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Chapter 20 - Episodio 20: Combate entre dioses.

Mientras Xar'khal y Victor se enfrentaban en una lucha frenética, Luci vio una oportunidad invaluable. Observando cómo Victor, con un ataque de Destello Solar, lograba perforar la impenetrable piel de Xar'khal, ella reunió todo su coraje y su poder celestial recién desbloqueado.

Con una velocidad cegadora, Luci se lanzó hacia la abertura expuesta en el cuerpo de Xar'khal. Sus ojos brillaban con determinación, y cada fibra de su ser estaba enfocada en un solo propósito: acabar con esta amenaza. "¡Victor, cúbreme!" gritó mientras se abalanzaba.

Victor, entendiendo su intención, desvió los ataques de Xar'khal con una ráfaga de energía primordial, dándole a Luci el tiempo suficiente para acercarse. Luci, con su energía celestial concentrada en su puño, impactó directamente en la herida abierta, profundizándola con una explosión que resonó como un trueno.

Xar'khal, por primera vez, rugió de verdadero dolor. La combinación del Destello Solar de Victor y el ataque de Luci había atravesado su capa protectora, dañando su núcleo interno. Su regeneración luchaba por reparar el daño, pero este era diferente. La energía celestial de Luci interfería con su habilidad de sanación, haciéndolo vulnerable.

Aprovechando el momento de debilidad, Victor lanzó otra ráfaga de energía, esta vez dirigida a mantener a Xar'khal a la defensiva. Luci, respirando pesadamente, retrocedió al lado de Victor, su cuerpo aún lleno de adrenalina. "¡No podemos detenernos ahora!" exclamó ella.

Victor asintió, limpiando la sangre de su rostro. "Este es el momento, Luci. Juntos podemos acabar con él."

Xar'khal, aunque herido, no estaba derrotado. Sus ojos brillaban con ira y un odio profundo. "¡No me subestimen!" rugió, desatando una ola de energía oscura que comenzó a desgarrar el terreno a su alrededor.

La batalla no había terminado, pero por primera vez, Victor y Luci sentían que tenían una oportunidad real de victoria.

Victor, con el pecho sangrando profundamente por el brutal corte de Xar'khal, resistía de pie, su cuerpo temblando pero su espíritu indomable. "No... voy... a caer... aún...", murmuró mientras su energía empezaba a fluctuar, una mezcla de su propio poder y la fuerza del fuego primordial que aún ardía dentro de él.

Mientras Xar'khal avanzaba para asestar otro golpe mortal, una intensa ráfaga de luz descendió del cielo. En cuestión de segundos, tres figuras imponentes aparecieron: Jehová, con su resplandor celestial; Metatron, el dios de las máquinas, con un cuerpo imponente lleno de engranajes resplandecientes; y Greci, la diosa de las razas, irradiando una energía multicolor que parecía envolver todo a su alrededor.

Sin perder un instante, los tres se lanzaron hacia Xar'khal al unísono.

Jehová, con su poder celestial, desató un puñetazo que resonó como el eco del universo mismo, impactando directamente en el torso de Xar'khal y haciéndolo retroceder unos metros.

Metatron, con precisión mecánica, generó múltiples brazos energéticos que golpearon a Xar'khal simultáneamente desde todas las direcciones, inmovilizándolo por un momento.

Greci, utilizando su poder sobre todas las razas, canalizó una energía ancestral que formó una lanza multicolor. Con un grito feroz, la lanzó hacia Xar'khal, perforando una de sus extremidades y limitando sus movimientos.

Xar'khal, a pesar de recibir los ataques combinados, seguía luchando con ferocidad, rugiendo mientras su energía oscura se manifestaba en ondas destructivas que sacudían el terreno y el espacio circundante. "¡No importa cuántos vengan, ninguno de ustedes será suficiente para detenerme!" gritó, regenerando parcialmente las heridas mientras intentaba liberarse.

Victor, apoyado sobre una rodilla, observó el enfrentamiento. A pesar de su estado, una sonrisa débil apareció en su rostro. "Finalmente... llegaron... Ahora sí, Xar'khal, estás en problemas."

Con Jehová, Metatron y Greci en escena, la balanza comenzaba a inclinarse. Aunque Xar'khal seguía siendo un adversario formidable, la unión de los tres dioses, junto con Victor y Luci, representaba la esperanza de una victoria definitiva en esta guerra interdimensional.

Victor, con una mirada determinada a pesar de su dolor, activó el Usagi Instantáneo, moviéndose con velocidad incomparable y apareciendo al lado izquierdo de Xar'khal, justo entre Jehová, Metatron, y Greci. Sin necesidad de palabras, un entendimiento tácito pasó entre ellos.

"¡Ahora!" gritó Jehová, levantando su mano que brillaba con energía celestial pura. Metatron canalizó su poder mecánico, formando un martillo de energía comprimida, mientras Greci concentraba su fuerza multirracial en un destello prismático que parecía contener la fuerza de todas las razas unidas.

Simultáneamente, Victor, con fuego primordial aún ardiendo en sus manos, dirigió su energía hacia un golpe calculado en las costillas de Xar'khal.

"¡Destello Divino!" gritaron al unísono.

El ataque fue devastador:

Jehová descargó su golpe directamente en el pecho de Xar'khal, su luz celestial quemando a través de su oscura regeneración.

Metatron, con su martillo energético, aplastó el torso de Xar'khal, provocando grietas en su resistente piel.

Greci perforó con su energía prismática, impactando el centro de Xar'khal y debilitando su núcleo.

Victor, con precisión quirúrgica, golpeó las costillas expuestas de Xar'khal con tal fuerza que se escuchó un crujido ensordecedor. El fuego primordial se expandió dentro de Xar'khal, causando una explosión interna que lo hizo tambalearse.

El impacto combinado desató una onda de energía que destruyó a todos los demonios cercanos y dejó el área circundante en silencio. Xar'khal, por primera vez, retrocedió con una expresión de verdadero dolor y sorpresa. Su regeneración, aunque formidable, parecía más lenta ahora, mientras su energía oscura fluctuaba peligrosamente.

"Esto... esto no puede ser..." gruñó Xar'khal, llevándose una mano al pecho donde el Destello Divino había dejado una marca imborrable. Su mirada se tornó más salvaje, pero también reflejaba una mezcla de furia y temor.

Victor, respirando con dificultad, se colocó junto a los dioses. "No has visto nada aún. Esto es solo el comienzo del fin para ti."

La batalla estaba lejos de terminar, pero el golpe conjunto había dado a los héroes una ventaja crucial contra el aparentemente invencible Xar'khal.

El aire se volvió denso y oscuro mientras Xar'khal, herido pero no derrotado, comenzó a emitir un sonido gutural que resonó como un eco maligno en todo el cosmos. Su cuerpo, aún tambaleándose tras el devastador Destello Divino, se convulsionó violentamente. Una energía oscura y caótica comenzó a rodearlo, fusionándose con su esencia.

Jehová, al observarlo, sintió un nudo en el pecho. "Esto no puede ser... ¿Qué estás haciendo, Xar'khal?" exclamó, mientras su propia energía se intensificaba, listo para cualquier amenaza.

De repente, Xar'khal cayó de rodillas, sujetándose el torso con ambas manos. Su respiración pesada se transformó en un rugido desgarrador. Entonces, un brillo púrpura y dorado apareció en su garganta, y en un acto grotesco, Xar'khal regurgitó un cuerpo.

El cuerpo, al principio cubierto por una sustancia negra y viscosa, cayó al suelo celestial con un estruendo. La luz pura que emanaba de él comenzó a disipar la oscuridad que lo cubría, revelando lentamente una figura majestuosa pero maltratada: el arcángel Miguel.

"Miguel...", susurró Jehová, incrédulo y con una mezcla de esperanza y dolor en su mirada.

El arcángel, símbolo de justicia y poder divino, yacía inconsciente, su armadura celestial rota y su espada, una vez brillante, ahora opaca y fragmentada. Su cuerpo mostraba signos de haber sido corrompido, como si Xar'khal hubiera utilizado su poder divino como fuente de energía durante siglos.

Xar'khal, con una risa amarga, se levantó lentamente. Su cuerpo había cambiado. Su piel se tornó aún más oscura, casi translúcida, como si todo su ser fuera ahora un recipiente para el caos puro. Sus ojos brillaban con una luz púrpura abrasadora, y una segunda corona de energía flotaba sobre su cabeza.

"Ese arcángel... era mío. Su poder alimentó mi ascenso. Pero ya no lo necesito." Su voz resonaba como un trueno cargado de maldad.

Metatron, que observaba con frialdad, habló: "Esto no cambia nada, Xar'khal. Solo has sellado tu destino."

Mientras tanto, Greci se arrodilló junto al cuerpo de Miguel, usando su energía para intentar estabilizarlo. Jehová, sin apartar los ojos de Xar'khal, murmuró: "Miguel, si puedes oírme... despierta. Te necesitamos."

Pero el cuerpo del arcángel permanecía inmóvil, mientras Xar'khal, ahora más poderoso que nunca, alzaba una mano y conjuraba un nuevo ataque devastador. La batalla había alcanzado un nivel inimaginable, con la esperanza y el temor colisionando en cada instante.

El cuerpo del arcángel Miguel yacía en el suelo, inerte pero regenerado, como si aún estuviera bajo los efectos de la energía de Xar'khal. Su pecho apenas se movía, mostrando señales débiles de vida. Su espíritu, no obstante, parecía atrapado en una dimensión interna, incapaz de despertar por completo.

Jehová, al darse cuenta de que el tiempo era crucial, se arrodilló junto a Miguel, colocando una mano en su frente mientras murmuraba en voz baja: "Si tu espíritu aún está intacto, lucharé por traerte de vuelta. No permitiré que el caos robe a uno de los mayores guerreros del cielo."

