Riri, una chica de cabello castaño corto y ojos marrones, estaba sentada sola en una pequeña cafetería de Nueva York. A sus 20 años, su vida era tranquila pero monótona. Mientras comía un pastel de chocolate, su mirada se perdía por la ventana, observando a las personas pasar rápidamente por las calles llenas de vida.
Desde niña, había aprendido a ser invisible para los demás, no por elección, sino porque siempre la ignoraban o la apartaban. Nunca tuvo un talento especial ni un poder impresionante que la hiciera destacar en un mundo donde los héroes y villanos eran admirados o temidos. Riri se conformaba con estudiar y leer libros en casa. A veces se preguntaba cómo sería una vida emocionante, como las historias de los héroes que leía. Sin embargo, nunca se planteó ingresar a una universidad para héroes, pues sabía que no era su lugar.
Aunque la soledad seguía siendo una constante, con los años había aprendido a aceptarla. Ahora, disfrutaba de pequeños placeres como aquel pastel y la tranquilidad de no tener que cumplir expectativas de nadie. Sin embargo, en lo profundo de su corazón, deseaba que algo, cualquier cosa, rompiera la monotonía de su vida. Sin saberlo, el destino tenía otros planes para Riri.
Riri disfrutaba el último bocado de su pastel cuando su teléfono vibró en la mesa. Miró la pantalla, esperando una notificación típica, pero en su lugar vio un mensaje inusual. La curiosidad la invadió y desbloqueó el dispositivo, encontrándose con un texto que decía:
"Estimada Riri, Has sido seleccionada para ingresar a la Academia Historia. Tu potencial, aunque oculto, es valioso. Esta es tu oportunidad para descubrir quién eres realmente.Rigor, Director de la Academia Historia." La pantalla mostró también una imagen de Rigor, un hombre de complexión robusta, cabello oscuro y ojos que irradiaban determinación. Su rostro parecía severo, pero había algo en su mirada que transmitía una extraña mezcla de autoridad y comprensión.
Riri parpadeó, incrédula. "¿La Academia Historia? ¿Yo? ¿Qué potencial?", murmuró, dejando el teléfono sobre la mesa mientras su corazón latía con fuerza. Sabía quién era Rigor. Su nombre era legendario, conocido en todo el mundo como uno de los héroes más fuertes y el director de la famosa academia que entrenaba a los mejores combatientes y estrategas.
"Debe ser un error..." pensó, pero al revisar el mensaje nuevamente, todo parecía legítimo. Además, había un enlace con instrucciones detalladas para su traslado inmediato a la academia. Por primera vez en mucho tiempo, sintió una mezcla de emociones: miedo, emoción y una pizca de esperanza.
Mientras miraba por la ventana, su vida monótona comenzó a desmoronarse ante la posibilidad de algo más grande, algo que nunca imaginó para ella misma. Sin darse cuenta, una sonrisa tímida se dibujó en su rostro. "Supongo que no tengo nada que perder..." susurró para sí misma.
Riri tomó su abrigo, su mochila, y salió de la cafetería. Su próxima parada: la Academia Historia.
Riri llegó al aeropuerto con tiempo de sobra, siguiendo las instrucciones del mensaje que había recibido. Al entrar en la terminal designada, notó que había una sección completamente reservada para los estudiantes de la Academia Historia. Era imposible no reconocerlo: el logotipo de la academia, un emblema que combinaba una espada y un libro, estaba en todas partes.
Frente a ella, estacionado en la pista, había un avión imponente y futurista, claramente exclusivo. Era más grande y elegante de lo que esperaba, con un diseño aerodinámico y un brillo metálico que reflejaba el sol de la mañana. Un cartel cerca de la entrada decía: "Vuelo especial: Academia Historia."
Sin pensarlo demasiado, Riri se acercó al avión y mostró su mensaje de invitación a un asistente uniformado, quien asintió con una sonrisa y le permitió subir a bordo. Al entrar, quedó impresionada. El interior del avión parecía más una sala de reuniones lujosa que un transporte convencional. Los asientos eran cómodos y espaciosos, y había varias áreas de descanso con mesas llenas de libros y dispositivos tecnológicos.
Miró alrededor y notó que había pocos estudiantes a bordo, quizás una docena. Algunos estaban hablando en voz baja, mientras que otros parecían absortos en sus propios pensamientos. Nadie le prestó demasiada atención, algo a lo que ya estaba acostumbrada.
Riri eligió un asiento cerca de la ventana y se acomodó, observando cómo la tripulación seguía preparando el avión para el despegue. Sabía que aún faltaban tres horas para partir, pero había llegado temprano por precaución.
Mientras esperaba, sus pensamientos comenzaron a divagar. "¿Por qué yo? ¿Qué vio Rigor en mí? ¿Realmente pertenezco aquí?" Las dudas la asaltaban, pero también sentía una chispa de emoción que no podía ignorar.
Sacó de su mochila un libro que había llevado para el viaje y comenzó a leer, intentando calmar sus nervios. Fuera del avión, más estudiantes llegaban poco a poco, y el ambiente comenzaba a llenarse de murmullos y expectativas. Riri no lo sabía aún, pero ese vuelo sería el inicio de una aventura que cambiaría su vida para siempre.
Morutekitto, una joven de cabello largo y oscuro con reflejos rojizos, caminaba sola por las calles de su ciudad, con la mirada fija en el suelo y su mente llena de pensamientos. Aunque su poder era impresionante, capaz de materializar cualquier arma imaginable, su vida no había sido fácil. Su familia siempre había tenido un claro favorito: su hermano. Ella, en cambio, siempre se había sentido como una sombra, luchando por ganar reconocimiento sin éxito.
A pesar de su esfuerzo por mejorar, sus calificaciones nunca fueron suficientes para destacarse, y eso le cerraba muchas puertas. Había estado buscando universidades durante meses, pero todas rechazaban su solicitud debido a su historial académico. Sus frustraciones crecían, y ese día no era diferente.
De repente, mientras revisaba su teléfono, llegó una notificación inesperada. El mensaje decía:
"Morutekitto, Tu capacidad para crear armas es única y de gran valor. Has sido seleccionada para formar parte de la Academia Historia. Este es tu momento de demostrar todo lo que puedes lograr. Rigor, Director de la Academia Historia."
Morutekitto se detuvo en seco. Sus ojos se abrieron con incredulidad mientras releía el mensaje varias veces. ¿La Academia Historia? ¿Ella? Era difícil de creer. Había escuchado historias sobre Rigor, un héroe legendario conocido no solo por su fuerza, sino también por su capacidad para ver potencial en otros, incluso donde nadie más lo veía.
"Esto... no puede ser real," murmuró para sí misma. Pero el mensaje venía con un enlace que incluía detalles sobre su traslado y un vuelo reservado. Parecía legítimo.
Un torbellino de emociones la invadió: sorpresa, confusión, miedo... y una pequeña chispa de esperanza. Por primera vez, alguien fuera de su familia había reconocido su poder, su talento. Alguien creía en ella, aunque ni siquiera la conociera.
"Si esto es una broma, es cruel... pero si es real..." suspiró, apretando el teléfono contra su pecho. Después de unos segundos, tomó una decisión. "Voy a tomar esta oportunidad. No importa si no soy la mejor, voy a intentarlo."
Morutekitto empezó a buscar los detalles del vuelo en el mensaje y se dirigió al aeropuerto. Mientras avanzaba por las calles, el peso de la duda comenzó a desvanecerse, y en su lugar apareció una determinación que no había sentido en mucho tiempo. Estaba lista para un nuevo comienzo, sin importar los desafíos que la esperaran en la Academia Historia.
Morutekitto llegó al aeropuerto en un vehículo que había alquilado con el poco dinero que le quedaba. Apenas se bajó, vio el avión exclusivo de la Academia Historia esperándola en la pista. Su diseño imponente y futurista la dejó impresionada, y por un momento, dudó en avanzar. Sin embargo, el mensaje de Rigor resonó en su mente, dándole el valor para dar el siguiente paso.
Se dirigió al avión, mostrando el mensaje al asistente que la recibió. Una vez dentro, sus ojos recorrieron el lujoso interior, y se sintió un poco fuera de lugar. No era una persona que estuviera acostumbrada a ese tipo de comodidades, pero trató de no demostrarlo. Buscó un asiento vacío y vio que había uno libre junto a una chica que miraba por la ventana.
Morutekitto, con una sonrisa tímida, se sentó a su lado. La chica, que parecía un poco nerviosa pero amable, la miró y le dijo:
—Hola. Soy Riri.
—Hola. Yo soy Morutekitto —respondió, acomodándose en el asiento.
