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Chapter 14 - Episodio 14: A recuperar las bolitas.

Joel y Gaby continuaban su búsqueda incansable por el paradero de las "bolitas" perdidas de Joel. Habían recorrido casi toda la ciudad, incluso explorando las áreas más remotas y oscuras que jamás pensaron visitar. Pero cada pista terminaba en un callejón sin salida, y la frustración comenzaba a hacer mella en ambos.

Azrakil, por su parte, los seguía de cerca, aunque más como un espectador sarcástico que un aliado dispuesto. Caminaba con una expresión de aburrimiento en su rostro, claramente poco interesado en la misión.

—No sé por qué insisten tanto en buscar esas cosas insignificantes —comentó Azrakil, rodando los ojos.

Joel, sin poder contener su enfado, se giró hacia él.

—¡Para ti serán insignificantes, pero son parte de mi cuerpo! —gruñó Joel, su desesperación notoria.

Gaby intentó calmarlo, colocando una mano en su hombro.

—Tranquilo, amor. Las encontraremos, solo tenemos que seguir buscando...

Sin embargo, algo en su interior les decía que no era una búsqueda tan sencilla como parecía. Era como si una fuerza extraña estuviera ocultando deliberadamente lo que buscaban. Azrakil, a pesar de sus constantes quejas, comenzó a sospechar lo mismo.

—Esto no tiene sentido. Ya hemos cubierto todos los lugares lógicos y posibles —dijo Gaby, mirando a su alrededor con preocupación.

Joel, respirando hondo para calmarse, se detuvo un momento para reflexionar.

—Es como si alguien... o algo, las hubiera escondido a propósito. Pero, ¿quién tendría un interés tan retorcido en algo así?

Azrakil frunció el ceño, finalmente intrigado.

—Bueno, no fui yo, eso te lo aseguro. No tengo tiempo para jugar con las partes humanas de nadie —replicó, cruzando los brazos.

De repente, una ráfaga de viento helado pasó junto a ellos, y todos sintieron un escalofrío. Una risa burlona resonó en el aire, proveniente de ninguna parte en particular.

—¿Quién está ahí? —gritó Gaby, girando en todas direcciones.

Azrakil levantó una ceja, ahora realmente interesado.

—Parece que tenemos un invitado no deseado.

De la sombra de un callejón cercano, emergió una figura encapuchada, con una sonrisa maliciosa en su rostro. Sus ojos brillaban con una luz siniestra.

—Ah, así que finalmente se dieron cuenta de que no estaban solos en esta búsqueda absurda. He estado observándolos todo este tiempo, divirtiéndome con su desesperación —dijo la figura misteriosa.

Joel apretó los puños, sintiendo una oleada de ira.

—¿Tú tienes mis...?

La figura rió de nuevo, interrumpiéndolo.

—Digamos que estoy guardando lo que te pertenece... en un lugar muy, muy especial. Pero si realmente las quieres de vuelta, tendrán que jugar mi pequeño juego.

Gaby, con una expresión de determinación, dio un paso adelante.

—¿Qué quieres a cambio?

El extraño se limitó a sonreír.

—Simplemente... entreténganme. Si logran superar los desafíos que tengo preparados, tal vez, solo tal vez, les devuelva lo que buscan.

Con esas palabras, la figura se desvaneció en una nube de humo, dejando a Joel, Gaby y Azrakil en medio de la noche fría, con más preguntas que respuestas. Sabían que la búsqueda acababa de tomar un giro mucho más oscuro y peligroso, pero no estaban dispuestos a rendirse.

—Supongo que tendremos que seguirle el juego a ese bastardo —murmuró Joel, con los ojos ardiendo de determinación.

—Entonces prepárate, humano. Esto está a punto de volverse interesante —respondió Azrakil con una sonrisa torcida, finalmente encontrando un motivo para involucrarse.

Así, la pareja, junto con su acompañante sobrenatural, se embarcaron en un nuevo y extraño desafío, esperando que al final del camino pudieran recuperar lo que tanto anhelaban.

