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Chapter 5 - La traición de la Luz

Capítulo 12 (continuación): La Traición de la Luz

Lorian se quedó en silencio, escuchando cómo los ecos de los pasos de Sariel se desvanecían en la oscuridad. La propuesta de Sariel lo dejó intranquilo, no solo por lo que implicaba, sino porque en el fondo de su ser, había una parte de él que consideraba la posibilidad. Sabía que el poder dentro de él estaba creciendo y que pronto sería difícil de ocultar, pero la idea de traicionar a Seraphiel y a los ángeles le repugnaba.

Pasaron los días, y la tensión en el cielo aumentaba. Los rumores sobre una inminente guerra se propagaban como el fuego, y cada vez más ángeles comenzaban a alinearse en facciones que creían tener la mejor estrategia para derrotar a Lucifer y sus hordas. Seraphiel se mantuvo firme, pero Lorian notó la creciente frustración en él, algo que jamás había visto en el comandante antes.

Un día, mientras Lorian se encontraba entrenando en soledad, Seraphiel lo encontró. Su expresión era seria, pero en sus ojos había algo más que preocupación.

—Lorian —dijo con una voz firme, aunque más suave de lo usual—, hay algo de lo que debemos hablar.

Lorian detuvo sus movimientos y se volvió hacia Seraphiel, temiendo que el comandante hubiera descubierto la propuesta de Sariel o, peor aún, que ya no confiara en él.

—¿De qué se trata? —preguntó Lorian, manteniendo la calma lo mejor que pudo.

Seraphiel lo miró intensamente, como si estuviera evaluando cada una de sus palabras antes de hablar.

—Sé lo que ocurrió con Sariel —confesó finalmente, para sorpresa de Lorian—. Él no es el único que busca cambiar las cosas desde dentro.

Lorian sintió una oleada de frío recorrer su cuerpo. Si Seraphiel lo sabía, entonces la situación era mucho más grave de lo que había imaginado. Intentó no dejar que el miedo se apoderara de él.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó, sabiendo que Seraphiel tenía la autoridad para desmantelar cualquier traición, incluso si eso significaba eliminar a otros ángeles.

—No haré nada, aún —respondió Seraphiel, cruzando los brazos—. Pero quiero saber dónde te encuentras en todo esto, Lorian. No eres solo un soldado, y lo sabes. Eres más que eso, y si hay algo que debo saber, es ahora o nunca.

El peso de las palabras de Seraphiel cayó sobre Lorian como una losa. Sabía que este era el momento de tomar una decisión. Podía revelar lo que Sariel le había ofrecido y esperar que Seraphiel confiara en él, o podía seguir ocultando la verdad y arriesgarse a que esa verdad saliera a la luz en el peor momento posible.

Lorian respiró profundamente, sintiendo la presión acumulándose dentro de su pecho.

—Sariel me propuso que me uniera a él —confesó finalmente, observando la reacción de Seraphiel—. Quiere que me una a los que planean derrocarte a ti y a Miguel. Cree que mi poder es la clave para ganar la guerra.

Seraphiel no mostró sorpresa, pero sí una profunda decepción.

—Sabía que Sariel estaba jugando con fuego —dijo, con un tono sombrío—, pero no esperaba que llegara tan lejos como para intentar reclutarte. Sin embargo, lo que importa es que no lo hiciste. No tomaste su oferta, y eso habla mucho de tu carácter, Lorian.

Lorian sintió una mezcla de alivio y culpa. No había aceptado la oferta de Sariel, pero había considerado sus palabras, algo que aún lo inquietaba.

—No quiero traicionar a nadie —dijo Lorian, con sinceridad—, pero no puedo negar que lo que Sariel dijo... tiene algo de verdad. Esta guerra no será como las otras, y no sé si estamos realmente preparados.

Seraphiel asintió lentamente, comprendiendo la inquietud de Lorian.

—Tienes razón en que esta guerra será diferente, Lorian. Lucifer es astuto, y sus fuerzas crecen cada día. Pero la solución no es traicionar nuestros principios. No podemos ganar si sacrificamos lo que somos en el proceso.

Lorian comprendía lo que Seraphiel decía, pero la duda seguía acechando en su mente. Sabía que su poder era una herramienta peligrosa, y que podía inclinar la balanza en cualquier dirección. Lo que no sabía era si sería capaz de controlarlo lo suficiente como para no caer en la oscuridad que acechaba dentro de él.

—Confío en ti, Lorian —dijo Seraphiel, interrumpiendo sus pensamientos—. Pero debes decidir por ti mismo qué camino vas a seguir. No puedo obligarte a tomar una elección, y tampoco puedo protegerte de lo que está dentro de ti.

Lorian asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad que recaía sobre sus hombros. Sabía que la decisión no podía posponerse por mucho más tiempo. El conflicto se acercaba, y con él, una elección inevitable.

Capítulo 13: La Visita de la Oscuridad

Esa noche, mientras Lorian intentaba encontrar algo de paz en sus pensamientos, una figura sombría apareció en sus sueños. Al principio, no pudo distinguir quién era, pero conforme la oscuridad se disipaba, se reveló ante él. Era Lucifer.

El príncipe de la oscuridad lo observaba con una sonrisa enigmática, su presencia irradiaba una autoridad que solo podía provenir de alguien que alguna vez había sido el más grandioso de los ángeles.

—Lorian, hijo de dos mundos —dijo Lucifer, con una voz suave y seductora—. Sabes que estás destinado a algo más grande que esta guerra de ángeles y demonios.

Lorian sintió una mezcla de repulsión y curiosidad. Había escuchado sobre Lucifer toda su vida, pero jamás había imaginado encontrarse cara a cara con él, ni siquiera en sueños.

—No soy tu peón —respondió Lorian, manteniendo su voz firme—. No estoy aquí para cumplir tus deseos.

Lucifer rió suavemente, como si las palabras de Lorian lo divirtieran.

—No, no lo eres. Aún no —respondió Lucifer—. Pero, tarde o temprano, tendrás que elegir, Lorian. Y cuando ese momento llegue, la luz te traicionará. Los ángeles no te aceptarán por lo que eres. Te rechazarán, te temerán. ¿Por qué no unirte a aquellos que comprenden el verdadero poder que llevas dentro?

Lorian sintió el peso de esas palabras, pero se negó a ceder.

—No soy un demonio —dijo con firmeza.

Lucifer sonrió de nuevo, esta vez más suavemente.

—No, no lo eres. Eres más que eso, más que cualquier ángel o demonio. Pero, recuerda, hijo de dos sangres, tu verdadero enemigo no soy yo. Tu verdadero enemigo es el cielo, ese lugar que te teme, que nunca te aceptará.

Lorian intentó responder, pero antes de que pudiera hablar, el sueño se desvaneció, dejándolo solo en la oscuridad de su habitación.

Se sentó en la cama, el sudor frío corriendo por su frente. Sabía que la aparición de Lucifer no había sido solo un sueño. Era un recordatorio, una advertencia de que la oscuridad lo seguía acechando, esperando el momento adecuado para atraparlo.

Y en ese momento, Lorian comprendió algo importante: la guerra que se avecinaba no solo sería entre ángeles y demonios. También sería una guerra dentro de sí mismo, una batalla para decidir si sería consumido por la oscuridad o si encontraría una forma de mantener su humanidad, su luz.

Pero sabía que, para ganar esa batalla, necesitaría algo más que fuerza. Necesitaría aliados, y sobre todo, tendría que enfrentar su destino de una vez por todas.