[[Historia de: Jugo de Manzana...]]]
Era una noche tranquila en la pequeña casa de Ichiro. El aire fresco de otoño se filtraba por la ventana entreabierta, llevando consigo el aroma de las hojas secas y el canto distante de los grillos. En la mesa de la cocina, la luz tenue de una lámpara iluminaba los rostros de Ichiro y su madre, Yuki Nanami, mientras compartían la cena.
Ichiro, un niño de seis años con grandes ojos marrones y cabello puntiagudo, miraba a su madre con curiosidad. Ella, tenía una expresión que mezclaba amor y tristeza. La cena consistía en un plato humeante de arroz, pescado a la parrilla y verduras al vapor, pero esa noche había algo más en el aire que el aroma de la comida.
—Mamá, ¿por qué siempre me dices que debo ser fuerte? —preguntó Ichiro, jugando nerviosamente con los palillos, aunque su mente contrastaba ese lado suyo de una manera peculia, sus pensamientos eran
—Alfin ella está dispuesta a hablar de ese tema...—Pensó con cierto sarcasmo
Nanami lo miró, sorprendida por la pregunta de su hijo. Sabía que Ichiro era todavía muy pequeño para entender las complejidades del mundo, pero también era lo suficientemente perceptivo como para sentir la carga que ella llevaba en su corazón.
—Es porque la vida a veces puede ser difícil, Ichiro —respondió ella, con una voz suave pero firme—. Y hay momentos en los que necesitamos ser más valientes de lo que pensamos.
El niño asintió, intentando parecer como si no comprendiera del todo lo que su madre quería decir. Ya que instintivamente pensó en su padre tacaño al ver que su madre hablaba tan seriamente.
—¿Mamá, hay algo que no me has contado? —Ichiro preguntó, esta vez con una seriedad inusual para su edad.
Nanamii tomó un suspiro profundo. Había llegado el momento, pensó. Era una conversación que había estado evitando, pero sabía que su hijo merecía la verdad, aunque doliera.
—Ichiro, hay algo que debes saber sobre tu padre —comenzó ella, su voz temblando ligeramente. El niño la miró fijamente, sus ojos llenos de curiosidad.
—¿Papá? —dijo Ichiro imitando a un niño curioso, pero impaciente—. ¿Qué pasó con él?
Nanami tragó saliva. La historia de su esposo, un guerrero de Kirikagure, no era solo una historia de valor y honor. Era una historia de traición, dolor y pérdida.
—Tu padre era un ninja muy valiente —dijo Nanami, recordando aquellos días de felicidad y amor—. Él luchó por su aldea y se esforzó por proteger a todos los que amaba. Pero un día, las cosas cambiaron.
—¿Cómo cambiaron? —preguntó Ichiro, frunciendo el ceño.
Ella bajó la mirada, su mente viajando al pasado. Recordó el día en que su vida se desmoronó, cuando su amor por su esposo se convirtió en una carga.
—Tu padre hizo algo que lo puso en peligro. A veces, los ninjas deben tomar decisiones difíciles. Él... él fue acusado de traicionar a la aldea. Dicen que entregó secretos a otros clanes —explicó ella, sus palabras pesadas en el aire—. Pero yo sé que él solo quería proteger a nuestra familia.
Ichiro la escuchaba atentamente, sus pequeños dedos ahora quietos sobre la mesa. Sus pensamientos estaban agitados, pero no sentía mucho por este supuesto padre, más bien era pura curiosidad.
—¿Entonces papá es un traidor? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Su madre sacudió la cabeza, sintiendo una punzada de dolor en su corazón. —No, Ichiro. Tu padre no era un traidor. Lo persiguieron porque creyeron que él había hecho algo malo. Pero, en realidad, él solo quería protegernos. Y eso es lo que hizo. Al final, él... él no pudo escapar.
Las lágrimas comenzaron a acumularse en los ojos de Nanami mientras recordaba la noche en que su esposo fue atrapado. Las imágenes de la lucha, el caos y la angustia volvían a su mente. Su amor había sido arrastrado por la traición de otros, y había dejado un vacío en sus vidas.