Xar'khal, mientras tanto, sonrió cruelmente, observando la escena desde la distancia. "Pueden intentar todo lo que quieran, pero Miguel ya no es más que un caparazón vacío. Su poder es mío, y siempre lo será. Incluso regenerado, está roto más allá de lo que pueden reparar."

Metatron y Greci formaron un perímetro defensivo alrededor de Jehová y Miguel, bloqueando los ataques de demonios y la energía residual que emanaba de Xar'khal. Metatron, con una voz resonante, dijo: "Mantente concentrado, Jehová. Nosotros contuvimos a Xar'khal antes; lo haremos de nuevo."

Mientras tanto, Victor, aún debilitado pero determinado, se teletransportó junto a Luci al lado de Jehová. "Si ese monstruo aún está conectado a Miguel de alguna forma, podemos usar eso en su contra."

Jehová asintió, sus manos brillando con una luz dorada. "El vínculo sigue presente. Xar'khal lo regeneró, pero también lo marcó con su energía corrupta. Si puedo purificar esa conexión, quizás podamos traer a Miguel de vuelta... pero necesito tiempo."

Luci, aún con cicatrices en el rostro pero decidida, se colocó junto a Metatron y Greci, creando una barrera para proteger a Jehová mientras este continuaba el proceso de purificación. Victor, por su parte, miró a Xar'khal con una intensidad abrasadora.

"Si necesitas tiempo, lo conseguirás," dijo Victor, alzando su espada, sus ojos ardiendo con fuego primordial. "Xar'khal, aún no hemos terminado."

El monstruo soltó una carcajada, levantando sus manos para invocar un ejército de sombras que llenaron el cielo. "¿Tiempo? No tendrán suficiente para detener lo inevitable."

La batalla se intensificó, con los aliados luchando para proteger a Jehová y Miguel mientras Xar'khal desataba todo su poder. En el fondo, la pequeña chispa de vida dentro del arcángel comenzaba a brillar débilmente, como si luchara por responder al llamado de la purificación.

Victor, con el poco aliento que le quedaba, reunió cada fragmento de su energía restante. Su cuerpo temblaba por la carga de poder que acumulaba, y su voz resonó como un trueno mientras gritaba: "¡Destello Solar Final!"

Una explosión de luz incomparable emergió de sus manos, bañando a Xar'khal en un torrente de energía celestial pura. El ataque desgarró la oscuridad que envolvía al monstruo, arrancando violentamente el poder que había absorbido de Miguel. A medida que la energía divina se separaba de Xar'khal, su cuerpo se desmoronaba, regresando lentamente a su forma original.

Al mismo tiempo, la esencia divina, ahora purificada, se dirigió al cuerpo del arcángel Miguel. Este comenzó a brillar con un fulgor dorado mientras su espíritu y poder regresaban a su lugar legítimo. Miguel abrió los ojos, aún algo desorientado, pero con su presencia celestial restaurada.

"¿Qué... qué ha pasado?", murmuró Miguel, mientras intentaba ponerse de pie, apoyándose en su espada divina que apareció en su mano. Su mirada se cruzó con la de Jehová, quien le sonrió con alivio. "Bienvenido de nuevo, Miguel. No había duda de que regresarías."

Mientras tanto, Xar'khal, jadeando y con su cuerpo casi irreconocible, cayó de rodillas. Su transformación estaba deshecha, y sus poderes habían disminuido considerablemente. "Esto... esto no puede estar sucediendo... Soy eterno," dijo con una voz rota, llena de incredulidad y desesperación.

Victor, aún de pie a duras penas, se acercó con una expresión seria. "Nada es eterno, Xar'khal. Ni siquiera tú. Hoy, tu oscuridad encuentra su fin."

Miguel, ahora completamente consciente y rejuvenecido, se colocó al lado de Victor, extendiendo sus alas majestuosas. "Has osado usar mi poder para tus fines oscuros. Es hora de que enfrentes la justicia divina."

Jehová, Metatron, y Greci se posicionaron alrededor de Xar'khal, formando un círculo. La luz combinada de todos ellos comenzó a brillar intensamente, sellando al monstruo en un campo de energía. Xar'khal, incapaz de resistir, soltó un último grito de furia antes de que su cuerpo fuera contenido completamente.

La batalla, aunque no sin pérdidas, finalmente parecía inclinarse a favor de los héroes. Miguel, mirando a sus aliados, hizo una reverencia. "Gracias a todos. Sin su valentía, mi luz se habría perdido para siempre."

Mientras tanto, Victor, agotado pero satisfecho, solo pudo sonreír débilmente. "Eso es lo que hacemos, ¿no? No dejamos que las tinieblas ganen."

Ambos se dieron un golpe tan rápido que nadie se percató, Victor y Xar'khal atravesaron las barreras del espacio y el tiempo con su fuerza descomunal, llegando a un plano de existencia donde no había luz ni oscuridad, solo un vacío infinito que resonaba con energías primordiales.

Ambos flotaban en este abismo surreal, con su determinación ardiendo como nunca. Victor, con el pecho herido pero su espíritu indomable, ajustó su postura. "Xar'khal, ya no hay donde esconderse. Aquí terminamos esto, de una vez por todas."

Xar'khal, jadeante pero con una sonrisa siniestra, replicó: "No necesito esconderme, Victor. Aquí es donde todo comienza de nuevo, donde mi dominio será absoluto."

Con un rugido, ambos guerreros cargaron el uno contra el otro. Sus puños chocaron nuevamente, provocando ondas de choque que se extendieron a través del vacío, destrozando fragmentos de realidad. Cada golpe llevaba consigo el poder de universos enteros, y cada movimiento distorsionaba las leyes de la física misma.

Victor se movió con velocidad extrema, utilizando su técnica Usagi Instantáneo, apareciendo y desapareciendo en patrones impredecibles, intentando romper las defensas de Xar'khal. Sin embargo, Xar'khal, regenerándose con el concepto mismo de existencia, contrarrestaba cada ataque con precisión brutal.

El vacío comenzó a responder a su batalla: colores imposibles se desbordaban, líneas de energía entrelazadas se formaban y se destruían en instantes. El espacio-tiempo, fracturado, intentaba repararse mientras los combatientes seguían su duelo feroz.

En un momento crítico, Victor concentró todo su poder en un único ataque. "¡Eclipse Caótico!" gritó, formando una esfera de energía negra y blanca que giraba violentamente en sus manos. Al lanzarla, el ataque atravesó el abismo, colisionando con Xar'khal.

Xar'khal, resistiendo el impacto, generó un contraataque de pura energía conceptual, gritando: "¡Cataclismo Eterno!" Las dos energías chocaron, creando una explosión que desintegró todo a su alrededor, dejando a ambos guerreros jadeando, cubiertos de heridas.

Victor, con determinación inquebrantable, se puso de pie lentamente, su mirada fija en Xar'khal. "No importa cuántas veces te levantes, Xar'khal. Siempre habrá alguien dispuesto a enfrentarte."

Xar'khal, aunque visiblemente agotado, dejó escapar una risa. "Eres fuerte, Victor. Pero aquí, en este lugar, ni siquiera los dioses pueden alcanzarnos. Esto es solo entre tú y yo."

Ambos se prepararon nuevamente, listos para continuar su duelo eterno en este rincón olvidado del cosmos. Una batalla que definiría no solo su destino, sino también el equilibrio del universo mismo.

Victor y Xar'khal, exhaustos y sin energías cósmicas que emplear, se lanzaron el uno contra el otro, recurriendo únicamente a su fuerza física y sus artes marciales. En aquel vacío inmaterial, cada golpe resonaba como un trueno, haciendo temblar la mismísima estructura de ese plano.

Xar'khal lanzó un gancho directo al rostro de Victor, pero este esquivó con un movimiento ágil, devolviendo un golpe directo al abdomen de Xar'khal, que lo hizo retroceder unos pasos. "Parece que sin tus poderes no eres tan intimidante," dijo Victor, con una sonrisa desafiante, a pesar de las heridas que cubrían su cuerpo.

"No subestimes a alguien que domina su cuerpo como su arma definitiva," replicó Xar'khal, ajustando su postura. Ambos se acercaron de nuevo, sus movimientos perfectamente calculados, intercambiando golpes y bloqueos con una precisión impecable.

Un rodillazo de Victor impactó en el costado de Xar'khal, quien respondió con un codazo directo al hombro de Victor, logrando desestabilizarlo. Ambos combatientes estaban igualados, cada golpe y cada técnica marcaban la tensión de un duelo sin igual.

El terreno mismo respondía a su lucha:

Grietas invisibles se formaban en el vacío, marcando cada punto de impacto.

La falta de energía cósmica hacía que sus movimientos fueran más crudos, más reales, pero también más poderosos en su esencia pura.

Xar'khal intentó un derribo rápido, pero Victor, utilizando una llave, giró su cuerpo y lo lanzó hacia el "suelo" inexistente, dejándolo por un instante vulnerable. Sin perder tiempo, Victor se abalanzó con un puñetazo descendente, que Xar'khal apenas logró bloquear con ambas manos, soltando un gruñido de esfuerzo.

"Admítelo," dijo Victor entre jadeos, sujetando a Xar'khal por la muñeca, "esto es lo que realmente significa luchar. No tus conceptos ni tus transformaciones, sino tú y yo, igualados como nunca antes."

Xar'khal sonrió, con sangre escurriendo de su boca. "Quizá tengas razón, pero eso no significa que vaya a perder." Usando toda su fuerza restante, rompió el agarre de Victor y lanzó un golpe directo al pecho, enviándolo varios metros hacia atrás.

Ambos se quedaron de pie, respirando con dificultad, observándose mutuamente. Las heridas de sus cuerpos demostraban el alcance de la batalla, pero ninguno estaba dispuesto a ceder. Sabían que esta pelea no solo era una prueba de fuerza, sino una de voluntad.

