Era una mañana fresca de sábado, y las hojas de los árboles susurraban suavemente mientras el viento soplaba por las calles de Konoha. Ichiro, de cinco años, caminaba al lado de su madre, Nanami, con una leve sonrisa en el rostro. Hoy era su día libre en la academia ninja, y su madre lo había invitado a almorzar en su restaurante favorito. La rutina de la academia le permitía pocas oportunidades de salir de la rutina, y estos días de descanso eran los momentos en que Ichiro podía desconectar un poco de las expectativas y disfrutar del día como un niño normal… o casi.
Era difícil llamarse "normal" cuando dentro de su mente llevaba recuerdos de otra vida, de un mundo completamente distinto a este. Desde que despertó en el mundo de Naruto, hace cinco años, Ichiro había aprendido a disimular su sabiduría y recuerdos, a mantener su fachada de un niño pequeño curioso y enérgico, sin levantar sospechas. Solo su mente, fría y calculadora, le recordaba quién era realmente. A veces se encontraba en conflicto, especialmente al interactuar con figuras como Asuma y Kurenai, dos personas que eventualmente serían párate del elenco secundario en la serie . Sin embargo, por ahora, Asuma y Kurenai eran simplemente niños, viviendo su propia vida, aún ajenos de su futuro.
Cuando llegaron a la plaza del mercado, Ichiro reconoció una figura familiar: Minato, de catorce años, estaba en una mesa exterior, riendo junto a una pelirroja cuyo cabello se movía con el viento. Kushina Uzumaki. Los dos parecían inmersos en una conversación amena mientras comían dango. Ichiro no pudo evitar una sonrisa ladina al ver la escena, recordando sus días en los que Minato fue algo así como su niñero. Nanami había contratado a Minato para que cuidara de Ichiro cuando él apenas era un bebé recién nacido, y el joven ninja había cumplido esa tarea con una amabilidad y paciencia que Ichiro apenas podía comprender. Por supuesto, nunca dejaría que Minato supiera que lo recordaba todo, incluso cuando aún era un bebé. Había sido todo un desafío contener cualquier gesto o palabra que pudiera hacerle sospechar que su pequeño "jefe" era más consciente de lo que aparentaba.
—"¡Mamá! ¡Es Minato!"—exclamó Ichiro con una pizca de entusiasmo infantil, mientras señalaba con el dedo.
Nanami rió y asintió, dirigiéndose hacia ellos con paso decidido.
—"Es verdad, Ichiro. ¿Quieres saludarlo?"
Ichiro asintió, con la intención oculta de observar de cerca a Minato y Kushina, y confirmar, si el zorro en su vientre pudiera notal algo diferente en él. Aunque se sentía algo vulnerable al estar cerca de una jinchuriki, no podía evitar la curiosidad. Después de todo, en su mente adulta, las posibilidades y el peligro eran demasiado intrigantes como para ignorarlos.
Cuando se acercaron a la mesa, Minato alzó la vista y sonrió al ver a Ichiro.
—"¡Oh, Ichiro! ¡Nanami-san!"—saludó, haciendo una pequeña reverencia respetuosa hacia la madre de Ichiro.
Kushina lo miró con una sonrisa amable. Tenía un aire despreocupado, y sus ojos brillaban con una energía que contagiaba. Minato, en cambio, parecía ligeramente avergonzado, aunque no dejaba de sonreír.
—"¡Minato-niisan!" —exclamó Ichiro, dándole un saludo amigable—." ¿Te acuerdas de mí?"
Minato soltó una carcajada suave.
—"¿Cómo olvidarte, Ichiro? Fuiste mi primer cliente "—bromeó, recordando las veces que había cuidado de él cuando apenas era un recién nacido—. "Fue toda una experiencia."
—"Mi mamá siempre dice que fuiste una niñera pésima, ¿sabías?" —dijo Ichiro con una sonrisa traviesa. Su madre frunció el ceño, fingiendo molestia.
Minato se echó a reír, y hasta Kushina soltó una risita divertida.
