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Chapter 11 - El Retorno al Mundo Mortal

Capítulo 18: El Retorno al Mundo Mortal

Lorian descendió desde el cielo, dejando atrás el reino celestial y todo lo que había ocurrido en la batalla. Mientras cruzaba los últimos estratos de luz, sintió el cambio en el aire: la pureza del cielo daba paso a la complejidad del mundo mortal. Los cielos brillantes se desvanecían y las nubes grises del amanecer lo envolvían.

Al tocar tierra firme, Lorian no pudo evitar sentirse extraño. Aunque había nacido en el mundo humano, su reciente inmersión en el conflicto celestial lo había alejado emocionalmente de su hogar original. El paisaje familiar de la Tierra le resultaba ajeno, como si fuera un intruso en un lugar que alguna vez conoció profundamente.

Había aterrizado en una vasta llanura, cubierta de hierba alta que se movía al compás del viento. A lo lejos, el bullicio de una ciudad humana rompía la tranquilidad del campo, recordándole que su misión aquí apenas comenzaba. Aunque la paz en los cielos parecía momentánea, el mundo mortal también estaba plagado de tensiones invisibles.

Lorian se acercó a la ciudad, caminando entre las sombras al borde de la civilización. La guerra entre ángeles y demonios no solo había impactado los cielos, sino que también había dejado una huella en el mundo de los hombres. A medida que se adentraba en la ciudad, sentía los ecos del conflicto en las almas de aquellos que lo rodeaban. El equilibrio entre el bien y el mal era delicado aquí, más de lo que había imaginado.

Las calles estaban llenas de vida: humanos que corrían, trabajaban y vivían su día a día sin ser conscientes de las fuerzas que los rodeaban. Lorian podía sentir la influencia de los demonios latente en algunos de ellos: el odio, la desesperación y el miedo. También podía percibir la presencia angelical, casi como si algunos humanos llevaran consigo una luz interna que los mantenía en pie frente a las adversidades.

Mientras caminaba por un mercado lleno de gente, una figura encapuchada lo siguió discretamente. Lorian, sin voltear, percibió su presencia casi de inmediato. Aunque había dejado atrás la guerra en el cielo, sabía que no todos estaban de acuerdo con su visión de equilibrio. Era posible que tanto ángeles como demonios estuvieran observando sus movimientos, evaluando si Lorian podría alterar el delicado equilibrio entre los mundos.

Finalmente, al doblar una esquina en una calle más oscura, la figura se acercó. La capucha se retiró para revelar a una mujer joven, de piel pálida y ojos intensos que reflejaban un conocimiento antiguo. Su presencia era extraña, y Lorian sintió una mezcla de energía celestial y demoníaca en ella, algo que rara vez había sentido antes.

—Te he estado buscando, Lorian —dijo la mujer, con una voz suave pero cargada de poder—. Mi nombre es Eshara, y como tú, soy una hija del equilibrio.

Lorian levantó una ceja, intrigado por sus palabras.

—¿Una hija del equilibrio? —repitió, con cautela—. No pensé que hubiera más como yo.

Eshara asintió lentamente, sus ojos estudiando a Lorian con una mezcla de curiosidad y respeto.

—No hay muchos de nosotros —respondió—. Pero existimos. Mi origen es similar al tuyo. Nací entre la luz y la oscuridad, aunque mi propósito siempre ha sido diferente. He observado tu lucha desde lejos, y supe que este día llegaría.

Lorian la miró con atención, tratando de descifrar sus intenciones. Si ella era realmente como él, su existencia cambiaría muchas de sus suposiciones sobre su propio destino.

—¿Por qué has venido a buscarme? —preguntó Lorian, directo.

—Porque el equilibrio que buscas preservar está amenazado de nuevo, pero no por los cielos o el infierno. Esta vez, la amenaza viene de los mortales —explicó Eshara, su tono grave—. Hay quienes, entre los humanos, han comenzado a despertar a poderes que no comprenden. Algunos buscan controlar fuerzas antiguas para su propio beneficio. Si no los detenemos, el caos que traigan podría romper el delicado equilibrio que has trabajado para mantener.

Lorian frunció el ceño. Sabía que la guerra entre ángeles y demonios había dejado una grieta en el tejido del mundo. Tal vez, como resultado de eso, algunos humanos habían comenzado a acceder a energías que no comprendían del todo.

—¿Qué clase de fuerzas están despertando? —preguntó Lorian.

—Antiguos secretos que fueron sellados cuando los cielos y el infierno se dividieron. Magia oscura, prohibida tanto por los ángeles como por los demonios, pero que siempre ha estado latente en los rincones olvidados de este mundo. Aquellos que la buscan son peligrosos, no solo porque podrían romper el equilibrio, sino porque, si no son detenidos, podrían atraer nuevamente a Lucifer, o algo peor.

El nombre de Lucifer resonó en la mente de Lorian, un recordatorio de que su derrota no era definitiva. Sabía que el ángel caído seguía siendo una amenaza, pero la idea de que algo peor pudiera surgir le inquietaba profundamente.

—Entonces tenemos que detenerlos antes de que sea demasiado tarde —dijo Lorian con determinación—. Si el equilibrio se rompe aquí, todo lo que hemos hecho será en vano.

Eshara asintió, pero su expresión seguía siendo sombría.

—No será fácil. Ya han comenzado a mover sus piezas, y algunos de los que buscan este poder están profundamente arraigados en las esferas de influencia de los humanos. No todos son conscientes del peligro que representan. Para muchos, esto es solo un juego de poder.

Lorian respiró profundamente, sabiendo que este conflicto sería diferente. En el cielo, las líneas entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, habían sido claras. Aquí, en la Tierra, las sombras eran más ambiguas, y los humanos, más impredecibles.

—Entonces, comenzaremos aquí —dijo finalmente, mirando hacia la ciudad que se desplegaba ante ellos—. Encuentra a los que buscan ese poder y detenlos, antes de que traigan el caos.

Eshara esbozó una sonrisa, una mezcla de aprobación y complicidad.

—Juntos, seremos el escudo que proteja el equilibrio. Pero ten cuidado, Lorian. El peligro no solo proviene de los humanos que buscan el poder, sino también de las sombras que ya acechan en tu interior.

Con esas palabras, la joven Nephilim se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia las calles oscuras, con Lorian siguiéndola de cerca. Sabía que lo que venía no sería fácil, pero también entendía que su verdadera prueba estaba por comenzar.

La Tierra, un lugar donde el equilibrio era más frágil que en los cielos o en el infierno, necesitaba su protección más que nunca.