Chereads / History academy arco 6: El fin del mundo. / Chapter 23 - Episodio 23: Intentando recuperar su amor

Chapter 23 - Episodio 23: Intentando recuperar su amor

Evil Victor, con una expresión de desesperación en su rostro, se quedó pálido al escuchar sus propias palabras. El dolor en su pecho se intensificó, y por un momento, sintió como si el peso del mundo cayera sobre él. Nunca antes había mostrado este tipo de vulnerabilidad, pero en ese instante, parecía que la fuerza que lo había definido toda su vida no era suficiente para sanar la herida que acababa de abrirse en su corazón.

"Yo... yo buscaré una manera... la reviviré," murmuró, casi como si fuera una promesa, pero sus palabras carecían de la certeza y frialdad que solían caracterizarlo. Había algo en su tono, algo quebrado, que lo hacía sonar más humano que nunca antes. La idea de perder a Victoria, de perder a su hija, lo había desbordado de tal manera que ya no sabía qué hacer con todo ese vacío que sentía.

Victoria, al escucharlo, levantó la mirada con una mezcla de incredulidad y decepción. No sabía si debía sentir compasión por él, o si el enojo seguía dominando sus pensamientos. Siempre había sabido que Evil Victor era capaz de muchas cosas, pero la debilidad emocional que mostraba en ese momento era un reflejo de lo que había estado evitando enfrentar durante toda su existencia.

—Reviviéndola... ¿crees que eso será suficiente para redimirte? —respondió Victoria, su voz llena de sarcasmo y amargura. Ella había visto lo que Evil Victor había hecho a lo largo de los años, el daño que había causado, y la idea de que él pudiera simplemente "repararlo" como si fuera algo tan sencillo le parecía absurda.

Evil Victor apretó los puños, su cuerpo temblando de frustración. El golpe a su ego era fuerte, pero lo que más le dolía era el sentimiento de ineficacia. Había destruido todo a su paso, pero ahora se encontraba frente a una fuerza mucho más poderosa que todo lo que había enfrentado antes: el amor perdido.

—No me importa lo que tengas que decir, —respondió, intentando recuperar algo de su arrogancia habitual—. Buscaré una forma. No voy a dejar que todo termine así.

Se dio la vuelta rápidamente, caminando hacia el borde del castillo sin mirar atrás. En su mente, las ideas y planos para revivir lo perdido comenzaban a formarse, aunque la verdad era que no sabía si realmente había alguna manera de revertir el daño. Su deseo de restaurar lo que había perdido era tan fuerte que no se detendría ante nada.

Victoria, de pie en el mismo lugar, observaba a Evil Victor con una mezcla de compasión, resentimiento y desconfianza. Sabía que sus palabras no cambiarían nada. Lo que más le dolía no era el daño físico, sino que, en ese momento, Evil Victor había perdido su poder sobre ella, había perdido el control que siempre había tenido sobre su relación.

—Haz lo que quieras. —dijo Victoria, con la voz firme, pero en sus ojos se reflejaba algo diferente. Un sentimiento que no era completamente odio, sino una mezcla de tristeza y aceptación. Ella sabía que Evil Victor no cambiaría, pero también sabía que, en el fondo, algo dentro de él había cambiado, aunque él aún no lo aceptara.

Evil Victor, al llegar a la puerta del castillo, se detuvo por un instante, mirando al horizonte. La tormenta que había desatado estaba lejos de terminar. Sin embargo, en el fondo, sabía que la verdadera lucha aún estaba por venir.

Evil Victor se lanzó con una determinación feroz en busca de las runas de los deseos, sabiendo que solo con su poder podría encontrar una forma de revertir lo irremediable. La obsesión por recuperar lo perdido lo cegó, y su mente, llena de furia, comenzaba a perderse en la magnitud de su objetivo. No solo era un impulso por revivir a Victoria y a su hija, sino también una necesidad de restaurar su propia imagen y redención ante sí mismo.

Viajó a través de universos distorsionados, cruzando dimensiones y quebrantando las leyes de la naturaleza en su búsqueda. Las runas no solo eran artefactos mágicos, sino símbolos de poder supremo, capaces de alterar la realidad misma y conceder deseos a aquellos que las poseyeran. Sin embargo, el precio por usarlas era conocido solo por unos pocos, y Evil Victor no era ajeno a la leyenda que decía que cada uso de las runas sacrificaría algo irremplazable.

