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Chapter 27 - Un nuevo comienzo

Hace 16 Horas en el bosque donde ocurría el examen de admisión...

La noche envolvía el bosque en un manto de sombras inquietantes, apenas iluminado por la pálida luz de la luna que se filtraba entre las ramas desnudas. El sonido de hojas secas crujía bajo los pies de un grupo de hombres encapuchados, cada uno vestido completamente de negro, sus movimientos rápidos y sigilosos. No eran simples hombres; eran cazadores. Entre ellos, destacaba su líder, el Número 12, cuya presencia imponente parecía absorber la oscuridad misma. Su mirada recorría el terreno con precisión, buscando algo... o a alguien.

De pronto, un gesto del Número 13 detuvo al grupo.

"¡Alto!" susurró con urgencia, sus palabras cortando el silencio.

Todos se detuvieron al unísono, sus cabezas girándose hacia el encapuchado que se había adelantado unos metros.

"Encontré algo. Venid rápido."

Los demás, obedientes, se agruparon junto a él. Lo que encontraron era inquietante: un joven, aparentemente dormido. Su ropa estaba rasgada, y su piel mostraba rastros de quemaduras y heridas recientes. Aunque parecía indefenso, había algo extraño en él, una energía oscura que pulsaba débilmente a su alrededor.

Número 14 inclinó la cabeza.

"¿Es esto lo que estábamos buscando?"

El líder, Número 12, no respondió de inmediato. Se limitó a observar al joven con una mirada penetrante, casi calculadora. Entonces, el joven se despertó y empezó a arreglarse para luego irse rápidamente. Primero, empezó a correr mientras esquivaba intencionalmente los monstruos que habitaban el bosque, los encapuchados lo siguieron todo el camino como si fuera su propia sombra.

"¿No para de correr, nos habrá notado?" dijo Número 15 en voz baja, con una mezcla de sorpresa y nerviosismo.

Luther, el joven, seguía corriendo como si estuviera escapando de algo. Su paso era vacilante al principio, pero pronto adquirió velocidad impresionando a los encapuchados que pensaban que estaba débil y herido cuando lo encontraron dormido.

Pero todo terminó cuando Luther se detuvo de golpe en un claro. Su respiración era pesada, pero su postura denotaba alerta. Lentamente, giró la cabeza hacia la oscuridad que lo rodeaba.

"Sé que están ahí" dijo, su voz cortante como un cuchillo. "Salgan."

Número 14 retrocedió un paso, desconcertado.

"¿Cómo nos descubrió?" preguntó, su tono lleno de incredulidad.

"¿Y ahora qué hacemos?" añadió Número 15, con las manos aferradas a su arma.

El líder, Número 12, levantó una mano, ordenando silencio. Su mirada nunca abandonó a Luther.

"No está hablando con nosotros" respondió con calma.

El aire parecía congelarse mientras otra figura emergía de entre las sombras: Marcus. Su apariencia era deplorable, su rostro pálido y sus movimientos torpes, como si el simple acto de caminar le costara todo el esfuerzo del mundo.

Los encapuchados se quedaron observando desde lejos todo lo que sucedió, sin interferir en su discusión, observaron tranquilamente hasta que Luther perdió el control y el mana oscuro tomo control de el, volviendo el ambiente oscuro.

"Ya veo" murmuró Número 12, observando el fenómeno con interés. "Por eso nos enviaron a seguir a estos niños."

Los encapuchados, a pesar de su entrenamiento, no pudieron ocultar su incomodidad. Algunos dieron un paso atrás, mientras otros intercambiaban miradas furtivas, claramente envidiosos de lo que presenciaban.

Luther gritó, un sonido desgarrador que resonó en el bosque. El aire se volvió pesado, opresivo. De pronto, comenzó a concentrar su energía en una esfera oscura que se formaba entre sus manos. La esfera creció rápidamente, emitiendo un zumbido ensordecedor.

"Jefe, deberíamos intervenir" dijo Número 13, con la voz tensa.

Número 12 no respondió. En lugar de palabras, levantó una mano, indicando que esperaran. Sus ojos estaban fijos en Luther, como si analizara cada movimiento.

La energía en la esfera alcanzó su punto máximo. Luther, exhausto, dejó caer las manos. La esfera se desplomó al suelo como un cometa, provocando una explosión que sacudió el bosque. Árboles se partieron en dos, el suelo se agrietó, y una nube de polvo cubrió el claro.

Cuando el polvo comenzó a asentarse, Luther cayó de rodillas, inconsciente. El silencio regresó, interrumpido solo por el crujido de ramas rotas.

Número 12 observó a su grupo, su rostro inmutable. Finalmente, asintió una sola vez. Los demás encapuchados respondieron con un gesto similar. Sin emitir sonido alguno, desaparecieron entre las sombras, dejando el claro vacío, como si nunca hubieran estado allí.

El bosque, aún cubierto por la espesa neblina de la explosión, parecía un escenario sacado de una pesadilla. Entre los restos humeantes, Marcus yacía en el suelo, temblando como una hoja. Sus ojos se mantenían fijos en el lugar donde Luther había desatado aquel poder oscuro, incapaz de procesar lo que acababa de presenciar. El miedo lo paralizaba al punto de que no pudo contenerse y terminó orinándose encima. La sensación cálida y pegajosa en sus piernas apenas era un detalle menor comparado con el terror que le recorría todo el cuerpo.

Arrastrándose hacia atrás, intentó alejarse de la escena, pero su retroceso fue interrumpido cuando chocó contra algo sólido. Al girarse lentamente, se encontró con una figura imponente. El Número 15, uno de los encapuchados, lo observaba con una sonrisa siniestra.

Antes de que pudiera gritar, una mano enguantada cubrió su boca, sofocando cualquier sonido.

"No deberías hacer ruido, niño" susurró el encapuchado, apretando con fuerza su garganta mientras una risa seca escapaba de sus labios.

El Número 14 y el Número 13 se acercaron, sus risas resonando en el aire cargado de tensión. Marcus intentó luchar, pero su cuerpo estaba demasiado débil. Golpe tras golpe cayó sobre él, mientras las carcajadas de los hombres se mezclaban con los ecos del bosque.

"Es resistente para ser un mocoso" comentó el Número 14, burlón, mientras limpiaba su mano ensangrentada en la capa negra. Miró a Marcus, que apenas podía respirar entre sollozos. "Tal vez podríamos criarlo para reemplazar al inútil de 16 ahora que murió."

El Número 13 giró la cabeza bruscamente hacia su compañero y le dio un golpe en la cabeza.

"No vuelvas a decir eso" le advirtió, su tono cargado de seriedad. "A menos que quieras problemas."

A unos metros, el Número 12, el líder, estaba agachado junto al cuerpo de Luther. Sus movimientos eran meticulosos mientras tocaba el cuello del joven desmayado. Parecía estar comprobando algo, pero desde la distancia era imposible distinguir qué hacía exactamente.

Finalmente, Número 12 se levantó.

"Con esto bastará" declaró, como si estuviera dando por terminada su tarea. Su voz grave cortó las risas de los demás. "Vámonos."

El Número 14 señaló a Marcus, quien yacía hecho un ovillo en el suelo, llorando y temblando.

"¿Y qué hacemos con este niño?"

Número 12 no mostró emoción alguna mientras respondía:

"Mátenlo. No podemos dejar testigos."