El aire estaba cargado de una tensión palpable. Después de la feroz batalla contra el Demonio de Sombra, Aleron y su grupo avanzaban con cautela por el Nexo Perdido. Cada paso que daban resonaba en el vasto espacio, y el laberinto de sombras y ecos parecía ser una extensión infinita de oscuridad. Sin embargo, algo en el interior de Aleron había cambiado. Su vínculo con el Grifo era más fuerte que nunca, y aunque su cuerpo estaba agotado, su determinación había crecido al mismo ritmo.
"Estamos cerca", dijo Kael en voz baja, su tono serio. "Lo puedo sentir. El Nexo está comenzando a reaccionar a nuestra presencia. No estábamos destinados a llegar tan lejos... hasta ahora."
Aleron no dijo nada, pero sus ojos brillaban con una intensidad nueva. La fuerza de su voluntad y la magia de su bestia se entrelazaban, y con cada obstáculo que superaba, sentía que su objetivo se acercaba más. Quería más. Sabía que el Nexo no sería fácil de superar, pero eso solo avivaba su deseo de seguir adelante.
"¡Miren!", exclamó Aria, señalando hacia el frente. A lo lejos, una luz brillante comenzó a manifestarse, cortando la oscuridad como una espada. La luz no era cálida, sino fría y etérea, como si la misma esencia del Nexo estuviera empezando a cristalizarse.
Aleron dio un paso al frente. No estaba seguro de lo que encontrarían allí, pero el hecho de que la luz estuviera frente a ellos significaba que estaban en el camino correcto. El Nexo Perdido no se rendiría tan fácilmente, y las dificultades solo se intensificarían. La esencia misma de este lugar parecía tener vida, adaptándose y respondiendo a su presencia.
"¿Qué es eso?", preguntó Aria, claramente impresionada pero cautelosa.
"Una manifestación del Nexo", respondió Kael, frunciendo el ceño. "Pero no es una manifestación cualquiera. Esta luz es... diferente. Es como si el Nexo mismo nos estuviera llamando."
A medida que se acercaban, la luz comenzó a desmaterializarse, dando paso a una estructura inestable, como un portal flotante en el aire. Su forma se distorsionaba y cambiaba constantemente, pareciendo retorcerse con una energía caótica. La sensación de lo desconocido estaba a la vuelta de cada esquina, y el peligro se cernía sobre ellos como una sombra.
"Estamos a punto de enfrentarnos a la siguiente prueba", dijo Aleron, su voz firme. "Parece que el Nexo no quiere que lleguemos a la Esencia. Pero no importa. Nada nos detendrá."
Cuando atravesaron el umbral del portal, la luz estalló a su alrededor, envolviéndolos en una sensación de vacío absoluto. Fue como si el tiempo mismo se detuviera, y por un momento, la realidad se desvaneció en un abismo insondable.
La oscuridad era total. Aleron no podía ver nada, pero podía sentirlo. Sentir que el aire se comprimía a su alrededor. Un sonido distante, como un eco de sus propios pensamientos, comenzó a resonar en su mente. Era como si alguien o algo estuviera observándolos, probando sus límites.
"¿Qué está pasando?", preguntó Aria, su voz temblorosa.
"Es... una ilusión", dijo Kael, su tono severo. "El Nexo intenta hacernos perder el rumbo. Trata de invadir nuestras mentes."
Aleron cerró los ojos, buscando la calma en medio del caos. Sentía la conexión con su bestia, el Grifo, vibrando en su interior. La magia fluía a través de él, envolviéndolo en un manto protector. Pero sabía que esto no sería suficiente. El Nexo no solo estaba atacando su cuerpo, sino también su mente.
"Concéntrate", murmuró Aleron, más para sí mismo que para los demás. "Debemos mantenernos firmes. No dejemos que nos arrastre."
La oscuridad comenzó a tomar forma. Frente a él apareció una figura borrosa, indefinida. Primero era una sombra, pero luego se transformó en una figura humana, alta y delgada, con ojos vacíos que reflejaban la nada. La figura dio un paso hacia Aleron, y una risa baja y cavernosa resonó en el aire.
"¿De verdad crees que puedes superar todo esto?", dijo la figura, su voz como un susurro que rozaba la cordura. "Eres solo un niño jugando a ser un héroe. ¿Acaso no ves? Estás solo. Todos lo estamos."
Aleron no retrocedió. Su corazón latía con fuerza, pero su determinación era más fuerte que cualquier duda. Sabía que esto era una ilusión, pero la figura que tenía frente a él representaba sus propios miedos, sus propias inseguridades. Un reflejo de todo lo que había sido antes de despertar en este mundo de magia y caos.
"No soy solo", dijo Aleron, alzando la cabeza. "Y no soy un héroe. Soy alguien que tiene un objetivo, y nada de lo que tú digas me va a detener."
La figura se acercó más, pero Aleron extendió su mano, invocando una onda de energía mágica. La luz que emanaba de él chocó contra la figura, disolviendo lentamente la sombra que representaba sus temores. La risa desapareció, y la oscuridad comenzó a desvanecerse.
"Esta no es la prueba del Nexo", dijo Kael, observando la escena. "Este es el reflejo de tu propia mente. El Nexo intenta que nos rendamos, enfrentándonos a nuestras peores dudas. Pero si las superas, no hay nada que nos detenga."
Aleron asintió, sabiendo que Kael tenía razón. El Nexo estaba jugando con ellos, pero también les ofrecía una oportunidad. Una oportunidad para probarse a sí mismos, para demostrar que su voluntad era más fuerte que cualquier desafío.
Con una última explosión de luz, la figura desapareció por completo, y la oscuridad comenzó a ceder. Frente a ellos apareció una puerta resplandeciente, esta vez real, sólida. El portal hacia el siguiente nivel de la prueba.
"Es solo el principio", murmuró Aleron. "Vamos."
Al atravesar el portal, el grupo llegó a un vasto campo abierto. El Nexo Perdido parecía haber desaparecido, pero Aleron sabía que no era el final. El verdadero desafío estaba por venir. La Esencia del Nexo estaba más cerca que nunca, pero el camino hasta ella estaba plagado de peligros.
"Lo que hemos enfrentado hasta ahora es solo el comienzo", dijo Aleron, mirando hacia el horizonte. "La verdadera batalla está por llegar. Y esta vez, no habrá más dudas."
Y con esas palabras, avanzaron hacia la próxima prueba, con la determinación de que nada, ni el Nexo ni las sombras que habitaban en él, podrían detenerlos.