Ambas se quedaron en silencio unos momentos, hasta que Riri, intentando romper la incomodidad, preguntó:
—¿También te llegó un mensaje del director Rigor?
Morutekitto asintió. —Sí, fue... extraño. Nunca pensé que alguien como yo sería elegida para algo tan importante.
Riri sonrió débilmente. —A mí me pasó igual. Ni siquiera tengo poderes, pero parece que vieron algo en mí.
La confesión sorprendió a Morutekitto. —¿En serio? Eso es increíble. Yo puedo crear armas, pero no soy buena en nada más. Apenas logré salir del colegio.
—Bueno, parece que estamos aquí por una razón —dijo Riri con un tono esperanzador.
Ambas comenzaron a charlar sobre cosas simples: sus gustos, sus historias, y lo nerviosas que estaban por lo que les esperaba en la Academia Historia. Aunque eran completamente diferentes, se dieron cuenta de que tenían algo en común: ambas querían un nuevo comienzo.
El tiempo pasó más rápido de lo que esperaban mientras hablaban y reían tímidamente, y ambas sintieron que, de alguna manera, este viaje sería el inicio de una gran aventura.
Furēmuro era conocido en todas las escuelas públicas que había pisado, pero no por razones positivas. Su historial de bromas pesadas era legendario: desde inundar salones utilizando su habilidad para controlar el agua, hasta sabotear eventos escolares con sus ocurrencias. Aunque su poder no era especialmente llamativo, lo utilizaba de manera ingeniosa para causar estragos.
Sin embargo, detrás de su actitud despreocupada y rebelde, había una historia complicada. Desde pequeño, su padre los había abandonado, dejando a su madre sola y amargada. Ella, incapaz de lidiar con la situación, descargaba su frustración en Furēmuro con maltratos constantes. Creciendo en ese ambiente hostil, el chico aprendió a esconder su dolor detrás de una máscara de bromas y travesuras.
Cuando cumplió 18 años, su madre, cansada de él, lo echó de casa. Durante meses, Furēmuro vagó por la ciudad, buscando trabajos para sobrevivir, pero su historial y su actitud lo alejaban de cualquier oportunidad. Sus estudios también se desplomaron rápidamente; simplemente dejó de importar.
Un día, mientras estaba sentado en un banco del parque, revisando su viejo teléfono sin esperanzas, recibió un mensaje inesperado. Lo abrió, pensando que sería otra notificación sin importancia, pero lo que encontró lo dejó perplejo:
"Furēmuro, Tu dominio del agua tiene un potencial que no has explorado. Has sido seleccionado para formar parte de la Academia Historia. Este es tu momento de cambiar el rumbo de tu vida.Rigor, Director de la Academia Historia."
Al principio, lo tomó como una broma. ¿Por qué alguien querría a un tipo como él en una academia? No conocía a este Rigor ni sabía mucho de la Academia Historia, pero había escuchado rumores de que era un lugar donde entrenaban a los mejores y más prometedores. "¿Y qué tiene de prometedor alguien como yo?" pensó con cinismo.
Sin embargo, algo en el tono del mensaje lo intrigó. Había una dirección del aeropuerto más cercano y un horario para un vuelo exclusivo. Después de unos minutos de deliberación, decidió intentarlo. "¿Qué tengo que perder? No me queda nada aquí de todos modos."
Con esa idea en mente, Furēmuro se levantó y comenzó a caminar hacia el destino indicado, sin saber que este viaje cambiaría su vida para siempre.
Furēmuro llegó al aeropuerto con el cansancio marcado en su rostro. Había caminado largas distancias para llegar al lugar, ya que no tenía dinero para transportarse cómodamente. Al ver el avión exclusivo de la Academia Historia, con su imponente diseño, sintió una mezcla de incredulidad y nerviosismo. "¿De verdad voy a entrar ahí?" pensó mientras se acercaba al personal que lo esperaba.
Mostró el mensaje que había recibido, y los asistentes, sin perder tiempo, le indicaron que subiera al avión. Uno de ellos, con un tono amable pero directo, le dijo:
—Puedes subir al segundo piso. Hay un baño para que te refresques y ropa limpia que hemos preparado para ti.
Furēmuro levantó una ceja, confundido, pero asintió sin discutir. La idea de darse un baño no le desagradaba, considerando que había pasado días sin poder hacerlo correctamente. Subió al segundo piso y encontró un baño espacioso y bien equipado, mucho mejor de lo que estaba acostumbrado.
Dentro del baño, se detuvo un momento frente al espejo, mirando su reflejo. Su cabello estaba desordenado, y su rostro mostraba el cansancio de los últimos meses. Con un suspiro, abrió el grifo y dejó que el agua tibia cayera sobre él, llevándose consigo algo del peso que había estado cargando.
Cuando salió, encontró la ropa que le habían dejado: un conjunto sencillo pero cómodo y limpio. Se cambió rápidamente y se sintió, por primera vez en mucho tiempo, un poco más humano. Mientras se ajustaba la camisa, pensó en lo extraño que era todo esto. "Un avión, ropa nueva, una academia... ¿Qué demonios está pasando conmigo?"
Aún confundido pero ligeramente aliviado, Furēmuro bajó al primer piso, listo para encontrar su asiento y comenzar este inesperado capítulo de su vida.
Decidió sentarse justo detrás de dos chicas que parecían estar bastante entretenidas conversando. Eran Riri y Morutekitto, aunque él no lo sabía.
Sin pensarlo demasiado, empezó a dar pequeños golpes al respaldo del asiento frente a él, apenas lo suficiente para llamar la atención. Al no obtener una respuesta inmediata, decidió subir un poco la intensidad, golpeando más fuerte y tamborileando con los dedos.
Riri, que estaba sentada junto a Morutekitto, se giró con una expresión de molestia mezclada con timidez.
—¿Puedes dejar de hacer eso? —dijo en voz baja, intentando no sonar grosera.
Furēmuro la miró con una sonrisa traviesa y despreocupada.
—¿Por qué? Ni siquiera es tan fuerte. Relájate un poco.
Morutekitto, que hasta ahora había estado observando en silencio, se inclinó un poco hacia atrás, mirando directamente a Furēmuro con los ojos entrecerrados.
—¿Tienes algún problema o solo te aburres? Porque si quieres, puedo crearte algo para entretenerte.
La amenaza velada hizo que Furēmuro levantara las manos en un gesto de falsa rendición, aunque aún mantenía su sonrisa burlona.
—Tranquilas, chicas. Solo intento romper el hielo. ¿No les parece aburrido este vuelo tan largo?
Riri suspiró, claramente irritada, pero Morutekitto le respondió con una ligera sonrisa.
—Si sigues molestando, te aseguro que no será aburrido.
Furēmuro no pudo evitar soltar una pequeña carcajada ante el tono desafiante de Morutekitto. Decidió recostarse en su asiento, aunque todavía lanzó algún que otro comentario burlón hacia ellas. Por dentro, sin embargo, se sentía algo curioso. Estas chicas parecían diferentes, y aunque les había comenzado molestando, había algo en su actitud que lo intrigaba.
Sanjūni Hoshi, una joven de 19 años, había aprendido a enfrentar la vida con valentía y determinación. Desde pequeña, las dificultades moldearon su carácter. A los 10 años, el bullying que sufría en la escuela la llevó a defenderse con su mayor habilidad: el hielo. En un arrebato de desesperación, utilizó su poder para lanzar a sus agresores al suelo, un acto que le trajo más problemas que soluciones. Fue expulsada, acusada de ser violenta, a pesar de que solo se había defendido.
Sin embargo, Sanjūni nunca permitió que las adversidades la definieran. A lo largo de los años, perfeccionó su control sobre el hielo, no para pelear, sino para crear. Era capaz de esculpir impresionantes figuras de hielo, y su favorita era una delicada flor que representaba su resiliencia. Aunque no tenía los recursos para vivir cómodamente, había logrado salir adelante con esfuerzo y dedicación.
Cuando recibió la noticia de su admisión a la Academia Historia, su sorpresa fue inmensa. Había oído hablar de la prestigiosa academia, pero nunca pensó que tendría la oportunidad de formar parte de algo tan grande. El mensaje era claro: debía llegar al aeropuerto y abordar un avión exclusivo para estudiantes. Sabía que esta era una oportunidad única y que debía dar una buena impresión, así que se preparó con esmero.
Con su ropa más presentable y su cabello cuidadosamente peinado, llegó al aeropuerto cargando una pequeña maleta que contenía lo poco que poseía. Al entrar al terminal, sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. "Esto es solo el principio," pensó mientras caminaba hacia el avión.