El vacío seguía resonando con sus golpes, cada movimiento un recordatorio de que, incluso sin poderes, el espíritu del combate seguía siendo indomable. Victor y Xar'khal se prepararon para un último enfrentamiento, sabiendo que solo uno de ellos saldría victorioso.

Victor, con la técnica refinada del Kyokushinkai, se enfocó en movimientos explosivos y precisos. Cada golpe era una combinación de fuerza bruta y técnica impecable, su cuerpo entero canalizando energía cinética en cada ataque. Lanzó un giro rápido, impactando con una patada lateral que Xar'khal apenas logró bloquear, aunque la onda del impacto resonó en el vacío, desmoronando fragmentos del tejido del omniverso circundante.

Xar'khal, empleando su boxeo mixto, se movía como un depredador. Su postura cerrada y su velocidad al lanzar combinaciones de jabs, ganchos y uppercuts lo mantenían a la ofensiva constante. En un movimiento astuto, se agachó para esquivar un puñetazo de Victor y contraatacó con un gancho ascendente que impactó directamente en la mandíbula de Victor, enviándolo hacia atrás, aunque este aterrizó hábilmente, girando en el aire.

"¡Vamos, Victor! Sé que puedes golpear más fuerte que eso," gritó Xar'khal, su voz retumbando en el plano vacío mientras ambos peleaban con tal intensidad que el espacio-tiempo se fracturaba a su alrededor.

Victor ajustó su postura, concentrándose profundamente. "No subestimes el Kyokushinkai. Este estilo fue creado para romper límites, y romperás junto con ellos."

Lanzó una ráfaga de ataques con codos, rodillas y golpes giratorios, cada uno con suficiente fuerza para destrozar dimensiones enteras. Xar'khal esquivó algunos, pero los que impactaron dejaron grietas visibles en su dura piel. Contraatacó con una secuencia de golpes rápidos al torso de Victor, obligándolo a retroceder mientras cada impacto resonaba con la fuerza de un Big Bang.

Ambos incrementaron la intensidad:

Victor, canalizando el espíritu del Kyokushinkai, lanzaba ataques que se adaptaban al flujo del combate, utilizando el entorno fracturado a su favor.

Xar'khal, con su boxeo mixto, mantuvo una guardia cerrada y contragolpes estratégicos, buscando debilitar a Victor con precisión quirúrgica.

En un intercambio feroz, ambos combatientes lanzaron golpes simultáneos que colisionaron con tal fuerza que un nuevo omniverso fue creado como resultado de la explosión energética. A pesar de la magnitud del impacto, ambos se mantuvieron firmes, jadeando, pero con los ojos llenos de determinación.

"¡Esto no se trata de quién tiene más poder! Se trata de quién tiene más voluntad para seguir de pie," declaró Victor, limpiándose la sangre de la comisura de los labios.

"Entonces pelea hasta el final, porque yo no me detendré," respondió Xar'khal, levantando sus puños de nuevo.

Ambos avanzaron, desatando el máximo potencial de sus estilos. Cada golpe era un evento cósmico, cada movimiento una declaración de guerra. Mientras el vacío crujía bajo la presión de su combate, parecía que ninguno estaba dispuesto a ceder, luchando hasta el último resquicio de energía y determinación.

Victor y Xar'khal, con los puños envueltos en la fuerza de sus artes marciales y una voluntad inquebrantable, chocaron en un último ataque devastador dentro de la dimensión fracturada. El impacto no solo desmoronó el espacio-tiempo que los rodeaba, sino que colapsó por completo la realidad alterna en la que combatían.

Ambos fueron expulsados de la dimensión destruida, emergiendo de vuelta al espacio real, pero sin cesar sus ataques. En un torbellino de fuerza pura, continuaron golpeándose mientras caían a través del vacío hacia la Tierra.

Sus movimientos eran tan rápidos y feroces que parecían destellos luminosos cruzando el cosmos. Cada golpe resonaba como un trueno en el silencio del espacio, y sus cuerpos ardían con la energía residual de su intensa batalla. "¡Esto no termina aquí, Xar'khal!" gritó Victor, ajustando su postura en pleno vuelo para lanzar una patada giratoria que conectó con la costilla de Xar'khal.

"¡Por supuesto que no, Victor!" rugió Xar'khal, devolviendo el golpe con un directo al estómago que lo envió girando hacia atrás. La fuerza de sus ataques alteraba las órbitas de pequeños asteroides cercanos y agitaba las partículas estelares en su camino.

Ambos guerreros finalmente rompieron la atmósfera de la Tierra, envolviéndose en llamas mientras descendían como meteoritos. Su batalla continuaba, sin pausa, en caída libre hacia el planeta. Cada golpe, cada bloqueo y cada contragolpe desataba ondas de choque que sacudían el cielo.

En el momento en que impactaron contra el suelo, la colisión generó un cráter masivo, levantando una nube de polvo y escombros que oscureció el cielo. A pesar de la caída, ambos se levantaron, jadeantes pero con la mirada fija uno en el otro.

"Estás tan terco como siempre, Xar'khal," dijo Victor, limpiándose la sangre de la ceja mientras flexionaba los músculos.

"Lo mismo podría decir de ti," respondió Xar'khal, con una sonrisa desafiante mientras ajustaba su postura.

A pesar de sus cuerpos desgastados, ambos asumieron nuevamente posiciones de combate. La Tierra misma temblaba bajo la intensidad de su batalla, y los cielos parecían oscurecerse en anticipación de la próxima etapa de su enfrentamiento. Nada parecía capaz de detenerlos, ni siquiera el agotamiento físico.

Victor, reuniendo las últimas reservas de su energía, se impulsó hacia adelante y desató una ráfaga de Destellos Solares Finales. Cada proyectil ardía con el calor y la intensidad de un núcleo estelar, desgarrando el aire a su paso y convergiendo directamente hacia Xar'khal.

"¡Esto termina aquí!" rugió Victor, canalizando todo su poder en el ataque final.

El impacto fue devastador, iluminando el cielo como si se hubiera encendido un nuevo sol. Xar'khal, incapaz de resistir la magnitud del ataque, alcanzó su límite. La energía desatada por los Destellos Solares desestabilizó la forma de Xar'khal, forzándolo a una desfusión crítica.

Con un estruendo, los dos componentes de Xar'khal se separaron: Xal'Azar, el cuerpo principal, cayó desmayado al suelo como un peso muerto, dejando una grieta en la tierra bajo su impacto. Del otro lado, Karla'k, el dios del caos, se desplomó también, su energía menguando a niveles peligrosamente bajos.

Victor, jadeante y con el cuerpo cubierto de heridas, se mantuvo de pie, observando a los dos adversarios inconscientes frente a él. El polvo se asentaba lentamente, revelando el campo de batalla devastado y la figura imponente de Victor, triunfante pero al borde del colapso.

"Finalmente...", murmuró mientras su energía comenzaba a estabilizarse. Dio un paso hacia adelante, tambaleándose ligeramente, observando a los dos caídos. A pesar de la victoria, sabía que esto era solo un capítulo más en una guerra interminable. Karla'k, aunque derrotado, seguía siendo una amenaza latente, y Xal'Azar, aunque inmóvil, conservaba un aura de peligro.

Victor se giró, mirando hacia el horizonte mientras el sol comenzaba a asomarse. Sus ojos reflejaban cansancio, pero también una determinación inquebrantable. "No importa cuántas veces caigan... mientras siga de pie, protegeré este mundo."

Victor, agotado pero determinado a garantizar la seguridad del universo, reunió las últimas partículas de su energía cósmica. Levantó su brazo derecho con esfuerzo, trazando complejas fórmulas en el aire. A cada trazo, una estructura comenzó a formarse: un cubo perfecto de 6 dimensiones, un artefacto de contención tan complejo que excedía la percepción de la realidad ordinaria.

El cubo resplandecía con energía multidimensional, sus superficies vibraban con un flujo constante de caos y orden, diseñado específicamente para encerrar entidades tan poderosas como Karla'k, el dios del caos, y Xal'Azar, su otra mitad mortal.

Con un movimiento decidido, Victor encapsuló a ambos dentro del cubo. Las paredes de la prisión emitieron un destello cegador, y la energía de Karla'k intentó resistirse, pero el diseño del cubo absorbió su fuerza, neutralizándola de inmediato.

"Esto los mantendrá fuera del alcance de todo y todos."

Victor, tambaleándose por el esfuerzo, levantó la mano una vez más y abrió un portal que conducía a la nada absoluta, un lugar donde ni siquiera el tiempo o el espacio podían existir. Con un último empujón, arrojó el cubo dentro del portal, que se cerró con un sonido sordo y final.

Al instante, Victor cayó de rodillas, jadeando y con sudor corriendo por su frente. Su cuerpo temblaba debido al sobreesfuerzo y al desgaste acumulado. La tierra bajo él estaba marcada por la intensidad de la batalla, y el silencio que siguió fue casi abrumador.

"Finalmente... están fuera de este mundo." murmuró, mirando al horizonte con una mezcla de alivio y agotamiento. Aunque sabía que el peligro había sido contenido, el precio había sido alto. Sus heridas y el vacío en su energía le recordaban que aún era mortal, incluso con todo su poder.

Mientras permanecía de rodillas, una ligera brisa acarició su rostro, como si el universo mismo reconociera su sacrificio. "Solo necesito... un momento." Y con esa frase, Victor cerró los ojos, permitiéndose un breve instante de descanso en medio de la devastación que lo rodeaba.

El campo de batalla, ahora silencioso, estaba lleno de ruinas, marcas de energía, y la memoria de la intensa lucha que todos habían librado. Las figuras de los héroes comenzaron a reunirse lentamente, sus cuerpos cansados y marcados por cicatrices, pero sus espíritus intactos.

