Agarré la piedra y la observé bien; ahora se había transformado en una común y corriente. Con la otra mano agarré las otras dos que tenían las mismas partículas.
"Ahora pareciera que una brilla más que la otra", murmuré.
La piedra que menos partículas tenía se deslizó por mi mano y chocó contra la otra, traspasándose automáticamente sus partículas."Ah... con que así funciona", dije al aire, mientras seguía probando. Efectivamente, al chocar una piedra con partículas contra otra que también las tuvo o tiene, estas se traspasan de una a la otra, como si sirvieran de recipiente.Esto soluciona muchas cosas... Ahora solo guardaré la piedra que acumula todas las partículas y descartaré las otras dos.Es una incógnita la cantidad de piedras como estas que existen, y tampoco sé para qué sirven o cuántas partículas pueden acumular en una sola.Al final decidí salir de la cueva.Colgué la pluma, que estaba atada a la piedra, al costado de mi única prenda de ropa y salí por primera vez solo al exterior.Lo primordial era que nadie me descubriera, así que fui hacia el lado contrario del que habían ido las otras chicas.
Me parece increíble ver este mundo así, tan primitivo... Es pura naturaleza y nada más, hasta que encuentras estas cosas mágicas de la nada. Bueno, en realidad no sé si es algo mágico, así que por ahora debo seguir investigando.El aire estaba húmedo, y las hojas de los árboles dejaban pasar un poco la luz del sol, dándole al lugar un tono verdoso casi mágico.Empecé a caminar por entre los árboles. Adentrándome más en el bosque, encontré una cueva en la cual no parece vivir nadie..."Con razón no vive nadie acá, si es horrible", dije al aire.Era super pequeña y llena de moho, pero en el techo sí que había una piedra especial.
Si todo sigue igual que antes y choco dos piedras mágicas, la que tenga menos partículas se las traspasará a la que tenga más. O sea, la mía.Finalmente lancé la que era mía y terminaron chocando. Efectivamente era cierto, la otra piedra traspasó todas sus partículas a la mía.Me pregunto cuántas de estas piedras estarían escondidas por aquí, cuántos misterios más guardaría este bosque. No es como si alguien de por aquí realmente lo entendiera. Para ellos, esto debería ser solo una piedra más, un simple pedazo de roca sin importancia. Pero yo... yo sabía que había algo más. Cada partícula que brillaba en esas piedras me decía que había algo grande esperando ser descubierto.Seguí explorando el bosque.Las ramas y piedras en el suelo se clavaban en mi piel y empezaban a dañar ligeramente mis pies descalzos. No era nada grave, pero sí lo suficiente como para recordarme que en algún momento debía hacerme un calzado de alguna manera.Durante el trayecto me fui encontrando algún que otro animal pequeño, hasta que de pronto escuché unas voces, de varias personas diferentes. Me oculté detrás de un árbol e intenté buscar de dónde provenían.
Estaban en un claro del bosque, pude distinguir que eran mis padres. Ahí también estaba la señorita Anya y alguien más... ¡La anciana del parto!¿Será que acá se juntan a charlar o intercambiar cosas? La señora mayor parece estar muy enojada con... ¿Mamá?"¡Te dije que no podías cazar ese animal!""P-Perdón, es que no conseguimos nada de comida para mi hijo".
"¡Mira la semejante herida que tienes ahora, por Dios!
Es tu culpa, Rundia. No puedes seguir así, poniendo en riesgo a toda la familia", dijo la anciana, reprendiendo a mamá, pero su voz parecía estar llena de preocupación.
Observó la herida del brazo izquierdo de mamá con un gesto severo antes de suspirar profundamente.
"¿No entiendes que tu acción pone en riesgo a todos? No es solo por ti y tu familia, sino por todos nosotros".
Rin estaba intentando parar el sangrado atándole una hoja. Muy inteligente de su parte, eso es prácticamente como dar primeros auxilios, pero con recursos limitados. Qué lástima que no puedo hacer nada. Por ahora solo debo quedarme mirando.¡Maldito animal o lo que sea! Acaba de arruinar el hermoso cuerpo de Rundia.
Anya, la madre del niño de la cueva vecina, se acercó a ella."Rundia, entiendo lo difícil que puede ser. Pero debemos cuidar de nuestros hijos y de nosotros mismos. Si necesitas ayuda con la recolección o la caza, estoy aquí para apoyarte, después de todo... en mi familia solo somos dos".