—"Bueno, Ichiro-kun, espero que no seas tan travieso ahora como lo eras entonces" —respondió Minato, con una expresión jocosa, recordando las veces en que Ichiro lloraba o hacía travesuras de bebé. Claro, él nunca sospecharía que, incluso entonces, Ichiro era consciente de sus acciones.
—"Oh, eso fue porque todavía no sabía lo que hacía. ¡Imagínate lo feo que sería si alguna vez fueras papá!" —replicó Ichiro, en tono de broma, aunque con un trasfondo más serio que solo él entendía.
Minato se quedó mirándolo, un poco perplejo, pero no tardó en reír.
—"Tienes un buen punto, Ichiro. Aunque espero mejorar un poco en el futuro." —Dijo Minato, cruzándose de brazos con un aire de determinación que lo hacía ver mayor.
Kushina, que hasta ahora solo había observado la conversación con interés, intervino.
—"¡Minato sería un buen padre algún día! Aunque claro, primero tiene que aprender a cuidarse a sí mismo" —bromeó, dándole un codazo a Minato, quien se sonrojó levemente.
Ichiro, que había estado evaluando cada palabra y expresión, no pudo evitar lanzar una mirada cautelosa hacia Kushina, preguntándose si su percepción la haría sospechar de algo inusual en él. En este mundo, debía andar con cautela, especialmente con alguien que se convirtió en el recipiente de una de las criaturas más poderosas y peligrosas del mundo ninja.
—"¿Y qué tal te va en la academia, Ichiro-kun?"—preguntó Minato, tratando de desviar la conversación.
Ichiro se encogió de hombros, con una sonrisa traviesa.
—"Es muy divertido...siempre aprendo algo nuevo" —Dijo Ichiro con emoción infantil en su voz—.Luego bromeó—" Aunque a veces me pregunto cómo un desastre de niñero como tú llegó a convertirse en alguien tan respetado."
Minato rió, y Kushina no pudo evitar reírse también. Aunque era mayor que Ichiro, Kushina parecía disfrutar de su sentido del humor y de la manera en que hablaba con tanta seguridad.
La madre de Ichiro, que había estado observando toda la conversación con una sonrisa tranquila, decidió intervenir.
—"Minato siempre fue muy dedicado, Ichiro. No fue una "niñera pésima", solo tenía que aprender algunas cosas en el camino" —dijo Nanami, guiñándole un ojo a Minato.
—"Oh, eso seguro. Pero creo que hay algo más en ti, Minato-niisan" —dijo Ichiro, su tono pasando de juguetón a curioso—." Eres alguien que trabaja muy duro, ¿verdad?"
Minato asintió con humildad.
—"Trato de dar lo mejor de mí, siempre. Y tú también lo harás algún día, Ichiro." —dijo, con un brillo de sinceridad en su mirada.
Mientras la conversación avanzaba, Ichiro se dio cuenta de lo cómodo que se sentía en la compañía de Minato y Kushina, a pesar de su conocimiento del destino que les esperaba. Sin embargo, en este momento, decidió ignorar ese futuro incierto. En ese instante, eran solo tres personas riendo y compartiendo una tarde agradable en el corazón de Konoha.
—"Tal vez algún día yo también tenga que cuidar de alguien "—reflexionó Ichiro en voz alta, aunque el significado de sus palabras solo él lo conocía.
Minato rió, divertido y sin sospechar nada.
Nanami tomó a Ichiro de la mano, señalando que ya era hora de despedirse.
—"Minato, Kushina, gracias por acompañarnos. Y Minato, gracias también por los buenos recuerdos de aquellos años." —dijo Nanami.
—"¡No hay de qué, Nanami-san! "—respondió Minato, inclinándose levemente.
Ichiro miró a Minato una vez más y luego le sonrió con complicidad.
—"¡Hasta luego, pésima niñera! "—exclamó, riendo antes de dar media vuelta.
Mientras se alejaban, Ichiro no pudo evitar sentir que aquel momento simple y alegre había sido uno de esos recuerdos valiosos, de esos que guardarías incluso cuando el tiempo los cubriera de polvo y nostalgia.