Evil Victor, con el brazo alrededor de su esposa Victoria, sonrió ligeramente, a pesar de las heridas visibles en su rostro. "Supongo que ya puedo volver al sillón esta noche," bromeó, y Victoria, aunque intentaba mantenerse seria, dejó escapar una pequeña risa antes de abrazarlo.

Daiki Talloran, con su esposa Darkness a su lado, también se unió al grupo. Aunque sus cuerpos mostraban rastros del combate, la conexión entre ellos brillaba más fuerte que nunca. Darkness susurró: "Hicimos un buen equipo, como siempre." Daiki asintió, mirando a los demás.

Derek desactivó su modo omnipotente, sus circuitos estabilizándose mientras su energía retornaba a niveles normales. "La amenaza ha terminado," declaró con voz firme, mientras analizaba los alrededores para asegurarse de que ningún peligro persistiera.

A lo lejos, Rigor caminaba lentamente, con Spajit y Dariel a su lado. Aunque las tensiones entre las dos aún eran palpables, ambas habían luchado por proteger algo más grande que sus diferencias: el amor de Rigor. Spajit, limpiándose la sangre de una herida en su rostro, lanzó una mirada desafiante a Dariel, quien respondió con un gesto similar. "Esto no ha terminado," murmuraron casi al unísono, pero Rigor solo suspiró, feliz de que ambas estuvieran vivas.

Nine Sharon y Yenli Nasco aparecieron poco después, con Yenli aún quejándose en voz baja por los golpes que había recibido. "¡Te dije que no era buena idea meterte en el frente, Sharon!" gritó, mientras este solo reía, satisfecho de estar junto a su amada.

Luci descendió del cielo, sus heridas más visibles que antes, pero con una determinación inquebrantable. Al ver a Victor en el suelo, se acercó rápidamente. "¿Sigues vivo, viejo loco?" preguntó con una mezcla de sarcasmo y preocupación. Victor levantó lentamente el pulgar, mostrando una sonrisa cansada. "Por supuesto. Nadie dijo que sería fácil."

Jehová, Metatron y Greci descendieron juntos, sus presencias divinas iluminando el área. Jehová miró a todos con una sonrisa llena de orgullo. "Lo logramos. Contra todo pronóstico, hemos vencido."

Metatron asintió mientras ajustaba algunos de sus propios sistemas. "La unidad prevaleció sobre el caos. Buen trabajo, todos."

Greci, con su piel mosaico brillando bajo el sol, se arrodilló junto a Victor y le extendió una mano. "Tu sacrificio y el de todos aquí aseguran que el equilibrio se mantenga. Descansa, Victor. Has hecho más de lo que cualquiera podría pedir."

Todos se reunieron, compartiendo miradas de alivio y satisfacción. La batalla había terminado, el enemigo había caído, y aunque el costo había sido alto, el universo estaba a salvo una vez más. El grupo comenzó a dispersarse lentamente, buscando sanar sus cuerpos y espíritus. El amanecer de un nuevo día se asomaba en el horizonte, iluminando un mundo que habían salvado juntos.

Greci observó detenidamente a Derek desde la distancia, con una mirada que mezclaba curiosidad y fascinación. Su piel mosaico reflejaba los rayos del sol, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Girándose hacia Metatron, preguntó con cierto interés: "¿Ese de allá es tu mejor creación?"

Metatron, con su tono siempre neutral pero lleno de orgullo, respondió: "Sí, lo es. Derek es mi obra maestra. Su exterior está cubierto de piel humana para integrarse entre ellos sin problemas. Pero más allá de eso, posee un diseño único. Puede reproducirse como un humano gracias a ciertas modificaciones biológicas. Sus huesos son de un metal indestructible, mientras que en su interior tiene una combinación de órganos humanos y robóticos que trabajan en perfecta sinergia. Es algo muy complejo de explicar."

Greci asintió, cruzando los brazos mientras seguía mirando a Derek, que estaba ocupado inspeccionando los restos del campo de batalla. "Atractivo sí que es el chico," comentó con una sonrisa ligeramente juguetona, sus ojos brillando con una chispa de interés.

Metatron arqueó una ceja, notando el cambio en el tono de la diosa. "¿Acaso te gusta?" preguntó, con una mezcla de sorpresa y diversión en su voz.

Greci soltó una suave risa, ladeando la cabeza. "Solo digo que es interesante... quizás más de lo que debería ser."

Metatron negó lentamente con la cabeza, aunque no pudo evitar sonreír ligeramente. "Bueno, él es único. Pero cuidado, Greci. Derek es más que una simple máquina con rostro atractivo."

"Lo sé," respondió Greci, alejándose un poco pero con una expresión que dejaba claro que su interés en Derek no era solo superficial. "Quizás más adelante tenga una conversación con él. Me intriga mucho esa 'obra maestra' tuya."

Mientras tanto, Derek, sin saber que era el centro de la conversación, continuaba su tarea, demostrando con cada movimiento la precisión y perfección que Metatron había puesto en él.

Los héroes y estudiantes de la Academia Historia, aún con la adrenalina del combate resonando en sus cuerpos, comenzaron a acercarse lentamente a los guerreros que habían luchado con tanta valentía. Entre ellos se encontraban figuras notables como Víctor, aún de rodillas, recuperándose del sobreesfuerzo; Evil Victor, que mantenía una expresión seria mientras Victoria lo apoyaba; y otros como Daiki Talloran, Darkness, Derek, Rigor, Spajit, y Nine Sharon, quienes llevaban consigo heridas visibles pero permanecían firmes.

Uno de los estudiantes, con el uniforme característico de la academia, miró a Luci con preocupación, notando las cicatrices en su rostro. "¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?" preguntó con voz temblorosa, mostrando respeto pero también temor por la fuerza que Luci había demostrado.

Otro grupo se acercó a Greci, Jehová, y Metatron, asombrados por sus presencias divinas. "¿Esto ha terminado? ¿Realmente lograron derrotar a Xar'khal y los demonios?"

Rigor, sosteniendo a Spajit y Dariel, asintió con cansancio mientras intentaba tranquilizar a un par de jóvenes que insistían en revisarlo por las heridas visibles en su rostro. "Estamos bien... solo necesitamos un poco de descanso."

Uno de los estudiantes se inclinó hacia Victor, quien levantó una mano para calmarlo. "Estoy bien," dijo con una débil sonrisa, levantándose lentamente con la ayuda de su regeneración. "Esto fue solo otro día más... aunque necesito un descanso prolongado."

Por otro lado, algunos estudiantes rodearon a Derek, impresionados por su presencia y la fuerza que había demostrado. "¿De verdad eres un androide? ¿Cómo es que tienes heridas como un humano?" preguntaron curiosos, recibiendo una mirada tranquila de Derek, que simplemente respondió: "Soy más de lo que aparento."

La tensión del combate comenzaba a disiparse, pero la preocupación en los estudiantes y héroes más jóvenes era evidente. Había sido una batalla que había puesto al límite a todos, y aunque la victoria estaba asegurada, el costo físico y emocional todavía se sentía en el aire. "Gracias por salvarnos," murmuró uno de los estudiantes, con una reverencia hacia todos los presentes, reconociendo el sacrificio y la fuerza de quienes habían luchado en la primera línea.

Una estudiante joven, con un aura sorprendentemente similar a la de Luci en su juventud, se acercó con determinación. Su cabello desordenado y sus ojos brillantes reflejaban emoción mientras miraba a la heroína frente a ella.

"Señora Luci," comenzó con voz decidida, "quiero ser su pasante. Quiero convertirme en una heroína, como usted."

Luci no pudo evitar sonreír al verla. Había algo en la energía de la chica que le recordaba a su propia juventud, una mezcla de valentía y admiración. Pero, al observarla más detenidamente, también notó algo familiar que le hizo pensar en Victor.

"¿Sabes?" dijo con una pequeña sonrisa, "me recuerdas a mí misma... pero también un poco a alguien más."

La estudiante inclinó la cabeza, curiosa. "¿A quién?"

Luci, tratando de no darle demasiada importancia, respondió: "A Victor."

La estudiante sonrió ampliamente, su entusiasmo subiendo un nivel más. "¡Oh, el gran Victor! Es mi profesor, ¿sabía? Es increíble, sabe enseñar tan bien y es tan amable, cariñoso… además de guapo y heroico. Espero algún día verlo en acción, debe ser impresionante."

Luci sintió un ligero escalofrío al escuchar las palabras de la chica, pero antes de que pudiera responder, Evil Victor apareció detrás de ella con su característica sonrisa burlona.

Acercándose en voz baja, murmuró: "Creo que esta chica está enamorada de tu esposo."

Luci giró rápidamente hacia él con una expresión severa, pero antes de que pudiera decir algo, la estudiante continuó, ajena a la tensión en el ambiente.

"Es que Victor es simplemente perfecto," dijo soñadoramente. "Es tan valiente y fuerte, además de inteligente y… bueno, hermoso. Espero que algún día, cuando sea mayor, pueda fijarse en mí. ¡Sería un sueño ser su esposa!"

Las palabras de la estudiante cayeron como un rayo en la mente de Luci. Su sonrisa se congeló y su rostro pasó por una serie de emociones en cuestión de segundos: sorpresa, incredulidad, y finalmente un profundo rencor mezclado con una chispa de odio.

Evil Victor, incapaz de contenerse, estalló en una carcajada que resonó a su alrededor. "¡Jajajaja! Esto se está poniendo jodidamente divertido," dijo con una sonrisa de oreja a oreja, disfrutando de la situación.

Luci, sin apartar la mirada de la estudiante, permaneció completamente inmóvil, luchando por contener la mezcla de emociones que bullían en su interior. Su expresión era un torbellino de shock, enojo y una furia apenas contenida, mientras su mente intentaba procesar lo que acababa de escuchar.

