La luz suave de la mañana se filtraba por la ventana, iluminando el despacho de la princesa Selene. Kaeleen abrió los ojos lentamente, sintiendo un peso en su cuerpo, como si la energía misma lo hubiera abandonado. Mientras sus sentidos se adaptaban a la calma de la habitación, sus recuerdos regresaban en fragmentos caóticos: el campo de entrenamiento, la furia, el poder descontrolado, Elise desmayada en el suelo... Su corazón comenzó a latir con fuerza, y se incorporó bruscamente, mirando a su alrededor con un atisbo de pánico.
Frente a él, la princesa Selene estaba sentada en una silla, observándolo con una expresión serena, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y compasión. La presencia de Selene lo tranquilizó levemente, pero la confusión seguía nublando sus pensamientos.
"¿Qué… qué sucedió?" murmuró Kaeleen, llevando una mano a su cabeza mientras intentaba aclarar sus recuerdos. "¿Por qué estoy aquí?"
Selene lo miró en silencio durante unos segundos antes de suspirar y ponerse de pie. Caminó lentamente hacia él, sus pasos suaves resonando en la habitación.
"Te traje aquí porque… después de lo que ocurrió en el campo, necesitabas descansar y recuperarte," comenzó, eligiendo sus palabras con cuidado. "Kaeleen, perdiste el control de tu mana oscuro. Durante la prueba, te atacaron y…" hizo una pausa, como si evaluara hasta qué punto debía explicarle los detalles, "heriste a algunos de tus compañeros."
Kaeleen sintió cómo el peso de sus palabras lo aplastaba. El recuerdo de Elise en el suelo, los rostros de Ithan y Erik mientras la ira lo consumía… Todo regresó a su mente de manera abrumadora. Un nudo de culpa se formó en su pecho, y su mirada se llenó de preocupación.
"¿Elise... está bien?" preguntó, con voz temblorosa. El simple pensamiento de que Elise pudiera haber salido herida por su falta de control lo hacía sentir débil.
Selene suspiró levemente y asintió. "Elise está bien. Solo fue una herida menor, y ya se está recuperando. No tienes que preocuparte por ella." Su tono era tranquilizador, pero no ocultaba del todo la seriedad de la situación. "Sin embargo, en el momento en que perdiste el control, atacaste también a otros compañeros, y muchos vieron en ti algo… peligroso."
Las palabras de Selene lo golpearon como un torrente helado. La idea de que su descontrol lo había puesto en esa situación lo llenaba de una angustia profunda. Kaeleen desvió la mirada hacia el suelo, sin saber qué decir. La culpa lo envolvía, y sus pensamientos se volvieron un torbellino de emociones. ¿Cómo podría siquiera pensar en ingresar a la Academia del Reino después de lo que había hecho? La imagen de los demás, mirándolo con miedo y desprecio, se grabó en su mente, y comenzó a temblar, ahogado por la ansiedad.
"Yo… no tengo futuro," murmuró, en voz baja, incapaz de enfrentar a la princesa. "Después de lo que hice… No puedo ir a la academia. No tengo derecho."
Selene lo miró en silencio, y sus ojos se suavizaron. Dio un paso hacia él, apoyando una mano en su hombro en un gesto de apoyo.
"Kaeleen," comenzó con una voz suave pero firme, "entiendo por qué actuaste de esa forma. Estabas defendiendo a una amiga, y tu furia, aunque peligrosa, surgió de una intención de proteger. No puedes culparte por eso."
Él levantó la vista, sorprendido por las palabras de Selene, pero el nudo de culpa seguía presente. "Lo entiendo, princesa… pero, aun así, yo… no pude controlarme. Mi grupo ni siquiera ganó la prueba, ¿verdad? Estábamos perdiendo cuando ocurrió todo esto. De todas maneras, ya no tengo oportunidad de ir a la academia." Sus palabras estaban cargadas de tristeza, y su mirada reflejaba la desesperanza que sentía.