Mientras Joel, Gaby y Azrakil avanzaban por las calles desiertas en busca de las "bolitas" perdidas de Joel, el ambiente se sentía cargado de tensión. El aire frío y la oscuridad envolvía la ciudad, pero algo mucho más denso flotaba en el aire, algo que solo Azrakil parecía percibir.

El ser encerrado en un peluche, aunque disfrutaba burlarse de los mortales, también tenía una mente aguda y siempre alerta. Mientras caminaba, sus pensamientos divagaron hacia un tema que lo había estado intrigando desde hacía un tiempo: Victor.

Azrakil: "Oye, Joel... Dime algo. ¿Alguna vez te has preguntado cómo alguien tan fuerte como tu suegro, Victor, podría haber caído enfermo? Especialmente después de todo lo que ha enfrentado. El hombre literalmente sobrevivió a combates que destrozarían a cualquier ser mortal o inmortal."

Joel lo miró con curiosidad, aunque aún enfadado por todo lo que estaba pasando, no pudo evitar prestar atención.

Joel: "¿A qué te refieres? Él es fuerte, eso es cierto, pero... ¿enfermo? ¿De qué hablas?"

Azrakil se detuvo, mirándolos con una expresión pensativa que rara vez mostraba. Estaba claro que tenía conocimientos que los demás ignoraban.

Azrakil: "¿Nunca se lo preguntaste? Hay rumores, ecos de entidades que susurran entre las sombras... Dicen que en su última pelea con Xar'khal, algo sucedió. Algo más allá del entendimiento común. El Virus de Dios que Victor alguna vez portó, el mismo que le otorgó un poder inimaginable, lo abandonó repentinamente en medio del combate."

Gaby frunció el ceño. Ella había oído hablar del Virus de Dios antes, pero nunca en detalle.

Gaby: "¿Y eso qué significa? ¿Cómo puede un 'virus' simplemente abandonar a alguien? Pensé que era parte de él."

Azrakil: "Ah, pequeña ignorante... No es un simple virus. Es una entidad en sí misma, una bendición y maldición a la vez. Le daba a Victor la capacidad de curarse, de volverse más fuerte con cada golpe. Pero al enfrentarse a Xar'khal... hubo algo en esa entidad que debilitó su vínculo con el virus."

Joel sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. Nunca había visto a Victor flaquear, ni siquiera en las peores batallas, y la idea de que algo tan simple como una enfermedad pudiera doblegarlo le parecía imposible.

Joel: "Entonces, ¿estás diciendo que Xar'khal le hizo algo a Victor? ¿Lo enfermó?"

Azrakil asintió lentamente.

Azrakil: "No estoy seguro de los detalles, pero sí sé que después de ese enfrentamiento, la salud de Victor comenzó a decaer. No fue inmediato, sino algo que fue desgastándolo poco a poco. El Virus de Dios era lo que lo mantenía por encima de cualquier ser, pero sin él... se volvió vulnerable, un simple mortal ante la enfermedad."

Gaby y Joel intercambiaron miradas preocupadas. Todo esto era nuevo para ellos, y la idea de que alguien tan poderoso como Victor pudiera ser afectado de esta manera les hacía cuestionarse sobre qué otros secretos podrían estar ocultos.

Gaby: "¿Y tú cómo sabes tanto de Xar'khal y ese virus?"

Azrakil soltó una risa baja, burlona.

Azrakil: "He existido por más tiempo del que podrías comprender, niña. Los fantasmas, los espectros, y las entidades como yo... compartimos secretos que los mortales ni siquiera pueden imaginar. Xar'khal no es solo una entidad común. Es un concepto, algo que va más allá de la comprensión humana. Y lo que hizo a Victor... bueno, digamos que ni siquiera los poderes divinos son inmunes a los horrores de los conceptos."