Se encontraba en el reino del vacío, una dimensión donde los ecos del pasado resonaban y las sombras del futuro se volvían tangibles. Runas de los deseos flotaban en el aire, brillando con una luz que parecía desafiar la oscuridad de ese lugar.

—Aquí están... —murmuró, su voz fría como el hielo. Se acercó con cautela, no solo por el miedo a perderse en ese reino sin fin, sino por la consciencia de que, al tomar las runas, algo más podría desatarse. Sin embargo, no importaba. El deseo de recuperar a Victoria y a su hija era más fuerte que cualquier advertencia.

Con un gesto de la mano, las runas comenzaron a resonar, y Evil Victor las absorbió, sintiendo un poder abrumador recorrer su cuerpo. El universo entero parecía detenerse por un segundo, y él sintió que todo su ser estaba a punto de romperse y a la vez transformarse en algo más.

Pero justo cuando creyó haber alcanzado el control completo de las runas, un estruendo resonó en la dimensión. La entidad guardiana de las runas, una figura oscura que había permanecido oculta durante milenios, apareció frente a él, su presencia aplastante.

—Crees que puedes controlar el poder de los deseos sin consecuencias, Victor. —dijo la entidad, su voz grave como un trueno. —Cada deseo tiene su precio, y el tuyo será más grande de lo que imaginas.

Evil Victor no dudó ni un instante, sus ojos llenos de ira y desesperación.

—No me importa lo que cueste. Haré que mi familia regrese, haré que todo vuelva a ser como antes. —respondió con una voz firme, aunque en el fondo, su corazón temblaba ante la magnitud de lo que estaba a punto de hacer.

La entidad guardiana, con una sonrisa sombría, levantó la mano y dejó que las runas respondieran a las palabras de Evil Victor.

—Que se haga tu voluntad, pero no olvides que el precio será mucho más alto de lo que esperas. —y con esas palabras, la dimensión comenzó a desmoronarse, el poder de las runas empezando a reconfigurar la realidad a su alrededor.

Evil Victor, inmerso en la energía desbordante, no percibió las consecuencias inmediatas, pero sentía cómo su cuerpo comenzaba a transformarse, como si algo más allá de su control estuviera alterando su ser.

En su mente solo había un pensamiento: recuperar a Victoria, recuperar a su hija, y restaurar lo que había perdido. Sin importar el costo. Sin importar lo que tuviera que sacrificar.

Pero en lo más profundo, una pequeña voz lo advertía: Nada volvería a ser igual.

Evil Victor sintió el corte profundo atravesando su pecho, el dolor fue inmediato y agudo, como si toda su existencia se estuviera desgarrando. Miró hacia abajo, viendo la sangre negra que comenzaba a manar, y su respiración se volvió más pesada.

La entidad guardiana, con una mirada inquebrantable, lo observaba desde las sombras, su figura sombría irradiando una energía que distorsionaba el aire a su alrededor. Con voz grave y resonante, dijo:

—Si deseas las runas, deberás luchar por ellas. No hay atajos, no hay favores. Este es un lugar donde el poder solo se concede a quienes demuestran ser dignos. O peleas, o te quedas con las manos vacías, y tu vida... será mi siguiente trofeo.

Evil Victor apretó los dientes, el dolor punzante en su pecho le quemaba, pero el odio y la determinación brillaban en sus ojos. Sabía que no podía rendirse, no después de haber recorrido todo este camino. No solo por Victoria, sino por el poder que le permitiría tomar lo que deseaba.

—No te preocupes. —respondió con voz ronca, pero llena de desprecio—. Pelearé. Y cuando termine, esas runas serán mías.

Con un rugido de furia, Evil Victor canalizó toda su energía, haciendo que el aire a su alrededor se viera distorsionado por el poder que emanaba de su cuerpo. El corte en su pecho comenzó a cicatrizar rápidamente, alimentado por su rabia y su deseo de venganza.