Una vez dentro, quedó impresionada por el lujo y la amplitud. Buscó un asiento vacío y se sentó, colocando cuidadosamente su maleta a un lado. Observó a los otros estudiantes que ya estaban a bordo, preguntándose qué historias y habilidades los habían llevado hasta allí. Aunque no lo sabía aún, este viaje sería el comienzo de una aventura que cambiaría su vida para siempre.
Sanjūni, sentada en su asiento, observaba a Furēmuro desde su lugar. Había notado que el chico no paraba de molestar a las chicas de adelante, Riri y Morutekitto, con golpes al respaldo del asiento. Aunque al principio había pensado que era solo una pequeña broma, pronto se dio cuenta de que el chico no tenía la intención de detenerse y las chicas ya parecían molestas.
"No voy a dejar que siga así," pensó Sanjūni, sintiendo que la paciencia de los demás no era algo que debía ser aprovechado.
Se levantó de su asiento, con paso firme y decidido. Cuando estuvo justo detrás de Furēmuro, no dudó en usar su poder. Extendió la mano, y en un abrir y cerrar de ojos, una capa de hielo cubrió rápidamente sus muñecas. De un movimiento rápido, lanzó un bloque de hielo hacia el respaldo del asiento de Furēmuro. El hielo impactó contra la madera con un sonido seco, congelando parcialmente el respaldo.
Furēmuro se giró de inmediato, sorprendido por la acción repentina. El aire a su alrededor se volvió más frío, y la chica con una expresión tranquila lo miraba fijamente.
—¿Te divertía molestar a las chicas? —preguntó Sanjūni con calma, aunque su mirada no dejaba lugar a dudas: no iba a tolerar más molestias.
Furēmuro la miró por un momento, parpadeando confundido, pero en lugar de enojarse, soltó una risa divertida.
—Vaya, ¿no me dijiste que me relaje? ¿Ahora estás jugando a la heroína?
Sanjūni lo ignoró y simplemente se sentó nuevamente en su lugar, cruzando los brazos, sin mostrar ninguna emoción.
—Solo te estoy enseñando que no todas las bromas son bienvenidas.
La atmósfera en el avión se volvió un poco más tensa por un momento, pero Furēmuro decidió dejarlo pasar, notando que la chica no era alguien con quien se pudiera jugar tan fácilmente. Se acomodó en su asiento y volvió a mirar hacia adelante, dejando que el vuelo continuara sin más interrupciones. Sin embargo, su mente no dejaba de pensar en la chica del hielo. "Parece que aquí las cosas no van a ser tan fáciles."
Dotto, un joven con una gran pasión por la grandeza y lo simple, había pasado por muchas etapas en su vida antes de llegar a la Academia History. Desde pequeño, intentó descubrir cuál era su verdadera habilidad. Probó con la música, pero después de 10 intentos fallidos, se dio cuenta de que no era su camino. Luego, probó con la cocina, pero tampoco encontró su lugar allí. A pesar de los fracasos, nunca se rindió.
Un día, mientras intentaba imitar algunas voces en una conversación con amigos, se dio cuenta de que tenía una habilidad única: podía imitar ciertas voces con una precisión sorprendente. Aunque no podía hacerlo con todas las voces, las que lograba imitar eran suficientes para abrirle una nueva oportunidad. Decidió aprovechar esa habilidad, se dedicó al doblaje y, con el tiempo, consiguió ganar el dinero suficiente para ingresar a la prestigiosa Academia History.
Ahora, con 19 años, Dotto se encontraba en el aeropuerto, esperando abordar el avión que lo llevaría hacia su nuevo destino. Se sentó en un asiento trasero, buscando un poco de paz antes de que el avión despegara. Al mirar a su alrededor, observó a otros estudiantes, muchos de los cuales parecían ser mucho más poderosos o intrépidos que él, pero Dotto no se dejó intimidar. Sabía que el viaje que estaba por comenzar cambiaría su vida.
Aunque su poder era el control del aire —con habilidades como volar, levitar y crear ráfagas de aire a alta presión— no sentía la necesidad de alardear sobre ello. A veces, la grandeza no venía de hacer mucho ruido, sino de saber cuándo permanecer en silencio. Se recostó en su asiento, observando por la ventana mientras la emoción del viaje comenzaba a tomar forma.
"Este es solo el comienzo," pensó para sí mismo, con una pequeña sonrisa. "Vamos a ver qué me depara la academia."
Ari Shāpusu, una chica llena de contrastes, se subió al avión con una energía positiva que reflejaba su deseo de mejorar su vida y ayudar a sus padres. A pesar de las dificultades que enfrentaba a diario debido al TDAH, su gran personalidad y su capacidad para adaptarse a los demás la hacían única. Era amable, cariñosa y comprensiva con aquellos que la conocían bien, pero algo antipática con los desconocidos, algo que atribuía a su naturaleza cautelosa. Sin embargo, dentro de ella llevaba un poder psíquico inmenso, una habilidad que desde pequeña había aprendido a controlar con dificultad.
Su poder psíquico le permitía manipular la mente y el alma de los demás, desde levitar objetos hasta afectar el cerebro de otras personas o incluso remover su alma del cuerpo. Esta capacidad la había entrenado arduamente, siempre preocupada de no dañar a quienes la rodeaban. Sabía lo peligrosa que podía ser si no controlaba sus impulsos, por eso a veces se sentía distante de los demás.
Al abordar el avión, Ari se sintió optimista, decidida a empezar una nueva etapa de su vida. Cuando vio un asiento vacío al lado de Dotto, no dudó en sentarse junto a él. La sonrisa en su rostro era genuina, pero en cuanto se acomodó en su lugar, algo inusual sucedió. Mientras Dotto, inconsciente de la presencia de Ari a su lado, creó una katana con su poder, Ari fue capaz de percibirlo sin esfuerzo.
Sin pensarlo, observó el proceso con una mezcla de asombro y sorpresa. No solo había sentido la manifestación del poder de Dotto, sino que incluso vio claramente la katana formarse ante sus ojos. Esto la sorprendió mucho, ya que no esperaba que sus habilidades fueran tan perceptivas con respecto a otros poderes.
"Vaya, eso fue... algo increíble," murmuró Ari para sí misma, pero al instante se dio cuenta de que había hablado en voz alta. Dotto, que hasta ese momento había estado distraído en su propio mundo, giró hacia ella sorprendido.
—¡Oh! ¿Qué...? —Dotto reaccionó, viendo cómo Ari lo observaba con curiosidad.
Ari se sonrojó levemente al darse cuenta de que había dejado escapar su sorpresa, pero no se disculpó. En cambio, decidió aprovechar el momento.
—Tu poder... es impresionante, ¿verdad? —dijo, con una sonrisa algo tímida pero genuina.
Dotto, un tanto confundido por la habilidad de Ari para notar su poder, asintió.
—Sí, es algo que he estado practicando un tiempo, pero... no me esperaba que alguien lo notara tan fácilmente. ¿Tienes... habilidades psíquicas?
Ari, algo inquieta por la curiosidad de Dotto, asintió con una sonrisa que de alguna manera era más tranquila de lo que su nerviosismo mostraba.
—Sí... mi poder no es exactamente el más fácil de manejar, pero... puedo sentir cosas, leer a las personas, y sí, puedo percibir otras habilidades. Y veo que tú... tienes bastante control sobre tu poder también.
Ambos se miraron por un momento, como si la curiosidad mutua hubiera creado una conexión instantánea. Aunque Ari sabía que su poder psíquico podría ser algo peligroso si no lo manejaba bien, también sentía que, al menos con Dotto, podría encontrar un compañero con quien compartir sus desafíos. El vuelo estaba comenzando a tomar forma y, con ello, la promesa de nuevas experiencias y, tal vez, nuevas amistades.
El avión despegó de manera rápida y segura desde el aeropuerto en El Salvador, con rumbo directo hacia la Academia Historia. El vuelo, aunque estaba cargado de emociones y expectativas, comenzó con una aceleración tan potente que sorprendió a los estudiantes a bordo, quienes no estaban preparados para la rapidez con la que el avión empezó a ascender.
El aire se sintió más denso y el sonido de los motores retumbó por todo el fuselaje. Varios de los estudiantes se aferraron a sus asientos para evitar ser sacudidos por la velocidad. El avión avanzaba a una velocidad impresionante, superando las nubes a gran altura, lo que provocó que la mayoría de los pasajeros, incluidos Dotto, Ari, Riri, Morutekitto, Sanjūni y Furēmuro, se aferraran con fuerza a sus cinturones y a los descansabrazos.
Ari, que siempre había sido consciente de su entorno, cerró los ojos brevemente, tratando de calmar la rápida aceleración, mientras su poder psíquico le permitía sentir las ondas de presión que el avión generaba al cortar el aire. Se mantenía tranquila, pero podía ver que algunos de los estudiantes a su alrededor estaban nerviosos.
