Luego de su charla la princesa Selene insistía con dulzura pero firmeza:
"Debes descansar, Luther. No estás completamente recuperado. Prometo que hablaremos esta noche, pero ahora necesitas recuperarte."
Sin embargo, Luther negó con la cabeza, apoyándose en la cama. "No. Lo hablaremos ahora. No puedo quedarme sin saber qué está pasando."
Selene suspiró, cediendo a regañadientes. "Está bien… pero no será fácil de escuchar."
Tomó asiento junto a él, mirándolo directamente a los ojos. Su expresión reflejaba un conflicto interno entre la preocupación por él y el deber hacia el reino.
"Anoche, después de la gran explosión, corrimos hacia donde estabas tú. Los guardias y yo llegamos tan rápido como pudimos, pero cuando llegamos, era demasiado tarde. Nadie murió, pero muchos resultaron gravemente heridos… y Marcus había desaparecido."
Luther entrecerró los ojos, tratando de recordar, pero su mente seguía nublada.
"Te encontramos desmayado, y Elise estaba contigo," continuó Selene. "Dijo que Marcus y sus aliados la habían secuestrado, la habían sedado, y cuando despertó estaba a tu lado. Todo ya había pasado. Marcus, como te dije, está desaparecido. Los demás están heridos y aún no despiertan… por eso, Luther, tú eres el principal sospechoso."
Luther abrió la boca, incrédulo, pero las palabras no salieron.
Selene bajó la mirada, como si le doliera profundamente lo que estaba por decir. "No es que dude de ti, pero recibimos la orden de aprisionarte hasta que se resuelva todo. El reino está al borde del caos… y esto fue lo que derramó el vaso."
El impacto de esas palabras dejó a Luther sin aliento, pero Selene continuó, su voz temblando.
"Hay algo más que necesitas saber, algo que he mantenido en secreto por ahora… pero debes prometerme que lo guardarás, por tu bien y por el del reino."
Luther asintió lentamente, con el pecho apretado por la incertidumbre.
"Hace unos días… el castillo fue atacado. Mi padre, el rey, fue gravemente herido. Está en coma ahora, hospitalizado, y no sabemos si se recuperará. Encontramos rastros de maná oscuro en su habitación y alrededor del castillo. Todo apunta a los demonios… y a quienes los apoyan."
Selene lo miró fijamente, con lágrimas formándose en sus ojos.
"Tu maná oscuro… tan potente, tan… diferente, te ha puesto en la mira. Los nobles están sedientos de justicia, o al menos de un chivo expiatorio. Quieren culparte, Luther, para ganar honor y subir en el rango. Están buscando cualquier excusa."
El peso de sus palabras cayó como una losa sobre Luther, dejándolo atónito.
"Selene… yo no… no fui yo," murmuró finalmente, su voz rota por la confusión y el dolor.
"Lo sé," respondió ella, pero su voz tembló al agregar: "O al menos, quiero creerlo. Pero nadie más lo hará. Estás solo, Luther. Nadie te apoya. Ni siquiera los que deberían proteger al reino."
Finalmente, la fortaleza de Selene se desmoronó. Las lágrimas comenzaron a caer mientras se cubría el rostro con las manos.
"¡No sé qué hacer! Todos esperan que actúe, que mantenga el reino en pie, pero… nadie me apoya. Es un peso demasiado grande, y no soy lo suficientemente fuerte…"
Su voz se quebró, y sus sollozos llenaron la habitación. "Extraño a mi papá…"
Luther, paralizado por unos instantes, finalmente reaccionó. Se levantó con esfuerzo de la cama y la envolvió en un abrazo protector.
"Selene…" murmuró suavemente, "todo estará bien..."
Ella se aferró a él, llorando en su pecho.
"Gracias, Luther… pero, ¿y si no puedo? ¿Y si el reino cae en caos por mi culpa? Que pasara con la gente, con los niños, co..."
Antes que pudiera terminar su oración Luther apretó el abrazo, con sus ojos llenos de determinación.
