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Chapter 42 - Episodio 42: El pasado

Hace ocho años, Taejoo y Law se encontraban en una etapa llena de esperanzas, pero también de dificultades, en la que sus sueños de un futuro mejor parecían cada vez más distantes. Ambos compartían un deseo ferviente de ingresar a la prestigiosa Academia Historia, pero las circunstancias eran abrumadoramente difíciles para ellos.

Taejoo, desde pequeña, había crecido en un entorno donde la lucha por sobrevivir era constante. Sus padres, aunque no malintencionados, nunca habían brindado el apoyo emocional que necesitaba. El abandono, el maltrato y la indiferencia fueron compañeros frecuentes en su vida, y como mujer, enfrentaba el sexismo y la cosificación de una sociedad que solo la veía como un objeto, un trofeo para ser conquistado. Todo esto forjó en ella una personalidad fuerte, resiliente, pero también desconfiada y herida. Su mayor sueño, el cual compartía con Law, era escapar de esa vida que nunca le ofreció compasión, y la Academia Historia representaba la única puerta hacia algo mejor, un futuro en el que finalmente podría decidir su propio destino.

Por otro lado, Law venía de una familia pobre, pero no en un sentido extremo. Tenía lo justo para sobrevivir, aunque siempre le habían inculcado que alcanzaría grandes logros. Durante su infancia, sus padres le hablaban de un futuro brillante, lo que alimentaba su esperanza de que algún día saldría de la pobreza y lograría tener una vida exitosa. Sin embargo, con el paso de los años, se dio cuenta de que sus sueños se desvanecían frente a la realidad. La universidad en la que estaban era una de las más públicas y, aunque no carecían de recursos inmediatos, la vida allí era desoladora. Los pasillos lúgubres, los profesores desmotivados y el ambiente deprimente hacían que fuera difícil imaginar un futuro próspero.

A pesar de todo, Law y Taejoo se apoyaban mutuamente. Se entendían de una manera que pocos podían comprender, pues ambos tenían el mismo deseo de escapar de sus circunstancias. A lo largo de los años, compartieron largas noches de estudio, luchando por sus sueños mientras la vida les arrojaba obstáculos tras obstáculos.

El lugar en el que se encontraban parecía cada vez más opresivo, con una sensación de desesperanza que se cernía sobre ellos. Pero, a pesar de todo, mantenían la esperanza de que algún día podrían alcanzar lo que tanto anhelaban. La Academia Historia no era solo un lugar de educación, sino un símbolo de todo lo que deseaban: una oportunidad de ser algo más, de dejar atrás el sufrimiento y la limitación de sus realidades.

El destino, sin embargo, tiene formas misteriosas de actuar. Aunque la vida en la universidad pública era difícil, y aunque sus caminos hacia la Academia Historia parecían siempre alejados, algo sucedería en sus vidas que cambiaría su destino para siempre.

Era un día cualquiera en la universidad, con los pasillos llenos de estudiantes, pero la atmósfera en la cafetería era tranquila. Taejoo y Law se encontraban en su mesa habitual, disfrutando de un descanso merecido después de una mañana llena de clases y tareas. Ambos se miraban como si el mundo a su alrededor no existiera. La comida era sencilla, pero eso no importaba. Estaban juntos, y eso era lo único que realmente importaba en ese momento.

Taejoo tomó un bocado de su sándwich, mirando pensativamente a Law. El chico parecía perdido en sus propios pensamientos, como si también estuviera pensando en el futuro, en lo que sería de ellos dos una vez que terminara la universidad.

"¿Te has preguntado alguna vez qué pasará después de todo esto?", preguntó Taejoo, con una sonrisa melancólica. "No me refiero solo a los estudios, sino a lo que viene después… ¿a dónde vamos a ir?"

Law la miró, sintiendo la misma inquietud. Ambos sabían que las probabilidades de entrar a la Academia Historia eran pequeñas, pero aún así, ese era su sueño compartido. La idea de continuar su educación en un lugar donde pudieran realmente crecer, dejar atrás todo lo que los mantenía atrapados en su mundo limitado, era lo que los mantenía en pie.

"Lo he pensado", respondió Law, mientras tomaba un sorbo de su bebida. "Lo único que sé es que no quiero quedarme aquí, en este lugar que nos limita. No quiero pasar toda mi vida en esta universidad, entre estos muros grises y personas que no comprenden lo que realmente podemos hacer."

Taejoo asintió, entendiendo a la perfección lo que él quería decir. "Lo sé. Aquí estamos, rodeados de tanta mediocridad. Pero... ¿y si no conseguimos entrar? ¿Qué pasa si todo esto no es suficiente?"

Law dejó la bebida a un lado y se inclinó hacia ella, tomando sus manos. "Taejoo, no importa lo que pase. Lo que importa es que seguimos juntos en esto. Sé que no venimos de un buen lugar, y que las cosas son difíciles. Pero eso no define lo que podemos ser. Podemos construir nuestro propio futuro. Podemos crear nuestras oportunidades. Si la Academia Historia no funciona para nosotros, encontraremos otro camino."

Taejoo sonrió, con la mirada fija en él. Sus palabras tenían poder, porque sabía que, sin importar cuán dura fuera la realidad, juntos podían enfrentarlo todo. "¿Sabes, Law? Lo único que necesito es que estemos juntos. No importa lo que pase, mientras tengamos a alguien en quien confiar, siempre habrá una posibilidad."

Ambos compartieron una mirada que decía más que mil palabras. Era una promesa no verbalizada, una promesa de no rendirse, de luchar por lo que querían. Sabían que el futuro era incierto, pero también sabían que tenían el uno al otro, y eso los hacía imbatibles.

Con una última sonrisa, Taejoo levantó su vaso y brindó con Law, "Por nuestro futuro, aunque no sepamos cómo será."

"Por nuestro futuro", repitió Law, levantando su vaso en señal de acuerdo.

En ese momento, aunque el futuro fuera incierto, todo parecía posible.

Esa tarde, después de un día agitado en la universidad, Taejoo y Law caminaban por las calles rumbo a sus casas. La conversación, como siempre, se desvió hacia el futuro, hacia lo que querían lograr, sus sueños y aspiraciones.

"¿Te imaginas?", dijo Taejoo con una sonrisa suave, mirando a Law mientras caminaban por la acera, "En unos años, casándonos, formando una familia… quizás podamos vivir en un lugar mejor, uno donde no tengamos que preocuparnos por nada más que por ser felices."

Law sonrió, sin responder de inmediato. Sabía que Taejoo siempre soñaba con un futuro mejor, uno lleno de tranquilidad y estabilidad. A veces, le parecía un sueño lejano, pero, al mirarla, sentía que si existía un futuro en el que todo eso fuera posible, lo construirían juntos.

"Me gustaría eso", respondió Law finalmente, "Pero no quiero que sea solo un sueño, Taejoo. Quiero hacerlo realidad. Un hogar, hijos, una vida tranquila… Aunque, ya sabes, no es fácil. Las cosas nunca son fáciles."

Taejoo asintió, sabiendo que Law tenía razón. Sin embargo, en el fondo, ambos sentían que valía la pena luchar por ese futuro. Mientras hablaban, un ruido de pasos rápidos los interrumpió.

Antes de que pudieran reaccionar, tres hombres aparecieron frente a ellos, bloqueándoles el paso. Uno de ellos sacó un cuchillo, y otro, un bate de baseball.

"Danos todo lo que tienen", ordenó el líder, con una voz fría y peligrosa.

Taejoo y Law se detuvieron en seco, sorprendidos y algo asustados. Law intentó dar un paso atrás, pero los ladrones no lo permitirían. "Vamos, rápido. No tenemos tiempo para juegos", gruñó el líder, acercándose más, mientras los otros dos rodeaban a Taejoo y Law.

Pero antes de que la situación pudiera escalar, una figura apareció de la nada. Una chica, con una capucha oscura que cubría su rostro, se lanzó hacia los ladrones con una rapidez impresionante. Con un ágil movimiento, derribó al primero, el que sostenía el cuchillo, dejándolo fuera de combate.

"¿Qué rayos?" murmuró uno de los ladrones, antes de que la chica se moviera de nuevo, con un movimiento fluido y preciso, y derribara a otro. En un parpadeo, los tres hombres estaban en el suelo, atónitos y derrotados.

Taejoo y Law, aún en shock, miraron a la chica, que se levantó con gracia y los observó brevemente. La capucha oscura se movió ligeramente, revelando una parte de su rostro. Era difícil de identificar, pero había algo en su mirada que les resultaba familiar.