No es como si pudiera hacer algo, y tampoco tenía que dejar que la curiosidad por seguir espiándolos me detuviera, así que me fui del lugar en dirección a la cueva de Anya.Dentro, me encontré con el hijito de Anya, Tarún, el cual ya parecía caminar, dentro de lo que cabe, normalmente, pero parecía que todavía no sabe hablar del todo bien, porque se acercó a mí y me balbuceaba algo que parecía ser un 'hola'.El objetivo seguía siendo entrar a las cuevas en búsqueda de partículas. Ahora me las encontré en el techo de la entrada.Mientras Tarún observaba, yo estaba tirando una y otra vez mi piedra hasta que chocara con las demás, traspasando así todas las partículas a la mía."No le vayas a decir a tu mamá que yo anduve por acá, ¡eh!" Le dije a Tarún, bromeando. Aunque seguramente no entendía nada, o tal vez sí... Por las dudas.
Me fui acomodando mi piedra dentro de la pluma, ahora estaba más brillante que nunca. Había absorbido el poder de un total de seis piedras, ¿acaso se supone que hay tantas? ¿Y si son mil piedras? Esta zona no sería ni un uno por ciento de lo que sería un mundo entero.De las personas que conozco, solo queda la anciana... Uno de estos días tengo que seguirla para ver dónde va. Ahora ya es muy tarde.Una vez ya en la cueva donde vivo, mis padres volvieron. Claramente, esta había sido su peor salida desde que los conozco; directamente no traían nada."Mamá..." Murmuré, mirando su brazo."Hijo, ¿estás bien?" Preguntó ella con una sonrisa cansada."No te preocupes por mí, estaré bien. Solo necesito descansar un poco", dijo y se fue al fondo de la cueva, seguramente a rezar.
No pude ver de cerca su herida, pero la hoja no era lo suficientemente grande como para cubrir todo y no dejarme ver las líneas de sangre que parecían rasguños sobre su brazo."Luciano, esto es lo que sobró de ayer. Hoy... Lo siento", dijo papá, angustiado, dándome unos gajos de mandarina. Una de las frutas más comunes que se encontraba en este clima tropical.Luego se fue junto a ella.
Agarré la escasa cantidad de comida y me fui a sentar al lugar en el que dormía siempre.Mientras masticaba la mandarina, sentí un sabor amargo en la boca, no tanto por la fruta en sí, sino por todo lo que había visto hoy. ¿Cómo había terminado todo así? Mi madre arriesgándose, casi dejándose la vida, solo para conseguir un poco de comida. Y yo, mientras tanto, en una cueva, persiguiendo piedras mágicas. Me sentía un inútil.El aura de esta noche era completamente decepcionante y deprimente, así que directamente me comí la fruta, acomodé la piedra mágica bajo las hojas y a los minutos me fui a dormir. La situación era preocupante...Al día siguiente, mientras nos estábamos bañando en el agua del supuesto océano, vi la semejante herida de Rundia. Eran cuatro marcas de garras bien profundas. Vamos a ver cómo avanza con el tiempo...Ya estábamos de regreso en la cueva. Ellos se pusieron a discutir."Amor, hoy no vas a salir porque apenas puedes mover el brazo"."No puedo quedarme esperando sabiendo que no tenemos nada para comer. Sí voy a ir"."Déjame esto a mí por hoy"."No, yo voy a ir"."..."Rin directamente salió fuera sin decir una palabra. Rundia lo siguió por detrás.
Luego de volver a ver pasar a las niñas cazadoras, hice mi segunda salida en solitario a las afueras de la cueva. Me pregunto en qué lugar cazarán y quiénes son sus padres... Eso me hace acordar que todavía me falta ver esa cueva, la de la mujer mayor.¿Y si mejor las sigo a ellas? Ante la falta de comida, es posible que ellas hayan encontrado cosas que nosotros no. Un árbol con frutas o algo así.Pero, ¿y si...?En una fracción de segundos, imaginé mil escenarios distintos que podrían ocurrir. Al final, mi instinto de supervivencia inclinó la balanza y fui con las dos chicas.Las niñas, que hasta podrían ser gemelas, tenían el cabello negro y largo, su piel parecía estar bien bronceada, como si hubieran estado expuestas al sol desde pequeñas, y vestían ropas bien hechas de pieles de animales, que les cubrían el pecho y las caderas.Ellas se pusieron a buscar con agilidad entre el barro usando un palo. A los minutos sacaron varias… ¿Qué mierda es eso?