La luz de la tarde se filtraba por las ventanas de la oficina del Hokage, proyectando un suave resplandor sobre los estantes llenos de pergaminos y documentos que rodeaban a Hiruzen Sarutobi. El Tercer Hokage estaba absorto en la lectura de un informe escrito con la caligrafía apresurada pero clara de su alumno, Jiraiya, que ahora se encontraba viajando y entrenando a un trío de nuevos alumnos. Hiruzen soltó una pequeña nube de humo, dejando que el aroma del tabaco llenara el aire. Había algo reconfortante en su pipa, en el pequeño ritual de encenderla y saborear el tabaco mientras leía los reportes.
Las palabras de Jiraiya parecían bailar frente a él, llenas de entusiasmo y energía. Aquel alumno suyo, quien en su juventud había sido un revoltoso y un soñador, ahora se había convertido en un ninja comprometido y un sensei entregado. Cada línea del informe hablaba de sus experiencias entrenando a tres huérfanos de la guerra en Amegakure, tres pequeños que, según decía, tenían un potencial tremendo y una voluntad inquebrantable. La seriedad de Jiraiya era algo que nunca dejaba de sorprender a Hiruzen, una seriedad que había surgido de las duras lecciones de la vida.
Sumido en estos pensamientos, Hiruzen apenas notó cuando alguien llamó a la puerta de su oficina. La voz de un Chunin interrumpió su concentración.
"Adelante" —dijo Hiruzen, levantando la vista mientras apagaba su pipa en un cenicero cercano.
La puerta se abrió, y el Chunin Kōsuke Asahi entró con una expresión calmada y respetuosa. Era un hombre de edad media, veterano en la academia y con una larga trayectoria como instructor. Hiruzen confiaba en él; había visto a Kōsuke enseñar a generaciones de jóvenes ninjas con paciencia y dedicación, incluso a aquellos estudiantes que carecían de las habilidades naturales de algunos prodigios. Con los años, Kōsuke se había ganado el respeto de todos por su compromiso con el aprendizaje de cada estudiante bajo su tutela.
"Hokage-sama"—comenzó Kōsuke haciendo una leve inclinación— "He venido a traerle el informe de los avances de este mes en las clases de la academia, tal como solicitó."
"Gracias, Kōsuke"—respondió Hiruzen, con una sonrisa cálida— " Siempre es un placer escuchar tus reportes. Adelante, dime, ¿cómo han progresado los jóvenes?"
Kōsuke asintió, y con una expresión de orgullo en su rostro, comenzó a relatar los avances.
"Los estudiantes han estado mejorando considerablemente. Dos de los que más han sobresalido este mes son Hyuga Yuro y Uchiha Kora. Ambos han demostrado ser los mejores de su clase en habilidades de Taijutsu y técnicas de Ninjutsu básico."
Al oír esos nombres, Hiruzen asintió en silencio, ya que ambos clanes eran conocidos por su destreza natural. Los Hyuga con su Byakugan y su dominio del Taijutsu, y los Uchiha con su capacidad innata para el Ninjutsu y el despertar del Sharingan. Los Hyuga y los Uchiha siempre mostraban grandes promesas en sus descendientes, y sabía que estos jóvenes no serían la excepción.
"Yuro ha estado perfeccionando su estilo Juken, y sus golpes son precisos, aunque aún necesita fortalecer su resistencia" —continuó Kōsuke— "Kora, por su parte, ha comenzado a mostrar una intuición impresionante para el manejo del chakra. Todavía no ha despertado su Sharingan, pero muestra un potencial significativo."
Hiruzen esbozó una sonrisa de aprobación. La dedicación y el talento de estos jóvenes eran una promesa de que Konoha continuaría siendo protegida por ninjas fuertes en el futuro.
"Me alegra escuchar eso"—dijo Hiruzen— " Ambos clanes tienen una gran responsabilidad sobre sus hombros. Pero dime, ¿qué tal han estado los demás?"
Kōsuke asintió, ajustando un pequeño pergamino entre sus manos mientras continuaba con su reporte.
"Asuma Sarutobi también ha mostrado una mejora considerable, Hokage-sama." —Una leve sonrisa se formó en el rostro de Kōsuke mientras mencionaba al hijo del Hokage— "Al principio, parecía tener dificultades para concentrarse en los entrenamientos, pero este mes ha demostrado una disciplina notable. Sus habilidades en Taijutsu están avanzando rápidamente, y su chakra de fuego está comenzando a volverse más estable. Parece que su amistad con Kurenai Yūhi lo ha motivado."
Hiruzen sonrió al escuchar eso. Su hijo, Asuma, siempre había sido algo testarudo y rebelde, pero saber que estaba avanzando y comenzando a tomar su entrenamiento en serio era un alivio para él. Había notado esa amistad cercana entre Asuma y Kurenai; era un vínculo que les estaba beneficiando a ambos.
"Kurenai también está avanzando, Hokage-sama,"—agregó Kōsuke— "Su afinidad por el Genjutsu está floreciendo. Tiene un talento natural para las ilusiones, y aunque aún le queda mucho por aprender, demuestra un nivel de comprensión que supera a otros de su edad. De hecho, en las últimas pruebas de Genjutsu, fue capaz de engañar a uno de sus instructores brevemente."
Hiruzen asintió, escuchando con interés. El nombre de Kurenai Yūhi había comenzado a destacar entre los jóvenes en formación, y tenía una afinidad particular por el Genjutsu, algo poco común a su edad. Aquella pequeña era sensible y perceptiva, cualidades necesarias para dominar el arte de la ilusión.
"Es bueno ver cómo ambos están mejorando. Saber que Asuma está haciendo amigos y progresando me llena de orgullo, "—comentó Hiruzen con una sonrisa de satisfacción.
Kōsuke pareció alegrarse con la reacción del Hokage y continuó su informe.
"Además de los estudiantes de clanes reconocidos, me ha sorprendido que algunos alumnos de familias civiles están destacando en la clase." —Dicho esto, Kōsuke se permitió una pausa antes de continuar— "Hay tres en particular que han captado mi atención: uno es Daisuke Yuji, un chico tímido, pero muy dedicado; la segunda es una niña llamada Aoi, que tiene una gran agilidad natural y muestra habilidades de liderazgo con sus compañeros.
"Es refrescante ver que también hay jóvenes sin un linaje ninja que están sobresaliendo. Daisuke y Aoi, dices."—Hiruzen asintió, tomando nota mental de esos nombres. Siempre había tenido un cariño especial por aquellos estudiantes que, aunque no nacían en clanes ninja, trabajaban duro para superar los desafíos del camino shinobi.
"Sí, Hokage-sama" —respondió Kōsuke— "Sin embargo, hay uno más que merece una mención especial. Se llama Yuki Ichiro. Este niño es… peculiar. Al principio no llamaba mucho la atención, pero con el tiempo ha demostrado una dedicación admirable. A diferencia de otros niños de su edad, no se rinde fácilmente y parece esforzarse más cada día. Hay algo en su mirada… una seriedad inusual."