"Estén tranquilos, ya está todo controlado", dijo la chica con voz firme, mientras se giraba para irse. Sin embargo, antes de alejarse, miró a Taejoo y Law una vez más, esta vez con una sonrisa irónica. "No se metan en problemas, ¿vale?"

Ambos se quedaron mirando, desconcertados por lo que acababa de suceder. La chica se desvaneció en la oscuridad de la noche, tan rápido como había aparecido, dejándolos en silencio.

Taejoo, aún con la adrenalina corriendo por sus venas, miró a Law. "¿Te das cuenta de lo que acaba de pasar? ¿Quién era esa chica?"

Law la miró pensativo, sintiendo una mezcla de desconcierto y curiosidad. "No tengo idea. Pero… eso fue algo impresionante. ¿Cómo hizo todo eso tan rápido?"

Taejoo asintió, aún sin poder comprender lo que acababan de vivir. "Eso no fue algo normal. Tal vez sea alguien como nosotros. Alguien con habilidades especiales."

Law frunció el ceño, pensativo. "Tal vez. Pero eso… eso no fue algo común. Quién sea, parece que tiene sus propios asuntos."

Ambos se quedaron en silencio por un momento, procesando lo sucedido. Sin embargo, a pesar de la confusión y el desconcierto, Taejoo no pudo evitar sentir que, de alguna manera, sus vidas acababan de dar un giro inesperado. Algo grande estaba por suceder.

Taejoo y Law, aún procesando lo sucedido, comenzaron a caminar hacia sus casas, pero algo seguía rondando sus mentes. La imagen de la chica que los había salvado permanecía en sus pensamientos. No solo había sido rápida y precisa, sino que había demostrado una destreza en combate que no podían ignorar.

"¿Te das cuenta de lo que acabamos de ver?", dijo Taejoo, rompiendo el silencio. "Esa chica, ella... no sé, es diferente. Muy diferente."

Law asintió pensativo. "Sí, se movió con una agilidad impresionante. Y sin una gota de magia o poderes extraños. Eso fue todo habilidad."

Taejoo frunció el ceño. "Y ni siquiera nos dijo su nombre. ¿Qué tipo de persona se mete en un lugar como ese, arriesgando su vida por unos completos desconocidos?"

Law se detuvo por un momento y miró a Taejoo. "No sé, pero algo me dice que no fue casualidad. Tal vez nos conoce de algún lugar."

En ese momento, ambos comenzaron a hacer conexiones en sus mentes, pero no lograban identificar quién podría ser esa chica.

Kats, como mencionabas, era una chica que se había hecho a sí misma. Había crecido en circunstancias duras, sin un lugar donde sentirse realmente segura, pero eso solo la había vuelto más fuerte. Se entrenó en artes marciales desde muy joven y pasó años perfeccionando sus habilidades, convirtiéndose en una experta en combate cuerpo a cuerpo y en el uso de diversas armas. Su habilidad física era impresionante, y aunque no contaba con poderes sobrenaturales, su disciplina y su determinación la convertían en una de las luchadoras más formidables que cualquiera podría enfrentar.

Pero lo que realmente la impulsaba a actuar era un profundo sentido de justicia. Aunque a menudo mantenía su vida en las sombras, Kats no podía soportar ver injusticias o situaciones en las que personas indefensas eran atacadas sin razón alguna. Eso la llevó a intervenir en el asalto a Taejoo y Law, a pesar de no conocerlos. En ese momento, no se trataba de salvar solo a dos desconocidos; era una oportunidad para actuar de acuerdo con sus propios principios.

La noche avanzó, y a pesar de que ambos chicos no sabían la identidad de la misteriosa salvadora, algo en sus corazones les decía que sus destinos ya se habían cruzado por una razón. Taejoo, con su curiosidad natural, no podía dejar de pensar en la chica, preguntándose si la volverían a ver algún día.

Finalmente, Law rompió el silencio mientras continuaban caminando. "Sea quien sea, no creo que sea alguien con quien debamos meternos en problemas. Tiene una fuerza impresionante, y algo me dice que no le gustaría que la siguiéramos."

Taejoo asintió. "No sé si la sigamos, pero tal vez en el futuro, nuestras vidas se crucen nuevamente."

Lo que ninguno de los dos sabía era que, efectivamente, sus destinos estaban entrelazados. Kats no solo los había salvado, sino que su historia estaba comenzando a conectarse de formas que aún no podían imaginar.

Esa noche, Taejoo y Law llegaron a sus respectivas casas, cada uno sumido en sus pensamientos. La adrenalina del asalto y la intervención de la misteriosa chica seguían presentes en sus mentes.

Taejoo, al entrar a su hogar, se dejó caer sobre el sofá con un suspiro pesado. Todo había sido tan repentino, tan inesperado. Aún no podía creer que casi había sido asaltada, y menos aún que una extraña hubiera intervenido de esa manera, salvándolos sin pensarlo dos veces. Miró a su alrededor, en la quietud de su apartamento, buscando algo que la reconfortara. Pero no podía quitarse de la cabeza el rostro de esa chica, Kats.

Por un momento, la chica se convirtió en un enigma. ¿Quién era ella? ¿Por qué los había ayudado? ¿Y qué la había motivado a actuar? Taejoo se preguntaba si alguna vez volverían a cruzarse.

Por otro lado, Law también regresó a su hogar, aunque su mente estaba igualmente atrapada en lo ocurrido. La pelea con los ladrones, el sonido de las pistolas y, sobre todo, la intervención de la chica. Aunque había sido valiente, la actitud de Kats había sido tan segura, tan profesional. No parecía ser una simple persona corriente. Él la había visto actuar con la habilidad de alguien que había entrenado toda su vida. Eso no era algo común.

Se sentó en su cama, mirando al vacío por un largo rato. Los pensamientos sobre su futuro, la universidad, y lo que sucedería si alguna vez se encontrara con ella de nuevo no dejaban de rondar su cabeza. Aunque el hecho de que no lo conociera lo desconcertaba, algo en su interior le decía que sus caminos se volverían a cruzar.

Al final, tanto Taejoo como Law se quedaron en silencio esa noche, sus mentes ocupadas con la misma pregunta: ¿Quién era realmente la chica que los había salvado?

Kats estaba concentrada, afilando sus cuchillos con precisión, el sonido del metal raspando el afilado filo llenaba la habitación. Aunque no era una experta en armas, había aprendido a usarlas por necesidad, cada una de ellas, una extensión de su cuerpo, su última línea de defensa en el mundo que conocía. Mientras lo hacía, su mente reflexionaba sobre el encuentro del día anterior. Taejoo y Law, una pareja tan inesperada, y ella, una extraña que se había cruzado en su camino por pura casualidad. Sin embargo, algo en su interior le decía que esos dos no eran simplemente una coincidencia, que su destino estaba vinculado de alguna manera.

El repentino sonido de un golpe en la puerta la sacó de su concentración. Kats se enderezó rápidamente, mirando hacia la entrada con cautela. Sin decir una palabra, se levantó con gracia y silenciosa como una sombra. Sabía que no siempre las visitas eran agradables.

Al abrir la puerta, se encontró con dos hombres vestidos con trajes rojos, su presencia era intimidante. No parecían estar allí por una charla amistosa. Sus rostros eran serios, fríos. Los dos se miraron entre sí antes de que uno de ellos hablara, su voz grave y calculadora:

—Sabemos lo que hiciste, Kats —dijo el hombre al frente, sus ojos observándola con un aire de desdén—. No creemos que lo hayas hecho por bondad. Estás jugando con fuerzas que no comprendes.

Kats, sin perder la calma, se cruzó de brazos y les respondió con una sonrisa fría, aunque sus ojos brillaban con una mezcla de desdén y desconfianza.

—No me gusta que me sigan, chicos. Si saben lo que hice, entonces deberían saber que no soy alguien con quien quieran meterse.

Los hombres de traje rojo intercambiaron una mirada. El ambiente se volvía tenso, cada uno esperando que el otro diera el siguiente paso.

—Lo que hacemos o no hacemos no te concierne, Kats —dijo uno de los hombres, sus palabras con un toque de amenaza—. Pero si no te alejas, puede que lo que venga sea más grande de lo que imaginas.

Kats no se dejó intimidar. Aunque su interior sabía que estos hombres no eran simples funcionarios, ni meros matones, su tono siguió firme.

—Lo que venga, lo enfrentaré —respondió, su voz desafiante, tan segura como siempre.

Los dos hombres la miraron, sus ojos endurecidos, y tras un silencio incómodo, uno de ellos hizo un gesto como si estuviera decidiendo si continuar o no. Finalmente, con un último vistazo lleno de desaprobación, los hombres dieron media vuelta.

