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Chapter 19 - Cuenta Regresiva (2)

El día siguiente transcurrió con el ritmo frenético habitual de los entrenamientos. Algunos invocados lograron alcanzar el ansiado nivel 3, entre ellos Elise y Marcus. Este último sorprendió a todos con su comportamiento: estaba extrañamente tranquilo, una actitud completamente opuesta a su arrogancia habitual. Su serenidad, combinada con su avance en el núcleo de mana, lo hizo destacar aún más, dejando a muchos desconcertados.

El día terminó, y mientras los demás celebraban sus avances, Luther no podía ocultar la decepción que lo carcomía. Había trabajado arduamente, pero solo había alcanzado el nivel 2. Aunque se esforzaba por mantener la compostura, la frustración y la presión de la prueba final se acumulaban en su interior.

Elise, siempre atenta, notó su silencio. "¿Estás bien?" le preguntó con un tono suave, mientras caminaban de regreso al hostal.

Luther, atrapado entre la necesidad de desahogarse y el orgullo de no parecer débil, forzó una sonrisa y respondió: "Obvio. Lo logré."

Elise lo miró con ojos sospechosos, como si no estuviera del todo convencida, pero decidió no insistir. Esa noche, mientras compartían la cama como ya era costumbre, Elise reunió el valor para acercarse más a él. Con una mirada decidida y el rostro ligeramente sonrojado, se inclinó y le robó un beso.

Luther quedó completamente sorprendido. Aunque su corazón latía rápidamente, intentó mantener la calma. Elise, por otro lado, se cubrió el rostro con la sábana, avergonzada, y murmuró: "B-buenas noches..." antes de acurrucarse a su lado.

Luther, a pesar de la calidez que sentía por el gesto, no podía apartar de su mente la preocupación de su insuficiente progreso. Cuando Elise finalmente se quedó dormida, con su respiración tranquila llenando la habitación, Luther se levantó silenciosamente. Tomó su capa y salió del hostal, decidido a no rendirse sin dar su máximo esfuerzo.

Se dirigió al campo de entrenamiento bajo la luz de las estrellas. El aire era frío, pero eso no lo detuvo. Se sentó en el suelo del campo, cerró los ojos y comenzó a concentrarse en su núcleo de mana. Sabía que estaba agotado, pero no había tiempo para descansar. Tenía que alcanzar el nivel 3, sin importar el costo.

Se quedaría en el campo de entrenamiento toda la noche, sin descanso, intentando alcanzar el nivel necesario para su núcleo. 

Se sentó en el centro del campo, bajo el cielo estrellado, y cerró los ojos, concentrándose profundamente en el núcleo latente que había formado en su pecho. La energía era tenue, frágil, y cualquier intento por forzarla parecía causar una presión que casi lo hacía perder el aliento. Respiró hondo, dejándose envolver por el silencio de la noche, y comenzó a guiar la energía para que se fortaleciera, intentando expandirla dentro de su cuerpo.

Cada segundo que pasaba parecía sumarle peso a la carga en su pecho. El dolor y la presión se intensificaban con cada esfuerzo, como si su pecho estuviera siendo aplastado por una fuerza invisible que quería detenerlo. La energía del mana oscuro no se dejaba controlar con facilidad; cada vez que intentaba dirigirla hacia el núcleo, la corriente se resistía, retrocedía y se dispersaba en todas direcciones, como una corriente violenta en un río desbordado. Luther cerraba los ojos con fuerza, visualizando la energía fluyendo en su interior y concentrándose en cada respiración para mantenerla estable.

Las horas pasaban lentamente, y el cansancio comenzó a pesar sobre él. En más de una ocasión, sintió que su mente comenzaba a nublarse y que sus músculos cedían bajo la fatiga, pero se negaba a detenerse. En su mente, la idea de no alcanzar el nivel 2 y de perder la oportunidad de ingresar a la academia era inaceptable. No podía dejar que el dolor lo venciera. La voz de Elise dándole ánimos, y el rostro severo de Marcus burlándose de él, le servían de recordatorio constante de lo mucho que estaba en juego.