Luci quedó petrificada al escuchar la declaración de la estudiante. Su expresión pasó rápidamente de la sorpresa al rencor mientras trataba de procesar las palabras de la joven. La mezcla de emociones en su rostro era evidente: una chispa de celos, indignación, y una pizca de incredulidad. Mientras tanto, Evil Victor, completamente divertido, no podía contener su risa.

"¡Esto es oro puro! ¡Tu vida se acaba de volver mucho más entretenida, Luci!" dijo entre carcajadas, provocando que Luci lo fulminara con la mirada. "¡Cállate, Victor! ¡Nadie te pidió tu opinión!" exclamó, aunque su tono traicionaba su frustración.

La estudiante, completamente ajena a la tensión que acababa de desatar, continuó con entusiasmo:

"El profesor Victor siempre nos habla de sacrificio y valor... es tan inspirador. Además, tiene ese aura tan fuerte y a la vez tan gentil... ¿no es maravilloso?"

Luci respiró hondo, intentando controlar el temblor en sus manos. Su voz, aunque tensa, sonó calmada:

"Mira... es cierto que Victor es... impresionante, pero creo que deberías centrarte en tus estudios y en convertirte en una heroína primero. Las metas personales pueden esperar."

La chica inclinó la cabeza, confundida por la reacción de Luci. "Oh, claro, señora Luci... aunque pensé que usted estaría de acuerdo conmigo. Después de todo, él es su esposo, ¿no? Usted debe sentirse tan afortunada."

Evil Victor, incapaz de resistir, agregó en voz baja pero perfectamente audible:

"Tal vez la afortunada termines siendo tú, jovencita."

Ese comentario encendió a Luci, quien giró hacia él con una mirada asesina. "¡Dios mío, Victor, juro que si no te callas ahora mismo, haré que te tragues tus malditas palabras!"

Mientras tanto, la estudiante seguía hablando animadamente sobre sus sueños, completamente ignorante de la tormenta emocional que acababa de desencadenar. Luci, por su parte, suspiró profundamente, murmurando para sí misma:

"Voy a necesitar paciencia divina para lidiar con esto..."

Evil Victor, con una sonrisa burlona, concluyó mientras se alejaba:

"Esto va a ser más divertido de lo que imaginé."

Mientras Victor descansaba tras la intensa batalla, un estudiante acompañado de su amiga se le acercó con entusiasmo. El chico parecía nervioso pero decidido a hablar, mientras su amiga lo seguía de cerca con una expresión de advertencia.

"Profesor Victor," comenzó el estudiante, "¿conoce usted a la heroína Luci?"

Victor le dedicó una pequeña sonrisa y asintió. "Sí, claro que la conozco."

El estudiante, emocionado, continuó: "Oh, es increíble. Es muy fuerte y valiente, pero además... se carga un buen cuerpo y unas buenas—"

Antes de que pudiera terminar, Victor lo miró directamente a los ojos, con una mezcla de decepción y enojo. Su postura cambió de relajada a imponente en un instante, y el ambiente se tensó. La amiga del chico, horrorizada, le dio un codazo fuerte y dijo apresuradamente:

"¡Cállate! Luci es la esposa del profesor Victor."

El chico se quedó helado, girando lentamente para mirar a Victor con puro miedo en sus ojos. La mirada severa del héroe solo empeoró las cosas.

"Termina lo que ibas a decir," le dijo Victor con una voz baja y peligrosa, inclinándose ligeramente hacia él.

Se escuchó un grito ahogado, y en un parpadeo, el estudiante apareció amarrado debajo de un árbol, colgando boca abajo. Su amiga lo observaba con los ojos abiertos como platos, mientras Victor sacudía la cabeza, claramente molesto.

Luci llegó al lugar poco después, observando al chico colgando del árbol con una mezcla de confusión y curiosidad.

"¿Qué pasó aquí?" preguntó mientras cruzaba los brazos, mirando a Victor. "¿Y por qué hay un alumno colgado de un árbol?"

Victor, aún un poco molesto, respondió sin mirarla directamente: "Mejor ni me preguntes."

El estudiante, colgado pero aún con un poco de energía, levantó la cabeza lo suficiente para gritar: "¡Luci, soy tu fan!"

Luci lo observó con una ceja levantada, y luego miró a Victor, quien simplemente suspiró profundamente, tratando de contener su frustración. "¿De verdad?" murmuró Luci, sacudiendo la cabeza.

Tras el incómodo incidente con el estudiante, Victor se giró hacia Luci con una expresión cansada pero resignada.

"¿Nos vamos?" preguntó él, mientras pasaba una mano por su cabello desordenado.

Luci asintió, aún algo confundida por lo ocurrido, pero más interesada en dejar atrás el caos del día. "Sí, vámonos. Creo que ya fue suficiente por hoy."

Ambos caminaron juntos, dejando el lugar mientras los demás estudiantes intentaban liberar al desafortunado joven aún colgado del árbol.

En el trayecto a casa, el silencio entre ellos no era incómodo, sino una pausa tranquila después de tanto caos. Al llegar, Luci dejó caer su abrigo en el respaldo de una silla y miró a Victor, quien se desplomó en el sofá con un suspiro profundo.

"¿Sabes?" dijo Luci mientras se sentaba a su lado. "Tienes que relajarte un poco con los alumnos. Aunque..." Hizo una pausa y sonrió ligeramente. "Ese chico lo merecía."

Victor soltó una pequeña risa. "Tal vez, pero créeme, me contuve bastante."

Luci lo observó con una sonrisa cansada, apoyando su cabeza en su hombro. "Al menos ya estamos en casa. Ahora sí, paz."

Victor asintió, rodeándola con un brazo. Por fin, después de todo lo vivido, podían disfrutar de un momento de tranquilidad juntos.

Victor sonrió mientras acariciaba el cabello de Luci suavemente, acomodándola en su hombro.

"Sabes, me percaté de algo interesante en la conversación de mi estudiante contigo," comentó con calma, aunque una ligera chispa de diversión cruzó sus ojos.

Luci levantó la cabeza, mirándolo con curiosidad pero también con un leve gesto de desconfianza. "¿Ah sí? ¿De qué hablas?"

Victor soltó una pequeña risa, sus ojos reflejando un toque de picardía. "De cómo esa chica no pudo terminar lo que iba a decir porque alguien aquí estaba un poco celosa."

Luci abrió los ojos con indignación fingida, aunque el leve sonrojo en sus mejillas la delataba. "¡Yo no estaba celosa! Solo… solo me pareció un poco inapropiado, eso es todo."

Victor rió con más fuerza esta vez, inclinándose para besar su frente. "Claro, claro, como digas. Pero debo admitir que fue bastante divertido ver tu reacción."

Luci cruzó los brazos, aún con una mezcla de vergüenza y enfado. "No tiene nada de divertido. Esa niña debería aprender a mantener sus comentarios para sí misma."

Victor, disfrutando del momento, la abrazó más fuerte. "No te preocupes, amor. Sabes que mi corazón siempre será tuyo. Además," agregó con una sonrisa, "no hay nadie que pueda siquiera compararse contigo."

Aunque intentó mantenerse seria, Luci terminó sonriendo y se apoyó nuevamente en su pecho, dejando que su incomodidad se disipara con el calor y la calma de estar junto a él. "Está bien... pero no lo olvides."

Victor sonrió nuevamente, satisfecho de haber tranquilizado a su esposa. "Nunca lo haré."

Mientras tanto, en otro rincón de la academia, Evil Victor estaba disfrutando del caos habitual que su presencia generaba. Varias alumnas de la clase de Victor comenzaron a acercarse a él, mirándolo con ojos llenos de admiración y, para su evidente disfrute, un poco de enamoramiento.

"Oye, chicas, ¿en serio todas vienen por mí? No las culpo, después de todo, soy el mejor," comentó con una sonrisa arrogante, cruzándose de brazos mientras las jóvenes lo rodeaban.

Las alumnas empezaron a murmurar, algunas lanzándole cumplidos descarados sobre su apariencia y su "aire misterioso." Evil Victor se regodeaba, disfrutando de la atención... hasta que sintió un fuerte tirón en su oreja.

"¡Agh! ¿Qué demonios?" gritó mientras se volteaba, solo para encontrarse cara a cara con Victoria, su esposa.

"¿Qué crees que estás haciendo, Evil Victor?" le preguntó ella con una expresión fría y fulminante, mientras seguía tirándole la oreja con firmeza.

"¡Nada, nada! Solo estaba siendo amable con las estudiantes, eso es todo," respondió él, tratando de mantener su compostura aunque sus palabras salían un poco entrecortadas por el dolor.

Victoria, sin soltarlo, miró a las alumnas con una sonrisa forzada. "Chicas, sería mejor que se mantuvieran enfocadas en sus estudios y dejaran de perder el tiempo detrás de este payaso."

Las estudiantes se dispersaron rápidamente, nerviosas por la actitud de Victoria, mientras Evil Victor intentaba soltarse. "¡Oye, oye, suelta! No hice nada malo."

Victoria lo miró con severidad mientras lo soltaba finalmente. "Mejor que no lo hayas hecho. Porque si no, serás tú quien termine amarrado bajo un palo esta vez."

Evil Victor se frotó la oreja y suspiró. "Qué carácter, mujer. Es difícil ser tan irresistible."

Victoria solo lo fulminó con la mirada antes de alejarse, dejándolo reflexionar sobre sus "encantos." "Irresistible o no, recuerda quién manda aquí."

Evil Victor se quedó en silencio por un momento antes de murmurar con una sonrisa. "Y por eso me casé contigo."

Victoria, cansada de la actitud juguetona de Evil Victor, decidió tomar cartas en el asunto. Sin previo aviso, lo agarró del brazo con fuerza y comenzó a arrastrarlo, ignorando las quejas y protestas de su esposo.

"¡Espera, espera, Victoria! ¡No es necesario ser tan drástica!" protestó Evil Victor, intentando liberarse, aunque sin mucho éxito.