El silencio cayó entre ellos mientras continuaban su camino. La información que Azrakil había revelado pesaba en el aire. Gaby y Joel se preguntaban si realmente estaban preparados para enfrentar algo tan grande como lo que Victor había enfrentado. Y Azrakil, aunque mantenía su usual desprecio por los mortales, no pudo evitar sentir un extraño respeto por Victor, quien había soportado tanto.

La búsqueda de las "bolitas" de Joel continuaba, pero ahora, un nuevo misterio se cernía sobre ellos. ¿Qué había pasado realmente en esa batalla contra Xar'khal? ¿Y qué significaba para el futuro de Victor y todos los que dependían de él?

Era evidente que, tarde o temprano, necesitarían respuestas... y esas respuestas podrían desatar un peligro aún mayor.

Joel y Gaby se quedaron en silencio, procesando las palabras de Azrakil. Ellos no habían estado presentes durante el tiempo en que Victor portaba ese misterioso "Virus de Dios", ni habían presenciado la infame batalla contra Xar'khal. Para ellos, todo lo que Azrakil estaba contando era como un capítulo perdido de la vida de Victor, uno que nunca habían escuchado antes.

Joel, con el ceño fruncido, miró a Azrakil con una mezcla de confusión e incredulidad:

"¿Virus? ¿Qué demonios es eso de lo que hablas? Ni Gaby ni yo tenemos idea de ese tal virus, ni mucho menos de cómo mi suegro estuvo involucrado."

Gaby se cruzó de brazos, claramente frustrada. A pesar de haber crecido bajo la protección y cuidado de Victor, su padre nunca había mencionado nada relacionado con un virus o un debilitamiento tras la batalla con Xar'khal.

"Si eso es tan importante, ¿por qué papá nunca nos lo dijo? ¿Por qué nunca explicó nada sobre esa pelea ni las consecuencias?"

Azrakil, que hasta ahora había estado disfrutando su papel de narrador críptico, se giró hacia ellos con una expresión que oscilaba entre la paciencia y el desprecio.

Azrakil:

"Ah, mortales tan ignorantes... Pero no los culpo, ustedes llegaron después, emergiendo del mismo cuerpo que Xar'khal había usado como prisión. No estuvieron allí para ver la gloria y la caída de su querido Victor. Él portaba el Virus de Dios, un don y una maldición que le otorgaba fuerza, regeneración y poderes que superaban los límites mortales. Pero durante su enfrentamiento con Xar'khal, ese virus lo abandonó... dejándolo expuesto y vulnerable."

Joel apretó los puños, su frustración solo crecía al saber que incluso ahora, después de todo lo que habían pasado, había cosas sobre su suegro que desconocían por completo.

"Entonces, ¿quieres decir que Victor se debilitó por culpa de Xar'khal? ¿Y eso no nos lo dijo nunca porque pensó que no era importante, o qué?"

Azrakil sonrió, disfrutando del drama que sus palabras estaban causando.

"Puede ser que no quisiera preocuparlos, o tal vez no encontró el momento adecuado para hablar de ello. Quizás él mismo lo ve como un símbolo de debilidad, un recordatorio de que, incluso siendo tan poderoso como él, hay cosas que escapan de su control."

Gaby, tratando de procesar toda esta nueva información, finalmente suspiró.

"Eso explica algunas cosas... como por qué se ha estado retirando más últimamente, y por qué parece... cansado."

Joel asintió, comenzando a entender que había mucho más en la historia de Victor de lo que ellos conocían.

"Entonces, ¿qué nos estás diciendo, Azrakil? ¿Que Victor está en peligro? ¿Que necesita ayuda?"

Azrakil, en lugar de responder directamente, se encogió de hombros.

"Lo que les digo es que su querido Victor ya no es el ser invulnerable que ustedes creían. Si está en peligro o no... eso depende de los enemigos que decidan cazarlo. Y créanme, hay más de uno que aprovecharía cualquier signo de debilidad para atacar."

