"¿Un animal? ¡Eso es increíble!""Tomá, volvé a dejarlo donde estaba y seguí volando por las alturas a ver si encontrás algo más. La verdad es que hoy estamos bastante faltos de comida"."¡Entendido!"
Tomó el huevo entre sus manos y siguió con su vuelo.
A los segundos se volvió a escuchar lo mismo."¡Luciano! ¡Encontré algo que se parece a tu comida!"
Esta vez bajó con algo de color verde."Ay... ¡Pesa, pesa, pesa, pesa!"Se quejó hasta dejarlo caer en mis manos, aunque en realidad no era tan pesado, sino que era más largo que ella y no lo podía manejar.
"Epa..."Me emocioné; esto sí tenía la textura de ser algo comestible. Sin embargo, no era algo que hubiera visto antes.
Es una cosa con forma de un palo, pero medio blando y verde, como si fuera gelatinoso por dentro. La forma me hacía acordar a una caña de azúcar, aunque era obvio que eso no era, porque esas crecen en el suelo, y estas estaban supuestamente colgando de los árboles."Gracias, voy a ver cómo sabe", dije y mordí una punta.Al masticarlo, la textura se mezcló con una sensación un poco crujiente por fuera y tierna por dentro. Era refrescante, como morder algo que te alivia de la sed. No era un sabor fuerte, pero era agradable, ligero. Se sentía como una verdadera fruta.
Esto... no está mal...Tomé otro pedazo mientras pensaba en que quizás podría intentar cocinarlo en la hoguera luego, pero por ahora, al natural ya me estaba resultando bastante bueno.Miré a Mirella, quien me observaba con curiosidad, esperando mi veredicto final.
"¿Y? ¿Te gusta?" Preguntó, con una sonrisa que parecía triunfante."Sí. ¿Creés que podrías dejar caer más desde arriba? No los veo desde acá y me gustaría llevarme algunos para comer cuando no haya de la otra comida"."¡Claro que sí!"Al cabo de un rato ya tenía seis de esas cosas.Luego volvimos a la cueva."¿Sabés qué? Creo que tengo un problema... Si mis padres descubren esta comida que conseguimos, ¿cómo voy a explicarles dónde la conseguí?""Yo puedo ayudarte a ocultarlos si es necesario. Tengo mi pequeño lugarcito en ese... ¡Tonto árbol en donde me mandas a dormir!"No había forma, ella siempre tenía que demostrar su enojo por no dejarla dormir dentro de la cueva."Vamos, vamos, no te enojes. Te agradezco por siempre intentar ayudarme, pero el lugar en el que dormís es otro tema".Acaricié su pequeña cabeza y tomé una de las cosas verdes, partiéndola por la mitad y notando cómo la textura cambiaba desde el exterior más firme hasta el centro suave y casi gelatinoso. Un aroma vegetal, ligeramente dulce, se desprendía, invitándome a probarlo.
"¿Otro tema? ¡Siempre es otro tema contigo!"Mirella voló en círculos sobre mi cabeza, visiblemente frustrada.
"¿Cuándo vas a dejarme dormir en la cueva? ¡Si tú también duermes aquí, yo debería tener la misma posibilidad!" Gritó, señalando las hojas grandes en el suelo.
"Bueno, Mirella, si no te gusta el árbol, ¿por qué no mejor te buscás otro? El bosque está lleno de opciones; seguro hay uno más cómodo por ahí"."¡Pero yo no quiero otro! Yo quiero dormir cerca tuyo", respondió, inflando las mejillas mientras se cruzaba de brazos; su pequeña figura estaba flotando frente a mí.Le estiré una de las mitades de la nueva fruta verde."Tomá, ponelos parados, para que no se derrame lo de dentro".
"¡Ay, ya! ¡Está bien!" Gritó, y de mala gana se fue llevando de a una las once partes.Yo, mientras tanto, me quedé comiendo una de las mitades que había agarrado."Mirella, con respecto a lo del pacto de no agresión... Decidí aceptar realizarlo. Me di cuenta de que sos alguien en la que puedo confiar".Realmente, ella era bastante inocente como para darme algún problema. Además, eso de no agredirnos suena como una buena idea.
Sus ojos se pusieron como dos estrellas. Tal vez este era uno de los mejores días de su vida."¿En serio!? ¡Siiiii! Voy a hacer un pacto de no agresión por primera vez. ¡Estoy tan contenta!"
Sus alas aleteaban a gran velocidad, como cuando un perrito mueve la cola.
"¿Te parece si lo hacemos mañana cuando mis padres salgan?Por cierto, ellos salen todos los días, pero esto no era así antes... Antes teníamos más comida".