Sin responder, Victoria extendió las manos al aire y, con un impresionante despliegue de energía, comenzó a materializar una nave. El diseño era elegante y poderoso, con detalles que mostraban su habilidad para controlar tanto la tecnología como la magia.

Evil Victor observó con sorpresa mientras la nave terminaba de formarse frente a ellos. "¡Wow! ¿De dónde sacaste esa habilidad? Y más importante, ¿para qué es esto?"

Victoria lo miró con una sonrisa fría. "Para que tengamos una conversación privada, sin distracciones... y sin tus fans alrededor."

Antes de que Evil Victor pudiera replicar, Victoria lo empujó hacia la nave y, con un leve gesto, lo hizo entrar a la fuerza.

"¡Espera, Victoria! ¡Podemos hablar aquí mismo! ¡No es necesario secuestrarme!" dijo él mientras intentaba resistirse, pero su esposa ya había tomado el control absoluto.

Una vez dentro, Victoria cerró la entrada y tomó el mando de la nave, despegando rápidamente hacia un destino desconocido.

"Vamos a tener una larga charla, Evil Victor. Muy larga," dijo ella con firmeza mientras dirigía la nave hacia un lugar tranquilo en el espacio.

Evil Victor, resignado pero aún tratando de mantener su humor, suspiró. "¿Esto es una nave o una celda? Porque definitivamente no siento la libertad."

Victoria simplemente sonrió, satisfecha de tener el control de la situación. "Llámalo lo que quieras, pero aquí vas a escucharme, quieras o no."

La nave se disparó hacia el espacio a una velocidad impresionante, dejando atrás el planeta Tierra y cualquier distracción que pudiera interponerse entre Victoria y Evil Victor. En el interior, el silencio era denso, casi palpable.

Victoria estaba al mando, sus manos firmes en los controles mientras mantenía la vista fija en la ruta que los llevaba de regreso al universo donde vivían juntos. Su semblante era serio, sin dar pistas de sus pensamientos.

Evil Victor, por su parte, estaba sentado en el asiento del copiloto, claramente incómodo. No se atrevía a romper el silencio, sabiendo que cualquier palabra mal elegida podría agravar la situación. Pero su naturaleza bromista y relajada lo hacía impaciente, y su mente estaba llena de pensamientos sobre cómo suavizar el ambiente.

Finalmente, incapaz de soportar más la tensión, Evil Victor habló, su tono calmado pero con un toque de humor:

"¿Sabes, Victoria? Si este es tu plan para una escapada romántica, creo que te olvidaste de empacar la comida."

Victoria no respondió de inmediato, pero una leve sonrisa amenazó con asomarse en la comisura de sus labios. Sin embargo, se negó a dejarse llevar, manteniendo su mirada fija en el camino estelar.

Después de unos segundos, ella contestó, sin apartar la vista de los controles:

"No es una escapada romántica, Victor. Esto es una intervención."

Evil Victor levantó una ceja, fingiendo sorpresa.

"¿Intervención? ¿Por qué? ¿Por ser demasiado irresistible para mis alumnas?"

Victoria giró su cabeza hacia él con una mirada seria, pero esta vez con un toque de paciencia.

"Por no saber cuándo tomarte las cosas en serio. Ya basta, Victor. Eres mi esposo, no un ídolo adolescente."

Evil Victor suspiró, sabiendo que no podía salir de esa conversación sin enfrentar las cosas. Pero antes de poder responder, la nave entró en el espacio de su universo, y el paisaje familiar comenzó a desplegarse frente a ellos.

Ambos quedaron en silencio nuevamente, pero esta vez no era solo incomodidad: había algo de reflexión en el aire.

Mientras la nave seguía su curso estable por el vasto universo, Victoria se levantó del asiento del piloto con una calma que solo ella podía manejar. Sin decir palabra, comenzó a desabotonar su blusa lentamente, dejando caer cada prenda al suelo con deliberada intención.

Evil Victor, sentado en el asiento del copiloto, sintió que el aire en la nave se volvía denso. Tragó saliva, completamente desconcertado por el giro de los acontecimientos. Sus ojos trataron de fijarse en cualquier cosa excepto en ella, pero era imposible ignorar lo que estaba sucediendo frente a él.

"¿Victoria... qué estás haciendo?", preguntó con una voz que intentaba sonar confiada, aunque le traicionaba un leve nerviosismo.

Ella no respondió de inmediato, simplemente continuó despojándose de sus prendas, dejando al descubierto su figura perfecta. Finalmente, con una leve sonrisa en sus labios, se acercó a él y se inclinó lo suficiente como para que sus rostros estuvieran a centímetros de distancia.

"¿Qué crees que estoy haciendo?", dijo en un susurro, con un tono que mezclaba provocación y autoridad.

Evil Victor parpadeó, tratando de recuperar la compostura, pero era evidente que estaba perdiendo el control de la situación.

"Bueno, yo... este... ¿no deberías estar pilotando?", balbuceó, señalando los controles de la nave con una sonrisa nerviosa.

Victoria soltó una risa suave y, con un movimiento ágil, presionó un botón que puso la nave en piloto automático.

"Ya está resuelto.", dijo mientras se sentaba en su regazo.

Evil Victor levantó las manos, sin saber si debería apartarla o simplemente rendirse al momento. Conocía bien a Victoria y sabía que, cuando ella tenía algo en mente, no había fuerza en el universo que pudiera detenerla.

"Bueno... supongo que no tengo opción...", murmuró finalmente, dejando escapar una sonrisa resignada mientras se relajaba en el asiento, dispuesto a seguirle el juego.

En uno de los pocos restaurantes que aún permanecían de pie tras el colosal combate, Nine Sharon y Yenli Nasco entraron, buscando un momento de tranquilidad. El lugar estaba apenas funcional, con las paredes mostrando grietas y la decoración desordenada, pero al menos ofrecía mesas limpias y un refugio del caos exterior.

Solo un par de cocineros trabajaban en la cocina, visiblemente agotados. A pesar de todo, se esforzaban por atender a los pocos clientes que habían logrado llegar. Yenli, con su característico encanto y serenidad, se acercó al mostrador y pidió algo sencillo: "Dos platos del especial que puedan preparar más rápido. Cualquier cosa caliente será perfecto."

Nine, mientras tanto, inspeccionó el lugar con cuidado, asegurándose de que no hubiera señales de problemas. Siempre había sido precavido, pero después de los recientes eventos, lo era aún más. Cuando Yenli regresó a la mesa con una ligera sonrisa, le dijo:

"¿Puedes creer que este lugar siga funcionando? A veces, la humanidad sabe cómo sorprender."

Nine asintió, sentándose frente a ella.

"Sí, pero no podemos bajar la guardia. Incluso aquí, podría haber enemigos escondidos."

Yenli lo miró fijamente, dejando que su mirada cálida aliviara la tensión en su rostro.

"Siempre estás alerta, pero esta vez deberías relajarte, aunque sea un poco. Lo mereces, ¿no crees?"

Antes de que Nine pudiera responder, un cocinero apareció con dos platos de sopa y pan, lo único que tenían disponible. A pesar de su simplicidad, el aroma era reconfortante.

"Gracias," dijo Yenli con una sonrisa amable, mientras Nine inclinaba levemente la cabeza en señal de respeto.

Mientras comían en silencio, Yenli aprovechó para observar a Nine. Él siempre había sido tan fuerte y decidido, pero sabía que detrás de esa fachada había un hombre que cargaba con más peso del que debería. Tocó suavemente su mano sobre la mesa y comentó:

"Quizás no tengamos todo lo que necesitamos ahora, pero estoy feliz de estar contigo. Incluso en un lugar como este, puedo sentirme tranquila."

Nine la miró, y aunque no era de expresar emociones abiertamente, un leve brillo en sus ojos dejó entrever cuánto significaban sus palabras para él.

"Tenerte conmigo es suficiente," respondió finalmente, antes de volver a centrarse en su comida.

Afuera, el mundo todavía estaba en proceso de recuperación, pero dentro de ese pequeño restaurante, al menos por un momento, todo parecía estar en calma.

Después de terminar su comida en el pequeño restaurante, Yenli Nasco tomó suavemente la mano de Nine Sharon y lo miró con una sonrisa que mezclaba ternura y determinación. "Es momento de que dejemos algo más en este mundo, algo que valga la pena para el futuro," le dijo, sus palabras cargadas de intención.

Nine, sorprendido por su declaración, desvió la mirada por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Aunque siempre había estado enfocado en sus objetivos, en proteger a Yenli y luchar por un propósito más grande, no podía negar la calidez que sus palabras traían a su corazón. Finalmente, asintió. "Si eso es lo que deseas, entonces estoy contigo en todo."

Con esa decisión tomada, Yenli lo guió fuera del restaurante. El mundo a su alrededor estaba todavía desordenado, con señales de la reciente batalla en cada esquina, pero nada de eso parecía importarles en ese momento. Encontraron un hotel que había sobrevivido al caos, y aunque modesto, era lo suficientemente cómodo para lo que buscaban.

Una vez en su habitación, Yenli cerró la puerta detrás de ellos y se giró hacia Nine, su expresión ahora más suave pero llena de emoción. "Hemos pasado por tanto juntos... y aún seguimos de pie. Creo que es momento de construir algo más, algo nuestro."

Nine, dejando de lado su usual seriedad, se acercó a ella y tomó su rostro entre sus manos. "Entonces que así sea. Juntos, siempre."

Esa noche, lejos del caos y la destrucción que los rodeaban, Yenli y Nine se permitieron soñar con un futuro más esperanzador. Su conexión, fortalecida por las pruebas que habían enfrentado, ahora se convertía en la base para una nueva etapa en sus vidas.