La entidad guardiana no vaciló, y en un abrir y cerrar de ojos, desapareció de su lugar, reapareciendo frente a él con una velocidad sobrenatural. Con un solo movimiento, desató un corte invisible que atravesó el aire y apuntaba directamente a su cuello.

Evil Victor reaccionó rápidamente, apenas esquivando el golpe mortal, pero el filo de la espada del guardián rasgó su brazo izquierdo, dejándolo debilitado.

—No soy el mismo de antes, pero esta vez no me rendiré. —murmuró, su rostro contorsionado por la ira mientras su cuerpo comenzaba a brillar con un resplandor de fuego oscuro.

Con un grito, Evil Victor lanzó una onda de energía oscura hacia la entidad, esperando desestabilizarla. El impacto resonó en el aire, pero la entidad se desvaneció antes de que pudiera tocarla, reapareciendo a su espalda con una sonrisa burlona.

—Tienes poder, pero aún te falta mucho para alcanzar las runas. —dijo la entidad, y con un movimiento brusco, disparó una serie de proyectiles de energía oscura, obligando a Evil Victor a esquivar nuevamente. Cada vez que evitaba un golpe, sentía que su energía se agotaba más rápido.

El combate estaba comenzando a ser más difícil de lo que había anticipado. La entidad guardiana no solo era rápida y letal, sino que su poder parecía casi ilimitado, como si estuviera conectada con el mismo tejido del universo.

Pero Evil Victor no iba a rendirse. En medio del caos, sintió una oleada de poder recorrer su cuerpo, y con un grito de guerra, hizo que su energía oscura se concentrara en sus manos, creando una gran espada de fuego negro, que brillaba con la intensidad de su odio y deseo de venganza.

—¡Este es mi poder! —gritó, lanzándose hacia la entidad guardiana con una furia renovada. La batalla continuaba, y aunque Evil Victor sabía que las runas de los deseos estaban al alcance, también comprendió que solo aquellos que eran verdaderos guerreros podían alcanzarlas, y debía probar que era uno de ellos.

La lucha por las runas, por el control de su destino, acababa de comenzar.

Evil Victor sintió el corte directo a su rostro, una sensación de ardor y frío recorriéndolo al instante, como si su propia cara estuviera desintegrándose. El dolor fue insoportable, y antes de que pudiera reaccionar, el guardían atacó nuevamente, perforando su pecho con una velocidad impresionante. La sangre oscura brotó de la herida, y Evil Victor tosió, sintiendo que su respiración se volvía más pesada.

Pero lo peor estaba por venir.

Con un movimiento casi imperceptible, el guardían le dio un corte directo a los ojos, desintegrando gran parte de su visión y parte de su regeneración. Evil Victor gritó en agonia, sintiendo la perdida de sus capacidades de regeneración en esa área. La herida de su rostro y ojos no se cerraba, y el dolor era insoportable, más fuerte que cualquier herida que hubiera recibido en su vida.

Con su rostro desfigurado, un parpadeo de desesperación recorrió su mente. Había sido humillado, golpeado de una manera que nunca pensó que sería posible. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, algo comenzó a hervir. No podía ser derrotado aquí, no después de haber recorrido todo este camino.

La regeneración solo alcanzaba a reparar la herida en su pecho, pero las otras heridas seguían abiertas, y sus ojos seguían entumecidos y parcialmente ciegos. Pero el odio y la rabia que sentía por la entidad guardiana, así como el recuerdo de su mujer y su hija, lo mantenían de pie. Si no podía sanar sus ojos ni su rostro por completo, lo haría con fuerza bruta.

A pesar del dolor punzante y las heridas sangrientas, Evil Victor se levantó lentamente. La furia era lo único que lo mantenía en pie. Aunque su regeneración era más lenta y su visión estaba comprometida, sus sentidos aumentaron, y ahora podía sentir la presencia de su enemigo aún en la oscuridad.

—¡No me rendiré! —gruñó con rabia, mientras sus manos comenzaban a rodearse de energía oscura. No dejaría que ese guardían lo venciera, no sin luchar hasta el último aliento.

En un último esfuerzo, levantó su brazo, concentrando toda su energía en un solo ataque devastador, un rayo oscuro de pura maldad, cuyo resplandor iluminó todo el bosque alrededor, retumbando como un trueno en el aire.