El ambiente se tensó aún más mientras continuaban su búsqueda. Joel y Gaby sabían que tenían una misión urgente: encontrar las partes perdidas de Joel. Pero ahora, con esta nueva revelación sobre Victor, sus preocupaciones se multiplicaron. Era claro que, más allá de sus propios problemas personales, había una amenaza mayor que aún acechaba en las sombras, y necesitaban estar preparados para lo que sea que viniera después.

Victor, sudoroso y con el rostro tenso, continuaba su entrenamiento en el campo de batalla improvisado que había creado para sí mismo. El sol abrasador golpeaba su piel, pero él ignoraba el calor, concentrado en perfeccionar sus movimientos. Con un solo brazo y utilizando sus piernas para compensar, ejecutaba golpes rápidos, saltos y esquivas que mostraban su adaptabilidad. A pesar de sus esfuerzos, sabía que algo en su cuerpo había cambiado profundamente, algo que iba más allá de la pérdida física de su brazo.

Victor murmuraba para sí mismo, su voz apenas un susurro que se mezclaba con el sonido de sus golpes.

"Ese corte de Xar'khal... es como si hubiera alterado algo más que mi carne. No importa cuánto intente regenerar mi brazo, simplemente no responde. La energía no fluye como debería."

Recordó aquel momento fatídico cuando Xar'khal, con su técnica del Corte Perfecto, casi lo partió en dos. La herida, que había sanado superficialmente, aún resonaba con un dolor sordo, un recordatorio constante de que su cuerpo ya no era el mismo.

Victor se detuvo un momento, observando su brazo amputado, y tocó el borde donde la piel terminaba abruptamente.

"Esto es diferente... no es solo una herida física. Es como si mi capacidad de regeneración hubiera sido sellada. Y esa sensación... la misma que sentí cuando vi la marca en el brazo de Jehová, como si estuviera cubierto por un aceite oscuro que no pertenece a este mundo."

El pensamiento de Jehová le atravesó la mente, recordando las veces que lo había visto con esa extraña marca, algo que nunca había entendido del todo. Jehová, el ser omnipotente, portaba una quemadura que se asemejaba al efecto que Xar'khal había dejado en él. Era como si ambos compartieran una maldición similar, un tipo de corrupción que iba más allá de lo físico.

Victor se detuvo, respirando pesadamente mientras intentaba conectar las piezas en su mente.

"Jehová... ese aceite, esa quemadura... ¿podría ser la clave para entender lo que me está pasando? ¿Es posible que Xar'khal utilizara una técnica que no solo cortara carne y hueso, sino que también afectara el alma misma?"

Con esta nueva preocupación invadiendo su mente, Victor sabía que no podía quedarse de brazos cruzados (o en su caso, de un solo brazo). Tenía que obtener respuestas, y la única persona que podría proporcionárselas era Jehová.

Victor se enderezó, sus ojos ardían con una determinación renovada.

"Necesito encontrarlo. Necesito entender qué clase de poder maldito utilizó Xar'khal, y cómo puedo contrarrestarlo. Si Jehová sabe algo, no tengo otra opción que confrontarlo."

Sin perder más tiempo, Victor se dirigió hacia su hogar. Tenía un nuevo propósito: descubrir la verdad detrás de esta corrupción que lo estaba consumiendo desde dentro. Mientras tanto, la incertidumbre de su situación no hacía más que crecer, llevándolo a cuestionar la verdadera naturaleza de los poderes que había enfrentado y lo que realmente estaba en juego.

El guerrero estaba dispuesto a desafiar incluso a los dioses si eso significaba recuperar su fuerza y proteger a su familia. Pero sabía que este camino no sería fácil y que enfrentarse a Jehová podría desatar una serie de eventos aún más devastadores.

Victor avanzó con determinación hacia el portal que se había abierto frente a él. Sin dudarlo, cruzó el umbral y, en un instante, se encontró en un lugar de asombrosa majestuosidad. Era un reino celestial, donde el cielo resplandecía con tonos dorados y nubes brillantes se extendían como un océano infinito. La atmósfera irradiaba una pureza y paz que contrastaba brutalmente con el caos que había dejado atrás.

