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Chapter 6 - Primeros Encuentros y Nuevas Amistades

La primera mañana de clases transcurrió sin incidentes, pero al sonar el timbre para el receso, Shirogami se vio rodeado en su pupitre por un grupo de compañeros curiosos. La escena era la típica de un nuevo estudiante: preguntas lanzadas desde todas direcciones y rostros expectantes.

"¿Eres pariente de Eriri? ¿Cómo se conocieron?" preguntó una niña con las mejillas sonrojadas, intrigada por la conexión de Shirogami con la popular Eriri.

"¿Dónde estudiabas antes? ¿Qué pasó con tu ojo?" inquirió otro niño, observando con curiosidad su mirada única.

Shirogami, sin estar acostumbrado a tanta atención, respondió con monosílabos y mantuvo su actitud reservada. Su tono monocorde y la falta de entusiasmo fueron apagando poco a poco el interés de los niños, quienes retrocedieron, algo incómodos.

Fue en ese momento cuando Eriri apareció, irradiando una elegancia que Shirogami no le había visto antes. Su porte era refinado, y su sonrisa, tranquilizadora.

"Chicos, perdonen a Shirogami. Es algo tímido, ¿saben?" explicó Eriri con tono suave y una sonrisa encantadora, mientras ponía una mano protectora en el hombro de Shirogami. "Además, ser nuevo puede ser algo intimidante. Tengan un poco de paciencia, ya verán que es alguien muy interesante."

La actitud de Eriri dejó a Shirogami sorprendido; ella no era la misma niña despreocupada con la que solía jugar y dibujar en casa. Su porte era impecable, como si se tratara de una persona completamente distinta. Sin embargo, la intervención de Eriri resultó efectiva, y los demás se dispersaron, satisfechos con su explicación.

"Gracias, Eriri," murmuró Shirogami en voz baja.

"¡De nada!" respondió ella con una pequeña sonrisa, regresando a su tono habitual. "Ven, te enseñaré la escuela. ¡Es hora de almorzar!"

Al llegar a la cafetería, encontraron una mesa libre, y mientras comenzaban a comer, se acercaron dos chicas.

"¿Eriri, cómo te ha ido? ¿Pasaste bien las vacaciones?" preguntó una de las chicas con una sonrisa amistosa.

"¿Y quién es él?" añadió la otra, observando a Shirogami con curiosidad.

Eriri les devolvió una sonrisa. "Hola, Shizuku, Kaori. Él es mi hermano, Shirogami. Shirogami, ellas son mis amigas."

Shirogami las miró y asintió. "Hola, mi nombre es Shirogami."

"¡Encantada, Shirogami!" exclamó Kaori, mostrando su cálida sonrisa. "Soy Kaori Shirasaki."

"Un gusto conocerte, Shirogami," dijo Shizuku con una voz calmada. Su apariencia estoica y sus ojos rojos le daban un aire misterioso, pero su tono de voz era amable.

"Encantado de conocerlas," respondió Shirogami.

"¿Por qué no comemos juntos?" sugirió Eriri.

Las niñas asintieron, y así, el grupo compartió el almuerzo entre risas y conversaciones. Kaori, siempre atenta, no tardó en hacer preguntas.

"Eriri, nunca mencionaste que tenías un hermano," comentó Kaori, inclinándose hacia ella con curiosidad.

"Bueno, es una larga historia," respondió Eriri con una sonrisa, dando a entender que era un tema personal.

"Yo he oído algo," intervino Shizuku pensativa. "Recuerdo que mi padre mencionó a alguien nuevo en la familia de Eriri en una de sus conversaciones."

La charla continuó animadamente, y Shirogami escuchaba mientras sus nuevas amigas charlaban alegremente.

Al finalizar el día, mientras caminaban de regreso a casa, se encontraron con una escena curiosa. Un grupo de hombres vestidos de manera intimidante y con una presencia imponente aguardaban frente a la salida de la escuela, y al poco tiempo apareció un niño de cabello azul que intentaba pasar desapercibido.

"¡¿Cómo estuvo su día, Bocchan?!" exclamaron los hombres, haciendo una reverencia profunda.

El chico, avergonzado, les hizo señas para que se calmaran y, rápidamente, subió a un auto que lo llevó lejos. Shirogami observó la escena, intrigado.

"¿Quién es él?" preguntó Shirogami, mirando a Eriri.

"Es Raku Ichijō. Estudia en otra clase. Nuestros padres son amigos," explicó ella con una sonrisa divertida. "Parece que siempre lo reciben así."

Shirogami asintió, curioso por la escena. Pronto, ambos subieron a su auto para regresar a casa.

En los días siguientes, Shirogami se familiarizó más con Kaori y Shizuku. Durante una conversación en la cafetería, surgió un tema que llamó su atención.

"Entonces, ¿quieren jugar este fin de semana?" sugirió Kaori, sonriendo.

"No creo que pueda... Necesito entrenar," dijo Shizuku, ligeramente apenada.

"¿Entrenar?" preguntó Shirogami, curioso.

Shizuku asintió. "Mi familia dirige un dojo de kenjutsu, y debo practicar con ellos."

Shirogami sintió un impulso extraño. "¿Podría acompañarte? Me gustaría aprender."

Eriri, sorprendida, lo miró. "¿De verdad quieres aprender eso, Shirogami?"

Shirogami asintió con firmeza, sintiendo que algo lo atraía a la idea de entrenar en el dojo.

"Bueno, tendremos que preguntarles a nuestros padres," comentó Eriri.

Shizuku sonrió suavemente. "Entonces, los espero en mi casa este fin de semana."

Esa noche, Shirogami habló con sus padres sobre su deseo de aprender kenjutsu, y aunque sorprendidos, aceptaron su propuesta.

"Hablaremos con los padres de Shizuku para ver si pueden enseñarte," dijo su padre. "Si te gusta, puedes continuar entrenando."

Los días de clases continuaron tranquilamente hasta que llegó el fin de semana. Antes de la visita al dojo de Shizuku, Shirogami decidió preguntarle algo que había notado en su comportamiento reciente.

"Eriri, hay algo que me intriga," comenzó, una noche antes de la visita. "He notado que en la escuela actúas de forma muy elegante y reservada, pero con Kaori y Shizuku eres más... natural. ¿Por qué?"

Eriri suspiró y le lanzó una mirada pensativa. "Es... complicado. Me comporto así porque tengo miedo de que alguien descubra mis gustos, como que me gusta ver anime," confesó, bajando la mirada. "Una vez, un compañero de clase fue rechazado y tratado mal por tener esos mismos intereses. Terminó cambiándose de escuela, y no quiero que me pase lo mismo."

Shirogami le puso una mano en el hombro, mirándola con calma. "No tienes que preocuparte. Siempre estaré a tu lado, y Kaori y Shizuku también te apoyan."

La expresión de Eriri se suavizó, y le dedicó una sonrisa de agradecimiento. "Gracias, Shirogami. Eso significa mucho para mí."