Chapter 21 - La Convergencia del Destino

El suelo tembló bajo los pies de Aleron, una vibración que parecía resonar en lo más profundo de su ser. La energía del Nexo comenzaba a apoderarse de todo, como una marea oscura que se levantaba sin piedad, arrastrando todo lo que tocaba. El cielo, antes iluminado por la batalla, ahora se encontraba cubierto por nubes negras que giraban en espiral, formando un vórtice oscuro que parecía devorar la luz.

"Esto es… peor de lo que imaginaba", murmuró Kael, mirando el horizonte donde las sombras comenzaban a tomar forma. La distancia entre ellos y el epicentro del Nexo parecía alargarse, como si la tierra misma intentara separarlos de su destino.

Aleron cerró los ojos, respirando profundamente. El vínculo con el Grifo seguía ardiendo dentro de él, pero la oscuridad que había sido invocada por la criatura enmascarada comenzaba a devorar esa energía, debilitando su voluntad. No podía dejar que eso lo consumiera. No ahora. No cuando todo lo que amaba estaba en juego.

"Aria, Kael", dijo, su voz más calmada, aunque su cuerpo seguía temblando por el esfuerzo. "Este no es solo un hechizo o una simple invasión. Es un cambio en el equilibrio de las fuerzas. El Nexo no solo quiere invadir, quiere fusionarse con este mundo, hacerlo suyo. Y para eso… necesita abrir las puertas a todo lo que está más allá."

"¿Todo lo que está más allá?" preguntó Aria, su rostro empalideciendo. "¿A qué te refieres?"

Aleron levantó la mano, señalando el vórtice oscuro que ahora se cernía sobre ellos. "Ese vórtice es una puerta, sí. Pero no es una puerta cualquiera. Es una convergencia entre mundos, una conexión con algo mucho más antiguo. Y esa fuerza está buscando algo dentro de mí."

Un susurro inquietante recorrió su mente, una voz que no era suya. El Nexo te reclama. Es tu destino.

Aleron apretó los dientes, ignorando la voz que trataba de arrastrarlo hacia la oscuridad. El Grifo, a su lado, emitió un rugido bajo, como si percibiera la lucha interna que se estaba librando dentro de su compañero.

"No te dejaré ganar", murmuró Aleron, con firmeza, mientras sentía cómo el poder del Nexo lo invadía más y más. "No ahora."

En ese momento, el vórtice comenzó a brillar con un resplandor extraño, como si algo estuviera a punto de surgir de las profundidades. Las sombras en el suelo se alzaron, tomando formas definidas, cada una más grande y más oscura que la anterior. Fuerzas del Nexo se materializaban, dando forma a las criaturas que antes solo existían como fragmentos de pesadilla.

Una figura colosal emergió del vórtice. Era una bestia, más grande que cualquier criatura que Aleron hubiera visto antes. Su cuerpo estaba compuesto de sombras y energía oscura, con ojos brillantes como estrellas muertas que reflejaban un vacío abismal. Su rugido llenó el aire, resonando como el eco de mil tormentas.

"Eso es…" dijo Kael, con la voz temblorosa. "Es una manifestación del Nexo. No es una bestia cualquiera. Es el corazón de este vórtice."

La criatura se alzó, su presencia oscura parecía distorsionar el espacio a su alrededor. Aleron sabía que si no la detenía, el Nexo obtendría el control total.

"¡Grifo!" gritó Aleron, señalando a la criatura colosal. La magia dorada de la bestia se desató, envolviendo al Grifo en una llama cegadora. Sus alas brillaron con la intensidad del sol, y su rugido resonó en todo el bosque, desafiante.

La criatura del Nexo respondió con un rugido aún más fuerte, su energía oscura contraatacando con una onda de choque que sacudió el suelo. Aleron sintió el golpe, su cuerpo tambaleándose bajo la presión. La conexión con el Grifo se estaba debilitando. Sabía que no podía seguir solo. Necesitaba más poder.

"El Grifo es fuerte, pero esta criatura… es diferente. No tiene límites", pensó Aleron, mirando al monstruo que ahora se aproximaba con pasos pesados, cada uno resonando como un trueno. El Nexo no solo estaba invadiendo este mundo, sino que estaba intentando fusionarlo con su propio reino de oscuridad.

Aleron cerró los ojos, sintiendo la energía latente en su interior. No podía rendirse. No podía permitir que el Nexo se apoderara del mundo. Sabía que el único camino hacia la victoria era invocar toda la fuerza que había ganado hasta ahora, pero también aceptando que su conexión con las bestias era más profunda de lo que había imaginado.

"Grifo, ayuda", susurró. "Te necesito."

La respuesta fue inmediata. El Grifo alzó sus alas con un rugido de fuego, y la luz dorada que emanaba de él se expandió como una tormenta de energía. Aleron, en un esfuerzo titánico, extendió su mano hacia la bestia, canalizando toda la magia que había acumulado a lo largo de su vida.

Y entonces, algo sucedió.

La conexión que compartía con el Grifo comenzó a multiplicarse, extendiéndose hacia todas las bestias que había domado. No solo el Grifo, sino todas las criaturas con las que había formado un vínculo comenzaron a responder a su llamado. La magia de las bestias se unió en una sinfonía de poder, y la luz que se desató fue más brillante que cualquier cosa que Aleron hubiera experimentado.

La criatura del Nexo intentó resistir, pero el torrente de energía era demasiado grande. La sombra que la rodeaba se retorció, se desgarró, y comenzó a desvanecerse bajo la presión de la magia unificada de Aleron.

"¡Esto es…!" Aleron gritó, sorprendido por la magnitud del poder que ahora controlaba. El Nexo estaba siendo empujado hacia atrás, sus raíces retorcidas comenzaban a desmoronarse.

Pero no era suficiente.

La criatura colosal volvió a alzar la cabeza, su rugido profundo y grave resonó a través del bosque. Las sombras que la rodeaban comenzaron a reconstituirse, formando un escudo impenetrable. El Nexo no se rendiría tan fácilmente.

Aleron, exhausto pero más decidido que nunca, apretó los dientes. Sabía que si no destruía el vórtice, si no cerraba la puerta de una vez por todas, todo sería en vano. Pero el Nexo no era algo que pudiera eliminar solo con poder. Necesitaba algo más. Necesitaba cortar el vínculo que mantenía al mundo conectado a esta oscuridad.

De repente, una idea le llegó a la mente. Si el Nexo era un vínculo, entonces solo podía cerrarse con un corte en el mismo corazón de ese vínculo.

"¡Kael, Aria!" gritó. "¡Tengo un plan! Necesito que me cubran."

Ambos asintieron, sabiendo que el momento de actuar había llegado. Con un último vistazo al Grifo, Aleron cerró los ojos y se preparó para lo que sería la batalla final, una lucha por su alma y por el destino del mundo.