El cielo se despejaba lentamente, un tono rojizo de la tarde comenzaba a teñir el horizonte. La batalla contra la Esencia del Nexo había dejado cicatrices, pero no solo en la tierra que los rodeaba, sino también en el alma de Aleron. Aunque la oscuridad se había desvanecido, la sensación de que algo más grande y más peligroso acechaba en las sombras no lo abandonaba. El Nexo, aunque derrotado, había mostrado solo una fracción de su poder. Ahora, el verdadero desafío comenzaba.
Aleron se puso de pie, las piernas temblorosas, pero con una determinación inquebrantable. Su cuerpo aún ardía con la energía de la batalla. Había invocado toda la magia que su ser podía soportar, fusionándose con el poder del Grifo, y aún así, la presión de la Esencia del Nexo le había dejado un sabor amargo en la boca.
"¿Qué hacemos ahora?", preguntó Kael, mirando a su alrededor, buscando respuestas que no llegaban. "El Nexo ha sido vencido, pero la sensación de vacío... No puedo sacudérmela."
Aleron respiró profundamente, recuperando el aliento. Su mente estaba en guerra consigo misma. Había logrado algo monumental, sí, pero el sacrificio había sido grande. Con cada victoria, sentía que el peso de su poder aumentaba, y lo que antes era una simple meta, ahora parecía una responsabilidad que lo arrastraba hacia un destino incierto.
"Necesitamos regresar a la capital", dijo Aleron, su voz grave. "El Nexo solo era un fragmento de lo que está en juego. El verdadero enemigo aún está en las sombras, esperando. Lo que hemos logrado no es suficiente para terminar esto. Aún hay piezas que necesitamos comprender."
Aria, que había estado en silencio, observando a Aleron con una mezcla de admiración y preocupación, se acercó a él.
"¿De verdad crees que la batalla ha terminado? ¿No sientes... que algo más se está gestando?" preguntó con cautela. "Esto va más allá de las bestias y las criaturas del Nexo. Estamos hablando de algo mucho más profundo."
Aleron la miró, sus ojos oscuros y cargados de pensamientos no expresados. "Lo sé. Y esa es la razón por la que no podemos detenernos. El Nexo no era solo una amenaza física. Era un reflejo de algo más antiguo, algo que está por encima de todo. Algo que manipula incluso las fuerzas naturales."
"¿Qué quieres decir?", preguntó Kael, frunciendo el ceño.
"El Nexo no es solo un lugar. No es solo un enemigo que hemos vencido. Es un conducto, una puerta a una realidad más grande. Lo que hemos visto hasta ahora es solo un eco de lo que realmente está en juego", explicó Aleron. "Y si no entendemos la naturaleza de esa puerta, nos arriesgamos a perder todo."
El silencio que siguió fue pesado, como si las palabras de Aleron abrieran una puerta a una verdad mucho más aterradora de la que se habían enfrentado hasta ese momento.
"Entonces, ¿qué hacemos?" preguntó Aria, su voz firme, pero con un toque de incertidumbre. "¿Cómo seguimos adelante?"
Aleron miró al horizonte una vez más. Un brillo de determinación apareció en sus ojos. "Debemos ir a la capital. La información que necesitamos está allí. Y hay alguien que tiene las respuestas que buscamos. Solo él puede decirnos cómo desentrañar la verdad detrás de todo esto."
"¿Quién es esa persona?" preguntó Kael, con un tono de escepticismo. "No es como si tuviéramos muchas opciones."
Aleron asintió. "Se llama Lysander. Es un antiguo maestro de las bestias, uno que tiene conocimiento profundo sobre las fuerzas que gobiernan este mundo. Si alguien sabe cómo desentrañar los secretos del Nexo, es él."
"¿Un maestro de las bestias?" repitió Aria, sorprendida. "Pero... ¿por qué no lo has mencionado antes?"
"Porque su existencia es un misterio. Ha estado desaparecido por años. Pero confío en que, si existe alguien capaz de enfrentarse a lo que se nos avecina, es él", respondió Aleron, decidido. "No tenemos tiempo que perder."
Con un último vistazo al campo desolado que habían dejado atrás, el grupo comenzó su marcha hacia la capital. La idea de enfrentarse a algo aún más grande que el Nexo era aterradora, pero sabían que no había opción. El futuro de su mundo, de las bestias, y de la humanidad misma, dependía de lo que descubrían en las antiguas escrituras y secretos que Lysander guardaba.
La noche cayó rápidamente sobre ellos, y con ella, una calma inquietante. Mientras avanzaban a través de bosques sombríos y caminos olvidados, un sentimiento extraño comenzó a rondar sus mentes. La sensación de estar siendo observados se intensificó, y no solo por las criaturas que habitaban los rincones más oscuros del mundo.
"¿Sientes eso?" murmuró Aria, sus ojos escaneando los árboles que se alzaban como gigantes en la oscuridad. "No estamos solos."
Aleron detuvo su paso y cerró los ojos por un instante. La conexión con el Grifo le permitió percibir la energía a su alrededor, y la vibración de la magia oscura comenzó a pulsir en el aire.
"No están aquí por accidente", dijo con voz baja. "Algo más está en juego. Y no nos dejarán llegar a la capital tan fácilmente."
"¿Quién?" preguntó Kael, su espada en la mano, listo para cualquier cosa.
Aleron abrió los ojos y miró hacia la oscuridad que los rodeaba, como si pudiera ver más allá de la neblina que cubría el bosque. "Una presencia antigua. Quizás algo relacionado con el Nexo... algo que aún sigue vivo, esperando el momento de actuar."
De repente, el sonido de algo deslizándose entre los árboles hizo que el grupo se pusiera en alerta máxima. Un rugido bajo y gutural se oyó en la distancia, seguido de un susurro que parecía provenir de todas partes.
"¡Están aquí!" gritó Aria, preparándose para luchar.
"¡No los dejemos escapar!" ordenó Aleron, desenvainando su espada, una manifestación de la luz dorada que invocaba desde el interior. "La oscuridad aún no ha terminado con nosotros. Pero esta vez, lucharemos con todo lo que tenemos."
Un nuevo desafío los aguardaba en la oscuridad, y esta vez, no solo se jugaban su libertad, sino el destino de todo lo que conocían. La presencia en el bosque no era solo un obstáculo. Era un mensaje: el Nexo tenía un último propósito para Aleron y sus compañeros.