Chereads / El Nacimiento de un Nefillim / Chapter 9 - El Descenso de Lucifer

Chapter 9 - El Descenso de Lucifer

Capítulo 16 (continuación): El Descenso de Lucifer

Lucifer, envuelto en una tormenta de sombras, descendió con una presencia que apagó el clamor de la batalla. Los cielos se oscurecieron a su alrededor, y el frío del abismo envolvió a todos los presentes. Ángeles y demonios detuvieron su lucha, con los ojos fijos en la figura del antiguo ángel caído, cuya sola presencia evocaba terror incluso entre los más valientes.

Lorian se preparó, ajustando su agarre en la espada. Sabía que este era el momento decisivo, el enfrentamiento que marcaría no solo el destino del cielo, sino también su propio lugar en el equilibrio de los mundos. A su alrededor, Cassiel, Sariel y Miguel se acercaron, formando un círculo defensivo en torno a él.

—Lucifer —murmuró Sariel, con una mezcla de temor y resolución—. El traidor original.

El mismísimo Lucifer aterrizó frente a ellos, sus alas negras como el vacío se extendieron con majestad, y sus ojos brillaban con una luz infernal. Sonrió con desdén, como si disfrutara del caos que había causado.

—Así que aquí estamos —dijo Lucifer, su voz profunda resonando en el campo de batalla—. Ángeles, demonios, nephilim... Todos reunidos para el fin de este viejo orden.

Lorian lo miró con calma, sabiendo que cada palabra de Lucifer estaba cargada de manipulación. El ángel caído había esperado este momento por eones, tramando en las sombras mientras sembraba la discordia.

—Este no es el fin, Lucifer —replicó Lorian, dando un paso adelante—. Es solo el principio. El principio de un nuevo equilibrio, uno que no se basará en la guerra ni en el odio.

Lucifer lo observó con curiosidad, aunque su rostro mantenía su mueca de desprecio.

—Equilibrio —se burló—. Hablas de equilibrio, Nephilim,

—Equilibrio —se burló Lucifer—. Hablas de equilibrio, Nephilim, como si comprendieras el verdadero poder de la creación. El cielo y el infierno están destinados a la guerra eterna. ¿Y tú, un híbrido, crees que puedes cambiar el curso de lo que ha existido desde el principio?

Lucifer avanzó, su forma rodeada de sombras. Cada paso suyo provocaba un estremecimiento en la tierra celestial bajo ellos.

—No puedes detener lo que yo comencé hace eones —continuó Lucifer—. El cielo está corrupto, y los ángeles no son mejores que los demonios. Todos ellos sucumbirán al caos, y yo estaré allí para gobernar sobre las ruinas.

Lorian, sin dejarse intimidar, levantó su espada. Aunque sentía el inmenso poder de Lucifer, no podía permitirse dudar. Sabía que este enfrentamiento era más que una batalla física; era una lucha por el futuro mismo de la creación.

—He visto lo que ambos reinos pueden hacer —respondió Lorian, su voz llena de resolución—. He visto la luz que los ángeles protegen, pero también la oscuridad que tú creaste. Y he aprendido algo que tú nunca entendiste: ni la luz ni la oscuridad deben dominar. Solo juntos pueden sostener el equilibrio.

Lucifer soltó una carcajada, aunque había un brillo de molestia en sus ojos.

—Palabras vacías —dijo—. Si piensas que puedes desafiarme con filosofía, estás más perdido de lo que pensaba. ¿O acaso has olvidado de dónde viene tu poder? Eres hijo de ambas fuerzas, pero eso no significa que puedas controlarlas.

Sin más advertencia, Lucifer alzó una mano y lanzó una oleada de energía oscura hacia Lorian. El ataque fue rápido y mortal, pero Lorian reaccionó a tiempo, canalizando tanto la luz como la oscuridad dentro de él. Su espada se iluminó con un destello que contrarrestó el ataque de Lucifer, creando una explosión de energía que hizo retroceder a ambos.

La batalla había comenzado.

Miguel y Cassiel, viendo el enfrentamiento, se lanzaron al combate junto a Lorian. Sariel, aún arrepentido por sus acciones pasadas, también se unió a la lucha, decidido a redimirse.