"Lo siento por ellos... Pero sí, será mejor que lo hagamos mañana. Creo que es bastante rápido de hacer".¿Cuántas cosas mágicas tiene este mundo? Es increíble.Mientras Mirella volaba alrededor mío, con esa energía inagotable, no pude evitar sonreír un poco. Esta nueva vida... es tan diferente, tan llena de cosas inesperadas. Cada día hay algo nuevo que descubrir. Magia, criaturas como Mirella, diosas, pactos… Nunca pensé que estaría viviendo algo así. Al principio todo esto me parecía surrealista, como si en cualquier momento fuera a despertar en mi antigua vida, pero ahora... me siento feliz.Aunque no quiero decir que no me sentiría feliz si esto solo es un sueño, todavía no dejo de pensar en todo lo que dejé en mi vida pasada.La verdad es que Mirella, con sus ocurrencias y ese carácter juguetón, me hace los días mucho más entretenidos. Y aunque a veces se pone fastidiosa con sus caprichos, como el querer dormir siempre cerca de mí, no puedo evitar sentir un cariño especial por ella. Es como una pequeña compañera, siempre está ahí, lista para ayudar o para hacer algún comentario que me saque una sonrisa. Además, siendo honesto, en este mundo lleno de cosas que aun no entiendo, es bueno tener a alguien en quien confiar, por más pequeñita y caprichosa que sea.(Al día siguiente)"Buenos días, hijo".La que me saludaba era Rundia, dándome un abrazo rápido.
"Vamos a buscar más provisiones. Quédate aquí y ten cuidado, recuerda lo que siempre te dice tu padre".
Asentí con una sonrisa y les deseé suerte. En realidad, solo quería hacerme el niño bueno así se iban rápido, porque una vez que salieron, me dirigí inmediatamente afuera para buscar a Mirella.Ella bajó inmediatamente de su árbol.
"¿Te gustaría ayudarme a hacer una cosa antes de lo del pacto?"
"Claro. ¿Qué tienes pensado hacer?""Es un invento que se me ocurrió... para dormir mejor. Vení que te muestro".Llegamos al fondo de la cueva, donde estaban las plumas del hombre pájaro almacenadas ya hace como un año.
"Estas se llaman plumas, son de las mismas que encontraron las niñas y que se estaban peleando por ellas, no sé si llegaste a verla".
"No, pero sí entendí todo lo que hablaron. Me pareció que te trataron un poco mal, ¿no?""Bueno, sí, pero eso no importa ahora. Mejor mirá esto, es un pequeño invento que se llama almohada".Agarré todas las plumas entre mis manos y las cargué hasta ponerlas sobre una de mis hojas grandes. Luego puse otra hoja por debajo, formando una cruz entre ellas y las uní con un nudo en un punto céntrico.
"Listo, ahora es mucho más suave".
Probé la almohada primitiva apoyando mi cabeza sobre ella. Esta era la primera cosa que había creado utilizando mi conocimiento del planeta tierra.
"¡Wow! Hay que tener mucha imaginación para crear algo así. ¿Yo también puedo tener una? No sé para qué sirve, pero se ve muy interesante". Voló hasta sentarse en el borde de la almohada, apoyando sus pies descalzos sobre ella."No creo, las plumas son demasiado grandes como para hacerte una almohada. Además, ya no tengo más"."Uhm... entiendo tu punto. ¡Pero debes prometerme que encontrarás la forma!""Sí... sí, tranquila. Ya vamos a ver qué hacemos para solucionar esto.¿Podemos hacer el pacto ahora?"
Mirella se sintió más entusiasmada, sus alas brillando con una luz suave. "¡Sí! ¡Sí! Estoy lista, ¡vamos a hacerlo!""¿Cómo funciona exactamente?""Es simple", explicó Mirella. "Solo necesitamos tomarnos de las manos, unir nuestra sangre a partir de una pequeña herida y decir unas palabras. Luego, una luz nos envolverá y el pacto estará hecho. Prometemos no hacernos daño y ser amigos para siempre".Estaba claro que lo de ser amigos estaba de más.A veces es difícil no verla como una niña pequeña, con esa mezcla de capricho y ternura que la caracteriza, pero a la vez, tiene una madurez extraña para algunas cosas. Su lealtad es inquebrantable, y en este mundo lleno de incertidumbre, eso es algo que valoro más de lo que podría admitir. Ella siempre está ahí, lista para ayudar, aunque muchas veces su manera de hacerlo me saque de quicio.
"¿Unir nuestra sangre?" Pregunté, intentando saber de qué manera lo haríamos.
"Sí, debemos tener un poco de nuestra sangre en las manos al juntarlas".Me quedé mirándola por un segundo, admirado de cómo tomaba todo con tanta naturalidad. En otro momento, y con esta explicación con tanta falta de información, un pacto de sangre me habría parecido algo demasiado serio, casi aterrador, pero con Mirella todo parecía más sencillo. Era como si todo tuviera una solución o un lado amable con ella a mi lado."A ver..."Mordí mi dedo e hice salir un poquito de sangre, que la distribuí en mis dos manos.
"No vayas a traicionarme, ¡eh!" Bromeé, extendiendo mis manos hacia ella.