un grito, Yasane aumentó la intensidad de su dominio, distorsionando aún más el espacio y haciendo que las flores de Liesel se marchitaran en algunas zonas. Pero Liesel no se detuvo. Ahora tenía la ventaja del conocimiento anatómico y una voluntad inquebrantable de salvar a Yasane, incluso si eso significaba luchar hasta el límite.
En eso, iban caminando un chico con chaqueta negra, pantalón negro y zapatos negros, acompañado de una bufanda color plomo y portando una katana roja que podía transformarse en guadaña. Caminaba con una postura tranquila, pero sus ojos denotaban cierta cautela. A su lado iba una chica con cabello negro entre corto y largo, vestida con una camisa negra, pantalón negro, y algunos piercings en la nariz y las orejas.
—Hey, creo que tendríamos que irnos, Bladimir —dijo la chica, con un tono despreocupado pero atenta al entorno.
Ese era el nombre del chico: Bladimir. Respondió sin detenerse, con una voz tranquila pero firme: —Claro, Zoe. Hay que irnos, hermana. No tengo idea de qué sea eso.
Mientras hablaban, notaron una extraña pelota negra, del tamaño de una esfera de tenis, en medio del lugar urbano donde se encontraban. Algo en ella parecía inusual, como si estuviera viva. Al observarla, se dieron cuenta de que comenzaba a agrietarse lentamente.
Ambos se detuvieron, sus miradas fijas en la esfera que emitía un leve brillo. Bladimir ladeó la cabeza, intrigado, mientras Zoe fruncía el ceño.
—¿Qué es eso? —murmuró Bladimir, mientras sus manos inconscientemente se acercaban a la empuñadura de su katana.
La esfera negra continuaba resquebrajándose, y el aire alrededor se llenaba de una energía desconocida. La tensión crecía con cada segundo.
Zoe se quedó observando, todavía con los brazos cruzados. —Sea lo que sea, no parece algo normal.
Bladimir y Zoe intercambiaron una mirada rápida antes de volverse hacia la esfera que, ahora, parecía a punto de liberar algo. Ambos se quedaron parados, expectantes, sabiendo que estaban frente a algo insólito.
Yasane y Liesel continuaban su intensa batalla dentro del dominio, intercambiando golpes con una ferocidad inquebrantable. Ambas estaban al límite de sus fuerzas, pero Liesel, con determinación, aprovechó un momento de distracción de Yasane. Concentró toda su energía en un poderoso golpe directo al pecho de su oponente, liberando un destello brillante que iluminó todo el lugar.
La energía del golpe era única: una técnica nueva que Liesel había perfeccionado en el calor del combate. Mientras el destello envolvía a ambas, gritó el nombre de su técnica:
—¡Cura Negativa!
El efecto fue devastador. Mientras el ataque curaba las heridas de Liesel, también infligía un daño equivalente al enemigo, amplificado por la fuerza del impacto. Yasane fue lanzada violentamente hacia atrás, atravesando el espacio del dominio como un proyectil, hasta que su cuerpo impactó contra el límite del lugar.
El golpe fue tan poderoso que el equilibrio del dominio comenzó a colapsar. La energía de ambas chocaba, desgarrando el espacio creado por sus habilidades. En cuestión de segundos, el dominio se rompió, y ambas fueron expulsadas con fuerza hacia el mundo exterior.
Liesel y Yasane aterrizaron a varios metros de distancia, golpeando el suelo con fuerza. Ambas estaban heridas, pero Liesel logró levantarse, mientras Yasane, debilitada, jadeaba de dolor, con sangre manchando su ropa y su respiración dificultada.
Yasane se apoyó en sus rodillas, temblando, mientras observaba a Liesel, quien también estaba agotada pero con una postura más firme. Era evidente que la técnica de Liesel había sido devastadora, y Yasane lo sabía.
Ambas estaban heridas, pero Yasane llevaba la peor parte. Por primera vez, la ventaja estaba claramente del lado de Liesel.
Yasane, furiosa y con el orgullo herido, se levantó de un salto, apretando los dientes mientras su cuerpo temblaba por el dolor y el esfuerzo. Su mirada estaba llena de rabia y determinación.