Frente a él, en un trono imponente de luz, se encontraba Jehová. Su presencia era inmensa, una mezcla de poder y serenidad que llenaba todo el espacio. Vestía una túnica blanca que irradiaba una luz pura, y su rostro mostraba una calma infinita, como si nada en el vasto universo pudiera perturbar su tranquilidad. Observaba a Victor con una paciencia inquebrantable, sus ojos llenos de un conocimiento que parecía abarcar el tiempo mismo.

Jehová sonrió amablemente al ver a Victor acercarse.

"Bienvenido, hijo mío. He estado esperándote," dijo con una voz que resonaba en todo el entorno, como un eco que traía consigo una extraña paz.

Victor, todavía cubierto de sudor y con el peso de la batalla reciente reflejado en sus ojos, se detuvo frente al trono, sin apartar la mirada de Jehová. Sabía que este encuentro no sería simple.

"Jehová, necesito respuestas," comenzó con un tono firme, sin formalidades. "Xar'khal me hirió de una forma que no puedo entender. No puedo regenerar mi brazo, y he sentido una corrupción que no desaparece. Tú llevas una marca similar... ¿qué demonios es esto?"

Jehová mantuvo su sonrisa, pero sus ojos se volvieron más serios. Bajó la mirada un momento, como si estuviera reuniendo sus pensamientos antes de responder.

"Lo que llevas en tu cuerpo ahora, Victor, es más que una simple herida. Es un fragmento del concepto de 'anulación'. Xar'khal, en su esencia, tiene el poder de destruir la continuidad misma. No solo corta lo físico, sino que afecta la existencia misma de aquello que toca."

Victor frunció el ceño, procesando esas palabras.

"Entonces, ¿qué significa eso? ¿Estoy maldito por este... concepto? ¿Es por eso que no puedo regenerar mi brazo?"

Jehová asintió lentamente, su mirada se suavizó, pero había una tristeza en sus ojos.

"Así es. Esa marca que llevas es similar a la que yo mismo porto. Hace eones, enfrenté una entidad con un poder similar al de Xar'khal. La herida que recibí nunca sanó por completo. Pero no es solo una marca física, sino una que afecta el alma, un recordatorio de que incluso los más poderosos no son invulnerables."

Victor apretó los puños, sintiendo una mezcla de frustración y comprensión.

"¿Entonces no hay manera de sanar esto? ¿Voy a vivir con este defecto para siempre?"

Jehová lo observó en silencio por un momento antes de responder.

"Hay una manera, pero no es sencilla. Necesitas enfrentarte al origen de ese poder, al mismo concepto que te hirió. Solo enfrentando y derrotando la esencia de esa fuerza podrás liberar tu cuerpo y alma de esa anulación."

Victor se quedó en silencio, evaluando lo que había escuchado. Sabía que la batalla contra Xar'khal había sido brutal, y ahora se le presentaba un desafío aún mayor. Pero retroceder no era una opción.

"Entonces, dime, Jehová, ¿cómo puedo enfrentar a este concepto? ¿Cómo puedo destruir lo que no tiene forma?"

Jehová se levantó lentamente de su trono, su presencia llenando el lugar con una luz aún más intensa.

"Para eso, debes adentrarte en los confines del Reino de las Ideas, un plano donde los conceptos toman forma, donde el mismo Xar'khal y su poder de anulación existen en su estado puro. Allí, si eres lo suficientemente fuerte y astuto, podrás enfrentar y derrotar lo que te ha marcado. Pero cuidado, Victor... ese lugar no perdona la debilidad."

Victor asintió, sin vacilar.

"No me importa lo que cueste. Recuperaré lo que he perdido, cueste lo que cueste."

Jehová sonrió una vez más, extendiendo una mano hacia Victor.

"Entonces que así sea. Pero recuerda, hijo mío, este camino no es solo de fuerza, sino también de voluntad. Que tu espíritu sea tan fuerte como tu cuerpo, y quizás encontrarás la redención que buscas."

