Ichiro hojeaba lentamente un pergamino en la biblioteca de la academia ninja, sumido en sus pensamientos mientras susurraba para sí mismo sobre los avances que había logrado en las últimas semanas.
"Ya domino el Henge, el Bunshin y el Kawarimi… "—susurró, repasando mentalmente sus éxitos con las tres técnicas básicas que los instructores enseñaban en la academia. Le había costado mucho al principio, y aunque los demás niños habían aprendido rápidamente, él había tenido que practicar más de lo esperado. Sin embargo, ahora podía realizarlas sin fallos, lo cual le llenaba de un extraño orgullo que pocas veces dejaba ver a otros.
Además, sentía que estaba mejorando en el Taijutsu. Su cuerpo, aunque pequeño y delgado, ya era capaz de reaccionar con agilidad y precisión en los ejercicios físicos, y su fuerza y resistencia iban en aumento. No era el más fuerte ni el más rápido de la clase, pero, a su manera, había logrado construir una base sólida.
También estaba practicando con shuriken y kunais, y sus habilidades con ambas armas eran, al menos, superiores a la media. A diferencia de otros niños que lanzaban los shuriken con cierta torpeza, él había dedicado tiempo a perfeccionar su técnica. La precisión y la velocidad en cada lanzamiento eran cosas que consideraba vitales, y pasaba horas practicando hasta que sus lanzamientos eran impecables.
Pero, a pesar de estos avances, había algo que le preocupaba. Había comenzado a experimentar con los ejercicios de chakra, pegando hojas en su frente para mejorar su control. Sin embargo, aún no había encontrado un lugar adecuado para probar y practicar su afinidad con el agua, el elemento que necesitaba dominar. No era común que un niño de su edad ya pensara en técnicas avanzadas de manipulación elemental, y mucho menos en la especialización en un elemento en particular, pero su deseo de dominar el agua era intenso, casi una obsesión desde que descubrió que no poseía afinidad con otros elementos.
"Si pudiera encontrar un lugar tranquilo para entrenar…"—murmuró, cerrando el pergamino y caminando lentamente por los pasillos de la biblioteca.
Finalmente, llegó a la sección de la biblioteca donde se almacenaban los libros sobre control de chakra. Su mirada se iluminó al ver algunos textos de apariencia antigua, con títulos desgastados por el tiempo. Seleccionó uno que parecía más técnico, algo más complejo de lo que tal vez se esperaba que un niño de su edad leyera
"Fundamentos del Control de Chakra: Escalar y Caminar sobre Superficies", —leyó en voz baja, y una leve sonrisa se formó en su rostro.
El libro explicaba los principios de los ejercicios de chakra más avanzados para los estudiantes de la academia. Sabía mejor que nadie sobre ello: el entrenamiento de trepar árboles sin usar las manos. Este ejercicio, que parecía tan simple, era una de las técnicas fundamentales para el control preciso del chakra. Era necesario concentrar la cantidad justa de chakra en los pies para adherirse al árbol sin desgarrar la corteza ni caer de él. Se requería concentración, equilibrio y control absoluto del flujo de energía.
Al leer las instrucciones, Ichiro intentó imaginar cómo sería concentrar el chakra en la planta de sus pies y usarlo para adherirse a la superficie del árbol. Si lograba dominar esta técnica, sería un paso importante para avanzar en su dominio elemental más adelante.
Mientras hojeaba las páginas, descubrió algo inesperado: había una pequeña sección sobre el elemento Agua. No daba instrucciones avanzadas, pero explicaba las propiedades del chakra de agua, y sugería ejercicios básicos para familiarizarse con su flujo.
"El chakra de agua es fluido y adaptable… Requiere flexibilidad y concentración en el control," —leyó en voz baja, aunque había especulado algo parecido, al confirmarlo una emoción subió desde las plantas de sus pies. Finalmente tenía una pista sobre cómo empezar a explorar su afinidad elemental, aunque aún fuera algo básico.