Dotto, aunque tranquilo en su asiento, también sintió el impulso de la velocidad, su respiración un poco acelerada, pero sin perder el control. A su lado, Ari notaba cómo él, al igual que ella, parecía mantener una calma exterior, pero por dentro su cuerpo estaba alerta.
En la parte delantera, Riri se aferró a su asiento, mirando por la ventana con una mezcla de asombro y emoción, mientras Morutekitto, aunque visiblemente un poco más tranquila, también se preparaba para cualquier turbulencia que pudiera llegar. El avión ya estaba volando a través de las nubes, ascendiendo con rapidez y dirigiéndose hacia su destino: la Academia Historia.
El sonido de las turbinas seguía resonando a lo lejos, pero dentro del avión, una nueva sensación de anticipación se apoderaba de los estudiantes, cada uno de ellos con sus propios pensamientos y expectativas sobre lo que les esperaba en el destino final.
Mientras el avión alcanzaba su velocidad crucero, los estudiantes, que aún se aferraban a sus asientos, comenzaron a relajarse lentamente, pero sabían que el viaje solo era el inicio de algo mucho más grande que los esperaba en la academia.
El avión comenzó a descender con rapidez, y la atmósfera dentro de la aeronave se llenó de una tensión palpable. Todos los estudiantes, que hasta ese momento habían estado tranquilos, comenzaron a notar la desaceleración del avión y la sensación de gravedad aumentando. El zumbido de los motores cambió, y la nave empezó a descender hacia la plataforma flotante de la History Academy, una estructura ubicada en los cielos, alejada de la tierra firme. Debido a los problemas pasados, la academia había tomado la decisión de trasladarse a este lugar más seguro, suspendido en las alturas.
El descenso fue tan brusco que muchos de los estudiantes, aún sujetos a sus asientos, sintieron como si el aire mismo se volviera denso. Algunos intentaron mantener la calma, mientras otros cerraban los ojos, sintiendo el descontrol del aterrizaje inminente.
De repente, con un fuerte golpe, el avión tocó el suelo de la plataforma flotante de la academia, haciendo que todos los pasajeros se sacudieran en sus asientos. La fuerza del frenado fue tan intensa que todos, sin excepción, golpearon sus rostros contra los asientos frontales, algunos con más fuerza que otros. Un par de gemidos se escucharon en el interior, y algunos estudiantes se tocaron la cara, atónitos por el impacto.
Ari, que había estado sosteniéndose firmemente con sus manos, se vio golpeada contra el asiento de adelante, pero, por suerte, pudo evitar cualquier daño serio. Solo se quedó un momento sin respiración, atónita por la brusquedad del aterrizaje. A su lado, Dotto parecía igual de sorprendido, con una expresión de desconcierto en su rostro.
Riri, al igual que los demás, había golpeado su rostro, pero rápidamente se repuso, miró a Morutekitto y la ayudó a enderezarse. La joven, con algo de dolor, se rió nerviosamente, entendiendo lo que acababa de suceder.
"Vaya aterrizaje... nunca había experimentado algo así," comentó Morutekitto, todavía algo desorientada, pero mostrando su habitual actitud relajada.
Furēmuro, que estaba en la parte trasera, también se sacudió con la fuerza del aterrizaje, y su expresión era una mezcla de sorpresa y frustración.
"¡Esto es... inesperado!" dijo, frotándose la cara, pero con una ligera sonrisa maliciosa al ver las caras de los demás estudiantes.
Mientras tanto, el avión finalmente se detuvo por completo, con el estruendoso sonido del frenado y las luces apagándose, lo que indicó que habían llegado a su destino: la History Academy, en los cielos.
A través de las ventanas, los estudiantes podían ver la plataforma de aterrizaje flotante que era una obra maestra de ingeniería, con enormes estructuras flotando, rodeadas por nubes y una vista impresionante. Aunque la llegada había sido dura, todos sabían que en ese momento habían pisado el umbral de algo mucho más grande, algo lleno de misterio, poder y desafíos.
El sistema de luces dentro del avión se encendió, indicando que era el momento de desembarcar. Los estudiantes, aunque un poco atónitos, empezaron a levantarse de sus asientos, ajustándose a la realidad de lo que acababan de experimentar.
"Bienvenidos a la History Academy", anunciaron por los altavoces, dando paso a una nueva aventura para todos.
Desde una plataforma elevada, Rigor observaba a los estudiantes que él mismo había seleccionado para la History Academy. Estaba tranquilo, con una expresión seria pero satisfecha, ya que sabía que había tomado una decisión crucial al elegir a estos jóvenes. Los había escogido no solo por sus habilidades, sino también por sus historias y el potencial que veían en ellos, aún cuando no todos parecían encajar en lo que la sociedad tradicionalmente consideraba "ideal".
Uno a uno, los estudiantes descendieron del avión, aún con el golpe del aterrizaje grabado en sus cuerpos. Rigor miraba con interés a cada uno, notando sus expresiones y cómo se adaptaban al entorno único de la academia flotante.
Dotto, al parecer el más tranquilo de todos, caminaba con una ligera sonrisa en su rostro, disfrutando de la brisa en los cielos. Su actitud relajada era un contraste con la intensidad que Rigor había presenciado en otros lugares, pero sabía que el chico tenía un gran potencial, especialmente con su habilidad para controlar el aire y sus logros en la música.
Ari Shāpusu, que parecía ser un tanto distraída pero con un poder impresionante, caminaba con paso firme. Rigor observó cómo ella mantenía una aura de concentración a pesar de su naturaleza dispersa. Podía sentir el gran control psíquico que poseía, y sabía que con la guía adecuada, sería una de las más poderosas.
Sanjūni Hoshi, con su tranquila y serena presencia, era alguien que también había captado su atención. Su habilidad con el hielo y su inteligencia le daban una ventaja considerable. Aunque había tenido dificultades en su vida, su habilidad para controlar su poder con tal precisión le daba una ventaja significativa para la academia.
Riri, la chica de corazón amable y dulce, parecía un poco nerviosa pero determinada. Rigor la observaba con interés, sabiendo que, aunque no parecía tener un poder sobresaliente, algo en su interior la hacía especial. Estaba ansioso por ver cómo su potencial se desarrollaba.
Furēmuro, el chico problemático, estaba claramente molesto, pero su poder con el agua era algo a tener en cuenta. Aunque parecía tener un temperamento difícil, Rigor sabía que dentro de él había una gran fuerza que podría canalizarse de manera positiva si se le daba la oportunidad adecuada.
Morutekitto, la chica con la habilidad de crear armas, caminaba con confianza. Rigor no pudo evitar notar su presencia imponente, algo que era común en aquellos con un poder tan versátil como el suyo. La había seleccionado por su capacidad para adaptarse y por su personalidad fuerte, aunque algo conflictiva.
Rigor observó a todos con la mirada fija. Sabía que serían desafiados a lo largo de su tiempo en la History Academy, pero también estaba convencido de que cada uno de ellos tenía el potencial de superar sus propios límites. La academia en los cielos no solo les enseñaría a controlar sus poderes, sino también a enfrentarse a desafíos mucho más grandes que ellos mismos.
"Bienvenidos", dijo Rigor en voz baja, casi como si hablaba consigo mismo, mientras los observaba desde su posición elevada. Un suspiro salió de sus labios mientras pensaba en el futuro de estos jóvenes. Aunque todos eran diferentes, todos tenían algo en común: la capacidad de cambiar el mundo que los rodeaba.
Rigor, con una mirada decidida, se acercó a los estudiantes mientras observaba sus reacciones. Sabía que este momento marcaría un cambio importante en sus vidas. Con un tono firme pero tranquilo, habló de nuevo.
"Ustedes han sido elegidos por una razón", comenzó, con su voz resonando en el aire. "Pero antes de comenzar con las clases tradicionales, tendrán una misión especial. Sí, una misión."
Los estudiantes intercambiaron miradas curiosas y un poco sorprendidas. Rigor les dejó un momento para procesar las palabras.
"Será Nanamin quien los guíe en esta misión. Él es su profesor y estará a cargo de todas sus clases, aunque, por cuestiones de la vida, también tendrá que ser quien los entrene de manera práctica. Él reparte clases, pero solo para un único grado. Y ese grado es el suyo. El objetivo no es solo aprender en el aula, sino también en el campo. No quiero que se vean solo como estudiantes, sino como futuros protectores, guerreros y personas que sabrán cómo actuar bajo presión."
Rigor observó a cada uno de los estudiantes con detenimiento, sabiendo que la misión sería tanto un desafío como una oportunidad para que se superaran.
