Cuando llegó al grupo, Marcus se adelantó y le puso el pie en el camino, haciéndolo tropezar. Antes de que Luther pudiera caer por completo, Marcus lo sostuvo del brazo, fingiendo preocupación. "Cuidado, amigo," dijo con una risa burlona, manteniéndolo en pie. "No queremos que te lastimes antes de empezar."
Las risas de los demás se hicieron más intensas, y los murmullos burlones no cesaban. Luther, con una mirada de odio profundo que intentaba ocultar, simplemente sonrió forzadamente y respondió: "Gracias... Marcus." Luego se incorporó al grupo, tratando de no mostrar más emoción de la necesaria.
Mientras los demás líderes terminaban de formar sus equipos, el ambiente en la explanada era una mezcla de nerviosismo y emoción. Algunos invocados miraban con envidia a los grupos más fuertes, mientras otros parecían aliviados de no haber sido seleccionados por alguien como Marcus.
Cuando los equipos estuvieron completos, un silencio cayó de repente sobre la explanada. Todos miraron hacia el mismo punto, donde la figura de la princesa Selene se acercaba con una gracia imponente. Su presencia parecía absorber toda la atención, y el murmullo que antes llenaba el aire se desvaneció por completo.
La princesa, con su túnica blanca decorada con detalles dorados, se detuvo frente al grupo y los miró con una mezcla de autoridad y serenidad. Su mera presencia parecía calmar las tensiones, pero también imponía un respeto absoluto.
La princesa avanzó con pasos seguros, flanqueada por Alaric, quien intentaba mantenerse firme tras su pequeño incidente. Su presencia era serena, pero poderosa. Vestía una túnica adornada con detalles dorados que relucían bajo el sol de la tarde. Todos los jóvenes invocados guardaron silencio cuando llegó al centro del campamento. Incluso los murmullos se apagaron en el viento mientras esperaban escuchar lo que tenía que decir.
"Bienvenidos al campo de entrenamiento del Reino de Aether," comenzó, con una voz que irradiaba calma y autoridad al mismo tiempo. Sus ojos recorrieron el grupo de invocados, deteniéndose brevemente en cada uno. "Estáis aquí para aprender a controlar el mana que fluye en este mundo. Esta habilidad es esencial para vuestro futuro y para poder superar la prueba de ingreso a la Academia del Reino."
"Vosotros habéis sido invocados a este mundo con un núcleo de mana artificial," continuó la princesa, caminando lentamente mientras hablaba. "Estos núcleos son temporales, y no os permitirán usar mana de manera efectiva. Por eso, vuestro primer objetivo aquí será transformar ese núcleo artificial en un núcleo natural."
La princesa se detuvo un momento y levantó una mano, en la que una pequeña esfera de luz azulada apareció flotando. La esfera giraba lentamente, pulsando suavemente como si tuviera vida propia.
"El núcleo de mana es la fuente de poder que cada ser vivo en este mundo tiene. Su crecimiento sigue un proceso que va desde un núcleo latente, hasta uno refinado, pasando por las fases de despertado y expandido. En este momento, el núcleo artificial que lleváis en vuestro interior ni siquiera es considerado un núcleo latente. Para comenzar vuestro verdadero entrenamiento, primero debéis crear los circuitos de mana que permitan que esta energía fluya a través de vuestro cuerpo."
"Para formar estos circuitos," prosiguió la princesa, "deberéis practicar el flujo de mana en vuestro cuerpo. De esta manera, el mana irá abriendo lentamente los caminos, creando las venas de energía que os permitirán usar vuestras habilidades. Este es el primer paso."
"El entrenamiento durará siete días. Cada día estaréis más cerca de completar vuestros circuitos de mana, y al final, cuando hayáis logrado crear un núcleo latente de nivel 2, estaréis listos para la prueba final," concluyó la princesa, asintiendo levemente.
"¡Esa será la prueba de admisión a la Academia!" exclamó Alaric, retomando su habitual entusiasmo. "Pero cuidado, solo los que pasen la prueba serán admitidos. El que no lo consiga tendrá que arreglárselas por su cuenta."