—¡No creas que has ganado, Liesel! —gritó, canalizando toda la energía que le quedaba.
Liesel, aunque cansada y consciente de su estado, mantuvo la calma. Ajustó su postura y respiró profundamente, lista para continuar el combate.
Mientras tanto, Zoe y Bladimir, quienes habían estado observando a una distancia prudente, decidieron que ya habían visto suficiente.
—Esto está fuera de nuestro nivel —dijo Zoe con tono serio, tirando de la manga de Bladimir—. Vámonos antes de que nos alcance.
Bladimir, también conocido como Issac, asintió rápidamente. —Tienes razón. Esto está a otro nivel, no quiero terminar en medio de esa pelea.
Ambos salieron corriendo rápidamente del lugar, dejando atrás el escenario de la batalla. Los golpes resonaban con fuerza, sus ecos rebotando en las estructuras abandonadas y en las calles vacías.
Liesel y Yasane intercambiaban ataques sin tregua. Cada golpe era más feroz que el anterior, con el suelo temblando bajo sus pies. Liesel estaba concentrada, utilizando cada fragmento de su habilidad para mantenerse al nivel de Yasane, mientras esta usaba su ira para alimentar su fuerza y velocidad.
El combate estaba en su punto más álgido. Ambas lo estaban dando todo, cada una con su objetivo claro: Yasane, superar a Liesel a cualquier costo; y Liesel, detener a su antigua amiga antes de que causara más daño.
La intensidad del combate aumentó de forma explosiva. Yasane y Liesel se movían como destellos, sus golpes resonando como truenos. Cada impacto hacía temblar el entorno, levantando polvo y escombros a su paso.
Liesel, observando los movimientos de Yasane con precisión quirúrgica, encontró una abertura en su defensa. Canalizó toda su energía en un último golpe y apuntó directamente al pecho de Yasane.
—¡Esto termina aquí, Yasane! —gritó Liesel con determinación.
El impacto fue devastador. Una explosión de energía luminosa envolvió a Yasane, quien salió disparada con una fuerza descomunal. Su cuerpo atravesó varias casas abandonadas, destruyendo las estructuras como si fueran de papel, hasta detenerse al chocar con la décima construcción.
El silencio cayó sobre el lugar mientras el polvo y los escombros se asentaban. Liesel, jadeando por el esfuerzo, se quedó de pie, observando los restos de las casas en las que Yasane había caído.
Yasane yacía entre los escombros, su cuerpo magullado y exhausto. Aunque aún respiraba, estaba claro que había sido derrotada.
—Lo siento, Yasane… —murmuró Liesel, apretando los puños con tristeza—. Pero tenía que detenerte.
El combate había llegado a su fin, dejando un escenario de destrucción y emociones encontradas.
Rigor llegó al lugar justo cuando el polvo comenzaba a asentarse. La escena era devastadora. Las casas destruidas, los escombros esparcidos por todas partes, y Liesel de pie, respirando pesadamente tras la feroz pelea. Sus ojos se encontraron, y Rigor pudo notar la mezcla de tristeza y determinación en el rostro de su amiga.
Antes de que pudiera decir algo, sus ojos se dirigieron a la figura caída entre los escombros: Yasane. La sicaria estaba semi-inconsciente, su cuerpo cubierto de heridas, pero aún respiraba.
Sin perder tiempo, Rigor corrió hacia Yasane, y con un rápido movimiento, la levantó de la camisa, tomando el control de la situación.
—Esto es suficiente, Yasane. No voy a permitir que sigas destruyendo todo a tu paso. —dijo con voz grave.
Con un gesto brusco, Rigor abrió un portal, su energía cargando la atmósfera con una intensidad palpable. El portal se amplió ante él, un abismo oscuro que parecía devorar todo a su alrededor. Sin dudarlo, metió a Yasane a través del portal.
Liesel observó en silencio, sabiendo que aunque la situación era complicada, la intervención de Rigor era necesaria para evitar más tragedias.
El portal se cerró detrás de ellos, dejando atrás solo el eco de lo ocurrido. Yasane había sido detenida, pero el precio del enfrentamiento y las cicatrices emocionales de todos los involucrados aún estaban por resolverse.
Fin