Dariel, al ver a Rigor y Spajit conversando con demasiada cercanía para su gusto, no pudo evitar sentir una punzada de celos que se transformó rápidamente en acción. Sin decir una palabra, usó su velocidad para tomar a Rigor del brazo y llevárselo lejos de Spajit. "Necesito hablar contigo en privado," dijo con un tono firme mientras se alejaban.

Rigor, confundido por la repentina acción de su esposa, intentó preguntar qué sucedía, pero Dariel no le dio tiempo. Spajit, al darse cuenta de lo ocurrido, entrecerró los ojos y murmuró para sí misma: "¿Qué se trae ahora?" Sin pensarlo dos veces, decidió seguirlos, moviéndose con la misma rapidez que Dariel.

Cuando Dariel finalmente se detuvo en un lugar más apartado, giró hacia Rigor con una mezcla de frustración y cariño en su mirada. "¿Por qué tienes que estar tan cerca de ella? Sabes que no confío en Spajit cuando se trata de ti," le reclamó, cruzando los brazos.

Rigor levantó las manos en señal de paz. "Dariel, solo estábamos hablando. No hay nada de qué preocuparse," intentó calmarla, pero antes de que pudiera decir más, Spajit apareció de la nada. "¿Perdón? ¿Qué insinúas, Dariel? ¿Acaso crees que no puedo hablar con Rigor sin segundas intenciones?"

Dariel se dio la vuelta con rapidez, enfrentando a Spajit. "¡Exactamente lo que estoy diciendo! Conozco tu historial y no pienso dejar que te acerques demasiado a mi esposo," exclamó, poniéndose entre Rigor y Spajit como si los estuviera separando físicamente.

Spajit soltó una risa sarcástica. "¿De verdad crees que estoy interesada en Rigor? Por favor, Dariel. No todo gira en torno a ti."

La tensión entre ambas creció rápidamente, mientras Rigor, atrapado en medio de la situación, intentaba calmar los ánimos. "¡Por favor, las dos! Esto no es necesario. Estamos en el mismo equipo."

Pero ninguna parecía estar dispuesta a retroceder fácilmente. Lo que había comenzado como un arrebato de celos ahora amenazaba con convertirse en una confrontación directa.

Las palabras de Spajit fueron como una chispa en un barril de pólvora. "Además, él disfrutó mucho más noches conmigo que contigo," dijo con una sonrisa provocativa, claramente disfrutando la incomodidad que causaba en Dariel.

El rostro de Dariel se tornó aún más tenso, y sus ojos brillaron con furia. "Por lo menos yo sí tengo hijos con él," replicó rápidamente, abrazando a Rigor con más fuerza, como si intentara marcar territorio, pero también buscando una manera de proteger lo que sentía era suyo.

Rigor, visiblemente incómodo con la dirección que tomaba la conversación, trató de apartarse suavemente de los brazos de Dariel para intervenir. "¡Basta! Esto no va a llevarnos a ningún lado," dijo en voz baja pero firme. Pero las palabras ya estaban lanzadas, y la tensión solo aumentaba.

Spajit, sin perder la calma, cruzó los brazos y levantó una ceja. "¿De verdad crees que eso cambia algo? No se trata de tener hijos, Dariel. Se trata de lo que sucede entre nosotros y cómo Rigor y yo nos entendemos," respondió, manteniendo su tono desafiante.

Dariel, al escuchar esto, cerró los ojos por un momento, tomando aire con fuerza antes de responder. "No se trata solo de lo que 'pasa entre ustedes'. Se trata de que no voy a permitir que te acerques a mi familia de esa manera," dijo, mirando a Rigor, quien ahora parecía estar entre dos mundos, sin saber cómo manejar la creciente tensión.

Spajit, por su parte, no dejó de sonreír, sabiendo que estaba golpeando donde más dolía. "Eso es lo que te imaginas, pero Rigor sabe que él también tiene el derecho de decidir a quién se acerca," dijo con una sonrisa enigmática, mientras sus ojos brillaban con un reto claro.

La situación se volvía más volátil con cada palabra, y aunque ambos sabían que algo así podría romper el equilibrio entre ellos, nadie parecía dispuesto a dar su brazo a torcer.

La atmósfera se cargó de tensión. Los ojos de Dariel y Spajit se llenaron de furia, y, sin intercambiar más palabras, ambas se lanzaron al combate.

"¡Te voy a mostrar que no soy solo una sombra!" gritó Dariel, dejando escapar una ráfaga de energía que destruyó el pavimento a su paso. Con rapidez, ella se impulsó hacia Spajit, que ya estaba lista para contraatacar.

Spajit, con su característica calma, esquivó con agilidad y, con un movimiento fluido, desató una cadena de ataques rápidos. "Vas a tener que hacer mucho más que eso para impresionarme," dijo con una sonrisa desafiante mientras sus puños iluminaban el aire con destellos de energía.

Ambas luchadoras se movían con una velocidad impresionante, creando un espectáculo de luces y destrucción a su paso. Cada golpe de Dariel hacía temblar el suelo, y los ataques de Spajit eran precisos, como si estuviera disfrutando de cada momento de la pelea. Los edificios cercanos empezaban a agrietarse con cada impacto, y las calles se convertían en un campo de batalla caótico.

"¡No te burles de mí, Spajit!" rugió Dariel, tomando un gran respiro antes de desatar un estallido de energía oscura, intentando envolver a Spajit en una tormenta de destrucción.

Pero Spajit, como siempre, no perdió la compostura. Con un movimiento ágil, evitó el ataque y respondió con una serie de cortes rápidos de su espada, cada uno enviando ondas de choque hacia Dariel.

El choque de ambos poderes provocaba explosiones en el aire, haciendo que la ciudad fuera testigo de un combate que podría acabar con todo a su paso. "Esto es solo un juego para ti, ¿verdad?" dijo Dariel, furiosa, mientras ella reunía más energía para un ataque aún más devastador.

"No te equivoques, Dariel," respondió Spajit, su tono serio. "Este no es un juego, es el resultado de lo que elegimos ser." Y con esa declaración, se lanzó nuevamente al ataque, esta vez con una precisión aún más letal.

Ambas se enfrentaban en una batalla sin cuartel, dejando claro que sus diferencias no solo eran personales, sino también filosóficas.

Rigor observaba la batalla a lo lejos, sus ojos reflejando una mezcla de preocupación y exasperación. Sabía que las tensiones entre Dariel y Spajit no se resolverían fácilmente, pero la magnitud de su pelea era algo que no podía ignorar.

"A veces me pregunto si será posible que estas dos puedan ser amigas... o si lo que tenemos aquí es solo una rivalidad interminable," murmuró para sí mismo, cruzando los brazos mientras seguía mirando el caos que ambas estaban causando.

Se dio cuenta de que no importaba cuánto tratara de calmar las cosas o mediar entre ellas, la energía que las impulsaba siempre las llevaba al enfrentamiento. "Si ni siquiera pueden estar juntas en paz, ¿cómo podré hacer que todo esto funcione?"

Rigor sabía que algo tenía que cambiar, y rápidamente pensó en cómo manejar la situación. Aunque sentía que no podía intervenir directamente sin empeorar las cosas, no podía evitar preocuparse por lo que podría suceder si su rivalidad escalaba aún más.

Miró a Spajit y Dariel en medio del combate, sus cuerpos ágiles y decididos, y suspiró profundamente. "A veces las mujeres y sus peleas..." pensó con una sonrisa irónica, pero también con un poco de desesperación. Sabía que necesitaría mucha más paciencia y tal vez un plan más ingenioso para hacerlas ver que había más en juego que su orgullo y su disputa.

Rigor, sabiendo que no podría detener la pelea con solo palabras, se preparó para intervenir si las cosas se volvían demasiado peligrosas.

Derek, con un suspiro pesado, se alejó del planeta Tierra. Su mirada era distante, como si buscara algo más allá de las tensiones y conflictos recientes. A medida que se alejaba en su nave, las luces del planeta se desvanecían lentamente, y un sentimiento de agotamiento lo invadió. No era que estuviera cansado de la lucha, sino de la constante batalla interna que le planteaba su propia existencia. Sabía que, aunque el mundo a su alrededor estuviera en paz por ahora, su camino le llevaría a nuevos horizontes, lejos de las peleas y el caos que lo seguían.

Mientras tanto, Jehová, Metatron y Greci decidieron tomar sus propios caminos. Después de todo lo vivido, cada uno eligió un lugar donde pudiera encontrar paz y felicidad. Jehová se dirigió a un reino de calma infinita, un lugar donde la creación y el equilibrio reinaban sin conflictos ni perturbaciones. Allí, podría descansar y reflexionar sobre el origen de todo lo que había creado, buscando comprender mejor su papel en el vasto cosmos.

Metatron, el dios de las máquinas, se fue a un dominio donde la tecnología y la naturaleza coexistían en armonía. En ese lugar, todo funcionaba de manera perfecta, sin intervención divina ni guerra. Allí, Metatron podía experimentar el bienestar en su estado más puro, disfrutando de la creación sin las cargas de la responsabilidad de la guerra y el caos que había enfrentado hasta entonces.

Por último, Greci, la diosa de las razas, eligió un lugar apartado donde las razas que había creado pudieran vivir en paz. En su santuario, podría observar y guiar a sus criaturas sin las preocupaciones de los conflictos externos, disfrutando de la paz que tanto había deseado. Era su refugio perfecto, un lugar donde podía vivir en armonía con sus creaciones.

Cada uno, a su manera, encontró un rincón de felicidad lejos de la turbulencia y el caos. Aunque sus caminos fueron distintos, todos compartían un mismo deseo: paz, descanso y un respiro de todo lo que había pasado. Mientras tanto, el universo seguía en su curso, pero por un tiempo, al menos para estos seres poderosos, todo estaba tranquilo.