Para su sorpresa, Selene mostró una pequeña sonrisa. "En realidad, eso no es del todo cierto." Kaeleen la miró, confundido, y Selene continuó. "Tu grupo no fue descalificado. Durante la conmoción, cuando el descontrol de tu mana oscuro alcanzó a otros, los demás grupos también fueron afectados. En medio del caos, tu grupo fue el único que quedó alejado y no fue impactado por completo. Esa ventaja los convirtió en ganadores de la prueba."
La incredulidad se reflejó en el rostro de Kaeleen. ¿Su grupo… había ganado? Las palabras de Selene le dieron una nueva esperanza, algo que él ni siquiera había considerado posible. Las emociones en su interior se entremezclaban: alivio, asombro, pero también vergüenza por lo que había hecho. Una pequeña sonrisa comenzó a formarse en sus labios, pero el peso de la duda y el miedo aún lo mantenía en silencio.
Selene continuó, con voz tranquilizadora. "Tú y tu equipo tienen ahora un lugar en la Academia del Reino. Además, los cinco mejores de cada grupo también han sido seleccionados. Pero…" hizo una pausa, y Kaeleen sintió una especie de tensión en sus palabras, como si una advertencia se avecinara.
"Debido a la falta de control que demostraste sobre tu mana oscuro, no puedes ingresar a la academia como cualquier otro alumno.", La princesa respiró hondo y lo miró con firmeza. "Serás asignado a una clase especial, junto con otros alumnos considerados… problemáticos. En esa clase, estarás bajo constante supervisión y recibirás entrenamiento específico para ayudarte a controlar tu mana."
Kaeleen asintió, aceptando la decisión con humildad. La realidad de sus acciones y el castigo implícito en la advertencia de Selene pesaban sobre él, pero al mismo tiempo, sentía una chispa de esperanza. A pesar de todo, aún tendría la oportunidad de asistir a la academia, de mejorar y demostrar que podía controlar su poder.
"Lo entiendo, princesa," respondió con voz suave, inclinando la cabeza en señal de respeto. "Y… gracias. Por darme esta oportunidad." Sus palabras eran sinceras, y aunque sus ojos reflejaban una tristeza persistente, también mostraban una nueva determinación.
Selene sonrió, dándole una palmada en el hombro antes de volver a su asiento. "Aprovecha esta oportunidad, Kaeleen. Tienes un gran potencial, y aunque tu poder puede parecer una carga, también puede ser una fuerza que te haga fuerte y valioso. Solo necesitas aprender a controlarlo."
El resto de la conversación se mantuvo en silencio, pero Kaeleen sintió que el peso en su corazón se había aligerado un poco. Había cometido errores, sí, pero la posibilidad de cambiar, de demostrar su valor y de controlar su poder, lo llenaba de una determinación renovada.
El sol aún no se había levantado por completo cuando Kaeleen se despertó al día siguiente, lleno de una mezcla de nerviosismo y emoción. Se vistió con el uniforme que le habían entregado, una prenda que simbolizaba su entrada en la academia y que lo hacía sentir a partes iguales orgulloso y ansioso. Sabía que el camino que le esperaba no sería fácil, pero cada parte de su ser estaba dispuesta a enfrentar lo que viniera.
Al salir del hostal, se encontró con Elise, quien ya estaba esperando junto a la carroza que los llevaría a la academia. Ella le dedicó una sonrisa cálida, y él no pudo evitar sonreír también, agradecido de tener a alguien como ella a su lado en este nuevo capítulo de su vida.
"¿Estás listo para el gran viaje?" bromeó Elise, dándole un leve empujón en el hombro.
Kaeleen asintió, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y nerviosismo. "No puedo decir que no esté nervioso… pero sí, estoy listo."
Ambos subieron a la carroza, donde los demás invocados ya se habían reunido, sus rostros llenos de entusiasmo y curiosidad. Algunos lo miraban con recelo, otros con una mezcla de respeto y temor, pero Kaeleen decidió no preocuparse por esas miradas. Había superado sus propios límites, y sabía que su viaje en la Academia del Reino apenas comenzaba.
Con una última mirada hacia el campamento de entrenamiento, Kaeleen dejó que el carruaje lo llevara hacia su destino, sus pensamientos llenos de promesas de esfuerzo y cambio.