Con esas palabras, Jehová abrió un nuevo portal, uno que llevaba a un reino desconocido, un lugar donde el mismo concepto de existencia sería desafiado. Victor respiró hondo, listo para enfrentar lo que le esperaba, y sin dudarlo, se adentró en el portal, decidido a recuperar su verdadero poder.

Jehová observó a Victor adentrarse en el portal, pero antes de que pudiera cruzarlo por completo, su voz resonó de nuevo, más grave y solemne.

"Espera, Victor," dijo Jehová, haciendo que el guerrero se detuviera en seco. Victor giró para mirarlo, con una mezcla de impaciencia y curiosidad. Jehová bajó la vista por un momento, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

"Lo que has mencionado antes sobre la herida... No es simplemente un corte de Xar'khal. Hay algo más que debes saber. Esa marca que llevas, ese daño que no puede sanarse... es la esencia de Karla'k."

Victor parpadeó, sorprendido. El nombre Karla'k no era uno que tomara a la ligera. "Karla'k..." murmuró, recordando el caos y la devastación que ese ser había traído en el pasado. Él mismo había enfrentado a Karla'k en una ocasión, aunque había logrado salir victorioso, la criatura había demostrado ser un enemigo feroz y casi imposible de vencer. "¿Qué tiene que ver Karla'k en todo esto? Yo luché contra esa entidad, pero nunca me hirió de esta manera."

Jehová asintió con gravedad. "Así es, pero lo que no sabías es que Xar'khal y Karla'k comparten una conexión profunda. Karla'k, en su esencia, es un dios del caos y la corrupción. Durante mi juventud, me enfrenté a él, y aunque logré detenerlo, me dejó una marca imborrable. Karla'k tenía la capacidad de corromper todo lo que tocaba con su propia sangre, una maldición que trasciende lo físico. Esa misma maldición, ese concepto de 'descomposición total', está presente en la técnica que Xar'khal usó contra ti."

Victor frunció el ceño, su mente procesando rápidamente lo que Jehová le decía. "¿Entonces estás diciendo que la herida que recibí de Xar'khal llevaba el veneno de la sangre de Karla'k? ¿Es por eso que no puedo regenerarme?"

Jehová asintió, sus ojos reflejando una tristeza antigua. "Correcto. Karla'k infundió su sangre en Xar'khal, dándole la capacidad de llevar ese mismo caos y descomposición a sus cortes. La sangre de Karla'k corrompe no solo el cuerpo, sino también el alma. Es un daño que va más allá de lo físico. Esa es la marca que llevas ahora, y por eso no has podido sanarte."

Victor sintió una oleada de ira y frustración mezcladas con una nueva comprensión. "Entonces, para liberarme de esta maldición, no solo debo enfrentar el concepto detrás de Xar'khal, sino también la misma esencia corrupta de Karla'k."

Jehová asintió con gravedad. "Exactamente. Deberás enfrentarte a ambos. Karla'k es una entidad que puede existir incluso en el plano de las Ideas, donde los conceptos toman forma. Para sanar tu cuerpo, deberás destruir la fuente de esa corrupción. Y, Victor, no será una tarea fácil. Karla'k y Xar'khal son fuerzas que desafían la realidad misma."

Victor respiró hondo, sus ojos brillando con una renovada determinación. "No me importa lo difícil que sea. Si tengo que enfrentar a Karla'k y a su maldita esencia de nuevo, lo haré. Esta vez, no habrá piedad."

Jehová sonrió débilmente, asintiendo con aprobación. "Que tu determinación sea tu guía, Victor. Pero recuerda, el caos que Karla'k trae consigo no solo destruye cuerpos, sino también mentes y almas. Mantén tu voluntad fuerte, o te arriesgarás a ser consumido por su oscuridad."

Con esas palabras, el portal frente a Victor cambió, mostrándole un vasto y oscuro horizonte, un lugar donde la realidad se distorsionaba y cambiaba constantemente. Era el Reino de las Ideas, el campo donde los conceptos de Xar'khal y Karla'k se manifestaban. Sin mirar atrás, Victor se adentró en el portal, decidido a enfrentar su destino y destruir la fuente de su maldición, sabiendo que esta sería una de las batallas más difíciles de su vida.