"Lo que les espera no es fácil. La misión que tendrán será un examen, pero no solo de sus habilidades, sino de su capacidad de trabajar en equipo, de pensar rápido, y de tomar decisiones bajo estrés. ¿Entendido?"
El ambiente en el aire se sintió más pesado, los estudiantes comenzaban a comprender la seriedad del asunto, mientras Rigor los observaba esperando su respuesta.
"Prepárense. Estarán con Nanamin en breve. Él les dará los detalles."
Nanamin, ajustándose la corbata con precisión, caminaba con calma hacia los estudiantes reunidos. Su traje de profesor impecable contrastaba con la energía nerviosa que comenzaba a surgir entre los jóvenes al escuchar sus palabras.
"Bien, hoy es el día", comenzó Nanamin con su tono tranquilo pero autoritario. "Tendrán su primera misión. Se enfrentarán a tres oponentes: un demonio, una maldición y, por último, un androide. No subestimen a ninguno de ellos. Aunque son distintos en naturaleza, todos comparten algo en común: son extremadamente resistentes y letales."
Los estudiantes se miraron entre sí, algunos mostrando determinación, otros preocupación. Nanamin, notando las dudas en sus ojos, continuó con una ligera sonrisa.
"Para añadirle algo de emoción, hay un detalle importante. Uno o más de ellos poseen un Eterno, un artefacto raro que les permite expandir su dominio y asegurar un golpe mortal, ya sea a su cuerpo o directamente a su alma. Así que, les advierto: tengan cuidado y piensen antes de actuar."
Nanamin se cruzó de brazos, mirando a cada uno de los estudiantes con seriedad. "Esta misión no es solo un desafío físico, sino también una prueba de su capacidad para trabajar como equipo. No están aquí solo por sus habilidades individuales, sino porque creemos que juntos pueden lograr cosas increíbles."
En ese momento, Rigor apareció detrás de Nanamin, con los brazos cruzados y una mirada seria. "Como dijo Nanamin, esta misión no es casualidad. Es una prueba. Queremos saber si ustedes son capaces de enfrentarse a lo inesperado y superar sus límites. Si logran salir de esta misión con éxito, estarán más cerca de convertirse en verdaderos alumnos de la History Academy."
Nanamin dio un paso al frente, ajustándose los guantes. "No se preocupen, no los enviaré solos a la muerte. Yo los acompañaré como su guía y apoyo. Pero no esperen que haga todo el trabajo por ustedes. Esto es suyo para ganarlo."
Con un gesto hacia el transporte que los esperaba, Nanamin agregó: "Prepárense. El destino no está lejos, pero el tiempo es crucial. Este será su primer paso hacia algo más grande. ¿Están listos?"
Los estudiantes, aunque nerviosos, comenzaron a asentir, algunos con más confianza que otros, mientras la realidad de su primera misión comenzaba a asentarse en sus mentes.
Nanamin continuó explicando mientras caminaba frente a los estudiantes, con las manos en los bolsillos de su traje. Su tono era sereno pero lo suficientemente serio como para captar la atención de todos.
"La mayoría de los seres que enfrentarán pueden usar un Eterno porque tienen una energía base que lo hace posible. Esta energía puede variar: energía maldita, como en el caso de las maldiciones; energía atómica, que alimenta a los androides; o energía demoníaca, característica de los demonios."
Se detuvo y los miró uno por uno, asegurándose de que todos comprendieran lo que estaba diciendo.
"El Eterno es un artefacto poderoso, pero no es algo que cualquier persona pueda usar. Los que lo emplean, normalmente, lo hacen porque no tienen una habilidad natural o un poder especial que los distinga. En otras palabras, es un arma que nivela el campo de juego para aquellos que carecen de una conexión directa con energías excepcionales."
Nanamin ajustó su corbata y continuó:
"Ustedes, en cambio, tienen potencial. Cada uno de ustedes posee habilidades únicas que podrían rivalizar con estas energías si saben cómo utilizarlas correctamente. Sin embargo, no subestimen a quienes usan un Eterno. A veces, una persona sin poderes, pero con un Eterno, puede ser incluso más peligrosa debido a su astucia y determinación."
Rigor, observando desde un rincón, añadió con un tono grave: "Recuerden esto: el Eterno no hace al usuario invencible, pero sí puede convertirlo en un enemigo mortal si no lo toman en serio. Ustedes están aquí para aprender a enfrentarse a cualquier adversario, con o sin poderes, con o sin artefactos."
Nanamin señaló hacia un mapa holográfico que apareció frente a ellos, mostrando tres ubicaciones marcadas con puntos rojos.
"Estos son los lugares donde encontraremos a nuestros enemigos: el demonio, la maldición y el androide. Cada uno será un desafío único. Su trabajo será enfrentarlos como equipo, aprovechar sus fortalezas y cubrir sus debilidades. Yo estaré allí para guiarlos, pero no esperen que interfiera a menos que sea absolutamente necesario."
Con una sonrisa confiada, agregó: "Si logran esto, no solo demostrarán que pertenecen a la History Academy, sino que también se acercarán un paso más a desbloquear su verdadero potencial."
El ambiente estaba cargado de tensión, pero también de anticipación. Los estudiantes entendieron que esta misión no sería solo un combate físico, sino una prueba de estrategia, trabajo en equipo y determinación.
Dotto, Ari Shāpusu, Sanjūni Hoshi, Riri, Furēmuro, y Morutekitto estaban atentos mientras observaban a su profesor, Nanamin, quien les explicaba los detalles de la misión. Aunque algunos mostraban más confianza que otros, todos sabían que estaban frente a un gran desafío. Morutekitto, siendo consciente de sus habilidades y limitaciones, observó a su profesor con cierta mezcla de respeto y precaución, comprendiendo que aunque su habilidad para crear armas era impresionante, enfrentarse a enemigos como los que describían sería un verdadero reto.
En medio de la charla, Rigor la interrumpió con un movimiento casual. Sacó una katana y, sin previo aviso, la lanzó hacia Sanjūni Hoshi, quien la atrapó con reflejos rápidos.
"Ten esto, chica," dijo Rigor. "Vi tus redes sociales; querías comprarte una katana. Espero que te sirva de algo."
Sanjūni observó la katana con sorpresa y algo de admiración. La hoja tenía un diseño detallado, y aunque era hermosa, se notaba que también era funcional.
"Gracias... no esperaba algo así," respondió con un tono nervioso pero emocionado.
Rigor asintió. "No es una katana común. Esta está diseñada para canalizar y amplificar tu energía de hielo. Úsala bien y podrás darle un buen uso en la misión."
Morutekitto, quien había estado observando, sonrió ligeramente ante la interacción, encontrando inspirador cómo Sanjūni parecía aceptar el reto con determinación. Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho.
Desde su asiento, Furēmuro, fiel a su estilo bromista, comentó: "Genial, ya tenemos a una samurái en el equipo. ¿Qué sigue? ¿Un ninja?"
Riri frunció el ceño, claramente molesta, pero antes de que pudiera responder, Dotto intervino sin apartar la vista del mapa holográfico: "Tal vez deberías concentrarte más en cómo no convertirte en el blanco fácil del demonio."
Ari Shāpusu, con su típica franqueza, cruzó los brazos y añadió: "Esto no es un juego, Furēmuro. Si no cooperas, serás el primero en caer. Y no esperes que te salvemos por tus bromas."
El ambiente se tensó, pero Nanamin, con su característica calma, habló con una sonrisa: "Tranquilos. Es normal estar nerviosos antes de una misión como esta. Pero recuerden: todos están aquí por una razón. Rigor los eligió porque vio algo en cada uno de ustedes, incluso si ustedes mismos no lo han descubierto aún."
Sanjūni enfundó la katana y dio un paso adelante. Su voz era firme: "Sea lo que sea que enfrentemos, estoy lista. No pienso fallar, ni a mí misma ni a ustedes."
Morutekitto asintió, inspirada por las palabras de Sanjūni. "Estoy contigo. Vamos a demostrar que somos más fuertes de lo que creemos."
Nanamin señaló hacia la salida. "Perfecto. Tomen todo lo que necesiten y prepárense. Partimos en cinco minutos."
Con eso, el equipo comenzó a prepararse, conscientes de que lo que enfrentaban no solo sería una prueba de sus habilidades, sino también de su capacidad para trabajar juntos como un verdadero equipo.
Dotto, Ari Shāpusu, Sanjūni Hoshi, Riri, Furēmuro y Morutekitto caminaban con rapidez por el pasillo de la plataforma aérea, observando por primera vez la inmensa altura a la que se encontraba la History Academy. Las nubes se extendían como un manto bajo ellos, y la sensación de vértigo era inevitable para algunos.
"Esto es... impresionante," murmuró Dotto mientras el viento rozaba su rostro.