Mientras continuaba leyendo, un pensamiento cruzó por su mente: si bien su madre era una civil sin habilidades ninja, su padre tacaño había sido un Chunin, alguien que había dominado técnicas de agua. Aunque solo lo conocía a través de su madre, sentía que teniendo su sangre corriendo por sus venas, pensó que debería de tener algo de talento en ello. Quizás esa habilidad corría en sus venas. Tal vez el agua respondía a él de una manera que aún no comprendía del todo.
Después de memorizar algunos conceptos, Ichiro cerró el libro, decidido a intentar el ejercicio de trepar árboles. Aunque le preocupaba que sus compañeros o los profesores lo vieran practicando algo tan avanzado, sabía que debía superar ese miedo. Su meta era clara: dominar el agua, y para eso necesitaba un control absoluto sobre su chakra.
Guardó el libro en su lugar y salió de la biblioteca. Afuera, el cielo comenzaba a teñirse de tonos anaranjados; el sol estaba bajando, y en el ambiente flotaba una brisa fresca que le recordaba el agua y su naturaleza fluida. Decidido, caminó hacia un pequeño bosque a las afueras de la aldea, uno de los pocos lugares donde sabía que no sería molestado. Allí, rodeado de árboles altos y en un ambiente tranquilo, encontraría el sitio perfecto para entrenar.
Se detuvo frente a uno de los árboles, observando su corteza rugosa y el enorme tronco que se extendía hacia arriba. Respiró hondo y cerró los ojos, recordando las instrucciones del libro.
"Concéntrate, Ichiro..." murmuró Ichiro para sí mismo—"Siente el chakra fluyendo hacia tus pies, ni muy poco ni demasiado. Solo lo justo."
Hizo un esfuerzo por concentrar su chakra en sus pies, como había leído. El flujo de energía era algo que aún le resultaba difícil de controlar, pero se enfocó, tratando de guiar el chakra con cuidado, tal como había practicado al adherir las hojas a su frente.
Finalmente, colocó el pie en el tronco y dio un paso hacia adelante. Al principio, sintió que resbalaba, y una oleada de frustración lo embargó. Sin embargo, respiró profundamente y volvió a intentarlo. Esta vez, el chakra respondió mejor, permitiéndole mantenerse en la superficie del árbol. Con un suspiro de alivio, se dio cuenta de que había dado el primer paso. Pero aún quedaba un largo camino.
Lentamente, comenzó a subir, manteniendo la concentración en sus pies y ajustando el chakra con cada paso. A medida que ascendía, su confianza crecía, y la idea de que estaba logrando algo importante se hacía más fuerte. Sabía que este era solo el primer paso en su entrenamiento, y que necesitaría muchas horas de práctica antes de poder hacerlo sin problemas, pero ese primer logro le daba el impulso necesario para continuar.
Cuando finalmente bajó del árbol, una sonrisa de satisfacción cruzó su rostro. Aunque estaba cansado y había sudado por el esfuerzo, sentía una profunda satisfacción. Había comenzado a dominar el control de chakra, el primer paso hacia la verdadera maestría en las artes ninja.
...
Mientras Ichiro prácticaba solo en algún rincón fuera de la aldea, un ninja ANBU con máscara de conejo estaba informando su informe diario al Hokage en su oficina.
"Hokage-sama, vigilé al niño llamado Yuki Ichiro, como siempre comenzó entrenando corriendo varias vueltas en el campo de entrenamiento durante una hora, luego práctica lanzamiento de shuriken y kunais, después de descansar y comer algo va a la academia shinobi como cualquier otro niño. Después de la academia se dirige a la biblioteca y pasa horas leyendo sobre control de chakra e historia, hoy en particular fue a entrenar cerca del bosque para trepar árboles" —El Jounin ANBU terminó su informe diario y se despidió del Hokage.
Hiruzen murmuró pensativo. —"Hmm, es un niño diligente y capaz. Es ambisioso lo reconozco, no se conforma con las lecciones básicas de la academia y busca mejorar a su manera"
'Necesita más vigilancia, quiero saber que lo motiva a esforzaré tanto...si es solo por su rivalidad con mi hijo asuma sería lo mejor, pero, si es por su padre...' —Una mirada arrugada se formó en el rostro de él, que luego se transformó en una gran colada de su pipa.
"Me estoy haciendo viejo para esto..."— Suspiró Hiruzen masajeando su sien.