El arcángel Miguel, al percatarse de que Jehová se dirigía hacia su reino de calma infinita, decidió seguirlo. Sabía que, aunque Jehová era el creador de todo, su inmenso poder también lo hacía vulnerable a fuerzas que podrían intentar aprovechar su ausencia o su aparente vulnerabilidad. Miguel, como su protector fiel, no podía permitir que algo le sucediera, especialmente después de los turbulentos eventos recientes.

Miguel voló hacia el reino de Jehová, su presencia resplandeciendo con una luz celestial que reflejaba su devoción. Al llegar, se arrodilló ante su creador, sabiendo que su tarea era más que solo protegerlo físicamente; también debía ser un guardián espiritual y moral para quien había dado origen a todo lo que existía.

Jehová, al sentir la presencia de Miguel, sonrió serenamente. "No necesitas seguirme, Miguel", dijo con voz suave pero llena de sabiduría. "Este lugar está seguro, y aquí busco la paz que tanto he deseado."

Miguel, con respeto y humildad, respondió: "Donde sea que usted vaya, mi deber es estar a su lado, incluso en los lugares más tranquilos. No puedo dejarlo solo, mi señor."

Jehová asintió con una mirada llena de comprensión. "Entonces quédate, pero recuerda que aquí no hay amenazas, solo quietud y armonía. Deja que esta paz también te envuelva."

Miguel, aunque aún dispuesto a proteger, comprendió que la misión ahora era diferente. En este lugar de serenidad, no solo debería ser el defensor, sino también un ser capaz de disfrutar de la calma que Jehová había encontrado. Y así, con esa nueva perspectiva, el arcángel Miguel se quedó junto a su creador, vigilando desde el silencio de la paz.

Nagatchi, Ivan, Sanbs, Misa y Nerumi se encontraban en su planeta, observando desde la distancia lo que había ocurrido en la Tierra. Habían seguido la batalla de cerca, sabiendo que los héroes y villanos que habían luchado por esa causa eran parte de algo mucho más grande, algo que podría alterar no solo la Tierra, sino todo el equilibrio universal.

Nagatchi, con su mirada pensativa, comentó: "Es curioso. Esos héroes tienen tanto poder, pero ¿realmente lograron lo que buscaban? ¿O simplemente aplazaron lo inevitable?"

Ivan, siempre más pragmático, asintió. "Es difícil de decir. Pero lo que es cierto es que ahora tienen un respiro. El conflicto aún está latente, no solo en su planeta, sino en todos los demás."

Sanbs, mirando al vacío, parecía algo distante. "Es extraño cómo el caos y la paz coexisten. Tal vez uno no puede existir sin el otro. La destrucción, la creación, la lucha… todo es un ciclo. Y estos héroes, aunque poderosos, son parte de ese ciclo."

Misa, la más optimista del grupo, suspiró. "Parece que han encontrado la paz, aunque sea temporal. ¿Quién sabe? Tal vez esa paz sea lo que realmente necesitan para sanar. Pero por ahora, está claro que el caos sigue presente en cada rincón del universo."

Nerumi, con su aire tranquilo y enigmático, añadió: "El poder de los héroes es impresionante, pero la verdadera batalla comienza cuando ya no hay más enemigos a los que derrotar. Ahí es cuando las verdaderas preguntas surgen."

Con el silencio envolviendo el grupo, se dieron cuenta de que, aunque la batalla en la Tierra parecía haber terminado, ellos, como observadores de las fuerzas cósmicas, sabían que el destino de todos los mundos aún estaba en juego. Era cuestión de tiempo para que nuevos desafíos surgieran.

Cada uno, con pensamientos propios y personalidades únicas, se retiró a su lugar, sabiendo que sus caminos en este vasto universo los llevarían de nuevo a encuentros inesperados. La paz en la Tierra podría durar un tiempo, pero el caos siempre estaba a la vuelta de la esquina, esperando su momento para resurgir.

Daiki Talloran caminaba por las calles, sintiendo la atención de las chicas que lo miraban y le hablaban de manera sugestiva, sin ocultar su interés. Algunas lo saludaban con sonrisas coquetas, mientras otras no podían evitar lanzarle miradas más atrevidas. Daiki, aunque acostumbrado a ser el centro de atención debido a su estatus y apariencia, no estaba tan cómodo con este tipo de enfoque.

Mientras él caminaba, la situación comenzó a volverse incómoda. Al notar la creciente atención de las chicas, una figura familiar apareció de entre la multitud. Darkness, su esposa, caminaba hacia él con una sonrisa que, aunque parecía ser amable, dejaba claro que estaba más molesta de lo que demostraba.

Se detuvo frente a Daiki, sus ojos brillando con una mezcla de celos y desaprobación. "¿Te parece que puedes caminar por aquí como si fueras un soltero, eh?", dijo con una sonrisa, pero su tono era frío. "Ya estás casado, y con hijos. No te olvides de eso."

Daiki, con una sonrisa nerviosa, intentó explicarse. "No es lo que parece, Darkness. Yo... solo estaba caminando, y esas chicas..."

Darkness lo miró fijamente y luego lanzó una mirada fulminante hacia las chicas que aún lo observaban, como si les transmitiera un mensaje claro: No se acerquen más. Las chicas, al percatarse de la presencia de Darkness y su aire protector, comenzaron a alejarse, aunque algunas seguían lanzando miradas desafiantes.

"Ya basta, Daiki", continuó Darkness, pero ahora su tono era más suave, aunque aún podía verse la molestia en su rostro. "Sabes que no me gustan esas situaciones. No quiero que se sigan acercando a ti de esa manera."

Daiki suspiró, sabiendo que había metido la pata. "Lo siento, Darkness. No quería que esto fuera un problema. Sabes que tú eres la única para mí."

Con una sonrisa más relajada, Darkness asintió, pero antes de alejarse le susurró: "Te lo recuerdo, porque lo que menos necesito es que me hagan sentir insegura. Entendido, ¿verdad?"

Daiki, con una mezcla de agradecimiento y arrepentimiento, asintió. "Entendido."

Y así, con una mirada final hacia las chicas que aún los observaban desde lejos, Darkness tomó la mano de Daiki y ambos caminaron juntos, dejando atrás las tensiones y las miradas ajenas.

Darkness, con una sonrisa traviesa, se subió a la espalda de Daiki, sus piernas rodeando su cintura mientras sus manos se posaban suavemente sobre sus hombros. Acercó su rostro al oído de Daiki y susurró con tono suave pero cargado de provocación:

"Tu y yo... el combate será en la cama."

Daiki, sintiendo la calidez de su cercanía y las palabras que le susurraba, tragó saliva, un leve rubor tiñendo su rostro. Aunque estaba acostumbrado a las interacciones con su esposa, en ese momento sentía la presión de sus palabras y la tensión en el aire.

Sin dudar, y buscando escapar un poco de la incomodidad, Daiki creó un portal hacia su universo, hacia el reino de Darkness, un lugar que solo los dos compartían y donde podrían tener la intimidad que la situación pedía.

Con un rápido movimiento, ambos atravesaron el portal, dejando atrás el bullicio de la ciudad y adentrándose en el entorno tranquilo y privado de su propio reino. Al llegar, la atmósfera cambiaba instantáneamente, la calma del lugar contrastaba con la tensión cargada entre ellos.

"Bienvenida a casa", murmuró Daiki, todavía sintiendo la presión de sus palabras. Darkness, sin perder su sonrisa confiada, lo miró fijamente y lo instó a seguir avanzando.

El combate, tal como lo había sugerido, no iba a ser en el campo de batalla, sino en un terreno mucho más privado y personal.

Fin O tal vez no.

Nyx'thoran observaba con una expresión calculadora y fría, sabiendo que cada paso de su plan estaba cayendo en su lugar. Aunque el obstáculo inicial había sido que Victor había logrado encerrar a Karla'k y Xal'Azar en la nada absoluta, un lugar que restringía el poder de entidades de tal magnitud, Nyx'thoran no sentía ni el más mínimo atisbo de desesperación. Al contrario, se encontraba más tranquilo que nunca.

El plan estaba lejos de haber fracasado. Sabía que incluso en la nada absoluta, las entidades como Karla'k y Xal'Azar no quedarían atrapadas para siempre. Aquella prisión, aunque poderosa, tenía sus fallos y limitaciones. La clave radicaba en el tiempo y en su capacidad para manipular la dimensión que separaba a los prisioneros del resto del universo.

Nyx'thoran no tenía prisa. Todo lo que necesitaba era esperar el momento adecuado. Aunque las entidades estaban confinadas, él sabía que tarde o temprano encontraría una brecha en la prisión creada por Victor. Podía sentir cómo el poder de Karla'k y Xal'Azar latía dentro de la nada, esperando ser liberado. Una vez que los sacara, fusionarlos sería lo más sencillo, pues su habilidad para manipular almas y fuerzas cósmicas era infinitamente superior. El acto de consumirlos no solo fortalecería su propio ser, sino que le otorgaría un poder más allá de cualquier entidad que existiera en el universo.

El poder combinado de Karla'k, el dios del caos, y Xal'Azar, el ser capaz de alterar la estructura misma de la realidad, sería el combustible que Nyx'thoran necesitaría para finalmente alcanzar su objetivo: convertirse en la entidad suprema, el ser más poderoso de todos los planos de existencia.

Con una sonrisa maquiavélica, Nyx'thoran susurró para sí mismo:

"Victor puede haber ganado esta batalla, pero el juego no ha terminado. Pronto, Karla'k y Xal'Azar estarán bajo mi control, y cuando lo estén, nadie podrá detenerme. Seré el caos, la destrucción y la creación en un solo ser. Mi ascensión es inevitable."

En ese momento, observó el horizonte de la dimensión en la que se encontraba, mientras se preparaba mentalmente para los próximos movimientos que garantizarían el éxito de su plan. La espera, aunque larga, solo le daba más tiempo para perfeccionar sus estrategias y aumentar su poder.

Fin.