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Chapter 8 - El Llamado del Jucio

Capítulo 15 (continuación): El Llamado del Juicio

Lorian se preparaba para lo inevitable: la guerra entre el cielo y el infierno estaba en sus primeras etapas, y el conflicto era inevitable. Se sentía más fuerte que nunca, habiendo aceptado la oscuridad que latía en su interior, pero también más consciente de los peligros que acechaban, tanto en los ejércitos celestiales como en los infernales. No solo estaba en juego el equilibrio entre ambos reinos; también lo estaba su propio destino como Nephilim, un ser condenado a caminar entre ambos mundos sin ser totalmente parte de ninguno.

El aire celestial estaba cargado de tensión. Las filas de los ángeles se organizaban, armándose para lo que sabían que sería un enfrentamiento titánico. Pero en la mirada de muchos de ellos, Lorian aún veía dudas. Aunque había luchado junto a ellos, aunque había demostrado ser leal, su naturaleza híbrida seguía despertando recelo. Sariel, quien había sido el principal instigador de esta desconfianza, seguía libre, trabajando desde las sombras para debilitar la confianza en Lorian.

Cassiel lo encontró observando el horizonte desde lo alto de una torre celestial, donde los vientos susurraban antiguos secretos. El ángel de la serenidad, que se había convertido en su confidente, notó la tensión en los hombros de Lorian.

—La calma antes de la tormenta siempre es la más engañosa —dijo Cassiel, deteniéndose a su lado—. Las fuerzas de Lucifer se están reuniendo. Pronto marcharán hacia nosotros.

Lorian asintió, sin apartar la vista de las nubes oscuras que comenzaban a amontonarse en la distancia.

—Y también Sariel —respondió Lorian—. No ha dejado de trabajar para sabotear nuestro lado desde dentro. Sabe que si siembra suficientes dudas, podría provocar una fractura entre nosotros antes de que comience la batalla.

Cassiel lo miró con preocupación.

—Sariel ha ganado más apoyo de lo que pensábamos. Hay quienes temen lo que representas, Lorian. No lo dicen en voz alta, pero lo sienten.

Lorian se dio la vuelta y miró a Cassiel a los ojos, su mirada más decidida que nunca.

—No pueden temerme más que lo que yo temí en algún momento a mi propio poder —dijo Lorian—. Pero eso terminó. Ahora sé lo que soy, y he aceptado mi destino. Si debo luchar por demostrar mi valía, lo haré, incluso si eso significa enfrentar a quienes me temen.

Cassiel asintió lentamente.

—El juicio está sobre nosotros, Lorian. Pero quiero que sepas algo. No todos dudan de ti. Hay quienes te ven como la esperanza que necesitamos. No solo eres un Nephilim; eres la clave para algo mucho más grande. Algo que ni Lucifer ni Sariel han previsto.

Lorian bajó la mirada, pensativo.

—Entonces lucharé por ellos —dijo en voz baja—. Y por el equilibrio que tanto necesitamos.

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Capítulo 16: La Batalla en las Puertas del Cielo

El día de la batalla llegó con un estruendo que sacudió los cimientos del cielo. El ejército de Lucifer, una horda imparable de demonios de todo tipo, marchaba hacia las Puertas del Cielo. Al frente, el propio Lucifer, su forma imponente irradiando un poder oscuro y majestuoso. Con él, criaturas infernales que nunca antes habían sido vistas por los ángeles, seres creados a partir del odio y la desesperación de las almas condenadas.

Lorian se encontraba en las primeras filas de los defensores celestiales, junto a Cassiel, Seraphiel y Miguel, el comandante de los ejércitos celestiales. A su alrededor, los ángeles preparaban sus armas y sus corazones para la batalla más importante que jamás habrían enfrentado.

Pero mientras el ejército de Lucifer se acercaba, Lorian sentía una perturbación diferente. No provenía del frente de batalla, sino desde dentro. Sariel y sus seguidores no estaban con ellos en las filas. Se habían apartado en secreto, conspirando desde las sombras. Y Lorian sabía que su momento de traición estaba cerca.