—Recuerda lo que te dijimos —dijo el hombre que había hablado primero—. No te hagas la heroína, o algo peor vendrá para ti.

Kats observó cómo se alejaban, con una ligera sonrisa en su rostro. Sabía que no sería tan fácil deshacerse de ellos, pero no se dejaría amedrentar. Sabía que en este mundo, todos jugaban su propio juego y que, al final, cada quien tendría que enfrentarse a lo que había sembrado.

Sin embargo, en el fondo de su mente, algo inquietante le decía que esos hombres no se irían tan fácilmente. Había algo más grande en juego, algo que ni ella podía controlar por completo.

Kats se giró lentamente, sintiendo una presencia aún más imponente que la de los hombres de traje rojo. Un hombre alto, de porte elegante pero con una fuerza palpable en su postura, apareció detrás de ella, como una sombra que había estado esperando el momento adecuado para manifestarse. Su rostro era frío y calculador, su mirada penetrante como si pudiera ver directamente a través de ella.

—Así que, eres la famosa Kats —dijo el hombre con voz profunda y suave, pero cargada de poder—. He estado observando tus movimientos, y tengo una propuesta que creo que te interesará.

Kats no se inmutó. A pesar de la sorpresa de la aparición, mantuvo su postura defensiva, como siempre lo hacía ante cualquier amenaza. Su respiración era calmada, pero sus sentidos estaban alerta. Este hombre no era alguien común, y su presencia lo demostraba.

—¿Y qué tienes para ofrecerme? —respondió con una sonrisa sardónica, pero sin mostrar miedo.

El hombre se acercó un paso más, su mirada fija en la de ella, como si estuviera evaluándola por completo. Sus ojos se entrecerraron mientras hablaba, con una serenidad que contrastaba con la violencia que emanaba de su ser.

—Soy el líder de Newton Force, un clan de sicarios con influencia global. Y tengo un trato que podría cambiar tu vida, Kats. No solo podrías unirte a nosotros, sino que podrías ser la más poderosa de todos nosotros. Eres fuerte, sí, pero sé que no lo eres todo. Con nuestra ayuda, te convertirías en imparable.

Kats se cruzó de brazos y lo miró fijamente. A pesar de la oferta tentadora, algo en su interior no confiaba en ese hombre, ni en sus promesas de poder. Sin embargo, la idea de pertenecer a un grupo como el suyo, con recursos ilimitados, poder y la oportunidad de subir en la jerarquía, le resultaba intrigante.

—¿Y qué es lo que quieres a cambio? —preguntó Kats, manteniendo su postura desafiante, pero con un atisbo de interés en su tono.

El líder de Newton Force sonrió levemente, un gesto que no alcanzaba a calmar la inquietud en su interior. Su voz se volvió aún más persuasiva, como si estuviera convencido de que la decisión ya estaba tomada.

—Nada en este mundo es gratis, Kats. Necesitamos alguien como tú en nuestra organización. Alguien que pueda eliminar a nuestros enemigos, alguien que no se detenga ante nada. A cambio, te ofreceré lo que siempre has querido: poder ilimitado, influencia, respeto... y una vida sin las cadenas que te han mantenido atada hasta ahora.

Kats sintió un impulso de pensar en su pasado, en todo lo que había sufrido, en las personas que la habían usado y pisoteado. El ofrecimiento de poder ilimitado sonaba tentador. Pero al mismo tiempo, su instinto le advertía que no todo era tan simple como parecía.

—¿Y si rechazo? —preguntó, su tono desafiante, pero con una ligera sombra de duda que dejó escapar.

El hombre la observó por un momento, luego su sonrisa desapareció y su mirada se volvió aún más fría, más peligrosa.

—Eso sería... un error, Kats. Si decides no unirte a nosotros, entonces te convertirás en un objetivo. Y créeme, nadie quiere estar en ese lado de la ecuación.

Kats no pudo evitar sentirse desbordada por un torrente de pensamientos. Sabía que este trato podría cambiar su vida, pero también sabía que no debía tomarse a la ligera. La oferta de poder siempre venía con un precio, y su instinto le decía que el precio de Newton Force podría ser mucho más alto de lo que ella estaba dispuesta a pagar.

Con una calma imperturbable, Kats finalmente respondió:

—Lo pensaré. Pero no me gustan las amenazas. Si tengo que unirme a alguien, será por mis propias razones, no porque me obliguen.

El líder de Newton Force la miró fijamente durante unos segundos, evaluando sus palabras, antes de dar un paso atrás. Su expresión se suavizó levemente, aunque la amenaza seguía latente.

—No tienes mucho tiempo para pensarlo, Kats. Pero te daré el tiempo que necesites. Recuerda, las oportunidades no esperan.

Con esas palabras, el hombre dio la vuelta, su figura desapareciendo en la oscuridad, dejándola sola con la decisión que tendría que tomar.

Kats se quedó allí, mirando el vacío por un largo rato, su mente llena de dudas y de posibles futuros, mientras el peso de la oferta de Newton Force caía sobre ella. Sabía que esta era una elección crucial, que marcaría su destino para siempre.

Kats, después de esos días llenos de incertidumbre, se encerró en su pequeño apartamento, buscando despejar su mente a través del entrenamiento. Se despertó temprano cada mañana, sin descanso, sin distracciones. Era su única forma de sentirse en control. Mientras otros dormían, ella afilaba sus cuchillos, estiraba sus músculos, y se entrenaba para cualquier cosa que pudiera venir. El recuerdo de la oferta de Newton Force seguía rondando en su mente, pero se negaba a ceder ante esa tentación. Necesitaba tiempo para pensar, pero el tiempo no era algo que podía permitirse.

En una esquina de la habitación, sobre una mesa de madera desgastada, descansaba su única arma: una pistola Beretta 9mm, plateada, con un brillo frío que reflejaba la luz débil del amanecer. La había tenido durante años, desde que comenzó a defenderse sola en un mundo que la había enseñado a ser dura, implacable. Para ella, esa pistola no solo representaba un medio para defenderse; era su compañero, su símbolo de supervivencia.

Mientras la sostenía, limpiándola cuidadosamente y practicando su agarre, Kats pensó en cómo había llegado hasta allí. La violencia siempre había estado presente en su vida, pero nunca había sido su primera opción. Había sido una niña huérfana, una chica a la que nadie había querido, pero ahora, con ese arma en mano, sentía que podía decidir su propio destino. La pistola era su elección, su respuesta a un mundo que la había querido quebrar.

Un golpe seco en la puerta la hizo levantar la mirada. Sus sentidos se agudizaron al instante. Nadie la visitaba, especialmente en esas horas tempranas. Guardó la Beretta en su funda con rapidez, asegurándose de que no quedara visible, antes de caminar hacia la puerta.

Cuando la abrió, se encontró con un hombre de traje negro, su rostro oculto bajo una capucha.

—¿Newton Force? —preguntó Kats, su voz cortante, pero con la seguridad de quien ya sabía la respuesta.

El hombre asintió lentamente, sin mostrar ninguna emoción.

—Es hora de que tomes una decisión. Has tenido tiempo suficiente, Kats.

Kats lo observó por un largo momento, sus ojos fríos y calculadores. Sabía que ese momento llegaría tarde o temprano. Miró el pasillo vacío detrás del hombre, como si estuviera buscando alguna salida o alguna pista. Pero no había nada. Solo la oportunidad frente a ella, y las consecuencias de lo que podría decidir.

—No estoy lista —respondió finalmente, su voz firme, aunque con una leve sombra de duda.

El hombre no pareció sorprenderse, pero su rostro permaneció inmutable.

—Recuerda que las oportunidades no esperan. Si no tomas nuestra oferta ahora, otro lo hará en tu lugar. Y no serán tan comprensivos como nosotros.

Con esas palabras, el hombre giró sobre sus talones y se alejó, dejando a Kats sola una vez más, pero con la presión de una decisión que no podía eludir por mucho más tiempo.

Kats cerró la puerta lentamente y volvió a la mesa donde descansaba su pistola. Volvió a sostenerla, mirándola fijamente, como si la respuesta estuviera ahí, en ese simple objeto de metal y fuego. Sabía que su vida estaba a punto de cambiar de alguna forma, pero no estaba segura de cuál camino tomaría. Sin embargo, algo dentro de ella la decía que, para ser libre, tendría que hacer algo que aún no podía prever.

Decidió continuar entrenando, al menos por ahora. La decisión aún podía esperar.

