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Chapter 23 - Prueba de fuego (3)

Luther se despertó tranquilamente, sintiendo cómo los primeros rayos del sol atravesaban las copas de los árboles. Su cuerpo estaba rígido por haber dormido sobre la rama, pero el descanso, aunque breve, le había devuelto algo de energía. Miró hacia el cielo, notando que el sol ya estaba bastante alto.

"¡Mierda!" exclamó mientras se levantaba rápidamente. Su mente fue invadida por el pánico. Si el examen terminaba pronto, y él no llegaba al punto de encuentro a tiempo, todo su esfuerzo habría sido en vano.

Bajó del árbol con movimientos ágiles, ajustándose su capa y asegurándose de que su bolsa con piedras mágicas seguía intacta. "No puedo perder tiempo," se dijo mientras comenzaba a correr a través del bosque, esquivando ramas bajas y raíces expuestas. En el camino, evitaba enfrentamientos con cualquier criatura que se cruzara. Cada segundo contaba, y luchar solo le haría perder un tiempo precioso.

Mientras corría, el bosque se iba aclarando, señal de que estaba acercándose al punto de encuentro. Pero entonces, un escalofrío recorrió su espalda. Algo no estaba bien. Redujo la velocidad y se detuvo, sus sentidos agudizándose. Su instinto, afinado por años de sobrevivir en las calles, le decía que estaba siendo observado.

Luther giró lentamente sobre sus talones, sus ojos escaneando cada rincón del bosque. "Sé que están ahí," gritó, su voz firme resonando entre los árboles. "Dejen de esconderse, cobardes. ¡Salgan de una vez!"

El silencio se hizo aún más profundo, pero Luther no se relajó. Giraba constantemente, buscando algún movimiento entre las sombras. Entonces, una figura familiar emergió de entre los árboles.

"Vaya, vaya," dijo Marcus, saliendo con una sonrisa de oreja a oreja. "Qué sorpresa verte aquí, Luther."

Luther lo miró fijamente, sus labios curvándose en una sonrisa burlona mientras bajaba la guardia. "Dios, pensé que sería algo interesante. Pero resulta que solo era el perro de Marcus," respondió, con un tono sarcástico que retumbó en el claro.

La sonrisa de Marcus desapareció al instante, reemplazada por una expresión de irritación. "No te pases de listo, imbécil," escupió, su tono cargado de veneno. "Si quieres regresar en una pieza, más te vale dejar tus piedras mágicas aquí."

Luther levantó una ceja, y antes de que pudiera responder, comenzó a notar figuras emergiendo de entre los árboles a su alrededor. Los lacayos de Marcus, al menos cinco de ellos, lo estaban rodeando lentamente, todos con expresiones confiadas y armas listas.

"Interesante," murmuró Luther mientras giraba rápidamente su cabeza, evaluando la situación. "Así que esta es la gran estrategia del genio Marcus, ¿eh?" Comenzó a reírse, tapándose el rostro con una mano. "¿De verdad crees que con este montón de perros vas a intimidarme?"

Marcus soltó una carcajada exagerada, pero en sus ojos se notaba una chispa de locura. "No esperaba que fueras tan fácil, Luther. Ya sé cómo eres. Pero cometiste un gran error al creer que podías superarme."

De repente, la risa de Marcus se detuvo en seco, y su rostro se transformó en una mueca de pura demencia. Chasqueó los dedos, y uno de sus lacayos apareció arrastrando a alguien entre los árboles. Luther sintió cómo su corazón se detenía por un instante al reconocer a Elise, atada de pies y manos, con su cabeza colgando, claramente desmayada.

"¿Qué mierda hiciste, Marcus?" rugió Luther, su voz cargada de furia mientras apretaba los puños.

Marcus se acercó lentamente, su sonrisa sádica iluminando su rostro. "Lo que tenía que hacer para asegurarme de que cooperaras," dijo con un tono frío. "Tú eres un problema, Luther. Pero incluso tú tienes debilidades. Y ella..." señaló a Elise con un gesto de la cabeza, "es la más evidente de todas."