"Impresionante, sí... pero también aterrador," respondió Riri, aferrándose al pasamanos para estabilizarse.
Nanamin, quien lideraba al grupo, se detuvo un momento para hablar con Rigor, quien observaba la escena desde la entrada del hangar. "¿Es realmente buena idea que los lleve yo?" preguntó Nanamin, ajustando su corbata con un gesto de incertidumbre.
Rigor, con su característico tono despreocupado pero seguro, respondió sin apartar la mirada del equipo: "Claro que sí. Eres uno de los mejores que tenemos, Nanamin. Además, tenías dos opciones: o eras tú, o era Victor. Y como Victor no está disponible, tú eres la elección obvia."
Nanamin suspiró, resignado pero decidido. "Entendido. Aunque espero que no me arrepienta de esto."
Rigor soltó una leve risa. "No lo harás. Estos chicos tienen potencial. Solo necesitan una guía adecuada."
Mientras tanto, los estudiantes continuaban observando el paisaje. Morutekitto, curiosa por el lugar, comentó: "Es increíble que esta academia esté en el cielo. No me imagino cómo sería vivir aquí."
Sanjūni asintió mientras sostenía su katana. "Sí, pero no estamos aquí para disfrutar la vista. Tenemos un trabajo que hacer."
Furēmuro, siempre con su actitud relajada, bromeó: "Bueno, al menos si caemos, tendremos una gran historia para contar... si sobrevivimos."
Ari Shāpusu lo miró con desaprobación. "Deja de decir cosas así. Ya suficiente tenemos con lo que enfrentaremos."
Nanamin, al escuchar la conversación, se giró hacia ellos con una sonrisa confiada. "No se preocupen. Están aquí porque tienen lo necesario para superar cualquier desafío. Solo recuerden confiar en su entrenamiento y en sus habilidades."
Con esas palabras, el grupo se preparó para abordar la nave que los llevaría a su primera misión. Todos sabían que este era solo el comienzo de un viaje lleno de pruebas, peligro y crecimiento.
Todos abordaron la nave, ocupando sus respectivos asientos mientras admiraban el interior tecnológico y futurista. Las luces parpadeaban suavemente, y la atmósfera tenía un aire sofisticado. Nanamin, con un paso firme, se dirigió hacia la cabina principal y se colocó frente al panel de control.
"Activar sistema de navegación," ordenó con calma.
Una voz mecánica femenina respondió con cortesía: "Sistema activado. Bienvenido, Profesor Nanamin. Por favor, indique las coordenadas de destino."
Nanamin esbozó una sonrisa mientras manipulaba su tableta digital. Tras unos segundos, deslizó su dedo por la pantalla y envió las coordenadas directamente al sistema de la nave.
"Coordenadas recibidas. Preparando ruta. Tiempo estimado de llegada: 45 minutos."
La nave comenzó a elevarse suavemente, emitiendo un zumbido bajo. Los motores se activaron con precisión, y en cuestión de segundos, el paisaje de la academia flotante quedó atrás mientras la nave aceleraba hacia el cielo abierto.
Nanamin regresó a la cabina principal y, con una mirada tranquila, observó a los estudiantes. "Bien, chicos. Relájense mientras puedan. El viaje no será largo, pero lo que nos espera en el destino podría ser más intenso de lo que creen."
Dotto, mirando por la ventana, comentó: "¿Así que realmente enfrentaremos un demonio, una maldición y un androide? Suena como el comienzo de una historia épica."
"Epicidad o no, esto no será un juego," respondió Sanjūni, afilando la katana que Rigor le había dado. "Es nuestra primera misión, y debemos demostrar que somos capaces."
Riri suspiró, tratando de calmarse. "No puedo evitar estar nerviosa. Todo esto es tan... real."
Morutekitto colocó una mano en el hombro de Riri. "Está bien estar nerviosa. Pero recuerda, no estás sola. Somos un equipo."
Mientras tanto, Furēmuro jugueteaba con una pequeña burbuja de agua en su mano, intentando distraerse. "¿Y si apostamos quién se lleva el primer golpe? Solo para aliviar la tensión."
Ari Shāpusu lo miró con desaprobación. "No es momento para tonterías, Furēmuro."
Nanamin, observando la interacción, sonrió ligeramente. "Me gusta su energía. Pero recuerden, lo más importante en una misión es trabajar en equipo y seguir las instrucciones. Si hacen eso, tendrán muchas más historias que contar."
La nave aceleró aún más, surcando el cielo a una velocidad impresionante. El destino estaba cada vez más cerca, y aunque la incertidumbre pesaba en el aire, también lo hacía la emoción de enfrentar lo desconocido.
El demonio, con sus imponentes alas de murciélago y un cuerpo musculoso cubierto de escamas oscuras, dejó escapar una risa grave y amenazante mientras sus ojos carmesí se fijaban en la nave que cruzaba los cielos. "Héroes... se creen intocables allá arriba. Pero no se darán cuenta de lo fácil que es hacerlos caer."
La maldición, escondida entre los árboles, parecía una sombra viviente, murmurando en voz baja, casi como si se deleitara en lo que estaba por venir. "Que su caída sea el inicio de su desesperación. El resto será mi deleite."
Mientras tanto, el androide, un ser metálico con una precisión quirúrgica y un sistema avanzado de rastreo, se aseguró de transmitir al demonio toda la información necesaria. Con un tono frío y mecánico, dijo: "Altitud y velocidad confirmadas. Ataque al ala izquierda será suficiente para desestabilizar la nave. Proceda."
El demonio no necesitó más indicaciones. Con un salto poderoso, se elevó hacia el cielo, batiendo sus enormes alas con fuerza. El viento a su alrededor rugía mientras ganaba altura rápidamente, su mirada fija en el avión.
Dentro de la nave, los estudiantes y Nanamin aún no se daban cuenta de la amenaza inminente. Riri, Morutekitto y Furēmuro discutían sobre estrategias de combate, mientras que Dotto y Ari intercambiaban ideas sobre cómo usar mejor sus poderes en equipo.
Nanamin, sentado en su asiento, revisaba el sistema de navegación cuando una alerta repentina sonó en la cabina. La voz mecánica de la nave anunció: "Objeto no identificado aproximándose a alta velocidad."
"¿Qué demonios...?" murmuró Nanamin mientras se levantaba rápidamente y activaba las cámaras externas. La pantalla mostró al demonio acercándose peligrosamente al ala izquierda.
"¡Atención, todos!" exclamó Nanamin, captando la atención de los estudiantes. "Tenemos compañía. Prepárense para un ataque inminente."
El demonio lanzó un rugido ensordecedor y, con un golpe devastador, impactó contra el ala izquierda de la nave, arrancando parte de la estructura. El avión se tambaleó violentamente, y todos dentro se aferraron a lo que pudieron para no salir despedidos.
Nanamin activó el sistema de emergencia mientras gritaba: "¡Maldición! ¡Todos a sus posiciones de combate! Esto no será un simple paseo."
El equipo entendió que su misión había comenzado antes de lo previsto, y su primera prueba sería sobrevivir a este ataque aéreo.
El avión descendía rápidamente, tambaleándose mientras el viento rugía a través de la cabina destrozada. Riri temblaba, sus ojos llenos de miedo mientras se aferraba a su asiento. "¡No quiero morir!" gritó, su voz llena de desesperación.
Nanamin se acercó a ella rápidamente, colocando una mano firme pero reconfortante en su hombro. "Tranquila, no vas a morir. Confía en mí," dijo con un tono serio y calmado, aunque la furia contenida en sus ojos era evidente.
Con un movimiento decidido, Nanamin golpeó la puerta del avión con tanta fuerza que salió disparada al vacío, girando en el aire antes de desaparecer entre las nubes. "¡Escuchen bien!" exclamó, mirando a los estudiantes. "No hay tiempo para dudar. ¡Salten ahora mismo o no tendrán otra oportunidad!"
Dotto fue el primero en levantarse. Usando su control sobre el aire, creó un amortiguador que lo ayudaría a aterrizar de manera segura. "¡Nos vemos abajo!" dijo antes de lanzarse al vacío, dejando una ráfaga de viento detrás de él.
Ari shāpusu se levantó a continuación, enfocándose para utilizar su poder psíquico. "¡Vamos, Riri! ¡Es ahora o nunca!" dijo, ayudando a la chica a levantarse de su asiento. Ambas saltaron juntas, con Ari utilizando su habilidad para ralentizar la caída.
Sanjūni hoshi tomó la katana que Rigor le había dado, usándola para concentrarse. "¡Si muero, al menos lo haré como una guerrera!" gritó antes de lanzarse al aire, creando una plataforma de hielo que amortiguó su descenso.
