A la mañana siguiente, los invocados se reunieron nuevamente para ser divididos en los dos grupos. Luther y Borik se despidieron con un fuerte abrazo. Borik, aún un poco molesto por la separación, sonrió mientras le daba una palmada en la espalda.
"Nos volveremos a ver, chico. Asegúrate de tratar bien la princesa, eh" dijo mientras se reía a carcajadas.
Luther aguantándose la risa le respondió. "Lo haré jajaja. Cuídate Borik... Nos veremos pronto."
Y así, con la separación de los grupos, Luther partió junto a la princesa Selene para comenzar su entrenamiento, mientras Borik se unía a los caballeros bajo el mando de Sir Aldric.
El sonido de las ruedas de los carruajes resonaba mientras avanzaban por el camino polvoriento que conducía al campo de entrenamiento. Luther, sentado junto a la ventana, observaba en silencio el paisaje que se deslizaba lentamente a su lado. Las montañas al fondo parecían sombras lejanas, y el cielo azul claro contrastaba con el tono terroso del suelo. A su alrededor, los demás jóvenes invocados intercambiaban miradas de incertidumbre y susurros ansiosos. Nadie sabía con certeza qué les esperaba en los próximos días, y el aire tenso reflejaba los nervios de todos.
Durante los siguientes siete días, estarían aislados en ese campo de entrenamiento. El objetivo era claro: aprender lo básico sobre el manejo del mana. Al final de la semana, se enfrentarían a una prueba decisiva, y quienes lograran superarla recibirían un lugar en la Academia del Reino junto con diez monedas de oro. Los que fallaran tendrían una moneda y ningún apoyo. Estarían solos, obligados a sobrevivir por su cuenta en un mundo que aún les era extraño.
El carruaje finalmente se detuvo con un crujido, y los jóvenes invocados comenzaron a bajar uno por uno. Luther salió lentamente, observando el lugar que se extendía ante él. El campo de entrenamiento estaba compuesto por varias edificaciones de madera robusta, diseñadas para resistir el paso del tiempo. En el centro se encontraba un gran hostal, su estructura imponente proyectaba una sombra sobre el terreno. A su alrededor, pequeñas construcciones servían como comedor, almacenes y áreas comunes. El viento soplaba con fuerza, trayendo consigo el aroma de la tierra húmeda y los árboles cercanos.
Los invocados fueron dirigidos hacia una explanada donde un joven caballero de armadura brillante y capa roja esperaba al frente del grupo. Su postura era recta y confiada, y una sonrisa entusiasta adornaba su rostro mientras alzaba una mano para llamar la atención de todos.
"¡Bienvenidos!" exclamó con energía, moviendo los brazos con un gesto exagerado. "Soy Alaric, y estaré a cargo de vuestra seguridad y entrenamiento durante esta semana. ¡Nada de qué preocuparse, estáis en buenas manos!"
La multitud de jóvenes invocados lo miraba con curiosidad, pero no pasó mucho tiempo antes de que Alaric tropezara con una pequeña roca en el suelo, lo que lo hizo tambalearse de manera torpe. Los murmullos y risitas contenidas comenzaron a recorrer el grupo, aunque él intentó recomponerse rápidamente, fingiendo que no había sucedido nada.
"¡Eso fue intencional!" añadió con una risa nerviosa, frotándose la nuca mientras recuperaba su compostura.
Luther observaba la escena en silencio. Aunque las risas aligeraron la atmósfera por un momento, él no podía escapar a la inquietud que sentía. No muy lejos de donde estaba, un anciano de túnica gris caminaba lentamente hacia el grupo. Su figura era imponente, aunque su edad se reflejaba en su postura ligeramente encorvada y las profundas arrugas de su rostro. Sus ojos, sin embargo, eran afilados y autoritarios, como si pudieran atravesar a cualquiera que se atreviera a mirarlo por demasiado tiempo.