Esa noche, el silencio en el apartamento de Kats se rompió de nuevo por un golpe en la puerta. Ya lo esperaba. Había tenido todo el día para pensar en la oferta, y aunque no estaba completamente convencida, sabía que las oportunidades en su vida eran pocas. Y esta, aunque peligrosa, podría ser la única que le permitiría alcanzar el nivel que siempre había soñado.

Al abrir la puerta, el hombre de traje negro estaba allí nuevamente, con la misma expresión impasible, como si nada fuera capaz de alterarlo. No había sorpresa en su rostro, ni alegría, ni tristeza. Solo una fría profesionalidad.

—¿Estás lista? —preguntó con voz firme, como si ya supiera la respuesta.

Kats lo observó por un momento, sus ojos brillando con determinación. Sin dudar, cruzó los brazos frente a su pecho y dijo:

—Sí, acepto. Pero hay condiciones. No voy a trabajar con cualquiera. Si voy a unirme a ustedes, quiero todo: las mejores armas, el entrenamiento con los mejores, y quiero estar a la altura de los más fuertes de la organización. No quiero ser solo una pieza más en su tablero.

El hombre la miró con atención, evaluando cada palabra. Kats no era alguien que tomara decisiones a la ligera. Lo había demostrado en su tiempo de entrenamiento, cuando su disciplina y fuerza habían superado las expectativas de muchos. Esta no era una decisión impulsiva; era un paso calculado, pero no sin sus propios términos.

El hombre asintió lentamente, comprendiendo la magnitud de lo que ella pedía.

—Es una solicitud razonable. Pero debes entender que el entrenamiento y las armas que te ofrecemos no son para cualquiera. No serás tratada como un novato. Si te unieras, estarías bajo las reglas de Newton Force, donde solo los más fuertes sobreviven. Si realmente estás dispuesta a pagar el precio, lo obtendrás.

Kats asintió, su rostro decidido. No tenía miedo. La vida ya le había enseñado que, si quería algo, debía tomarlo con ambas manos, sin titubeos. Esta organización podría darle todo lo que necesitaba, y más. Pero a su vez, sería una batalla constante, una lucha para demostrar que merecía todo eso.

—Lo entiendo. —dijo con firmeza. —No soy de los que se echan atrás. Quiero ser la mejor, y eso es lo que me están ofreciendo. Lo tomaré.

El hombre hizo una breve pausa y, luego de un silencio que parecía eterno, habló de nuevo.

—Bien. Prepárate. Te daremos lo que pides. La próxima semana comenzamos el entrenamiento. Nos vemos pronto.

Sin decir más, el hombre se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Kats observó cómo se desvanecía en la oscuridad de la noche, una sensación extraña y electrizante recorriéndole el cuerpo. Un paso había sido dado. Y el siguiente sería aún más difícil.

Volvió al interior de su apartamento, se sentó frente a su mesa y, por un instante, contempló su pistola Beretta 9mm, la misma que había llevado siempre con ella. Pero ahora, en su mente, ya no solo pensaba en ella. Pensaba en lo que vendría. En las armas, en las técnicas, en la fuerza que alcanzaría.

Una sonrisa pequeña, casi imperceptible, apareció en su rostro. Sabía que el camino que había elegido sería peligroso, pero al mismo tiempo, sabía que solo así podría encontrar su lugar en el mundo. Sería más fuerte, mucho más fuerte. Y Newton Force le daría esa oportunidad.

El tiempo de las dudas había quedado atrás.

Kats se levantó temprano esa mañana, su mente clara y decidida. Había pasado los últimos días ajustándose a la idea de lo que estaba a punto de hacer, y la emoción de lo que vendría pronto la llenaba de adrenalina. Empacó todo lo esencial en una mochila pequeña: ropa ligera y cómoda, sus herramientas de trabajo, y por supuesto, su pistola Beretta 9mm, que había sido su compañera fiel en cada pelea y desafío que había enfrentado hasta ahora.

Con un suspiro profundo, miró por última vez su apartamento. Había sido su refugio durante años, pero ya no sentía que perteneciera a ese lugar. El futuro que había imaginado para ella estaba más allá de esas paredes. Sabía que este paso no solo marcaría un cambio físico en su vida, sino también un cambio profundo en su alma. La vida de sicario no era sencilla, pero se había preparado para eso.

Tomó su mochila, se echó la capucha sobre la cabeza y salió al exterior. La ciudad parecía más fría esa mañana, o tal vez solo era ella quien lo sentía así. Caminó por las calles con determinación, observando cada rincón con el ojo agudo de alguien que ya sabía que el mundo nunca había sido un lugar amable, pero que ahora estaba dispuesta a ser la cazadora, no la cazada.

Al llegar al lugar donde le habían indicado que debía presentarse, un edificio de aspecto desolado y cubierto de graffiti, Kats se detuvo frente a las puertas de hierro. Sabía que dentro de ese edificio estaban los hombres y mujeres que podrían cambiar su destino, pero también sabía que, para poder lograrlo, tendría que enfrentarse a ellos en más de un sentido. El miedo no tenía cabida aquí. El respeto, sí.

Cuando entró, el ambiente era pesado, denso, como si el aire estuviera impregnado con la tensión de todas las almas que habían pasado por allí. A través de los pasillos, las luces titilaban, y el sonido de murmullos, risas crueles y pasos firmes retumbaban en las paredes. Era el lugar perfecto para gente como ella: quienes no temían perderse a sí mismos en la oscuridad.

El hombre de traje negro, el mismo que la había contactado días antes, apareció de nuevo frente a ella, sin decir una palabra. Esta vez, su mirada era más fría, más calculadora. Parecía estar observando si Kats se arrepentiría, si titubearía siquiera por un segundo.

—Bienvenida, Kats. —dijo él, por fin, con voz firme—. Has hecho lo correcto al venir aquí. Ahora, veremos si realmente eres lo que dices ser.

Kats no mostró reacción alguna. No estaba aquí para hablar, solo para demostrar lo que era capaz de hacer.

—Estoy lista. —respondió, su voz implacable, una promesa de que no se dejaría vencer.

El hombre asintió, como si estuviera esperando que ella dijera exactamente eso.

—Sigue caminando. Te llevaré a tu entrenamiento. —dijo, dándose la vuelta sin esperar una respuesta. Kats lo siguió sin dudar.

Recorrieron varios pasillos hasta llegar a una sala de entrenamiento, donde una serie de armas, equipos de combate y dummies de práctica estaban dispuestos. La atmósfera era tensa, como si cada rincón estuviera lleno de observadores invisibles esperando a ver qué tan bien Kats se desempeñaría.

El hombre se detuvo y la señaló hacia un círculo en el centro de la sala.

—Quiero ver lo que tienes. No espero que seas perfecta, pero sí lo suficientemente buena para saber que esta no es una escuela. Es la vida real. Aquí no hay segundas oportunidades.

Kats asintió y comenzó a despojarse de la mochila, colocándola a un lado. Su pistola, que había guardado en su cinto, ya estaba lista. Su mirada se centró en el objetivo frente a ella. Sabía lo que tenía que hacer.

Primero, la pistola. Con un movimiento rápido y preciso, apuntó a los objetivos móviles que aparecían frente a ella. Cada tiro era calculado, cada impacto certero. No había margen para el error. El sudor comenzó a brotar en su frente, pero no titubeó. Sabía que el entrenamiento no terminaría con unos simples disparos.

Después de la pistola, vino el combate cuerpo a cuerpo. Se deshizo de su chaqueta, mostrando una camisa ajustada que le permitía moverse con libertad. Se enfrentó a varios de los entrenadores, hombres que se sabían expertos en artes marciales y en el uso de armas blancas. Cada golpe que Kats recibía la empujaba más allá de sus límites, pero cada golpe que ella daba era aún más certero.

Finalmente, el hombre de traje negro la observó desde la distancia, su expresión impasible. Kats sabía que en ese momento, su futuro estaba siendo decidido. Solo había una cosa que podía hacer: demostrar que merecía estar allí, entre los más fuertes.

El combate continuó, y cada vez que caía, se levantaba con más fuerza, más rabia. Ya no había espacio para la duda. Ella iba a ser una de los mejores. Y nada, ni nadie, la detendría.

Han pasado dos años desde que Law y Taejoo comenzaron a caminar juntos por la vida, uniendo sus destinos en una relación que no solo era de pareja, sino también de profunda comprensión y apoyo mutuo. A lo largo de este tiempo, ambos habían crecido no solo como individuos, sino también como pareja, superando obstáculos que parecían insuperables al principio.

Taejoo, con su espíritu fuerte y decidido, había logrado sobreponerse a los fantasmas de su pasado, mientras que Law, aunque herido por las adversidades de su vida, siempre había encontrado un refugio en ella. La relación de ambos se había vuelto más sólida a medida que compartían sus sueños, sus temores y, por supuesto, las pequeñas victorias del día a día.

