No es momento de preocuparme por esas cosas…
[Talentos]
Ninguno
[Mantras]
Ninguno
[Aptitudes]
Ninguno
[Virtud]
Pulmón de Ceniza: Resistencia al humo y al polvo. Puedes respirar en lugares altamente contaminados o en espacios cerrados llenos de humo sin experimentar asfixia inmediata.
Mis ojos recorren la pantalla frente a mí. Nada. No tengo absolutamente nada, salvo una única virtud.
Pulmón de Ceniza.
Parece que mis pulmones poseen cierta resistencia al humo y al polvo. Dentro de lo que cabe, no está mal… pero tampoco es algo que me emocione.
Los talentos… Si mi memoria no me falla, deberían ser una especie de trampas en sí mismos. Algo que otorga ventajas abrumadoras, básicamente nacer con uno era estar bendecido de por vida.
Los mantras… Habilidades de combate, técnicas ofensivas, defensivas o de utilidad que fortalecen al usuario.
Las aptitudes… Versiones inferiores de los talentos, pequeñas mejoras en comparación a los talentos, pero muy muy útiles.
Y las virtudes…
-(¿Que es?)
No recuerdo haber escrito nada sobre ellas.
¿De dónde ha salido esta?
Rascándome la cabeza Intento recordar, pero nada, esto no algo que yo escribí.
Cierro el menú y paso a revisar la tienda.
La única manera de conseguir más habilidades parece ser a través de la Gacha, pero claro…
Miro mis puntos.
0.
Nada. Ni uno solo
—(¿No hay algún pack inicial o algo así, sistema?)
Silencio.
No hay respuesta. Tampoco la esperaba.
Regreso a la tienda y reviso lo poco que hay disponible. Aparte de la Gacha, la única opción de compra es una aptitud llamada Velocidad de Recuperación.
No tiene descripción. Solo el nombre.
—(Sistema, ¿puedes decirme los efectos de Velocidad de Recuperación?)
…
El silencio se prolonga.
Apretando los dientes, dejo de perder el tiempo y paso a otro apartado: Misiones.
[Misiones]
[Mata a un dragón]
Tiempo restante: 23h 30m 57s
Recompensa: 100,000 puntos
Leo la primera misión y me quedo completamente en blanco.
—(…¿Qué?)
Sacudo la cabeza y sigo leyendo.
[Entra en Elysium]
Tiempo restante: 3 meses
Recompensa: 500 puntos
Elysium…
Los recuerdos llegan como un susurro lejano.
"El Camino de la Ascensión", mi novela.
Era una historia del tipo Academia Mágica, donde los mayores talentos de la humanidad se reunían para ser entrenados y fortalecidos. Una historia cliché, sí… pero con un giro diferente.
No había un Rey Demonio ni un enemigo final. No.
El mayor problema eran las Bestias Mágicas, criaturas salvajes y monstruosas que aparecían en todas partes, destruyendo todo a su paso.
Elysium era una de las principales academias humanas, una fortaleza de élite donde los más prometedores eran preparados para la guerra. Un lugar lleno de privilegios… y de obligaciones.
La idea de ir allí no me entusiasma en lo más mínimo.
Viendo la última disponible me quedo algo confundido.
[Sobrevive a la "Plaga"]
Tiempo restante: ?
Recompensa: 200 puntos
"Plaga".
Frunzo el ceño.
No recuerdo haber escrito nada sobre una plaga.
Por mucho que trato de buscar en mi memoria, la respuesta no llega.
-( ¿Tanto tiempo ha pasado para que no recordar nada? ¿ O es algo más?)
Entonces…
Un cansancio abrumador me golpea.
Los párpados me pesan. El cuerpo entero me tiembla de debilidad.
Intento resistirme, pero cada segundo que pasa la sensación de sueño es más fuerte, más intensa, más sofocante…
Lo último que veo es a la pequeña apoyada en mi pecho.
Su respiración es tranquila.
Su calidez… reconfortante.
Y luego, oscuridad.
---
Dum-dum… dum-dum…
—Señor Jesús Galiana.
Una voz.
Abro los ojos.
Me encuentro en un tribunal.
El aire es denso, cargado de una solemnidad inquietante.
Las paredes son grises, imponentes, estrechándose como si intentaran encerrarme aún más.
Frente a mí, el juez.
No grita, no alza la voz, pero cada palabra que pronuncia pesa como una sentencia ineludible.
A mi alrededor, el jurado.
Sus rostros están cubiertos por sombras. No hay rasgos, no hay expresión. Solo figuras inmóviles que me observan en un silencio sofocante.
—Señor Jesús Galiana, ha sido usted declarado culpable de los crímenes que se le imputan tras una deliberación exhaustiva por parte del jurado…
Lo miro, inexpresivo.
—Tras revisar todas las pruebas presentadas y escuchar los argumentos de ambas partes, la corte encuentra que no existen circunstancias que mitiguen la gravedad de sus actos…
Su voz es fría, vacía.
Me mira, pero no con ojos humanos.
—En cumplimiento de las leyes de este estado, y bajo la autoridad que me confiere esta corte, le condeno a la pena capital. Será ejecutado mediante electrocución.
Cierro los ojos.
Y cuando los abro…
Estoy en otro lugar.
Mis extremidades están atadas.
No puedo moverme.
Miro a mi alrededor y veo una habitación sellada.
Detrás del vidrio, un grupo de personas con trajes oscuros me observa.
Sonríen.
No es una sonrisa común.
Es algo retorcido. Algo que hiela la sangre.
Intento zafarme, pero es inútil.
Entonces lo veo.
El verdugo.
Me mira directamente mientras baja la palanca de la muerte.
El generador se enciende.
BZZZZZZZZZT
Intento liberarme con más fuerza, pero mis esfuerzos son en vano.
El sonido aumenta.
Mi corazón se dispara.
Aumenta.
Mi respiración se vuelve errática, cada inhalación es un jadeo entrecortado.
Los espectadores siguen sonriendo.
AUMENTA.
Cuanto más lucho, más felices parecen estar.
Y entonces…
Silencio.
Un dolor inhumano atraviesa mi cuerpo.
Empieza en los dedos de los pies y sube hasta la cabeza como una ola de fuego y agujas perforando cada centímetro de mi ser.
—¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!
(...)
Me incorporo de un salto.
El sudor empapa mi cuerpo.
Mi pecho sube y baja de forma frenética.
Mi corazón late desbocado.
Mis manos se aferran a mi pecho, temblorosas.
Miro a mi alrededor, buscando desesperadamente algo a lo que aferrarme, algo que me ancle a la realidad.
Tardo unos segundos en darme cuenta.
Es de día.
Sigo en la cabaña.
—Joder… joder…
Susurro, llevándome las manos a la cabeza.
El temblor no se detiene.