"Soy el Profesor Wolfram," anunció con voz grave, que resonó en el aire y detuvo cualquier murmullo restante. "Durante los próximos siete días, yo seré vuestro instructor. No esperéis misericordia, ni esperéis ayuda si no estáis a la altura de las circunstancias. Si fracasáis, será únicamente vuestra culpa. No estoy aquí para cargar con incompetentes."
El silencio que siguió a sus palabras era casi palpable. Los jóvenes invocados intercambiaron miradas nerviosas, y algunos bajaron la cabeza, claramente intimidados por la actitud del profesor.
"Ahora," continuó Alaric, intentando aligerar la atmósfera de nuevo, "vamos a organizar los grupos. Seleccionare a cuatro personas para que formen los grupos. Ellos serán los líderes, así que acaten sus ordenes. ¡Vamos, chicos, no tenemos todo el día!"
Alaric se cruzó de brazos y recorrió con la mirada a los jóvenes invocados, evaluando a cada uno con atención mientras reflexionaba sobre quiénes serían los líderes de los grupos. Sus ojos se detuvieron primero en Elise, quien mantenía una postura firme y confiada.
"Tú serás una de las líderes," anunció Alaric, con una sonrisa aprobatoria mientras la señalaba con el dedo.
Elise asintió con calma, sin mostrar demasiada emoción, aunque sus ojos brillaban con determinación.
Alaric siguió evaluando al grupo hasta que su mirada se posó en Kay. Su expresión cambió ligeramente al observar al joven, cuya presencia parecía proyectar una calma inquietante. No hablaba mucho, pero su talento con el mana era innegable.
"Tú también serás líder," dijo Alaric, observándolo con curiosidad.
Kay simplemente inclinó la cabeza en señal de aceptación, sin decir una palabra.
El tercer líder fue fácil de elegir. Entre el grupo, un chico alto y robusto destacaba por su porte intimidante y su voz resonante. Su nombre era Marcus, y Luther lo reconoció de inmediato. Era un tipo que se había mantenido cerca de Ithan durante las pruebas físicas, actuando como su sombra y apoyándolo constantemente. Su actitud era segura, casi arrogante, y tenía una sonrisa que parecía esconder una intención oculta.
"Tu, el de ahí." dijo Alaric, señalándolo con un gesto. "Tú serás otro de los líderes."
Marcus sonrió ampliamente, asintiendo con entusiasmo. "Un honor, jefe," dijo, con un tono que sonaba más burlón que respetuoso.
Finalmente, Alaric señaló a otro chico al azar del grupo. Su aspecto era común, y no destacaba en nada particular. "Y tú, serás el cuarto líder," concluyó, sin dedicarle más atención.
Con los líderes seleccionados, Alaric sacó una moneda de su bolsillo y la levantó frente a ellos. "Tiraremos esta moneda para decidir el orden de selección," explicó, haciendo girar la moneda entre sus dedos. "El ganador seleccionará a su equipo de veinte personas antes que los demás."
La moneda giró en el aire y cayó en la mano de Alaric. "Cara," anunció, mostrando el resultado. Marcus dio un paso al frente con una sonrisa triunfante.
"Eso significa que yo selecciono primero," dijo, mirando al grupo con una expresión astuta.
Uno a uno, Marcus comenzó a seleccionar a sus compañeros. Eligió a los más fuertes y competitivos, formando un grupo que claramente buscaba imponerse sobre los demás. Su tono era casual, pero no dejaba de lado la arrogancia en cada decisión. Cuando llegó al último lugar, su mirada se posó directamente en Luther. Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro mientras señalaba al joven.
"Me quedo con él," dijo, soltando una risa que resonó en la explanada.
Los murmullos no tardaron en extenderse entre los demás seleccionados del grupo de Marcus. Las risas comenzaron a surgir, y Luther pronto entendió por qué: los mismos chicos que se habían burlado de él la noche anterior estaban entre los elegidos. El ambiente se sentía pesado, lleno de malicia oculta detrás de las risas.
Luther suspiró, resignado, mientras caminaba hacia el grupo de Marcus. "Maldita sea..." pensó, ajustándose la capa mientras avanzaba.