A pesar de las dificultades de sus vidas pasadas, Taejoo y Law se habían convertido en un equipo. Cada mañana, se despertaban con la certeza de que no estaban solos en la lucha, en sus deseos de lograr algo mejor. En la intimidad de su hogar, el amor se sentía palpable en el aire, una conexión más profunda que las palabras. Desde que comenzaron a salir juntos, cada gesto, cada sonrisa, se había vuelto aún más significativo.

Taejoo, siempre analítica y reflexiva, sentía que este tiempo con Law la había cambiado. Había dejado atrás la incertidumbre de sus primeros días, y ahora veía un futuro claro junto a él. Sus corazones latían al unísono, cada paso que daban juntos los acercaba más al amor y la estabilidad que siempre habían deseado.

Law, por su parte, comenzaba a creer que, finalmente, la suerte había cambiado para él. La vida no siempre había sido amable, pero al lado de Taejoo, todo parecía más sencillo. Su amor era como un refugio, y ella su ancla en medio de las tormentas. Aunque aún le quedaban cicatrices, el simple hecho de tener a Taejoo a su lado lo hacía sentir que podía superar cualquier cosa.

Este día no era diferente de los demás, aunque algo en el aire parecía distinto. El día se había presentado tranquilo, pero mientras se preparaban para la noche, la relación de ambos daba un giro importante. Mientras Taejoo arreglaba algunos papeles y Law se encontraba haciendo un poco de ejercicio, él no podía dejar de pensar en el futuro que quería construir con ella. Su relación había crecido tanto que era hora de dar un paso más.

Después de un largo día, Law se acercó a Taejoo, quien lo miró con una sonrisa cálida. Sin palabras, él sacó una pequeña caja del bolsillo, y al abrirla, dentro brillaba un anillo de compromiso. Taejoo lo miró sorprendida, sus ojos se llenaron de emoción y comprensión. Era el momento, el momento en que ambos decidían unirse más allá de lo que ya estaban.

—Taejoo, quiero pasar el resto de mi vida contigo. No hay nada que desee más que compartir mi futuro a tu lado. ¿Quieres casarte conmigo?

La pregunta flotó en el aire, pero la respuesta de Taejoo fue instantánea. No necesitaba más palabras para saber que su destino estaba sellado. Sonrió y, con lágrimas en los ojos, asintió.

—Sí, Law. Claro que sí.

Esa noche, el futuro de Taejoo y Law se unió de manera irremediable. Sus corazones latían como uno solo, y, a partir de ahora, la vida les ofrecería nuevos desafíos, pero también nuevas oportunidades, juntos.

Lo que había comenzado como un sueño lejano, una relación frágil en medio de la adversidad, ahora era algo firme, algo que, aunque incierto en algunos aspectos, les pertenecía a ambos. Juntos, de la mano, el futuro parecía brillante, lleno de posibilidades y amor.

Jennifer siempre había tenido una gran pasión por la justicia y la idea de convertirse en heroína. Desde pequeña, soñaba con ser alguien que pudiera marcar la diferencia, luchar contra las injusticias y proteger a los débiles. Sin embargo, la vida no le dio el camino fácil. No solo tenía que enfrentarse a las dificultades cotidianas, sino también a un poder extremadamente peligroso: sus explosiones atómicas.

Este poder no era algo común. Desde que lo descubrió, Jennifer se dio cuenta de que era un arma letal, algo que podía destruir ciudades enteras si se descontrolaba. Por esta razón, siempre fue cautelosa al usarlo. Su habilidad no solo le otorgaba una fuerza explosiva, sino que también la hacía una persona extremadamente poderosa en términos de poder destructivo. Las explosiones atómicas eran su mayor amenaza y, al mismo tiempo, su mayor virtud. La duda siempre rondaba en su mente: ¿sería capaz de manejar un poder tan grande sin destruir lo que más amaba?

Jennifer comenzó a entrenar con rigurosidad. Sabía que si quería volverse una heroína, necesitaba controlarse. Pasaba días enteros en lugares aislados, perfeccionando su capacidad para generar explosiones sin causar daño innecesario. Aprendió a regular la intensidad y el alcance de sus poderes, aunque siempre con la constante preocupación de que en un momento de estrés o desesperación podría perder el control.

Pero a pesar de todo su entrenamiento, la gente que conocía a Jennifer la veía como alguien más, alguien ordinario que buscaba ser algo más grande. A veces, ella misma dudaba de su potencial, cuestionándose si realmente podría lograr lo que se proponía. Su vida, llena de sacrificios y dificultades, no era fácil, pero su sueño de ser una heroína la mantenía motivada. Tenía que probarle al mundo, y sobre todo a sí misma, que podía ser una fuerza para el bien.

A lo largo de los años, Jennifer se fue acercando cada vez más a su objetivo. Sin embargo, la presión de manejar una fuerza tan descomunal era agotadora. Sabía que una simple chispa de ira o frustración podría llevarla a liberar una explosión tan masiva que podría destruir todo a su alrededor. Por eso, había construido un muro alrededor de sus emociones, manteniéndose lo más tranquila posible, aunque en el fondo de su corazón sabía que estaba luchando contra una batalla interna.

A pesar de todo esto, Jennifer no perdió la esperanza. Con cada día que pasaba, sus habilidades se volvían más refinadas. Decidió que, aunque no pudiera usar su poder constantemente, cuando lo hiciera, sería para algo grande. No quería ser vista como una amenaza, sino como una heroína que siempre estaba lista para dar todo por la causa que creía justa.

Jennifer, aún joven y llena de ideales, se encontraba en una tienda local a sus 20 años, comprando algo rápido para comer después de un largo día de entrenamiento. Era una tarde tranquila, sin grandes eventos, hasta que algo que parecía ser un simple acto de justicia se convirtió en una tragedia que marcaría su vida para siempre.

Mientras salía de la tienda, Jennifer notó a una mujer que, con movimientos sospechosos, caminaba rápidamente por la acera con varias bolsas llenas de productos. Algo no le parecía bien. Al observarla con más atención, vio que la mujer claramente no había pagado por las cosas que llevaba. Era un robo descarado, y Jennifer, movida por su sentido de justicia, no dudó ni un segundo en intervenir.

Rápidamente se acercó a la mujer, intentó quitarle las bolsas y confrontarla. Sin embargo, la mujer, en un intento desesperado por escapar, se volvió y la atacó, tratando de golpearla. En ese momento, la frustración y la rabia que Jennifer sentía por la injusticia la desbordaron. Sin pensar en las consecuencias, su poder explotó de manera incontrolable. Un estallido violento, mucho más grande de lo que había planeado, se liberó de su cuerpo.

La onda expansiva de la explosión fue tan masiva que abarcó no solo la distancia entre ellas, sino también dos calles completas. Todo en su radio de acción se destruyó en un instante. La mujer, que había intentado golpearla, fue fatalmente alcanzada por la explosión. Cuando Jennifer vio lo que había ocurrido, su corazón se detuvo por un momento. La mujer, ahora caída y muerta, había sido la víctima de una reacción completamente involuntaria.

El caos a su alrededor solo empeoró la situación. El sonido de las sirenas y el gritar de las personas se mezclaban con el silencio absoluto que la rodeaba. Jennifer, horrorizada, se arrodilló en medio de los escombros, con los ojos llenos de lágrimas y el miedo apoderándose de su pecho. Nunca imaginó que algo tan sencillo como intentar hacer lo correcto terminaría en una tragedia tan devastadora.

No sabía qué hacer. Estaba paralizada, incrédula ante lo que acababa de suceder. La culpa se apoderó de su ser. ¿Cómo pudo hacer algo tan horrible? ¿Cómo podía seguir adelante después de esto?

Ese fue el momento en el que Jennifer comprendió lo que realmente significaba tener un poder tan destructivo. No era solo un regalo o una bendición, sino también una maldición. La responsabilidad que conllevaba usarlo sin control podía resultar en consecuencias irreversibles.

Se quedó allí, en el suelo, con la cabeza baja, luchando por procesar lo que había ocurrido. La muerte de la mujer le pesaba como una losa en el alma. Esa tragedia se convirtió en su lección más dolorosa: la del control absoluto sobre su poder, o las consecuencias serían aún peores. A partir de ese momento, la joven heroína que quería salvar al mundo tuvo que aprender a cargar con el peso de su propia oscuridad.

