"Tranquilos, tranquilos... No soy un monstruo", dije, secándome las lágrimas.
"Necesito ayuda".
Un hombre mayor, con una bata blanca, dio un paso al frente."¿Cómo es posible esto?" Preguntó, más para sí mismo que para mí.
"¿Quién sos y qué te pasó?"
Al instante reconocí la tonada; claramente estaba en Argentina, mi país natal.
"Soy Luciano... y... no sé cómo explicarlo".Hasta ahí llegaron mis palabras, no pude elegir las palabras adecuadas para expresarme.
"Ya te había dicho que es un cadáver de la morgue", repitió el hombre que había abierto mi cajón."Vamos a llevarte a un lugar seguro y ver qué podemos hacer por ti, tu estado no es muy bueno... eh... todavía no logramos entender qué pasó".Giró la cabeza, mirando a otro doctor. "¿Ya llamaste al encargado de los cuerpos de la morgue?"
"Sí, doctor. Dice que está en camino al hospital"."Está bien, no le comuniques esto a nadie más, ¿sí?""Entiendo... Aunque es posible que ya varios se hayan enterado, doctor".Él se mordió el labio inferior y no respondió nada.Me acostaron en una camilla y llevaron mi cuerpo a una sala de emergencia vacía.El médico me miró con atención, evaluando mi cuerpo. Luego les dijo a los demás que se fueran y cerró la puerta.
"Pibe, ahora decime la verdad. ¿Qué mierda te pasó? Necesito que me digas todo lo que recuerdes".
El hombre parecía bastante molesto, sin poder entender qué es lo que pasaba o por qué nadie le daba una explicación.
Encendió una estufa que funcionaba a gas colgada en la pared antes de que yo empezara a hablar.
"Es que yo me desperté y estaba en la morgue. Lo que sí, estoy consciente de que tuve un accidente en algún momento, tal vez hace dos años... dos días, digo"."Entiendo, debe ser por un siniestro... Había escuchado algunos casos en los que encierran por error a los pacientes en la morgue, pero... se nota que tu cuerpo está destruido. Estás hecho mierda".Mientras tanto, comenzó a conectarme al suero.
"Primero, estabilizaremos tu condición. Mientras tanto, vos intentá recordar todo lo que te pasó después del accidente".
Me tomó la presión, temperatura y controló mi pecho."¿Che, en serio estás vivo vos? Estás helado, treinta grados me marca el termómetro".El médico me miraba con los ojos bien abiertos, sin terminar de procesar lo que estaba viendo. Se notaba que intentaba mantener la calma.
"Al menos, eso creo. Puedo sentir, pensar... Pero no sé cómo estoy vivo".El hombre se apoyó contra la pared, exhalando profundamente. Se desató los dos botones del guardapolvo y se lo quitó, quedando en su uniforme completamente celeste."Mirá, te voy a ser sincero. No entiendo una mierda. No sé cómo es que estás consciente... Tal vez tu sistema nervioso sigue activo por algún motivo raro. ¿Un coma? Pero aun así... tendría que haber signos vitales normales, y los tuyos no lo son. En realidad, no tenés pulso, pero sí estás respirando, tal vez solo por instinto.
Voy a tener que pedir una muestra de sangre".
"Escuchame... Si alguien más se entera de esto, te van a tratar como un caso de estudio, o peor, te meten en algún laboratorio para ver qué sos. No sé cómo mierda pasó, pero no te veo como una simple persona más. Vos no sos alguien normal en este momento".Mi corazón, o lo que quedaba de él, dio un vuelco ante esas palabras. Sabía que algo muy extraño me había pasado, pero escuchar a un médico confirmarlo me ponía en una posición aún más frágil.Él se inclinó hacia mí y susurró: "Vamos a averiguar qué es esto. Pero necesito que te calmes y me digas todo lo que recordás. Detalle por detalle. Primero que nada, ¿me recordarías tu nombre? Yo me llamo Carlos"."Sí, me llamo Luciano. Todo lo que recuerdo es estar en otro mundo, una especie de... isla tropical. Ahí conocí a un hada llamada Mirella, hicimos un pacto y luego... todo se volvió blanco. Me desperté acá, en mi cuerpo anterior, en la morgue".Carlos me miraba, claramente tratando de procesar mis palabras. No era la reacción típica que esperaba; algo así debería haberlo hecho reír o, al menos, preguntarme si estaba loco. Pero no, el tipo simplemente frunció el ceño, cruzó los brazos y apoyó la espalda contra la pared, como si estuviera intentando hacer sentido de todo lo que acababa de escuchar."¿Un hada? ¿Una isla tropical?" Repitió, casi como si estuviera verificando que no lo hubiera malentendido."Mirá, si no estuviera viendo lo que tengo enfrente, te mandaría directo a psiquiatría. Pero vos… no tenés signos vitales. Eso ya me rompe cualquier esquema".
Se rascó los pocos pelos que tenía mientras pensaba.
