Capítulo 13 (continuación): La Visita de la Oscuridad
Lorian se quedó sentado en la cama, su respiración acelerada. El eco de las palabras de Lucifer resonaba en su mente, sembrando dudas que había intentado ignorar desde que despertó como Nephilim. ¿Realmente los ángeles lo aceptarían? ¿O Lucifer tenía razón al decir que tarde o temprano lo rechazarían?
El sudor frío que recorría su cuerpo le recordaba la realidad de su situación. No era ni completamente un ángel ni un demonio. Era un ser híbrido, un Nephilim, y esa dualidad se sentía cada vez más como una condena. Los ángeles lo habían acogido, pero a medida que su poder crecía, se hacía más evidente que no era uno de ellos. ¿Cuánto tiempo tardarían en verlo como una amenaza, igual que Sariel?
Lorian cerró los ojos e intentó serenarse. Sabía que la propuesta de Lucifer era peligrosa. Aceptar lo que ofrecía significaría abrazar el lado oscuro que latía dentro de él, rendirse al poder demoníaco que se alimentaba de sus dudas y miedos. Pero por otro lado, tampoco podía ignorar que las tensiones en el cielo estaban aumentando. Sariel y su facción no eran los únicos insatisfechos. La sombra de la guerra inminente estaba revelando fisuras en las filas de los ángeles.
Mientras intentaba calmar sus pensamientos, sintió una presencia familiar a su lado. Abrió los ojos lentamente y vio a Cassiel observándolo en silencio, su rostro sereno pero lleno de preocupación.
—Estás inquieto —dijo Cassiel, sin necesidad de hacer preguntas.
Lorian asintió, incapaz de ocultar su confusión.
—Lo vi —dijo Lorian—. Lucifer vino a mí en sueños. Me habló de la traición de la luz, de cómo los ángeles nunca me aceptarán por lo que soy.
Cassiel se sentó a su lado, su expresión aún tranquila, pero sus ojos reflejaban la gravedad de la situación.
—Lucifer es un maestro de las mentiras —dijo Cassiel—. Pero eso no significa que todo lo que diga sea falso. Él conoce los corazones de los ángeles y los demonios, y también sabe cómo sembrar la duda en los que caminan entre ambos mundos, como tú.
Lorian se inclinó hacia adelante, cubriendo su rostro con las manos.
—No sé qué hacer —admitió—. Siento que me estoy desgarrando por dentro. El poder oscuro en mí está creciendo, y cada vez es más difícil controlarlo. Y ahora, con Sariel y su traición... siento que estoy atrapado entre dos fuegos.
Cassiel permaneció en silencio por un momento, dejando que Lorian procesara sus pensamientos. Finalmente, habló con una voz suave pero firme.
—La lucha dentro de ti es la misma que se está librando en el cielo —dijo—. Es una guerra de decisiones, de lealtades y de quién realmente somos en nuestro núcleo. Pero lo que te hace diferente, Lorian, es que tienes el poder de elegir. Ni Lucifer ni los ángeles pueden decidir por ti.
Lorian lo miró, asimilando esas palabras. Había pasado tanto tiempo sintiéndose atrapado en su dualidad que había olvidado que, al final, el poder de decidir seguía siendo suyo.
—Pero si fallo —susurró Lorian—, si no puedo controlar ese poder, no solo me destruiré a mí mismo. Pondré en peligro a todos los que están a mi alrededor.
Cassiel lo miró con una intensidad que pocas veces había mostrado.
—Es cierto —admitió—. Pero también es cierto que, si logras dominarlo, podrías ser la clave para salvarnos a todos. No solo los ángeles, ni los demonios, sino todo lo que existe entre ambos mundos.
Las palabras de Cassiel resonaron profundamente en Lorian. Por primera vez en mucho tiempo, sintió un atisbo de esperanza. Si podía encontrar el equilibrio entre sus dos naturalezas, tal vez no estaba destinado a caer en la oscuridad. Tal vez, como Cassiel había dicho, su destino era diferente.