Después de la tragedia que causó sin querer, Jennifer quedó completamente destrozada. La explosión que había liberado, la muerte de la mujer y la destrucción a su alrededor la marcaron de una manera profunda. Los sentimientos de culpa y miedo la invadieron con tal intensidad que no pudo continuar con su vida como heroína. Su poder, que antes había considerado como una herramienta para hacer el bien, se convirtió en una amenaza que no podía controlar. Sentía que cualquier intento de usarlo podría llevarla a causar más daño, y la idea de herir a alguien más, incluso sin querer, era algo que ya no podía soportar.

Así que, en un acto de desesperación, decidió alejarse por completo de sus ideales heroicos. Dejó atrás cualquier intento de usar su poder para hacer el bien. En su lugar, se sumió en algo más práctico, algo que la hiciera sentir que, de alguna manera, podría redimir sus errores. Fue entonces cuando decidió ingresar al área de cirugía, enfocándose en convertirse en una doctora, una especialista en la reparación de cuerpos rotos, como una forma de expiar su culpa.

El doctorado en cirugía se convirtió en su refugio, un lugar donde podía mantener su mente ocupada y alejada del recuerdo de la tragedia. Los años de estudios y prácticas fueron difíciles, pero Jennifer se dedicó con toda su energía a aprender y perfeccionar sus habilidades médicas. Al principio, lo hizo porque pensaba que, si no podía salvar a las personas con sus poderes, podría salvarlas de otras maneras, reparando lo que estaba roto, sanando lo que había sido dañado.

A medida que avanzaba en su formación, comenzó a entender mejor cómo las personas podían sanar no solo físicamente, sino emocionalmente. En el fondo, deseaba que su propia alma también pudiera encontrar la curación que tanto necesitaba. Aunque estaba sumergida en el mundo de la medicina, el trauma de ese día seguía acechándola, recordándole que no podía confiar plenamente en su poder ni en sí misma.

Así, Jennifer vivió una vida dividida entre su presente como cirujana y el doloroso pasado de heroína frustrada. Los recuerdos de la explosión, la muerte de la mujer y el miedo a usar su poder otra vez se mantuvieron como sombras persistentes, pero ella se aferró a la esperanza de que, al menos, podía sanar a aquellos que necesitaban ayuda, aunque fuera de una forma diferente a la que había imaginado originalmente.

El trabajo de cirujana la hizo sentir útil, y de alguna manera, le dio un propósito renovado. Sin embargo, cada día sentía que la deuda con su pasado aún estaba pendiente. En su mente, la redención parecía lejana, pero en su corazón, Jennifer aún soñaba con una segunda oportunidad para salvar a los demás, de una manera que no destruyera nada ni a nadie en el proceso.

Chuuya, una chica de New Argentina, tenía un temperamento bastante rebelde y fuerte. Desde pequeña, siempre se sintió un poco fuera de lugar debido a su actitud ruda y su estilo de vida algo desconectado de las expectativas tradicionales. Siempre llevaba ropa masculina, ya que sentía que era la forma en que realmente podía expresarse. Desde joven, tuvo claro que su poder, la manipulación de la gravedad, era una habilidad única y poderosa, y aunque no quería ser una heroína en el sentido clásico, sí deseaba usarlo para algo más grande. Quería ser profesora, enseñar a los jóvenes y transmitirles sus conocimientos.

Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba. Su forma directa y a veces áspera de interactuar con los estudiantes no fue bien recibida. A pesar de sus habilidades excepcionales y su inteligencia, su actitud no encajaba en el ambiente escolar. Los niños la veían como alguien distante y severa, y la mayoría de los jóvenes no sentían la conexión que ella esperaba. Intentó ser amable, intentó seguir los protocolos, pero siempre se sentía incomprendida, como si su forma de ser fuera demasiado cruda para este mundo.

Una tarde, mientras daba una clase, un niño en particular, que se burlaba de ella junto con otros, le sacó de sus casillas. En un arranque de enojo, Chuuya usó su poder sin pensarlo y levantó al niño con la gravedad, suspendiéndolo en el aire, mostrándole su capacidad de control. Fue un momento de total descontrol por su parte, su furia acumulada finalmente explotó.

El niño, al darse cuenta de que la situación estaba fuera de control, comenzó a calmarla, hablando con ella de manera calmada. "Por favor, Chuuya... No quería hacerte enojar. Sé que eres diferente, pero no tienes que ser así. Todos tenemos algo por lo que luchar." Sus palabras, aunque simples, llegaron a tocar el corazón de Chuuya.

Se dio cuenta de lo que había hecho, y de la manera en que su rabia había afectado a un niño inocente. El enojo se transformó en vergüenza y arrepentimiento. Bajó al niño al suelo y lo dejó ir, pidiendo disculpas de inmediato.

El incidente dejó una marca en ella. Aunque se dio cuenta de que no quería ser una figura de autoridad que generara miedo, también entendió que debía encontrar una forma de canalizar su enojo de manera más constructiva. Se dedicó a reflexionar sobre sus propios problemas emocionales y sobre cómo podía mejorar su enfoque hacia la enseñanza y hacia las personas.

Esa fue la primera lección importante para Chuuya: tener poder no significaba solo control sobre los demás, sino también sobre uno mismo. Si quería ser profesora, tendría que aprender a ser paciente, comprensiva y, sobre todo, a manejar sus propios sentimientos. El camino hacia convertirse en la profesora que siempre soñó sería largo, pero este incidente fue un paso importante hacia la madurez y la autoaceptación.

A partir de ese momento, Chuuya comenzó a buscar formas de mejorar sus relaciones con los demás. Comenzó a trabajar en su actitud, a ser más empática con sus estudiantes, y a equilibrar su increíble poder con una mayor responsabilidad y comprensión hacia los demás. Aunque su camino aún estaba lleno de altibajos, cada día se acercaba más a la versión de sí misma que siempre había deseado ser.

Después de cuatro años de trabajo arduo y crecimiento personal, Chuuya había logrado establecerse como una excelente profesora en New Argentina. Había aprendido a equilibrar su carácter y su poder, logrando conectar con sus estudiantes de una manera que nunca imaginó. Ya no era la chica rebelde y distante que solía ser. Ahora, se había ganado el respeto y la admiración de sus alumnos, y muchos de ellos incluso la consideraban una amiga. Sus clases, antes rígidas y difíciles, ahora estaban llenas de diversión, desafíos y momentos de aprendizaje genuino. Había encontrado su lugar, y por fin sentía que estaba cumpliendo su propósito.

Sin embargo, un día, mientras Chuuya se encontraba en su despacho revisando algunos documentos, una carta llegó con un sello extraño, algo que no reconocía de inmediato. Era un sobre de color negro con letras doradas, lo que hacía que se sintiera intrigada, pero al mismo tiempo algo desconcertada. Al abrirlo, leyó con atención:

"Chuuya,"

"Dentro de dos años, te llamaremos para que te unas a la Academia Historia. Tu potencial no ha pasado desapercibido, y creemos que eres la persona adecuada para ayudar a los jóvenes, formarlos y guiarlos en sus habilidades. Estaremos en contacto para más detalles. Prepárate, tu futuro te está esperando."

"Rigor."

Al leer el nombre de Rigor, un hombre con el que había tenido algo de interacción en el pasado, Chuuya sintió una mezcla de emoción y ansiedad. La Academia Historia, un lugar renombrado por sus altas expectativas y la formación de jóvenes con poderes y habilidades excepcionales, era un desafío enorme. Ser parte de ese entorno era un honor, pero también implicaba un nivel de responsabilidad que Chuuya nunca había imaginado.

En ese momento, se dio cuenta de que su vida, tal como la conocía, iba a cambiar drásticamente en los próximos dos años. La idea de enseñar en la Academia Historia significaba un paso más allá de su zona de confort, un reto aún mayor. Sin embargo, Chuuya estaba lista. Había recorrido un largo camino desde aquel incidente con el niño, y ahora se sentía preparada para enfrentar lo que viniera.

Guardó la carta en su cajón con una sonrisa, mirando por la ventana. El futuro parecía incierto, pero ya no le tenía miedo. En su corazón sabía que había crecido lo suficiente como para aceptar este nuevo reto y, con ello, asumir un papel aún más importante en la formación de la próxima generación. La Academia Historia era solo el siguiente capítulo en su viaje, y estaba lista para tomarlo con fuerza y determinación.

Con el tiempo, Chuuya se preparó tanto mental como físicamente para los desafíos que vendrían. No solo entrenó más sus habilidades con la gravedad, sino que también se dedicó a estudiar los métodos de enseñanza y liderazgo que serían necesarios para guiar a esos jóvenes con tanto potencial. Sabía que su vida en la Academia Historia no sería fácil, pero también entendió que este era el siguiente paso para ser la persona que siempre soñó ser: una mentora capaz de cambiar el destino de aquellos que la siguieran.