¡No me detendrás! pensó, lanzando el rayo con la esperanza de derribar al guardián de una vez por todas.

Evil Victor sintió la resistencia del guardián frente a su ataque. A pesar de todo su poder, el rayo oscuro no fue suficiente para derribar al oponente. Antes de que pudiera reaccionar, el guardían ejecutó un corte rápido y preciso, cortando el brazo izquierdo de Evil Victor con una facilidad impresionante. La sangre oscura brotó de la herida, y con un grito de dolor, Evil Victor cayó de rodillas, mirando su brazo caído al suelo.

El dolor era insoportable. Su regeneración no era lo suficientemente rápida para detener la pérdida de su brazo, y la mortalidad de la herida comenzaba a hacerle mella. Pero lo peor de todo fue el daño en sus ojos. Uno de ellos permaneció parcialmente dañado, y la visión borrosa le dificultaba enfocarse en su enemigo. Sentía como si todo el campo de batalla estuviera nublándose ante él, sus sentidos comenzaban a fallar, y su corazón latía fuerte por la desesperación.

El guardían, viéndolo tambalear y cayendo, no mostró compasión. Evil Victor sabía que no quedaba mucho tiempo. Si no hacía algo rápidamente, todo estaría perdido.

A pesar de la grave lesión y el desgaste físico, algo en su interior lo mantenía firme. Aun con la desventaja, un último destello de furia cruzó por su mente. Su orgullo no le permitiría caer así. El dolor era agudo, pero lo soportaba, concentrando todo lo que quedaba de su energía en un último ataque.

Con el brazo perdido y la visión limitada, Evil Victor utilizó su poder restante para crear una explosión de energía oscura alrededor de él. La ondas de choque envolvieron todo el terreno, buscando cegar y dañar al guardían. Si no podía derrotarlo de frente, lo haría a través de la destrucción masiva.

Con un grito ensordecedor, las ondas oscuras surcaron el aire, avanzando hacia el guardían en una última ofensiva desesperada.

Evil Victor, agotado pero determinado, sostuvo las runas en su mano, observando las runas brillantes que le otorgaban el poder de cumplir cualquier deseo. Su respiración era pesada, y su cuerpo sangraba por las heridas sufridas durante el combate, pero nada de eso importaba ahora. Había logrado matar al guardián, un obstáculo formidable que había impedido que alcanzara su objetivo.

Con las runas en su poder, Evil Victor se dirigió al reino de Victoria. Sus pasos resonaban con determinación mientras caminaba hacia la puerta del castillo de su esposa. Sabía que al entrar, todo cambiaría. Este era el último intento, la única oportunidad para recuperar su amor y demostrarle a Victoria que su dolor no había sido en vano.

Se detuvo frente a la puerta y, tras unos instantes de silencio, tocó el misterioso portal que conducía a su amada. El sonido resonó como una llamada al destino: un toque suave, pero cargado de promesas y desesperación.

La puerta se abrió lentamente, dejando ver la figura de Victoria al otro lado. Ella estaba en su trono, seria, con la mirada perdida, como si esperara su regreso.

Evil Victor entró sin decir palabra, solo mirando con intensidad a la mujer que una vez amó y, en cierto modo, aún amaba.

Victoria, al verle con las runas en sus manos, levantó una ceja, pero no dijo nada. Evil Victor, a pesar de las cicatrices, la maldición de la culpa y el desgaste, se acercó lentamente, su mirada fría aún firme, aunque su corazón latía con una mezcla de esperanza y arrepentimiento.

Victoria, que siempre había sido orgullosa y calculadora, lo miró fijamente, sin hablar, como si estuviera esperando la respuesta. Sabía lo que tenía que hacer, y el destino de ambos estaba en sus manos.

Con voz grave, Evil Victor susurró: "He cumplido mi parte. Ahora, revívela. Dame la oportunidad de corregir mis errores."

Mientras las runas brillaban en su palma, el poder de los deseos flotaba en el aire. Sin embargo, la última decisión estaba por tomarse.