"No lo permitiré. No estás sola, Selene. Estaré contigo, sin importar lo que pase."
Ella se calmó lentamente en sus brazos, aunque el peso de la situación seguía siendo abrumador para ambos. Sabían que el camino sería peligroso y lleno de incertidumbre, pero por ahora, ese momento de consuelo mutuo les dio la fuerza para enfrentar lo que estaba por venir.
Luego de unos minutos, la princesa Selene se calmó y se separó de Luther, limpiándose las lágrimas con la mano. Le dio las gracias por el consuelo y, con una mirada más serena, le dio espacio para hablar.
Luther respiró profundamente y comenzó a contar lo que recordaba, con voz grave pero decidida. "Marcus y sus amigos... Me atacaron, no era solo una emboscada. Quería proteger a Elise, pero ellos jugaron con ella, la manipularon, la usaron para descontrolarme. No sé cómo ocurrió, solo sé que perdí el control, y cuando reaccioné, todo ya estaba fuera de lugar."
Selene lo escuchó atentamente, comprendiendo el dolor y la confusión en sus palabras. Cuando terminó, ella le dio una mirada cargada de empatía. "Te creo, Luther. Entiendo lo que pasó. Nadie puede estar completamente en control cuando alguien un amigo está siendo amenazado. Pero debes tener cuidado. Las cosas se pondrán mucho peor a partir de ahora. Esto no acaba aquí."
Luther asintió lentamente, su rostro reflejando una mezcla de alivio y preocupación. "Lo sé… pero de todos modos, ya no puedo entrar a la academia, ¿verdad? Tendré que enfrentarme a todo esto por mí mismo."
La princesa Selene lo miró con una ligera sonrisa, algo triste pero llena de un toque de resolución. "Bueno… sobre eso…" hizo una pausa, asegurándose de que su siguiente palabra tuviera el impacto necesario. "Elise decidió darte la mayoría de las piedras. Ella dijo que te las merecías por lo que realmente lograste. Al final, quedaste primero en el examen."
Luther, sorprendido, se iluminó por un instante. "¿Qué? ¿De verdad?" La alegría invadió su rostro, pero antes de que pudiera empezar a celebrar, Selene continuó, su tono más serio.
"Sí, pero… ya te dije que todos tenían la mirada puesta en ti. La mayoría de los nobles se opusieron a esto, aunque fueras el primero. Fue difícil, pero logré que entraras, aunque bajo condiciones." Su expresión cambió a una de advertencia. "Serás supervisado por un profesor en especial, uno que cuidará de ti, asegurándose de que sigas el camino adecuado. Así que, Luther, asegúrate de pasar desapercibido. No hagas demasiados problemas en la academia, o no podré seguir defendiéndote."
La sonrisa de Luther desapareció tan rápidamente como apareció, y en su lugar se dibujó una expresión de gratitud sincera hacia Selene. Sabía lo que había hecho por él, el sacrificio que implicaba, y lo arriesgado que era su apoyo. "Gracias, Selene... no sé qué más decir. Has hecho más por mí de lo que jamás imaginé que alguien haría."
Selene le dio una sonrisa suave, aunque aún marcada por la preocupación. "Es tarde, Luther. Debes descansar. Mañana será un día largo y, por la mañana, partiremos hacia la academia. Tienes que estar preparado."
Luther asintió, la agotadora mezcla de emociones en su pecho dejándole poco espacio para decir algo más. "Lo haré… descansaré. Gracias por todo."
Selene, antes de levantarse, le dio una última mirada. "Recuerda, Luther, lo que pasa en la academia no es solo por ti. Es por el reino, por tu futuro. Hazlo bien, y todo esto habrá valido la pena."
Con esas palabras, ella salió de la habitación, dejando a Luther solo con sus pensamientos, su mente llena de dudas y esperanzas. Luther se acostó en la cama, sintiendo el peso de lo que se venía, pero también un rayo de esperanza por la oportunidad que aún tenía. Cerró los ojos, dejándose llevar por el cansancio mientras pensaba en el futuro que lo aguardaba.