Los cielos se llenaron de relámpagos y fuego mientras los ángeles y demonios reanudaban la guerra alrededor de ellos. Pero el verdadero centro de la batalla estaba en el enfrentamiento entre Lorian y Lucifer.

Lucifer desató toda su fur

Lucifer desató toda su furia, atacando con una velocidad y fuerza que desafiaban la comprensión. Cada golpe suyo traía consigo el peso de su antigua gloria, su rebelión y el poder oscuro que había acumulado en el abismo. Lorian apenas lograba bloquear los ataques, sus brazos temblaban bajo el esfuerzo, pero su resolución no flaqueaba.

—¡No puedes vencerme, Lorian! —rugió Lucifer mientras golpeaba de nuevo, lanzando una ola de oscuridad que partió el cielo en dos—. ¡Yo soy el primero y el último, el que desafió a Dios mismo!

Lorian, jadeando, retrocedió unos pasos, pero no dejó de mirarlo a los ojos. Sentía el poder de Lucifer, pero también percibía algo más en él: un vacío. Lucifer había perdido algo en su búsqueda de poder, algo que Lorian ahora comprendía profundamente.

—Has estado tan concentrado en destruir y dominar que olvidaste lo que realmente importa —respondió Lorian, levantando su espada de nuevo—. El equilibrio no es una debilidad, Lucifer. Es lo que mantiene todo en su lugar. Y es lo que tú nunca podrás entender.

Lucifer rugió, enfurecido por las palabras de Lorian, y atacó nuevamente, con una furia más destructiva. Su espada negra cortaba el aire, envuelta en fuego infernal, mientras las sombras lo rodeaban.

Pero Lorian, con cada paso y cada bloqueo, comenzaba a adaptarse. Sentía la luz dentro de él fluir junto a la oscuridad, como dos corrientes que se entrelazaban en armonía. Ya no luchaba contra sus dos naturalezas; las estaba utilizando juntas, como un verdadero Nephilim.

Mientras el enfrentamiento continuaba, Cassiel y Miguel mantenían a raya a los demonios cercanos, protegiendo a Lorian mientras él se concentraba en su lucha. Sariel, por su parte, atacaba a los Heraldos del Abismo, ayudando a mantener el equilibrio de la batalla.

Lucifer lanzó un ataque final, un haz de energía oscura que parecía capaz de destruir todo a su paso. Pero Lorian, en un destello de comprensión, canalizó toda la luz y oscuridad dentro de él, levantando su espada hacia el cielo. La espada brilló con un poder que ni siquiera Lucifer había previsto: una luz pura, pero también oscura, que se fundía en una sola.

El haz de Lucifer chocó contra la espada de Lorian, y por un momento, todo quedó en silencio. Entonces, con un estallido que sacudió el campo de batalla, la energía de Lucifer fue deshecha, y el mismo ángel caído fue lanzado hacia atrás, debilitado por primera vez en eones.

Lucifer se arrodilló en el suelo, jadeante, sus alas rotas y su poder mermado. Alzó la vista hacia Lorian, con una mezcla de incredulidad y furia.

—¿Cómo... es posible? —murmuró, incapaz de comprender cómo el Nephilim, un ser al que él consideraba inferior, había podido desafiarlo de esa manera.

Lorian se acercó a él, su espada aún brillando con ese extraño poder, pero no mostró odio ni sed de venganza en su rostro. En cambio, habló con calma.

—No se trata de destruirte, Lucifer. Se trata de restaurar lo que has roto. El equilibrio que has intentado destruir todo este tiempo nunca dejará de existir. Ni tú ni nadie pueden deshacerlo.

Lucifer gritó de frustración, pero ya no tenía la fuerza para levantarse. Sabía que había sido derrotado, no solo físicamente, sino en espíritu.

En ese momento, el campo de batalla se calmó. Los demonios, al ver la derrota de su líder, comenzaron a retirarse, mientras los ángeles los observaban con cautela, sin bajar la guardia. Miguel, Cassiel y Sariel volaron hacia Lorian, sus rostros reflejando tanto alivio como asombro.

—Lo has hecho, Lorian —dijo Cassiel, colocando una mano sobre su hombro—. Has traído el equilibrio.

Pero Lorian, mirando el cielo desg