Evil Victor, con la energía oscura de las runas fluyendo a través de su cuerpo, concentró su poder en un último esfuerzo. El aire a su alrededor se cargó de tensión mientras sus manos brillaban con la intensidad de las runas de los deseos, un poder capaz de alterar la realidad misma.

En un destello de luz, el cuerpo de Victoria comenzó a brillar de manera intensa, y una energía sobrenatural recorrió su abdomen. Evil Victor, con una sonrisa macabra en el rostro, observó cómo la cicatriz invisible que había quedado en su amada comenzó a cerrarse, y en su interior, un nuevo latido comenzó a sonar, trayendo la vida de vuelta a su hija.

La niña, que había estado muerta dentro de Victoria, comenzó a revivir. Una energía cálida llenó la habitación, como si la luz misma hubiera regresado. Victoria, al sentir la presencia de su hija renacida dentro de ella, miró con asombro y algo de miedo. El poder de Evil Victor no solo había devuelto la vida a su hija, sino que también destruyó la barrera de su ego, provocando un torbellino de emociones contradictorias en ella.

Mientras las runas desaparecían, desvaneciéndose en pequeños destellos por todo el universo, Evil Victor no pudo evitar sonreír, una sonrisa de satisfacción y triunfo. Había logrado lo que tanto anhelaba: traer de vuelta a su hija y, de alguna manera, hacer que Victoria pudiera sentir la presencia de lo que había perdido.

Victoria, aunque no estaba segura de cómo sentir, no pudo ocultar el dolor que le causaba la pérdida y el regreso de su hija, pero también sabía que este sacrificio de Evil Victor, aunque marcado por sus propios demonios, había sido suficiente para cambiar el curso de su destino.

— ¿Lo has logrado? —dijo Victoria, su voz suave, pero llena de una tensión palpable, mientras miraba a Evil Victor.

Evil Victor asintió, sus ojos llenos de satisfacción, pero también de una sombra de remordimiento. Sabía que esto no borraría todos los pecados de su pasado, pero por fin había conseguido algo de lo que se había privado durante tanto tiempo: la reconexión con su familia.

— Sí. Ahora estamos completos —respondió Evil Victor, su tono grave pero lleno de un nuevo propósito.

A pesar de todo lo que había sucedido, la sonrisa de Evil Victor era una sonrisa de triunfo. Había logrado lo imposible. Pero lo que Victoria y él sabían era que la verdadera batalla recién comenzaba.

Evil Victor, con su cuerpo tembloroso y cubierto de heridas graves, luchaba por mantenerse en pie. El dolor que sentía era casi insoportable. Cada paso que daba era un esfuerzo monumental, y el sangre que seguía vomitando parecía drainar su energía rápidamente. Sus piernas ya no podían sostenerlo y, finalmente, cayó al suelo con un golpe sordo, perdiendo por un momento la conciencia.

Con el cuerpo debilitado y la fatiga extrema dominando sus sentidos, Evil Victor miró hacia arriba, hacia el techo de la habitación donde había tomado la decisión final de traer a su hija de vuelta. Sabía que su tiempo en este mundo podría haber llegado a su fin, pero se sentía satisfecho de haber cumplido con su promesa.

Su respiración se hizo más lenta, cada vez más superficial, mientras los latidos de su corazón se volvían más débiles. El poder de las runas había sido demasiado para su cuerpo, y ahora las heridas físicas que había sufrido a lo largo de su viaje estaban pasando factura.

En medio de su debilidad, la figura de Victoria apareció en el umbral de la habitación, observando la escena con una mezcla de miedo y desesperación. Había sido testigo de la magnitud del sacrificio de su esposo, pero no podía evitar sentir miedo de que lo hubiera perdido por completo.

— Evil Victor... —murmuró ella, acercándose con cautela. Al verlo allí, tan vulnerable, algo dentro de ella se quebró, y por un instante olvidó su orgullo. Se acercó a él.

Evil Victor, aún tendido en el suelo, intentó sonreír, aunque el dolor le impedía casi mover su rostro. Sabía que su tiempo estaba limitado, pero quería que su esposa lo supiera, que lo entendiera.

