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El Nacimiento de un Nefillim

Daoista_RK
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Synopsis

Chapter 1 - El Nacimiento de un Nefillim

Capítulo 1: Renacer en el Alba

El sol se alzaba en un horizonte que parecía existir más allá del tiempo, iluminando los palacios dorados del Reino de los Ángeles. Era un mundo de luz eterna, donde el viento susurraba melodías divinas y el aire estaba cargado de un poder antiguo, casi palpable. Aquí no había sombras, excepto las que se arrastraban en los rincones de las almas que habían visto demasiadas batallas.

Allí, en el centro de este reino de esplendor, despertó Lorian. Sus ojos, acostumbrados a la oscuridad del mundo terrenal, tardaron en acostumbrarse al resplandor que lo rodeaba. Pero no era solo la luz lo que lo aturdía, era la memoria de su muerte.

Recordaba su vida anterior, su cuerpo humano. Había sido mortal, una chispa insignificante en el vasto océano del cosmos. Pero ahora, mientras se miraba las manos, notó que su piel brillaba con un leve fulgor, una mezcla de lo divino y lo terrenal. Se dio cuenta de que ya no era solo un hombre. Era algo más.

Los rumores del cielo le llegaron con fuerza. Voces a lo lejos hablaban de una guerra inminente, una batalla eterna que se libraba entre los Ángeles del Cielo y los Demonios del Abismo. Los Nephilim, hijos de ángeles y humanos, no tenían lugar en este conflicto. Eran criaturas prohibidas, nacidas de una mezcla que los Cielos no podían tolerar y que los Infiernos deseaban destruir.

Pero Lorian lo sabía; él era uno de ellos.

Capítulo 2: El Peso del Secreto

Mientras recorría los vastos corredores del Reino de los Ángeles, Lorian ocultaba cuidadosamente su verdadera naturaleza. Cada ángel con el que se encontraba lo miraba con un respeto curioso, sin sospechar lo que realmente era. Sabía que, si descubrían su herencia, sería desterrado, o algo peor. La traición de los Nephilim aún resonaba en las leyendas del Cielo, y no había perdón para los que llevaban su sangre.

Entre los ángeles, una figura destacó por encima de todas: Seraphiel, comandante de las legiones celestiales. Con su armadura de oro reluciente y su espada de fuego, era el guerrero más formidable que Lorian había visto jamás. Y sin embargo, había algo en sus ojos que hablaba de compasión y dolor, como si cargara un peso tan grande como el cielo mismo.

—Tú eres nuevo aquí —dijo Seraphiel una tarde, su voz suave pero firme, mientras observaba a Lorian desde la distancia.

—Sí —respondió Lorian, inclinando la cabeza en señal de respeto—. Apenas estoy comenzando a entender mi lugar en este reino.

Seraphiel lo observó con una mirada penetrante, como si intentara ver a través de él. Lorian sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Sospechaba?

—Todos buscamos nuestro lugar —murmuró Seraphiel—. Pero recuerda esto, joven: en el Cielo, no hay secretos que puedan ocultarse para siempre.

Las palabras resonaron en su mente mucho después de que Seraphiel se hubiera ido. Lorian sabía que el tiempo se le estaba agotando. Tenía que encontrar una manera de sobrevivir en medio de una guerra que lo acechaba desde ambos lados.

Capítulo 3: La Guerra Oculta

Los rumores de la guerra crecían cada día. Los ángeles se preparaban para un conflicto inminente con los demonios, y Lorian no podía evitar sentir que el destino lo empujaba hacia el centro de esa tormenta. Entre los ejércitos celestiales, la tensión era palpable, y las legiones se alineaban bajo el estandarte de Miguel, el arcángel que había librado muchas batallas en nombre de la luz.

Lorian sabía que no podía evitar involucrarse en la guerra, aunque tuviera que luchar contra ambas partes para mantener su secreto a salvo. Empezó a entrenar en secreto, aprendiendo a controlar su creciente poder Nephilim. Su sangre de ángel le otorgaba una fuerza y velocidad que superaban las de los humanos, pero la herencia humana lo hacía más consciente, más vulnerable.

Una noche, mientras practicaba en una de las arenas solitarias del Cielo, una figura oscura emergió de las sombras. Era un demonio, uno de los exploradores que había logrado infiltrarse en el Reino de los Ángeles. Antes de que pudiera reaccionar, el demonio lo atacó, desatando un torrente de fuego infernal.

Lorian, movido por un instinto que apenas comprendía, levantó la mano y una barrera de luz pura surgió ante él. El demonio retrocedió, sorprendido, y por un breve momento, los ojos de la criatura se entrecerraron.

—Así que es cierto —gruñó el demonio—. Los Nephilim aún viven.

Antes de que pudiera decir algo más, Lorian lanzó un ataque devastador que lo desintegró en una ráfaga de luz. Pero el daño ya estaba hecho. Los demonios sabían de su existencia.

Capítulo 4: Aliados y Enemigos

Los días siguientes fueron un torbellino de intrigas. Los ángeles no sabían nada, pero los demonios habían comenzado a susurrar entre las sombras. Sabían que un Nephilim estaba en el Cielo, y estaban decididos a encontrarlo y destruirlo. Lorian, ahora más que nunca, debía mantener su verdadera naturaleza oculta.

Pero entonces, una noche, alguien más lo descubrió. Era Seraphiel.

—Lo vi todo —dijo el comandante, su tono grave y cargado de emociones.

Lorian sintió el peso de su mirada y supo que no había forma de negarlo. Seraphiel era demasiado poderoso, demasiado sabio para ser engañado.

—No tienes que temerme —continuó Seraphiel—. Hubo un tiempo en que los Nephilim caminaban entre nosotros. No todos son nuestros enemigos.

Lorian lo miró sorprendido, sintiendo por primera vez una chispa de esperanza. Pero la guerra continuaba, y su lugar en ella era incierto. Tendría que tomar decisiones difíciles, enfrentarse a enemigos que buscaban su destrucción y, al mismo tiempo, ocultar su naturaleza para sobrevivir.

Capítulo 5: El Destino de los Nephilim

A medida que la batalla entre ángeles y demonios alcanzaba su punto álgido, Lorian se encontró atrapado en una red de mentiras, lealtades divididas y secretos oscuros. Seraphiel, su único aliado entre los ángeles, le ofreció una salida: unirse a las legiones celestiales y luchar junto a ellos, con la promesa de proteger su secreto.

Pero los demonios también lo tentaban, enviando emisarios que le ofrecían poder y conocimiento a cambio de su lealtad. La oscuridad que habitaba en su sangre Nephilim lo llamaba, susurrándole que el poder absoluto estaba al alcance de su mano, si tan solo se unía a los caídos.

Lorian sabía que su decisión afectaría no solo su propio destino, sino el destino de la guerra que asolaba tanto el Cielo como la Tierra. Ser un Nephilim era una maldición, pero también un don. Y mientras los ejércitos celestiales y demoníacos se preparaban para la batalla final, Lorian tendría que elegir a quién servir y, lo más importante, quién debía conocer su verdad.

El reino de los ángeles estaba a punto de descubrir que los Nephilim, después de todo, no eran solo criaturas de leyenda.