Luther escuchó cada palabra con atención, aunque la mayoría parecía un eco distante en su mente. Sus ojos vagaron un instante por el suelo, mientras el murmullo de los invocados lo rodeaba.
"Twilight... ojalá estuvieras aquí," pensó, su mente trayendo el recuerdo de aquella voz que siempre lo había guiado. Desde que llegó a este mundo, no había sentido su presencia ni una sola vez.
"La manipulación del mana es esencial," continuó la princesa, interrumpiendo los pensamientos de Luther. "Cada día practicaréis con vuestros compañeros y bajo la supervisión de vuestros instructores. Hoy, comenzaremos con el primer ejercicio: aprender a sentir el mana fluir por vuestro cuerpo."
Luther observó cómo la princesa hacía un gesto a Alaric, quien asintió y comenzó a repartir pequeños cristales entre los invocados. Luther tomó el suyo con cuidado, sintiendo el frío de la superficie contra su piel.
"Este cristal os ayudará a circular el flujo de mana," explicó la princesa. "Debéis concentraros y dejar que el mana entre en vuestro cuerpo a través del cristal. Permitid que recorra cada parte de vuestro ser, pero tened cuidado. El mana puede ser inestable si no lo manejáis correctamente."
Los jóvenes se sentaron en el suelo, cada uno con su cristal, preparándose para el ejercicio.
Cuando Luther comenzó a concentrarse, una extraña sensación lo invadió. El cristal en su mano comenzó a calentarse levemente, y pudo sentir una corriente de energía fluyendo hacia su interior. Cerró los ojos, tratando de concentrarse en la sensación del mana que fluía dentro de él. Sin embargo, en lugar de sentir una energía suave y controlada, sintió como si una oleada violenta se estrellara contra su cuerpo, como un río desbordado que intentaba abrirse paso a la fuerza.
El dolor lo golpeó de inmediato. Era como si su cuerpo no pudiera soportar la presión del mana, como si este estuviera intentando abrirse camino demasiado rápido, rompiendo todo a su paso. El rostro de Luther se contrajo por el dolor, y apretó los dientes, tratando de soportarlo. Podía sentir cómo el mana desgarraba su interior mientras intentaba crear los circuitos.
La princesa, que se encontraba supervisando el ejercicio, también se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Sus ojos se enfocaron en Luther, y rápidamente se acercó, extendiendo su mano hacia él. Un suave resplandor envolvió sus dedos mientras murmuraba un hechizo curativo.
En ese momento, Luther sintió un calor reconfortante que calmó el dolor. El mana, que antes había sido una fuerza descontrolada, parecía haberse suavizado. Sin abrir los ojos, Luther permitió que el calor recorriera su cuerpo, aliviando la presión insoportable que había sentido momentos antes. No se dio cuenta de lo cerca que estaba la princesa hasta que sintió su presencia justo a su lado.
Cuando abrió los ojos, se encontró con el rostro de la princesa muy cerca del suyo. Sus ojos estaban llenos de preocupación, y su cabello dorado caía suavemente sobre su rostro.
"¿Te encuentras bien?" preguntó ella, con una sonrisa suave.
Luther, sorprendido por lo cerca que estaba, se sonrojó al instante, desviando la mirada con timidez. "Eh… sí. Perdón, no me di cuenta jajaja…" dijo mientras reía nerviosamente.
La princesa sonrió de nuevo, divertida por su reacción. "Tu afinidad con el mana es mucho más fuerte de lo que parece. Por eso te resultó tan doloroso. Pero no te preocupes, estaré aquí para ayudarte."
Luther la miró con sorpresa y gratitud. Luther no entendía si estaba abrumado por su belleza o porque realmente nunca había interactuado tanto con las mujeres, y el simple hecho de que la princesa le ofreciera su ayuda lo hacía sentirse incómodo y a la vez agradecido al ser una experiencia nueva para el.
"Gracias…" murmuró, aún abrumado por la cercanía de la princesa.
Ella asintió, luego se levantó y se dirigió nuevamente al centro del grupo. "Todos podéis descansar ahora. Mañana continuaremos con los ejercicios."