— Lo hice... lo hice... para ti... y para ella... —dijo con voz rasposa y débil. Sus ojos se cerraban, pero no sin antes intentar verla una última vez, esperando que la familia que había creado no lo olvidara, aunque todo había sido tan destructivo.

Victoria, al ver su sufrimiento, no pudo evitar arrodillarse a su lado, tomando su mano con cuidado. A pesar de todos los errores que había cometido, algo en su corazón la instaba a hacer algo para salvarlo.

— No te vayas... no ahora... —susurró Victoria, con la voz quebrada. Podía sentir su propio dolor, pero lo que más le dolía era ver a Evil Victor, el hombre con quien había compartido tantas batallas y sufrimientos, ahora al borde de la muerte.

El silencio llenó la habitación mientras las sombras del pasado comenzaban a rodearlos, pero el vínculo entre ellos, turbado y desgarrado, aún permanecía.

¿Sería este el fin para Evil Victor? La fatiga y las heridas parecían estar ganando, pero algo aún seguía vivo en su interior, como si hubiera algo más por lo que luchar, aunque sus fuerzas comenzaran a desaparecer.

La incertidumbre llenaba el aire.

Después de dos largos meses de recuperación, Evil Victor finalmente comenzó a despertar en una cama de hospital, su cuerpo rodeado de máquinas que monitoreaban su estado crítico. El dolor era casi insoportable, especialmente en su brazo izquierdo, donde el saturado de vendas cubría las heridas más profundas, y en su pecho, que también estaba marcado por las cicatrices de la batalla. Además, su rostro estaba cubierto por curas, su ojo izquierdo había sido dañado, y aunque todavía podía verlo con el derecho, la visión de su lado izquierdo estaba parcialmente perdida.

El silencio del hospital solo era roto por el sonido de las máquinas que indicaban que su corazón aún latía, que su vida aún estaba sostenida por una delgada línea.

Cuando sus ojos se abrieron, al principio le costó reconocer dónde estaba. Todo le parecía tan distante y confuso, la debilidad lo envolvía por completo. Se levantó un poco, pero al instante se dio cuenta de que sus movimientos eran limitados debido a las heridas que le impedían moverse con libertad.

La fragancia de los desinfectantes y el sonido de las alarmas le eran familiares, pero en su estado de confusión apenas lograba procesar lo que ocurría. Su primer pensamiento fue Victoria y lo que había hecho por ella, lo que había sacrificado para traerla de vuelta a su vida, y su hija, a quien no había dejado de pensar.

Pero entonces, un dolor punzante recorrió su cuerpo, y sus recuerdos volvieron a invadir su mente, las imágenes de su batalla con el guardián, la resurrección de su hija y la sensación de que, en algún momento, pensó que había perdido todo. No estaba seguro de si había vencido al final, ni si todo aquello valió la pena.

Un murmullo cercano rompió su cadena de pensamientos. Victoria estaba allí, cerca de él, su mirada ansiosa. Había esperado dos largos meses para que Evil Victor despertara. Se acercó a él, sus manos temblando ligeramente mientras le tocaba el rostro.

— ¿Estás bien...? —preguntó con la voz quebrada, sus ojos llenos de preocupación. Podía ver el sufrimiento en cada una de las cicatrices que marcaban a su esposo, pero no sabía cómo manejar ese peso. Había servido tanto como compañera y enemiga, pero ahora, todo había cambiado, y a pesar de todo lo que había ocurrido, todavía estaba allí, al lado de él.

Evil Victor, con dificultad, movió su mano derecha y la tomó. A pesar del dolor en su cuerpo, algo dentro de él parecía despertar, la fuerza que le quedaba para aferrarse a lo que quedaba de su vida. La mujer que había sido su fuerza y también su debilidad.

— Lo hice... para ti... —murmuró con voz baja, pero firme. Sus ojos brillaron, reflejando una decisión que aunque no podía explicar con palabras, estaba allí, en el fondo de su ser.

Victoria, al ver su determinación, sintió una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que, aunque Evil Victor estaba frente a ella, el precio por todo lo que había hecho había sido demasiado alto. Pero, aún en su debilidad, aún en su fragilidad, estaba vivo, y eso era lo único que realmente importaba.