Jehová, por su parte, observó cómo el portal se cerraba tras Victor, sus ojos llenos de preocupación y esperanza. "Que el Cielo te acompañe, guerrero... porque en ese reino, estarás solo contra el mismo caos."

Victor se adentró en el portal y, al cruzar al otro lado, se encontró envuelto en una oscuridad absoluta. No había luz, ni sonido, ni siquiera un suelo sólido bajo sus pies. Era como si hubiera entrado en un vacío infinito, un abismo sin forma ni fondo. Por un momento, Victor se sintió desorientado, su mente luchando por encontrar un punto de referencia en aquella nada.

Frunciendo el ceño, decidió que quedarse de brazos cruzados no era una opción. Concentró su poder, sus ojos brillando con un resplandor intenso mientras invocaba una técnica que había perfeccionado a lo largo de los años: la Visión Conceptual. Esta habilidad le permitía ver más allá del mundo físico, desentrañando las capas de la realidad para percibir los conceptos e ideas que daban forma a todo lo que existía.

Al enfocar su poder, el vacío comenzó a cambiar. Las sombras se desvanecieron, y el espacio a su alrededor se llenó de destellos de luz y patrones etéreos. Victor pudo empezar a ver fragmentos de conceptos flotando a su alrededor como esferas de energía vibrante. Algunos eran simples, como "Luz", "Sombra", y "Fuego", mientras que otros eran tan complejos que su mente apenas podía comprenderlos: "Eternidad", "Caos Primordial", "Existencia Circular".

Sin embargo, lo que realmente llamó su atención fue un grupo de conceptos que parecían estar corrompidos, destilando una energía oscura y pulsante. Eran los restos de la influencia de Karla'k y Xar'khal, conceptos contaminados por el caos y la corrupción, flotando como un enjambre de sombras vivas.

Victor avanzó, caminando entre los conceptos como si fueran árboles en un bosque espiritual. Se concentró en rastrear el origen de aquella energía oscura. Podía sentir una presencia, algo que resonaba con el mismo poder que había sentido cuando fue herido por Xar'khal. La marca en su cuerpo ardió, recordándole la gravedad de la situación.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad caminando entre los conceptos flotantes, Victor llegó a un lugar donde las energías parecían entrelazarse en un nodo de caos absoluto. Era un concepto masivo, un híbrido de "Corrupción" y "Destrucción", pulsando como un corazón oscuro.

De este nodo emergió una figura sombría, una entidad que no era ni Karla'k ni Xar'khal, sino un reflejo de ambos, una amalgama nacida de sus esencias combinadas. La figura, envuelta en un manto de energía negra, habló con una voz que resonó en el vacío:

—"Has venido a buscar respuestas, Victor, pero lo que hallarás aquí es tu fin. Eres solo un mortal jugando con fuerzas que jamás comprenderás por completo."

Victor esbozó una sonrisa irónica, flexionando sus músculos mientras se preparaba para el combate.

—"No me importa cuántos conceptos tengas de tu lado," respondió con una voz firme, mientras canalizaba su poder hacia su puño derecho, listo para el enfrentamiento. "Voy a destruirte y librarme de esta maldición de una vez por todas."

Sin más advertencias, la figura sombría lanzó una oleada de energía corrupta hacia Victor, pero él esquivó con un movimiento rápido, contrarrestando con un golpe imbuido de energía solar que había concentrado en su mano. El impacto desató una explosión de luz en el vacío, iluminando el reino conceptual.

La batalla había comenzado. Cada movimiento de Victor estaba cargado con la determinación de acabar con la corrupción que amenazaba no solo su cuerpo, sino también su propia existencia. Y mientras luchaba, en lo profundo de su mente, sabía que este era solo el primer paso para desentrañar los misterios de Karla'k y la maldición que lo atormentaba.

Fin.