El futuro ya no era algo aterrador para Chuuya. Ahora, lo veía como una oportunidad para trascender y dejar una huella más allá de su propio camino.

Un año después de que Law y Taejoo se mudaran a una casa tranquila, alejada del bullicio de la ciudad pero cerca de las comodidades urbanas, sus vidas se habían vuelto más serenas. Habían encontrado un equilibrio en su relación, disfrutando de la paz y la estabilidad que tanto deseaban. Después de tanto tiempo de esfuerzos y sueños compartidos, finalmente podían construir su futuro juntos. A pesar de estar alejados de la vida frenética de la ciudad, ambos se sentían completos y felices con su vida, centrados el uno en el otro.

Durante los tres meses anteriores, habían intentado concebir un hijo. La idea de formar una familia siempre estuvo en sus corazones, pero sabían que no sería algo fácil. Los esfuerzos continuos finalmente dieron sus frutos cuando, en abril, Taejoo decidió hacerse una prueba de embarazo, sin esperar realmente que tuviera resultados positivos. Había pasado tanto tiempo intentando sin éxito, que no esperaba que esta vez fuera diferente.

Pero cuando vio el resultado en la prueba, su corazón dio un vuelco. El pequeño indicador mostraba claramente el símbolo positivo. En ese momento, el mundo a su alrededor pareció detenerse. Taejoo, con los ojos bien abiertos y la respiración entrecortada, sostuvo la prueba con una mano temblorosa. ¡Estaba embarazada! El pensamiento de tener un hijo con Law, la persona con la que había compartido tantas experiencias, se apoderó de su mente y no podía dejar de sonreír, aunque sentía una mezcla de incredulidad y felicidad. Finalmente, la familia que ambos habían deseado tanto comenzaría a formarse.

Con una sonrisa emocionada y lágrimas en los ojos, Taejoo salió corriendo hacia la sala donde Law estaba, temblando de felicidad. "¡Law!" exclamó, mientras mostraba la prueba de embarazo en sus manos. Law, al ver la expresión radiante de su esposa, se acercó rápidamente y miró la prueba, casi sin creerlo. Después de unos segundos, una sonrisa genuina, llena de asombro y alegría, iluminó su rostro.

"¡Lo logramos!" dijo Law, tomando a Taejoo en sus brazos, abrazándola con fuerza. "Vamos a ser padres."

El amor y la emoción entre ellos eran palpables. Habían pasado por tantas dificultades, y ahora estaban por comenzar la aventura más hermosa de sus vidas: ser padres.

Ambos sabían que la vida cambiaría por completo, que los desafíos serían grandes, pero el amor que se tenían mutuamente les daba la fuerza para enfrentar lo que viniera. Estaban listos para comenzar esta nueva etapa con el corazón lleno de esperanza, sabiendo que juntos podrían darle al niño que esperaban una vida llena de amor, apoyo y seguridad.

Este fue solo el comienzo de un nuevo capítulo en la vida de Taejoo y Law, uno que los unió aún más como pareja y los llevó a un futuro lleno de promesas y alegría.

Pasaron semanas desde que Taejoo descubrió su embarazo, y la pareja vivió con una mezcla de emoción y nerviosismo cada día. Las visitas al médico se volvieron frecuentes, y con cada chequeo, la realidad de convertirse en padres se hacía más tangible. Taejoo y Law pasaban horas hablando de nombres, soñando con el futuro y planificando cómo decorar la habitación del bebé. Era un tiempo lleno de amor y esperanza.

Finalmente, llegó el día del ultrasonido en el que descubrirían el sexo del bebé. Taejoo estaba recostada en la camilla, mientras Law permanecía a su lado, sosteniéndole la mano con fuerza. Ambos observaban la pantalla con los ojos llenos de emoción, escuchando atentamente las palabras de la doctora.

Cuando la enfermera salió de la sala con una expresión amable, Law y Taejoo intercambiaron miradas, ansiosos por escuchar la noticia. La enfermera sonrió ampliamente y, con una voz cálida, anunció:

"Es una niña."

Law parpadeó un par de veces, procesando las palabras, y luego una sonrisa increíblemente amplia apareció en su rostro. Se inclinó hacia Taejoo, todavía tumbada, y la abrazó con cuidado, susurrando:

"Vamos a tener una niña, Taejoo. Una hermosa niña."

Taejoo, con lágrimas de felicidad rodando por sus mejillas, apretó la mano de Law. "Lo sabía, siempre lo sentí en mi corazón," dijo entre risas suaves, mientras miraba a la pantalla del ultrasonido. La pequeña figura borrosa era su hija, una vida que ya amaban más allá de las palabras.

El camino hacia la paternidad ya había sido una montaña rusa de emociones, pero en ese momento, todo pareció encajar. Saber que traerían al mundo a una niña los llenó de una alegría indescriptible. La idea de cuidar, amar y criar a esa pequeña persona los motivó aún más a enfrentar cualquier obstáculo que se les presentara.

De camino a casa, Law y Taejoo no dejaron de hablar sobre los sueños que tenían para su hija: el nombre que le pondrían, los valores que querían enseñarle y las cosas que querían compartir con ella. Ese día marcó un antes y un después en sus vidas, un momento que siempre recordarían como el comienzo de algo verdaderamente especial.

El 12 de diciembre marcó el día que cambiaría para siempre la vida de Taejoo y Law. Esa mañana comenzó como cualquier otra, pero pronto Taejoo sintió las primeras contracciones. El dolor era intenso, y aunque ella estaba preparada para este momento, la realidad del parto la golpeó con fuerza. Law, nervioso pero decidido a mantenerse firme por su esposa, reaccionó rápidamente y la ayudó a llegar al vehículo para llevarla al hospital más cercano.

En el trayecto, Law intentó calmar a Taejoo con palabras de aliento, aunque por dentro estaba igual de asustado y emocionado. "Todo saldrá bien, Taejoo, estás haciendo un trabajo increíble", repetía mientras aceleraba, manteniendo la concentración en la carretera.

Cuando llegaron al hospital, un grupo de doctores y enfermeras se apresuraron a recibirlos. Taejoo fue llevada de inmediato a la sala de parto, mientras Law se quedó afuera, esperando ansiosamente. Cada segundo parecía una eternidad. Escuchaba el eco de los pasos de los médicos y el murmullo de las conversaciones, pero nada lograba calmar su ansiedad. Solo podía pensar en Taejoo y en su futuro hijo.

Después de horas de trabajo de parto, una enfermera salió de la sala con una sonrisa y dijo emocionada: "¡Felicidades! Han tenido una hermosa niña."

Law, al escuchar la noticia, dejó escapar un suspiro de alivio y una sonrisa de alegría llenó su rostro. Sin embargo, con su característico sentido del humor, respondió: "Gracias, pero la que merece las felicitaciones es mi esposa. Ella hizo todo el trabajo. Yo solo puse mi granito de arena en la parte de la fertilidad."

La enfermera rió ante su comentario y lo condujo a la habitación donde Taejoo descansaba, agotada pero con una expresión de paz y felicidad. En sus brazos sostenía a la pequeña, envuelta en una manta. Cuando Law se acercó, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a su hija por primera vez. Era tan pequeña y perfecta.

"Es hermosa, Taejoo," dijo, tomando delicadamente la mano diminuta de la bebé con su dedo. "Nuestra hija... no puedo creer que finalmente esté aquí."

Taejoo lo miró, con los ojos brillando de amor y gratitud. "Lo logramos, Law. Somos una familia ahora."

Ambos compartieron ese momento especial, llenos de amor y esperanza para el futuro. Habían recorrido un largo camino juntos, enfrentando dificultades y triunfos, y ahora tenían a su hija, el mayor regalo que la vida podía darles.

"Es... tan hermosa", susurró Taejoo, acariciando con cuidado la pequeña manita de la bebé.

Law asintió, aún incrédulo de que ese milagro fuera suyo. "Sí... lo es. Pero necesitamos un nombre para ella. Algo que sea tan especial como este momento."

Taejoo lo miró, esperando a que compartiera lo que pasaba por su mente. Law, tras un momento de reflexión, dijo con una sonrisa cálida: "Aracely."

Taejoo dejó que el nombre resonara en su corazón por unos instantes. "Aracely... es perfecto", respondió, sonriendo. "Nuestra pequeña Aracely."