El silencio volvió a caer sobre la habitación, y Evil Victor comenzó a cerrar los ojos lentamente, recuperando el poco aliento que le quedaba. Pero Victoria no lo dejó ir tan fácilmente. Tomó su mano con más fuerza y dijo, con una voz firme, aunque con un leve temor:

— No te vas a ir... aún no.

Así, entre la oscuridad y la luz, en el lecho de su recuperación, Evil Victor y Victoria compartieron un momento en el que sus destinos todavía estaban entrelazados, por el amor, por lo perdido y por lo que aún podrían salvar.

Con una mueca de dolor, Evil Victor intentó levantarse de la cama. Cada movimiento le causaba una punzada de dolor, pero se mantenía firme. El sudor cubría su frente mientras, con esfuerzo, colocaba sus pies en el suelo. Su visión estaba algo borrosa, pero su determinación seguía intacta.

— No puedo quedarme aquí... —murmuró para sí mismo, su voz rasposa por el esfuerzo.

Aunque las heridas no sanaban rápidamente, y su cuerpo aún temblaba por la falta de fuerzas, la sensación de debilidad no era algo que Evil Victor aceptara con facilidad. Su ego y su deseo de ser el más fuerte superaban cualquier obstáculo físico. Sabía que no podía caer ahora. A pesar de la fatiga y la agonía que lo invadían, se levantó con una fuerza renovada, decidido a recuperarse y a volver más fuerte que antes.

Las lágrimas que había sentido en su alma por los errores cometidos parecían quedar atrás mientras se levantaba con todo lo que le quedaba. No era solo por él, sino por su familia, por Victoria y por su hija. Ellos aún necesitaban de su fuerza.

El tiempo para lamentarse había pasado.

Evil Victor sabía que cada minuto que pasaba allí, en esa cama, era un minuto que lo alejaba de lo que debería ser: un hombre fuerte. El mundo no se detenía por su dolor, y él tampoco lo haría. Con dificultad, se dirigió hacia la puerta, con la esperanza de que, aunque no pudiera curarse completamente, podría encontrar la manera de recuperar su poder y volver a ser quien era.

Victoria, con expresión de preocupación pero también determinación, cargó a Evil Victor con esfuerzo, llevándolo de nuevo a la cama del hospital. A pesar de las heridas graves de su esposo, ella no podía dejarlo caer. Al colocarlo suavemente en la cama, se sentó junto a él, con los ojos entrecerrados por el cansancio y la frustración.

"Te lo dije, no podrías con todo eso solo", dijo en voz baja, pero con un toque de ternura detrás de sus palabras. Sabía que Evil Victor había ido demasiado lejos por su orgullo, pero su deseo de recuperar lo perdido, de restaurar lo que había roto, lo había llevado a ese punto límite.

Victoria lo miró, observando sus heridas, sintiendo una mezcla de enojo, preocupación y aún, de alguna manera, un atisbo de amor. No quería perderlo, pero también sabía que si no se calmaba, seguiría poniendo todo en riesgo.

"Recupérate, y cuando lo hagas, hablaremos", susurró, mientras le daba un leve toque en la mano, intentando transmitirle algo de consuelo a pesar del enojo que sentía. Sabía que esta vez no podría salvarlo de sí mismo si no tomaba las decisiones correctas.

Evil Victor, con un suspiro profundo, tocó su brazo faltante, sintiendo la ausencia de lo que una vez fue una extensión natural de sí mismo. Su rostro, marcado por las cicatrices, mostraba una mezcla de rabia y dolor, pero también una sensación de vulnerabilidad que rara vez mostraba.

Miró a Victoria, su amada esposa, y por un momento, sintió que las piezas de su mundo caían en su lugar. Había hecho todo esto por ella, por el deseo de recuperar lo perdido, por restablecer el equilibrio de su vida rota. Sin embargo, la realidad era otra. Había ido demasiado lejos. Y ahora, no solo estaba herido físicamente, sino también emocionalmente, enfrentando las consecuencias de sus propias decisiones.

"Lo... lo siento", dijo, su voz quebrada por la fatiga. No estaba acostumbrado a pedir disculpas, pero en ese momento, sentía que era lo único que podía hacer. "Nunca quise llegar a esto. Pero... no sé cómo detenerme. Siempre es más, más y más..."