Mientras los cielos se oscurecían y los gritos de guerra resonaban, una figura familiar apareció a lo lejos, acercándose al campo de batalla. Era Sariel, rodeado por un grupo de ángeles que habían decidido seguir su causa. Su rostro mostraba una mezcla de arrogancia y determinación.

—Este es el fin de la falsa paz del cielo —gritó Sariel, su voz proyectándose sobre el campo de batalla—. ¡Es hora de que los ángeles elijan un nuevo liderazgo, uno que no sea corrompido por los híbridos como Lorian!

Lorian sintió la furia latente de Sariel, y con ella, el apoyo que había logrado obtener de otros ángeles. El caos no solo se cernía sobre el cielo en forma de demonios; también estaba dentro de las propias filas celestiales.

—No tienes que hacer esto, Sariel —gritó Cassiel, dando un paso al frente—. Aún podemos detener esta locura. ¡Podemos luchar juntos!

Sariel rió amargamente, su mirada clavada en Lorian.

—¿Juntos? —respondió, burlón—. ¿Cómo podemos luchar juntos cuando hay una abominación como él entre nosotros? Este Nephilim es una amenaza para todo lo que representamos. Y cuando esta batalla termine, yo me aseguraré de que no quede rastro de él en nuestro mundo.

Lorian apretó los dientes. Sabía que Sariel no iba a retroceder, no después de haber llegado tan lejos. Pero también sabía que si los ángeles se dividían en ese momento crucial, Lucifer y su ejército tendrían una ventaja definitiva.

—No tienes por qué temerme, Sariel —dijo Lorian, dando un paso hacia adelante—. Mi poder no es una amenaza para el cielo. Soy tan defensor de la luz como cualquiera de ustedes. Lo que haces solo favorece a Lucifer, no a los ángeles.

Sariel lo miró con desprecio.

—Eso es lo que tú crees —dijo—. Pero al final, cuando esta batalla termine, demostraré que mi causa es la justa.

Y con esas palabras, Sariel desenvainó su espada, dispuesto a luchar tanto contra los demonios como contra los propios ángeles que se oponían a él. La batalla estalló en un caos absoluto. Ángeles luchaban entre sí, mientras el ejército de Lucifer aprovechaba la confusión para avanzar sobre las puertas del cielo.

Lorian, sintiendo el peso de su responsabilidad, luchó ferozmente en medio del conflicto. Las fuerzas del cielo y el infierno chocaban a su alrededor, pero su mente estaba dividida entre detener a Lucifer y poner fin a la rebelión interna que Sariel había desatado.

Con cada golpe, Lorian liberaba tanto luz como oscuridad, usando el poder que había aceptado para defender el cielo. Pero sabía que no podía continuar así para siempre. Lucifer estaba cerca, y la batalla se inclinaba a su favor.

Finalmente, Lorian decidió que tenía que hacer algo drástico. Si no unía a los ángeles, todo estaría perdido. Enfrentó a Sariel directamente en el campo de batalla, sus espadas chocando en un duelo que parecía decidir no solo el resultado de la batalla, sino el destino del cielo.

—¡No eres más que un traidor! —gritó Sariel mientras lanzaba una serie de golpes feroces—. No perteneces aquí, Nephilim. Eres una abominación.

Lorian bloqueó los ataques, manteniendo la calma.

—No, Sariel —respondió con voz firme—. Soy la única esperanza que tenemos de vencer a Lucifer. ¡Tu odio nos está debilitando a todos!

Con un movimiento rápido, desarmó a Sariel, apuntando su espada al cuello del ángel traidor. Pero en lugar de matarlo, bajó su arma.

—Esto no es lo que queremos —dijo Lorian—. No soy tu enemigo. Lucifer lo es. Si seguimos así, él ganará. Y no quedará nada que proteger.

Sariel lo miró con rabia, pero en lo profundo de sus ojos, Lorian vio una chispa de duda. Las palabras resonaron en él, y por primera vez, el ángel parecía dudar de su propio camino.

La batalla aún rugía a su alrededor, pero en ese momento, Lorian supo que su destino estaba unido al de todos, incluso al de aquellos que lo temían.