Me quedé callado por un momento. Sentía el peso de sus palabras, pero también la confusión que me embargaba. Había una desconexión tan grande entre lo que viví en la morgue y lo que había experimentado antes. Mi cuerpo físico, el que tenía ahora, estaba muerto. No había otra forma de explicarlo. Pero seguía funcionando, de alguna manera, seguía pensando y sintiendo. ¿Qué carajo estaba pasando conmigo?Carlos suspiró, caminando por la sala, claramente incómodo. "Es que no tiene sentido, loco. Mirá, vos no tenés idea de la cantidad de locuras que he visto trabajando acá, pero esto... esto es otra cosa"."Doctor, seguro que logrará comprenderlo cuando..." De pronto la puerta de la sala se abrió de golpe.Un hombre alto, delgado y de lentes entró apresuradamente.
"Soy el encargado de la morgue. ¿Dónde está el pacien-t-t-t-t...?"
Se quedó helado al verme; ni siquiera un experto podría entender algo así.
Se acomodó los lentes antes de hablar. "¿Usted... está consciente? ¿Puedes hablar?""Sí, sé que es difícil de creer. Yo también necesito entender qué está pasando".El encargado de la morgue asintió lentamente."Esto es... sin precedentes. Pero intentaremos hacer todo lo posible para encontrar una explicación a lo sucedido", dijo, acomodándose el pelo negro hacia atrás con una mano.
"Carlos, ¿te parece si me acompañas a la morgue? Tengo que verificar algunas cosas".
"Sí, voy a dejar una enfermera a cargo del muchacho".Luego de eso, los dos salieron de la sala hablando.
"¿A Carla? Mirá que es confidencial esto".
"Sí, me parece que ella..."
Sus voces se perdieron en el pasillo y a los segundos entró una enfermera a paso lento.
Parecía ser bastante joven; no pasaba los treinta años.
Llevaba puesto un barbijo celeste y en las manos una bandeja con algunos medicamentos y utensilios. Su expresión era una mezcla de asombro y preocupación."Hola, amor. Así que vos sos Luciano, ¿no?" Comenzó, su expresión era como si yo fuera un paciente más."Soy Carla, la enfermera de turno. ¿Cómo te sentís?"
"Hola, Carla. Estoy... confundido, asustado, pero estoy bien, supongo".Carla asintió mientras preparaba una inyección. "Entiendo. Me dijeron que pasaste por algo realmente fuera de lo común. ¿Puedo preguntarte qué es lo último que recordás?"Luego tocó un botón de debajo de la camilla y esta se elevó un poco a partir de mi cadera.
"¿Así estás mejor, corazón?"
Pude ver su cara más de cerca; era como ovalada, con ojos negros, y su pelo estaba teñido de rubio. Eso se notaba claramente porque tenía las raíces negras.
Su manera de hablar me hacía tranquilizarme de a poco. Hasta diría que era una atención de lujo para el estado en el que yo estaba."Recuerdo estar en otro lugar luego de morir, un mundo diferente... Conocí a alguien muy amable ahí, un hada llamada Mirella. Hicimos un pacto y luego... todo se volvió blanco. Y ahora estoy acá. Sé que es difícil de creer..."
"Che, pero qué historia interesante, Luciano. No te preocupes, he escuchado cosas más raras. Bueno, quizás no tan raras como esta, pero..." Soltó una risita suave que hizo inflar su barbijo.
"Lo importante es que estás acá, ¿no? Vamos a cuidar de vos".
Sentí que sus palabras tenían algo especial, casi como si fueran capaces de apagar el caos que giraba en mi mente. Por un segundo, casi pude olvidarme de la locura en la que estaba atrapado.Carla seguía con sus cosas, revisando mis pupilas mientras me hablaba en ese tono dulce, como si estuviéramos en un café charlando de la vida. Me ponía nervioso, pero al mismo tiempo me tranquilizaba de una forma que no sabía explicar."No soy quién para juzgar, he visto cosas extrañas en este hospital, pero esto definitivamente se lleva el premio", agregó."Supongo que soy alguien especial... Por más que parezca joven, viví alrededor de dos años en otra vida. En serio lo digo".Carla se inclinó un poco hacia mí, con una aguja en la mano, su tono aún más dulce. "Entiendo... Ahora, amor, esto no te va a doler nada, ¿sí? Solo es para que nos aseguremos de que todo esté bien. Aunque, bueno, me parece que ya sabés que estás... un poco fuera de lo común".Guiñó un ojo mientras desinfectaba mi brazo.
Sentí un ligero pinchazo, pero comparado con todo lo que había vivido en ese día, si es que se le podía llamar día, ni siquiera lo registré del todo. Mientras ella terminaba, me di cuenta de lo surrealista que era todo esto. Un hada, un mundo nuevo, mi cuerpo técnicamente muerto, pero aún aquí, sintiendo todo."Carla, ¿qué día es?"