Furēmuro, aunque aún algo mareado por el caos, no perdió su espíritu bromista. "¡Espero que haya agua abajo, porque esto será un aterrizaje épico!" Con su control sobre el agua, se lanzó creando una corriente que lo envolvió, sirviendo como protección.
Morutekitto fue la última en prepararse, mirando a Nanamin antes de saltar. "¡No me defraudes, profesor!" dijo mientras conjuraba una serie de armas para defenderse si era necesario durante la caída.
Nanamin esperó hasta que todos los estudiantes hubieran salido antes de saltar él mismo. Con una agilidad impresionante, utilizó su energía maldita para controlar su descenso, listo para enfrentarse al demonio que seguía acechando en el aire.
El equipo ahora estaba en una prueba de vida o muerte, enfrentando su primera batalla real mientras descendían hacia un terreno desconocido.
Mientras los estudiantes descendían, el demonio agitó sus alas con fuerza, observando como depredador, con una sonrisa siniestra dibujada en su rostro. "Están cayendo como moscas. Será un placer deshacerme de estos héroes antes de que lleguen al suelo," murmuró para sí mismo, mientras se preparaba para atacar.
La maldición, envuelta en sombras, permanecía oculta entre los árboles, lista para emboscar a cualquiera que lograra sobrevivir al aterrizaje. Sus ojos brillaban con una energía maligna, disfrutando el caos que estaba por desatarse.
El androide, por su parte, calculaba cada movimiento con precisión. Su visor escaneaba las trayectorias de los estudiantes y marcaba los puntos de impacto potenciales. "Objetivo primario identificado: eliminación de amenazas," declaró con una voz mecánica mientras ajustaba su brazo, que se transformó en un cañón.
Sin embargo, desde otro avión que se aproximaba a gran velocidad, Aruku, un joven con cabello rojizo y ojos brillantes como brasas, observaba la escena con una mezcla de determinación y emoción. Aunque hacía años que no veía a Riri, no había olvidado los días en que eran amigos inseparables. Cuando recibió la misión de Rigor, no dudó en aceptarla, con la esperanza de volver a encontrarse con su vieja amiga.
"Esto va a ser interesante," dijo con una sonrisa confiada mientras el avión se aproximaba al campo de batalla. Sin esperar a que aterrizara, Aruku se lanzó desde la nave, envuelto en una llama ardiente que iluminaba el cielo. Su velocidad aumentaba conforme se acercaba, dejando una estela de fuego tras de sí.
Nanamin, que ya descendía con los estudiantes, notó la explosión de luz en el cielo. "¿Qué demonios...? ¡Es Aruku!" exclamó, reconociendo al nuevo miembro del equipo.
Aruku aterrizó cerca del grupo con un impacto controlado, creando un círculo de fuego a su alrededor para ahuyentar cualquier amenaza inmediata. Al mirar alrededor, sus ojos se encontraron con los de Riri. Aunque las circunstancias eran caóticas, ambos sintieron una conexión inmediata, como si el tiempo no hubiera pasado.
"Riri," dijo Aruku con una sonrisa cálida. "Ha pasado mucho tiempo."
Riri, sorprendida pero aliviada de verlo, apenas pudo articular palabras. "¡Aruku! ¿Qué haces aquí?"
"Lo mismo que tú," respondió, encendiendo una pequeña llama en su mano como muestra de su determinación. "Sobrevivir y demostrar de qué estamos hechos."
Con el equipo ahora completo, Nanamin les indicó que se prepararan para el combate. "¡Escuchen! No hay tiempo para charlas. Tenemos tres enemigos al acecho y ninguno será fácil. Trabajen juntos y no se separen."
El grupo asintió, sintiendo la tensión en el aire mientras se alistaban para enfrentar a los peligros que los esperaban.
El demonio, con una velocidad impresionante, apareció frente al grupo como una sombra oscura. Sus alas negras batieron con fuerza, levantando una ráfaga de viento que obligó a los estudiantes a cubrirse los rostros. Sin previo aviso, tomó a Nanamin por sorpresa y lo lanzó con una fuerza brutal, enviándolo a estrellarse contra varios árboles en la isla.
Nanamin se levantó lentamente, limpiándose la sangre que caía de su frente. "Maldito... Así que quieres jugar rudo, ¿eh?" murmuró mientras ajustaba su postura de combate, su mirada llena de determinación.
Mientras tanto, el resto del equipo quedó frente al demonio, observando cómo este reía con una voz grave y aterradora. "¿Estos son los famosos estudiantes de la Academia Historia? Bah, esto será fácil," dijo, mostrando sus colmillos afilados.
Dotto dio un paso adelante, sus ojos brillando mientras canalizaba su energía del aire. "Tal vez deberías subestimarnos un poco más. Te prometo que te arrepentirás."
Ari Shāpusu concentró su energía psíquica, haciendo levitar una roca cercana, mientras su mirada se clavaba en el demonio. "No te confíes tanto. Cada uno de nosotros tiene algo que demostrar."
Sanjūni Hoshi, ahora empuñando la katana que Rigor le había dado, desenvainó la hoja con firmeza, el frío de su poder rodeándola. "El único que va a caer aquí eres tú."
Morutekitto y Riri se posicionaron, ambas sintiendo la presión del momento pero decididas a demostrar su valía. Furēmuro, por su parte, conjuró agua en sus manos, preparándose para atacar.
El demonio sonrió, extendiendo sus garras. "Interesante. Veamos cuánto duran."
La batalla comenzó de inmediato. Dotto lanzó ráfagas de aire para desestabilizar al demonio, mientras Ari usaba su poder psíquico para intentar restringir sus movimientos. Sanjūni atacó con su katana, cada corte dejando una ráfaga helada en su trayectoria, pero el demonio era rápido y esquivaba con facilidad.
Furēmuro creó un torrente de agua que impactó al demonio, obligándolo a retroceder unos pasos. Riri y Morutekitto atacaron juntas, coordinándose para desviar su atención mientras los demás seguían atacando.
A lo lejos, Nanamin, recuperándose del golpe, observó cómo sus estudiantes luchaban con valentía. "Son mejores de lo que esperaba... pero este demonio no es su único problema," pensó, mientras veía cómo la maldición y el androide comenzaban a moverse desde las sombras.
La isla se convirtió en un campo de batalla caótico, cada uno de los estudiantes dando lo mejor de sí mientras la amenaza se volvía más intensa con cada segundo.
Nanamin, sintiendo la presión detrás de él, se giró rápidamente, pero antes de que pudiera reaccionar completamente, la maldición lo alcanzó. Un toque helado recorrió su espalda y, sin previo aviso, una ráfaga de fuego se disparó, quemando su piel y su rostro. El dolor era intenso, pero no tuvo tiempo de lamentarse.
La maldición, una figura sombría envuelta en un aura distorsionada, lo atacó con una furia impresionante. El golpe que le dio fue brutal, enviando a Nanamin volando hacia el agua con una fuerza tan descomunal que dejó una estela de destrucción a su paso. El agua del mar alrededor de él se agitó violentamente cuando su cuerpo se hundió en las aguas profundas.
Por un momento, todo quedó en silencio, mientras la maldición observaba satisfecha, sabiendo que había logrado un buen golpe. Sin embargo, la pelea aún no había terminado.
Desde el agua, Nanamin se sacudió el dolor y respiró profundamente, recobrando el control. El fuego en su piel no era suficiente para derribar su espíritu. "No será tan fácil", murmuró, mientras emergía del agua con una agilidad impresionante, dejando que el agua resbalara de su cuerpo.
El demonio, que estaba luchando con el resto de los estudiantes, observó la escena y sonrió. "Este grupo tiene más pelea de lo que pensaba."
Pero los estudiantes, ahora más unidos que nunca, sintieron la presión intensificarse. Dotto continuó lanzando ráfagas de aire, intentando mantener al demonio y a la maldición a raya. Ari Shāpusu concentró su poder psíquico para proteger a los demás mientras les daba espacio para atacar. Sanjūni Hoshi estaba a punto de hacer un movimiento decisivo con su katana, mientras que Furēmuro conjuraba más agua para defender a su equipo.
"¡No podemos dejar que nos derroten!" gritó Morutekitto, mientras sus habilidades se activaban para crear una serie de explosiones de energía que golpeaban al demonio.
El grupo estaba al borde del colapso, pero la aparición de Nanamin de nuevo, con su rostro herido pero determinado, les dio el coraje necesario para seguir luchando. Riri, viendo que la situación se volvía aún más peligrosa, se lanzó al ataque con más fuerza, decidida a ayudar a su profesor y a sus compañeros.