Con una mirada melancólica, dejó caer la cabeza, dándose cuenta de que las runas, las batallas, todo lo que había hecho para recuperar el poder y el control, no lo habían llevado a la felicidad que pensaba que encontraría. Ahora, solo quedaba la consecuencia de sus propios actos.

Cuando lo vio cubrir su rostro, llorando en silencio, algo en su interior se suavizó, aunque no quería admitirlo.

Se acercó lentamente, sin decir una palabra, pero con una mirada que mezclaba comprensión y tristeza. Colocó su mano sobre la suya, aún en el aire, y la suavizó, acariciando sus dedos con cuidado.

"Está bien... es humano," murmuró, casi como un susurro. Aunque siempre había sido un hombre frío y despiadado, en ese momento veía a alguien que, aunque lleno de orgullo y ego, también cargaba con el peso de sus propias decisiones y errores.

"No eres invencible, Evil Victor," continuó en un tono más suave. "Y está bien que no lo seas. Pero lo que realmente importa es lo que haces con todo esto, con todo este dolor. No tienes que cargarlo solo."

Evil Victor no dijo nada al principio, pero al sentir la calidez de su toque, las lágrimas que caían en silencio empezaron a cesar lentamente. Aunque su orgullo aún se encontraba intacto, algo en su corazón se quebró. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez no todo estaba perdido, que había algo por lo que valdría la pena luchar.

Victoria, al notar la vulnerabilidad de Evil Victor, se subió con suavidad sobre su cuerpo, abrazándolo con ternura. A pesar de todo lo que había sucedido, su amor por él no desaparecía, y sentía la necesidad de apoyarlo en su momento de debilidad.

"Te amo, Evil Victor. No importa lo que pase, siempre estaré aquí", le susurró al oído mientras lo sostenía firmemente, tratando de consolarlo.

Aunque él intentaba reprimir su llanto, las lágrimas seguían cayendo en silencio. Victoria, sin decir una palabra más, simplemente lo sostuvo, comprendiendo que a veces la verdadera fuerza no radica en no mostrar debilidad, sino en aceptar que todos tienen momentos de fragilidad.

Victoria, al ver a su esposo tan vulnerable, lo abraza con más fuerza, ofreciéndole su consuelo. "No eres menos hombre por llorar," le susurra, acariciando su rostro. "Eres humano, y todos tenemos nuestros momentos de debilidad. Lo importante es que sigues aquí, luchando. No tienes que cargar con todo tú solo."

Evil Victor, entre sollozos, siente un alivio al escuchar las palabras de Victoria, aunque aún le cuesta aceptar su vulnerabilidad. Con el tiempo, la calma lo envuelve, y el dolor de las heridas físicas y emocionales parece mitigarse, aunque no desaparece por completo.

Evil Victor, al sentir las pequeñas patadas del bebé, se quedó en silencio por un momento. La sensación lo conmovió profundamente, y aunque aún estaba herido, algo en su interior comenzó a cambiar. La presencia de su hija, incluso en esa forma tan pequeña, le recordaba lo que realmente importaba.

Con un suspiro, Evil Victor miró a Victoria, sus ojos llenos de una mezcla de dolor, arrepentimiento y una nueva esperanza que comenzaba a germinar en su corazón.

"Lo siento", susurró, con la voz aún quebrada. "Lo he hecho todo mal, pero... esto, nuestra hija... nuestra familia... no lo voy a perder. No otra vez."

Victoria, al ver la sinceridad en sus ojos, le acarició la cara con ternura. "No tienes que hacerlo solo. Estamos juntos en esto. Lo que sea que pase, lo enfrentaremos como una familia."

Evil Victor asintió lentamente, sintiendo un peso pesado levantarse ligeramente de sus hombros. Aunque sus heridas físicas seguían presentes, por primera vez en mucho tiempo, sentía que quizás, tal vez, había algo más que podría aferrarse en su vida: la posibilidad de redención, de amor y de un futuro con su familia.

"Gracias", dijo con suavidad, mientras su respiración comenzaba a estabilizarse, las lágrimas finalmente cesando.

Fin.