Luther respiró hondo, tratando de controlar la rabia que amenazaba con desbordarse. Su mente trabajaba a toda velocidad, buscando una forma de salir de esta situación sin que Elise saliera lastimada. Sabía que Marcus estaba disfrutando cada segundo de esto.

"¿Que es lo que quieres?" preguntó finalmente, su tono calmado pero gélido.

"Ah, Luther," dijo Marcus, inclinando la cabeza mientras jugaba con una daga que sostenía en su mano. "No te subestimes. Ya sé que eres hábil. Pero incluso alguien como tú sabe cuándo no tiene escapatoria." Levantó un dedo, señalando a sus hombres. "Cinco contra uno. Y si haces algo estúpido, ella paga el precio."

Luther cerró los ojos por un momento, exhalando lentamente. "No estás pensando bien, Marcus," dijo, abriendo los ojos con una mirada afilada. "¿Realmente crees que saldrás de esto ileso?"

Luther permanecía inmóvil, con su mirada fija en Marcus mientras este soltaba una risa maniaca, jugando con la bolsa de piedras mágicas que acababa de arrojarle.

"¿De verdad creíste que esto terminaría aquí?" gritó Marcus, con una sonrisa desquiciada. "No solo me humillaste frente a todos, Luther, sino que también tuviste el descaro de robarme a mi prometida." Su tono se tornó más sombrío, y la locura en sus ojos se intensificó. "Te castigaré. A ti... y a esta puta por infiel."

Con esas palabras, Marcus posó su cuchillo contra el cuello de Elise, quien seguía inconsciente. El filo brilló con la poca luz que quedaba en el bosque mientras Marcus acercaba su rostro al de ella, sacando la lengua y lamiéndole la mejilla de forma grotesca.

Luther, paralizado por el shock y la ira, sintió cómo el mundo a su alrededor se desmoronaba. Su mente era un torbellino de emociones: impotencia, rabia, desesperación. No podía mover ni un músculo, como si su cuerpo estuviera atrapado por la gravedad de la situación.

"Quizás..." dijo Marcus, con una sonrisa retorcida mientras miraba a Luther. "Deberíamos jugar un poco con ella antes de matarla, ¿no crees?"

Esas palabras fueron el detonante.

El aire alrededor de Luther comenzó a vibrar con una intensidad palpable. Oscuras ondas de energía comenzaron a brotar de su cuerpo, rodeándolo en un aura siniestra que parecía absorber la luz del lugar. El ambiente se volvió pesado, como si el mismo bosque estuviera reaccionando a su ira descontrolada. El cielo, que hasta entonces había estado despejado, comenzó a oscurecerse, como si la noche hubiera caído de golpe.

Los lacayos de Marcus se miraron entre sí, sus rostros reflejando miedo mientras miraban hacia el cielo. "¿Qué demonios está pasando?" susurró uno de ellos.

El mana oscuro que brotaba de Luther comenzó a girar a su alrededor como una tormenta, y sus ojos, antes llenos de furia, se tornaron negros como el abismo. Su respiración era pesada, y un gruñido bajo emanaba de su garganta. Todo su ser irradiaba una amenaza tan intensa que incluso Marcus, con su confianza desquiciada, dio un paso atrás, instintivamente alertado por el cambio en la atmósfera.

Luther no dijo una palabra. En un abrir y cerrar de ojos, su figura se movió como un rayo hacia Marcus. El impacto de su movimiento levantó polvo y hojas secas, y antes de que nadie pudiera reaccionar, Luther había estrellado su puño contra el pecho de Marcus con una fuerza descomunal. El golpe lanzó a Marcus volando varios metros hacia atrás, chocando contra un árbol con un sonido seco y brutal. El árbol crujió bajo el impacto, dejando a Marcus desplomado en el suelo, tosiendo sangre mientras intentaba recuperar el aliento.

"¡QUÉ HACEN, IMBÉCILES? ¡ATAQUENLO!" gritó Marcus desde el suelo, su voz llena de desesperación y rabia. Sus lacayos, aunque visiblemente asustados, se armaron de valor y cargaron hacia Luther, gritando para intentar enmascarar su miedo.