Nanamin, ahora completamente alerta y herido, se reincorporó y se preparó para enfrentarse de nuevo a la maldición. "Vamos, maldición... ¿Crees que un golpe te dará la victoria? Este combate no ha terminado," dijo, su voz llena de fiereza.
Nanamin, herido y agotado, sentía que sus fuerzas se agotaban, pero no podía rendirse. A pesar del dolor y la fatiga, una chispa de determinación brilló en su interior. Recordó su sueño de ser feliz, de encontrar paz, y cómo todo eso estaba en juego en ese mismo momento. Si sobrevivía, si ganaba esta batalla, podría regresar a la Academia Historia y recibir la curación que tanto necesitaba.
Con una explosión de energía y furia, se lanzó hacia el demonio. El aire a su alrededor vibró con la velocidad de su ataque, y sus puños se envolvieron en un aura de poder que parecía desafiar toda lógica. Su cuerpo se movió con una rapidez increíble a pesar de estar gravemente herido.
Con un grito de batalla, Nanamin ejecutó un uppercut directo al rostro del demonio. El impacto fue tan brutal que el demonio fue lanzado hacia atrás, su mandíbula resquebrajada por el golpe. El demonio se tambaleó, aturdido por el impacto, pero aún no estaba fuera de combate.
No dejándose llevar por el momento de alivio, Nanamin aprovechó la oportunidad. Con su brazo izquierdo, canalizó todo su poder hacia su puño y lanzó un golpe directo al estómago del demonio, apuntando a la alma misma del ser infernal. El golpe no solo impactó el cuerpo físico del demonio, sino que penetró en su energía vital, haciendo que el demonio emitiera un gruñido de dolor.
La fuerza del golpe fue tan devastadora que el demonio se desplomó, dejando una estela de energía oscura a su paso. Su cuerpo comenzó a temblar, y por un momento, la isla quedó en silencio, como si el mundo estuviera conteniendo el aliento.
Pero el demonio no estaba completamente derrotado. Una energía oscura comenzó a emanar de su ser mientras intentaba recuperarse, despojándose de los restos de la herida que Nanamin le había infligido. El demonio no estaba dispuesto a caer tan fácilmente.
Sin embargo, el golpe a su alma había tenido un efecto real. Su resistencia se debilitaba, y su postura comenzaba a ser menos firme. Nanamin, a pesar de sus heridas, no iba a dejar que esa oportunidad se desvaneciera. Con una última ráfaga de energía, se preparó para lanzar un ataque final.
Los estudiantes, observando la valentía de su profesor, se sintieron inspirados. Sabían que, si Nanamin podía seguir peleando, ellos también podían. Juntos, se prepararon para atacar y sellar la victoria.
El paisaje de la isla cambió en un abrir y cerrar de ojos. La combinación de los tres seres, el demonio, la maldición y el androide, se materializó en una monstruosa amalgama. El suelo tembló mientras los cuerpos de los tres enemigos se fusionaban en una figura imponente y aterradora. Anatema, como se llamó a esa entidad, se erguía frente a los estudiantes con una fuerza sobrehumana, un monstruo de poder que desbordaba una energía oscura y abrumadora.
El aire alrededor de Anatema parecía distorsionarse, como si la realidad misma se estuviera deformando ante su presencia. Sus ojos brillaban con una luz siniestra, un reflejo de los tres seres que lo componían, y su sonrisa no era más que una mueca cruel y desafiante hacia los estudiantes. La fusión les daba una ventaja letal, una fuerza mucho mayor que cualquiera de los tres individuos por separado.
Nanamin, aún herido y luchando por mantenerse en pie, observó a Anatema, sintiendo el peso de la amenaza que representaba. La combinación de energía demoníaca, maldita y atómica había dado lugar a un ser cuyas habilidades eran abrumadoras. Nanamin sabía que no podía subestimarlos.
"Esto... esto es lo que realmente puedo hacer", dijo Anatema con una voz distorsionada y ominosa, que resonó por toda la isla, como si cada palabra viniera de múltiples gargantas a la vez. "No hay forma de que puedan vencerme. Están demasiado débiles."
Con una velocidad sobrehumana, Anatema extendió su brazo, lanzando una onda de energía oscura hacia los estudiantes. La fuerza de la onda era tan grande que la tierra bajo sus pies comenzó a agrietarse y a colapsar.
Los estudiantes, Dotto, Ari Shāpusu, Sanjūni Hoshi, Riri, Furēmuro, Morutekitto, y Aruku, no podían permitirse el lujo de dudar. Cada uno de ellos ya había sentido el peso de la amenaza y sabía que no podían simplemente quedarse de brazos cruzados. Aunque el miedo se cernía sobre ellos, la determinación de protegerse unos a otros y de cumplir con su misión les dio la fuerza para seguir adelante.
"¡No podemos rendirnos!" gritó Dotto, mientras se preparaba para utilizar sus habilidades con el viento para esquivar el ataque y lanzar ráfagas a la criatura.
Ari Shāpusu, aún desconcertada por el poder de Anatema, cerró los ojos por un momento, concentrándose en sus habilidades psíquicas. Con una ola de su poder, intentó desestabilizar la mente de Anatema, buscando un punto débil en su compleja amalgama.
Sanjūni Hoshi, sintiendo el peso de la katana que Rigor le había dado, activó su habilidad con el hielo. Con un rápido movimiento, creó una barrera de hielo frente a sus compañeros, intentando bloquear la energía oscura que avanzaba hacia ellos.
Riri, Morutekitto y Furēmuro estaban listos para atacar, con un enfoque claro en el enemigo y un deseo ardiente de proteger a sus compañeros. Aruku, el joven que había sido llamado por Rigor, también se preparaba para usar su fuego para contrarrestar la inmensa oscuridad que se les venía encima.
Mientras el equipo se reunía para enfrentar a Anatema, Nanamin, con su rostro lleno de determinación y sangre, se levantó y gritó: "¡Juntos, ¡no dejemos que esta cosa destruya todo lo que hemos trabajado para proteger!"
Anatema, con su sonrisa macabra, adoptó una postura que parecía sacada de una técnica ancestral, el absoluto mudra. Al hacer un gesto preciso con sus manos, su poder se desató de una manera inimaginable. Con voz profunda y resonante, pronunció las palabras que sellarían el destino de todos:
"¡Cero absoluto eterno!"
En un parpadeo, una esfera de energía oscura se formó a su alrededor. La atmósfera a su alrededor comenzó a distorsionarse mientras la esfera crecía, absorbía todo a su alrededor, y comenzaba a tomar una forma de distorsión dimensional. El campo de batalla entero fue tragado por una dimensión alterna, una prisión de pura oscuridad y vacío, donde los héroes ahora se encontraban atrapados.
El Cero Absoluto Eterno no solo limitaba el movimiento de los héroes, sino que también les bloqueaba el acceso a su energía, sumiéndolos en una sensación de impotencia. Los estudiantes se encontraron atrapados en un espacio donde el tiempo y el espacio parecían no tener sentido, un lugar en el que ni la luz ni el sonido podían escapar.
Los esfuerzos de Dotto para manipular el viento, de Ari Shāpusu para utilizar sus poderes psíquicos, de Sanjūni Hoshi con el hielo, y de los demás, fueron inútiles en este espacio. Nada de lo que intentaron parecía tener efecto, como si todo su poder estuviera siendo absorbido por la vasta nada que los rodeaba.
Riri, con sus ojos llenos de terror, miraba a su alrededor, incapaz de percibir la realidad en este lugar vacío y distorsionado. Morutekitto, normalmente confiado y fuerte, sentía cómo la presión del lugar lo aplastaba, su cuerpo entumecido por la energía que permeaba este espacio.
Nanamin, aún con sus heridas, trató de mantenerse firme. Pero incluso ella, con su increíble poder, no podía hacer nada en este vacío absoluto. "¿Cómo vamos a salir de aquí?" pensó, mientras el eco de sus propios pensamientos se perdía en el abismo.
Anatema observó la escena con satisfacción, su poder aumentando cada vez más a medida que el dominio sobre este espacio se expandía. "Este es el fin para ustedes", murmuró Anatema, la sonrisa cruel aún en su rostro.
Sin embargo, en el silencio de esa dimensión, algo comenzó a cambiar. Un destello de luz apareció en el centro de la esfera, muy pequeño al principio, pero creciendo rápidamente. La luz no provenía de ningún lado en particular, sino que parecía una manifestación de esperanza.
Los estudiantes atrapados en la dimensión de Anatema no estaban dispuestos a rendirse tan fácilmente. Algo en su interior comenzó a resurgir, una chispa de resistencia. Si bien sus poderes estaban limitados por la influencia de Anatema, no iban a caer sin luchar.
Nanamin, con un suspiro lleno de determinación, susurró: "No... no puede ser el final."
Continuará.