Ambos se inclinaron para besar la frente de su hija, quien parecía reconocer el amor de sus padres, pues dejó de llorar y los observó con sus pequeños ojos brillantes. En ese instante, la vida de Taejoo y Law se llenó de un nuevo propósito: cuidar, amar y proteger a su hija.

Aracely era el reflejo de su amor, la prueba de que, a pesar de las dificultades, siempre podían encontrar la manera de seguir adelante. Y con ella en sus vidas, sabían que el futuro estaba lleno de luz y esperanza.

Un mes después del nacimiento de su bebé, Taejoo y Law se encontraban en su hogar, envueltos en una atmósfera de calma y plenitud. Era una noche tranquila, con la luz de la luna entrando suavemente por la ventana de la habitación del bebé. Ambos estaban de pie, uno al lado del otro, mirando a su hija dormir en la cuna. La pequeña, con una expresión serena en su rostro y envuelta en una manta suave, parecía completamente en paz.

Taejoo, con los ojos llenos de ternura, miró a Law y le tomó la mano. "No puedo creer que sea real", susurró, temiendo romper el silencio mágico de la noche. "Ella… es perfecta".

Law, aún sin apartar la mirada de su hija, sonrió con suavidad. "Lo es", respondió. "Nunca pensé que algo tan pequeño podría hacerme sentir tan completo. Es como si todo en nuestra vida nos hubiera llevado a este momento".

Taejoo asintió, sus ojos llenos de lágrimas de felicidad. Recordaba todo lo que habían pasado juntos: los días difíciles, los sueños compartidos, los sacrificios que hicieron para llegar hasta aquí. Y ahora, tener a su hija en sus vidas hacía que todo valiera la pena.

"Sabes", dijo Taejoo después de un momento, "cada vez que la miro, pienso en lo mucho que quiero darle todo lo que nunca tuve. Quiero que sepa cuánto la amamos, cuánto significa para nosotros".

Law apretó suavemente la mano de Taejoo. "Y lo haremos. Le daremos una vida llena de amor, seguridad y felicidad. Porque se lo merece… y porque nosotros también merecemos esto".

Ambos se quedaron en silencio, contemplando a su hija. Era un momento que sabían recordarían por el resto de sus vidas: la primera vez que se sintieron completamente en paz, sabiendo que habían creado algo hermoso juntos.

Finalmente, Taejoo susurró: "¿Crees que sueña con nosotros?".

Law sonrió y respondió: "Estoy seguro de que sí. Y estoy seguro de que son sueños tan hermosos como ella".

Esa noche, en esa habitación bañada por la luz de la luna, la pequeña familia encontró un momento de absoluta felicidad, uno que marcaba el comienzo de un futuro lleno de promesas y amor incondicional.

Con el paso del tiempo, la vida de Taejoo y Law se llenó de propósito al criar a su hija Aracely. A medida que ella crecía, demostraba una energía y curiosidad inigualables, lo que motivó a sus padres a buscar formas de canalizar su potencial y, al mismo tiempo, fortalecerse como familia. Decidieron inscribirse en un gimnasio especial que ofrecía acceso a una habitación temporal, un lugar único donde el tiempo transcurría a un ritmo diferente: diez meses en el mundo exterior equivalían a diez años dentro de la habitación.

Con una inversión significativa pero decidida, Taejoo y Law pagaron por un acceso de diez meses, sabiendo que este sería un entrenamiento no solo físico, sino también emocional y espiritual para los tres. La habitación temporal ofrecía un ambiente controlado donde el envejecimiento del cuerpo era mínimo en comparación con el tiempo percibido. Dentro de esos diez años, tenían la oportunidad de perfeccionar sus habilidades, fortalecer sus cuerpos y construir un vínculo familiar aún más sólido.

Los primeros años en la habitación temporal

Al principio, la experiencia fue un desafío. Taejoo y Law, acostumbrados a las rutinas del mundo real, tuvieron que adaptarse a la percepción del tiempo en este espacio aislado. Diseñaron un plan riguroso de entrenamiento que incluía ejercicios físicos, prácticas de combate y meditación, además de tiempo dedicado al aprendizaje intelectual y emocional para Aracely. Querían que su hija no solo creciera fuerte físicamente, sino también resiliente y sabia.

Aracely, aún siendo una niña, mostró un talento innato para el combate y la estrategia, lo que sorprendió a sus padres. Bajo su guía, aprendió técnicas de autodefensa, concentración y manejo de energía. Taejoo se encargó de enseñarle tácticas de combate cuerpo a cuerpo, mientras que Law le transmitió disciplina y paciencia, esenciales para superar cualquier adversidad.

Un legado familiar

Con el paso de los años dentro de la habitación, el entrenamiento pasó de ser una rutina estricta a convertirse en una actividad familiar llena de momentos significativos. Las risas, los aprendizajes y los desafíos compartidos forjaron un vínculo irrompible entre ellos. Aracely comenzó a destacar como una joven prodigio en varias disciplinas, combinando la fuerza física de Taejoo con la astucia estratégica de Law.

Law y Taejoo también evolucionaron individualmente. Taejoo perfeccionó sus habilidades de combate y liderazgo, convirtiéndose en una experta en tácticas avanzadas, mientras que Law desarrolló una impresionante resistencia y precisión, mejorando en habilidades que requerían enfoque extremo.

Un nuevo comienzo

Cuando salieron de la habitación temporal tras completar los diez meses (equivalentes a diez años de entrenamiento), el mundo exterior no había cambiado mucho, pero ellos eran completamente diferentes. Taejoo, Law y Aracely se habían transformado en una familia formidable, con habilidades que rivalizaban con las de los héroes más experimentados. Aracely, ahora una joven llena de determinación y confianza, estaba lista para enfrentar el mundo junto a sus padres.

Juntos, prometieron utilizar sus nuevas habilidades no solo para protegerse a sí mismos, sino también para ayudar a quienes lo necesitaran. La experiencia en la habitación temporal no solo les dio fuerza y conocimiento, sino también una visión más clara de lo que querían lograr como familia.

Después de 10 años, Taejoo y Law observaban a su hija con una mezcla de orgullo y asombro. Aquella pequeña que había estado en sus sueños durante tanto tiempo, ahora tenía 10 años, y el tiempo había pasado volando. Había crecido rápidamente, convirtiéndose en una niña inteligente, valiente y llena de vida. Sus ojos brillaban con la misma energía que sus padres, y su risa llenaba el hogar de una calidez indescriptible.

Este día era especial. Estaban celebrando el cumpleaños de su hija, un día que se había convertido en un recordatorio de lo lejos que habían llegado como familia. Aunque el tiempo había pasado rápidamente, su vínculo con ella solo se había fortalecido. El amor que compartían, el esfuerzo y las sacrificios de esos años atrás habían dado fruto en esa hermosa niña que se encontraba frente a ellos, sonriendo y esperando emocionada la fiesta.

Taejoo y Law se miraron el uno al otro con una sonrisa cómplice, y aunque la celebración ya estaba en marcha, ambos sabían que este no era solo un día para celebrar los 10 años de vida de su hija, sino también el aniversario de su propia felicidad como familia. Habían pasado por muchas pruebas, pero aquel momento era la recompensa de todo su esfuerzo.

Su hija, con una expresión de pura alegría, rompió el silencio y exclamó, "¡Gracias mamá, gracias papá! Este es el mejor cumpleaños de todos." Su voz estaba llena de emoción, y Taejoo y Law no pudieron evitar abrazarla fuerte, sintiendo que sus corazones se expandían con amor.

La fiesta continuó, con risas, juegos, regalos y momentos especiales que se grabarían en la memoria de todos. A medida que pasaban las horas, Taejoo y Law se dieron cuenta de lo afortunados que eran. Habían formado una familia, superado tantas dificultades, y ahora estaban viendo crecer a su hija en un ambiente lleno de amor.

Mientras la noche caía y la celebración llegaba a su fin, Taejoo y Law se sentaron juntos, mirando a su hija mientras ella jugaba con sus amigos. En ese momento, supieron que todo lo que habían pasado valió la pena. La vida que habían construido juntos era más hermosa de lo que jamás imaginaron, y no podían esperar para seguir viviendo cada día con ella, celebrando cada nuevo capítulo que la vida les tenía preparado.

"Te amamos mucho," dijo Law, tomando la mano de Taejoo mientras ambos observaban a su hija.

"Y siempre lo haremos," respondió Taejoo, con una sonrisa en los labios. "Siempre seremos una familia."

Y así, mientras el futuro seguía deslizándose ante ellos, Taejoo, Law y su hija celebraban no solo ese día, sino todo lo que había pasado, todo lo que habían logrado y todo lo que aún les esperaba en la aventura de la vida.

Fin.