—¿Papá está muerto? —preguntó Ichiro, su voz temblorosa, tratando de lucir lo más triste posible
—Sí, mi amor —respondió Nanamii, una lágrima resbalando por su mejilla—. Tu padre murió protegiéndonos, luchando hasta el final. Pero debes saber que él siempre te amará, y yo también.
Ichiro tragó saliva, sus ojos brillantes tratando de imprimir una 'lagrima' por la tristeza de la muerte de su 'Padre' y en su mente maldecia frenéticamente
—Maldita sea...es tan difícil fingir estar triste —Maldijo Ichiro en su mente.
—¿Por qué me cuentas esto, mamá? —preguntó él, sintiendo la necesidad de entender.
—Porque quiero que sepas quién era tu padre, y por qué luchó tanto. No quiero que sientas vergüenza de él —dijo Nanamii, tomando la mano de Ichiro entre las suyas—. Él era un héroe para mí, y siempre lo será.
Ichiro miró a su madre, intentando procesar todo lo que había aprendido, pero en realidad estaba conteniendo las ganas de poner los ojos en blanco, él comprendía mejor que nadie lo oscuro y cruel que era este mundo y personas como su madre que creía en la palabra 'heroe', eran los que más sufrían en realidad.
—¿Puedo ser como papá? —preguntó, con 'determinación' en su voz.
Nanami sonrió, aunque las lágrimas aún manaban de sus ojos. —Por supuesto, Ichiro. Puedes ser aún mejor. Recuerda siempre que la verdadera valentía no solo se trata de luchar. A veces, se trata de hacer lo correcto, incluso cuando es difícil.
El niño asintió, sabiendo lo que su madre trataba de implicar en su historia . Esa noche, mientras la cena se enfriaba y el silencio envolvía la habitación, Ichiro prometió ser fuerte, no por qué la historia de vida de su 'Padre' le haya llegado al corazón, más bien por el mismo y no ser como este trágico Ninja que no pudo escapar de su destino.
La conversación se desvió hacia anécdotas más alegres, historias de su infancia y de cómo su padre solía contarle cuentos antes de dormir. Ichiro solo sonreía con las historias de su madre.
—Recuerdo cuando tu padre trató de enseñarme a hacer kunais de madera —dijo Nanamii, su voz más ligera—. Terminamos llenos de serrín y risa. Nunca nos salió bien.
Ichiro se rió, imaginando la escena. —¿Y yo puedo aprender a hacer kunais también? —preguntó, aunque no estaba muy emocionado, no. ¿Porque lo estaría?, Podría comprar montón de Kunais en las tiendas de armas en la aldea y serían más afiladas y letales que una de madera.
—Claro que sí —respondió Nanami—. Un día, cuando el clima mejore, te enseñaré. Pero recuerda, lo más importante es aprender a usar tus habilidades para ayudar a los demás, como lo hacía tu padre.
El niño asintió con la cabeza, pero no paraba de quejarse en su interior mientras pensaba.
—¿Como puede esta gente tratar de llenar de ideologías estúpidas a sus hijos? —Ichiro se advirtió no caer nunca bajo el lavado de cerebro del llamado Voluntad de Fuego.
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Mientras la noche avanzaba y la luna iluminaba el cielo estrellado, Ichiro sintió que su conversación con su madre le había quitado un gran peso de encima, como también le había puesto más grilletes que le harían más difíciles vivir en la aldea. Primero estaba el tema de que su 'padre' no era alguien de Konoha si no más bien de una aldea enemiga, kirikagure, una aldea que es conocida como la aldea sangrienta.
La segunda era el Hokage, sin duda alguien como su madre creería que es un gran líder lleno de amor y voluntad caritativa hacia su pueblo, permitiendole vivir tranquilamente y tener el hijo de un extranjero y enemigo, conociendo a Hiruzen seguro tiene a varios anbus vigilando las 24horas del día está casa. También está Danzo no creo que vaye a desaprovechar cualquier error mío para ponerme bajo control.
—'Uff'... ¿Porque la vida tiene que traer más problemas de lo que ya tengo? —Ichiro miró a su palma en dónde el papel de chakra empezaba lentamente a...