Con cada nuevo intento, visualizaba el mana oscuro fluyendo como un río denso y turbulento, formando un camino que unía cada parte de su cuerpo en un ciclo constante. El dolor en su pecho aumentaba, y en más de una ocasión, se sintió al borde de gritar, pero se obligó a seguir. Luther se decía a sí mismo que debía aguantar, que debía ser más fuerte de lo que había sido nunca. Cada esfuerzo era una prueba de su voluntad, una lucha en la que no podía darse el lujo de fallar.

Finalmente, cuando el primer rayo de sol asomaba en el horizonte, algo cambió. La energía dentro de él comenzó a fluir con mayor facilidad, y su núcleo latente pareció expandirse, llenándose de poder. La presión disminuyó, y por un breve instante, Luther sintió que el mana estaba realmente bajo su control. Había alcanzado el nivel 3. Apenas podía mantenerse en pie, y cada músculo de su cuerpo temblaba, pero el logro lo llenaba de una profunda satisfacción. Lo había conseguido. Todo el esfuerzo, todo el dolor, había valido la pena. 

Con una sonrisa cansada, se dejó caer en el suelo, incapaz de contener el suspiro de alivio que escapó de sus labios. La noche había sido una prueba extenuante, una lucha constante contra sus propios límites, pero el esfuerzo había dado frutos. Había logrado lo imposible. Había pasado toda la noche peleando consigo mismo, venciendo el cansancio y el miedo, y ahora el núcleo de nivel 2 latía en su interior como una fuente estable de poder.

Tras unos minutos en los que trató de recobrar fuerzas, Luther se levantó lentamente y se dirigió hacia la habitación. Sabía que apenas tendría tiempo para descansar antes de que comenzara el examen, pero ahora estaba listo para enfrentarlo. Su cuerpo le dolía en cada fibra, y cada paso le recordaba el precio que había pagado, pero su mente estaba más tranquila que nunca.

Con pasos lentos y pesados, regresó a la habitación justo a tiempo para el inicio del día. Apenas cruzó la puerta, se encontró con Elise, quien lo esperaba con una expresión de sorpresa y preocupación.

"¿Dónde estabas? No te vi esta mañana," dijo, examinándolo con atención. "¿Estás bien?"

Luther, con una mirada confiada que reflejaba tanto cansancio como determinación, le respondió: "Mejor que nunca."

Elise, aunque algo desconcertada, sonrió suavemente. "Bueno, entonces será mejor que nos preparemos para el examen."

Con sus núcleos de nivel 3 recién establecido, Ambos se dirigieron al campo de entrenamiento con el resto de los invocados. Sabían que ese era el último día en el campamento, el día en que se llevaría a cabo el examen final.

El grupo de invocados se encontraba reunido en el campo de entrenamiento, con el aire lleno de expectación y nerviosismo. La sorpresa fue evidente cuando vieron al profesor Wolfram acompañado por la princesa Selene, quien, con su imponente presencia, hizo que el murmullo entre los jóvenes se apagase de inmediato.

Antes de que las preguntas pudieran inundarlos, Wolfram levantó una mano y, con su tono habitual de autoridad, dijo: "Escuchen bien. Para la prueba final, tendrán el honor de ser supervisados por la princesa Selene. Ella es la encargada oficial de vuestro entrenamiento, aunque no pudo estar presente antes por los problemas."

Los invocados intercambiaron miradas nerviosas y emocionadas. La presencia de la princesa no era algo que se tomara a la ligera. Selene avanzó un paso, sus ojos recorrieron el grupo con calma, y comenzó a hablar con su habitual tono sereno pero firme.

"Entiendo que los últimos días han sido difíciles," dijo, su voz resonando con claridad en el aire fresco de la mañana. "Y también entiendo que muchos de ustedes han hecho sacrificios para llegar hasta aquí. Esta prueba no será fácil, pero confío en que aquellos con la voluntad suficiente lograrán superarla."

El profesor Wolfram, con una sonrisa que parecía más traviesa que alentadora, interrumpió. "¡Espero que estén preparados, porque de esto depende su futuro!" Su voz se elevó en un grito emocionado mientras daba una vuelta teatral sobre sí mismo. "Si fallan... bueno, mejor no se los cuento. ¡Jajaja!" Su risa estridente resonó en el campo mientras se alejaba, dejándolos con un escalofrío de incertidumbre.