—Confío en ti, Lorian —dijo Cassiel, poniéndose de pie—. Pero solo tú puedes decidir si ese poder te consumirá o si lo usarás para algo más grande.
Lorian asintió lentamente. La decisión aún lo abrumaba, pero había algo reconfortante en saber que no estaba solo. Sabía que su camino sería difícil, lleno de sombras y tentaciones, pero también sabía que no podía rendirse ahora.
Capítulo 14: Los Secretos de la Oscuridad
Días después, Lorian decidió buscar respuestas. Si realmente quería controlar su poder, necesitaba entenderlo en su totalidad, no solo lo que los ángeles le habían enseñado. Sabía que las respuestas no se encontraban en los confines del cielo, donde la verdad sobre los Nephilim estaba prohibida. Tendría que adentrarse en los secretos más oscuros.
Con esa decisión en mente, Lorian dejó temporalmente las tierras celestiales y descendió a un lugar olvidado, una zona entre los reinos celestiales y las profundidades del infierno, conocida como el Valle de los Olvidados. Allí, se decía que los secretos de los antiguos Nephilim estaban enterrados, aquellos que alguna vez caminaron como guerreros imparciales entre ángeles y demonios.
El Valle era un lugar inhóspito, envuelto en una niebla perpetua, donde las sombras parecían cobrar vida propia. Cada paso que daba resonaba en el vacío, y Lorian sintió la tensión en el aire, como si estuviera siendo observado por fuerzas invisibles.
Después de lo que parecieron horas de caminar, llegó a las ruinas de lo que alguna vez fue un gran templo. Las columnas caídas y las inscripciones antiguas hablaban de una civilización perdida hace mucho tiempo. Este lugar, según los rumores, era el santuario donde los primeros Nephilim venían a aprender sobre su naturaleza, a enfrentarse a sus propios demonios.
Lorian avanzó cauteloso, con la espada en mano. A medida que se adentraba en las ruinas, una presencia se hizo sentir. Era fría, casi tangible, pero no hostil. Una figura emergió de las sombras, vestida con túnicas desgastadas por el tiempo. Era un Nephilim antiguo, su piel pálida y ojos brillando con un conocimiento profundo, mucho más allá de la vida y la muerte.
—Lorian —dijo la figura con una voz áspera, que parecía provenir de lo más profundo de la tierra—. Te he estado esperando.
Lorian dio un paso adelante, sorprendido.
—¿Quién eres? —preguntó, sintiendo el poder antiguo que emanaba de la figura.
—Soy Ezequiel, el último de los Guardianes de la Oscuridad —respondió el ser—. Mi tarea era proteger este lugar y aquellos secretos que los ángeles y los demonios desean mantener ocultos. Sabía que un día, uno de los nuestros regresaría. Y ahora, ese día ha llegado.
Lorian lo observó con cautela.
—He venido en busca de respuestas —dijo—. Necesito entender el poder oscuro dentro de mí. Si no lo hago, temo que me consuma.
Ezequiel lo miró con una mezcla de compasión y respeto.
—El poder que buscas entender no es solo oscuro, Lorian. Es la combinación de luz y sombra, de vida y muerte. Los Nephilim son los únicos capaces de caminar entre ambos reinos, porque llevan ambas esencias en su sangre. Pero pocos han logrado controlarlo. Para ello, debes enfrentarte a tus mayores miedos... y a tus mayores deseos.
Lorian sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Sabía que lo que se avecinaba sería una prueba como ninguna otra.
—Estoy listo —dijo, con determinación.
Ezequiel asintió, y con un gesto de su mano, las sombras del templo comenzaron a moverse, revelando una puerta oculta en las profundidades de las ruinas.
—Entonces, sigue adelante, Lorian. Enfrenta las sombras dentro de ti, y quizás encuentres el equilibrio que tanto buscas. Pero ten cuidado: no todos los que entran en este lugar salen siendo los mismos.
Con esas palabras, Lorian descendió por la oscura entrada, sabiendo que el verdadero desafío apenas comenzaba.