Destino Torcido
Oscuridad.
Silencio.
No sé cuánto tiempo ha pasado.
No siento mi cuerpo.
No siento nada.
¿Donde… estoy?
Intento abrir los ojos—si es que todavía tengo ojos.
Y, de repente…
BOOM.
Un sonido ensordecedor sacude mi conciencia, como si algo explotara justo frente a mí.
Mi visión se llena de luz… una luz dorada y cegadora.
Luego…
Dolor.
Dolor.
Un dolor indescriptible, como si mi ser entero estuviera siendo reconstruido de la nada.
Es un tormento más allá de la imaginación.
Quiero gritar.
Quiero escapar.
Pero no puedo hacer nada más que soportarlo.
Y entonces…
Aire.
Siento aire entrando en mis pulmones.
¡Puedo respirar!
Mi corazón late.
Puedo sentirlo bombeando sangre por mi cuerpo.
¡Tengo cuerpo otra vez!
Mis sentidos regresan de golpe.
El olor del hierro y la tierra.
El sonido del viento silbando en la distancia.
El frío de una piedra áspera contra mi piel.
…Esto no es "I'm Human".
Un mal presentimiento me recorre la espalda.
Trago saliva.
Intento recordar…
¿Quién soy aquí?
¿Qué personaje soy en este mundo?
¿Qué rol tengo en "El Camino de la Ascensión"?
Mi visión es borrosa, pero poco a poco logro enfocar lo que me rodea.
Estoy acostado sobre algo áspero, similar a paja, cubierto por una tela rugosa e irritante al tacto.
Miro a mi alrededor. Es una cabaña destartalada, hecha de madera vieja y podrida. No hay suelo, solo tierra húmeda. El techo está agujereado y las paredes tienen grietas por donde se filtra el viento helado. Apenas puedo ver nada. Es de noche.
La única luz proviene de la Luna, que brilla tenuemente a través de una de las aberturas en el techo.
Pero algo no encaja.
La Luna no es blanca.
Es de un profundo color púrpura.
Parpadeo varias veces, intentando convencerme de que es solo mi vista nublada, pero no cambia. Es enorme, demasiado cercana o demasiado grande. Su luz violácea ilumina tenuemente el interior de la cabaña, lo justo para distinguir siluetas y sombras.
El sonido de la lluvia me rodea. El agua gotea desde el techo y resbala por las paredes, formando pequeños charcos en el suelo de tierra.
Intento quitarme la tela que me cubre, pero en cuanto lo hago, una ráfaga de aire helado me atraviesa el cuerpo.
Hace un frío insoportable.
Respiro hondo y saco las manos de la manta con cautela.
—Al menos tengo manos...
Por fin.
No puedo verlas bien en la oscuridad, pero las sombras de mis dedos me confirman que están ahí. Llevo mis manos al rostro y palpo mis rasgos. Boca, nariz, ojos...
Y algo más.
Una venda.
Tengo la cabeza vendada.
Frunzo el ceño, intentando recordar qué pasó, pero antes de que pueda pensar en nada, noto que algo se mueve bajo la manta.
Un escalofrío me recorre la espalda.
Sin pensarlo, me aparto de un salto, alejándome de la extraña cama de paja.
—¿Hermano...?
Una voz infantil.
De la manta surge una pequeña silueta oscura. Se mueve lentamente, como si intentara incorporarse.
Me quedo paralizado.
—Cough... Cough... Cough...
Un ataque de tos me sacude de repente.
—¿¡Hermano!?
La voz suena más urgente. La sombra se acerca.
Levanto una mano de manera instintiva, intentando señalar que estoy bien y que no se acerque.
Pero la tos empeora.
—Cough! Cough! Cough!
Siento algo viscoso subir por mi garganta y un sabor metálico inunda mi boca.
Sangre.
Mis rodillas ceden y caigo al suelo, apoyando una mano en la tierra húmeda mientras sigo tosiendo.
De repente, la tela áspera vuelve a cubrirme.
—Hermano, vuelve a la cama... tienes que descansar.
Miro hacia la voz con dificultad. A pesar de la oscuridad, puedo distinguir la figura. Es pequeña. Un niño... no, una niña.
Sus manos frías me agarran con sorprendente firmeza y, en mi estado débil, no me resisto cuando me guía de vuelta a la cama.
Mi mente está aturdida. No entiendo nada.
—Cough... Cough...
Mi tos se va apagando poco a poco hasta que finalmente cesa.
—Hermano... por favor, descansa...
La pequeña se acurruca contra mi pecho y esconde el rostro.
Ahora que está más cerca, puedo verla un poco mejor. Es una niña de unos diez años, con el pelo corto y despeinado.
Sus hombros tiemblan.
Está llorando.
Cierro los ojos, intentando asimilar lo que está pasando.
Esto es demasiado rápido.
Hace unos instantes estaba condenado a muerte. Luego, caí en un vacío de oscuridad infinita, donde me encontré con mis propias novelas. Me obligaron a elegir un mundo al azar. Y ahora... estoy en una cabaña destruida con una niña que me llama "hermano".
No tiene sentido.
—(Déjame al menos procesar esta absurda situación...)
En ese momento, una ventana translúcida aparece frente a mis ojos.
[Bienvenido a este nuevo mundo]
Mi corazón da un vuelco.
—(No puede ser...)
Intento apartarme, pero el recuadro grisáceo se mantiene flotando en mi campo de visión.
[Activando sistema]
Mi ceja se contrae.
—(Tú... ¡tienes que estar bromeando!)
[Ventana de estado ^^]
Y ahí está.
El clásico sistema trampa .
Apreté los dientes.
Si esto era una broma, era una muy cruel.