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Chapter 23 - Cap23:Dilemas

—Bueno, ya oscureció, es hora de irme a dormir.

Tomé rumbo a la casa, entré en el sitio y me dirigí a la cama.

—No rendirme. Espero ser capaz de mantener esa promesa.

Me arropé entre las frías sábanas de mi cama mientras mi cuerpo se trasladaba a otro sitio.

Los árboles eran grandes, pero no tanto como los del bosque en el que vivía, aunque sí me superaban en altura. Allí estaba de pie con García a un lado mío, quien miraba a la distancia.

—Así que te ascendieron. Bueno, ¿y qué haremos ahora, sargento?

—No lo sé.

—Eh.

—No, en serio, no tengo ni idea.

—Ah, te dejaste llevar por el momento.

—Lo siento, así fue.

—Uf, bueno, debemos evaluar nuestras opciones.

—Si nos devolvemos, seremos unos traidores, pero si nos quedamos, tal vez nos encierren.

—Propongo que nos reunamos con los demás del pelotón.

—Sí, eso sería una buena idea.

Con eso en mente, tomé la radio y hablé.

—Debemos reunirnos.

—Entendido.

Con esto, tomamos rumbo a un lugar que estuviera en un punto medio de donde estábamos repartidos. Luego de unos minutos, finalmente llegamos.

—Entonces, ¿cuál será el plan ahora?

Mi antiguo superior inició a hablar.

—Comparto ese dilema. Nuestras opciones son limitadas.

—Salir o quedarnos, solo esas dos opciones.

—Yo sugiero quedarnos —interrumpió García—. Digo, al final, ellos tendrán que abrir la puerta tarde o temprano, y para ese entonces podremos emboscarlos y escapar de aquí.

—Bien dicho, García. Podemos aprovechar que es un bosque para recolectar alimentos y demás.

—Pelotón, vamos a repartirnos las tareas para poder pasar la noche.

Con eso en mente, iniciamos a organizar un sitio. Algunos fueron por frutas, otros fueron por agua. Yo me quedé intentando prender fuego mientras se hacían estas situaciones. No tuvimos casi problemas y, cuando todos volvieron, ya podíamos descansar.

—Hey, Jacob, entonces, ¿cómo sabremos cuándo vendrán por nosotros?

—Uhmm, aprovecharemos los binoculares para investigar cuando ellos abran el portal.

—Ohh, ya veo. ¿Y cómo atacaremos?

—La puerta toma bastante en abrirse; supongo que pasará lo mismo cuando se intente cerrar.

—Tiene su lógica, pero si lo vuelve a abrir, será con otro equipo, ¿verdad? Tendremos que luchar.

Al escuchar esa respuesta, temblé un poco. Hasta dónde podría y debería luchar para evitar masacrar gente, más era lo único que podía hacer.

—Sí, lucharemos, emboscaremos al grupo que entre y luego atravesaremos el portal.

—Entendido.

Con eso en mente, unos se fueron a dormir y otros iniciaron a hacer de guardia, recorriendo el sitio y vigilando que nadie nos encontrara. Yo estaba caminando mientras hacía mi turno, cuando de repente...

—Ehh, ¿pasos?

Me puse de espaldas contra un árbol mientras intentaba encontrar el origen del sonido. Sus pasos se escuchaban suavemente, pero lo suficiente para que pudiera ubicar quién era el que venía. Me agaché e inicié a mirar. Era difícil ver en este ambiente, pero aun así pude ver algo. En su espalda parecía brotar unas alas.

—¿Alas? ¿Pero cómo?

Me pregunté a mí mismo. Tenía varias dudas después de ver algo así y tenía que saber la razón. Usé el rifle que tenía y apunté a lo que estaba viendo.

—¡ALTO!

—¡Ahhhh! —Dando un grito, retrocedió y tropezó, cayéndose. Miré más claramente y era una joven de cabello dorado que vestía ropas ligeras.

—¿Quién eres?

Apunté mi arma a la joven.

—Yo, yo, yo soy la primera princesa, Aglala.

—¿Una princesa en este sitio? ¿Quién diablos dejaría venirte aquí?

—¡Hey! Tú no me juzgues. ¿Cómo podría ignorar lo que ha estado ocurriendo?

—¿Lo que ha estado ocurriendo?

—¡Sí! ¡Esas desapariciones!

—Espera, ¿esas desapariciones? ¿Desde hace cuánto ocurrieron?

—Han ocurrido desde hace unos meses.

—Más o menos unos cuatro meses. Al inicio eran unos pocos, pero luego fueron aumentando.

Mi boca se abrió intentando dar una palabra, pero no salió. Después de todo, ahí había iniciado el experimento.

—Oye, ¿de dónde vienen las piedras mágicas?

—Ehh, ¿piedras mágicas?

—¡Responde la pregunta! —Usé mi fusil para apuntarle e interrogarle—. Nos enviaron a conseguir piedras mágicas.

—Ya veo, entonces ustedes son la razón.

La chica se levantó e inició a volar usando sus alas.

—¡USTEDES QUIÉNES SON Y QUIÉNES SE HAN CREÍDO!

En ese instante, salieron otros como ella, listos para protegerla. Yo, al ver la superioridad numérica, retrocedí.

—¡No lo dejen escapar!

Salieron volando hacia mí con tal de evitar mi escape.

—¡Mierda!

Rodé hacia un árbol para desviar un poco su camino y saqué algo para ayudarme. Pero no tendría tiempo suficiente porque ellos me encontraron; más aún tenía un arma bajo mis manos.

—Veamos si esto es de su talla.

Tiré un objeto que me serviría.

—CRACK.

Aquel sonido me dejó un pitido en mis oídos, aunque los cubrí, y un resplandor como si hubiera salido el sol en su máximo esplendor ocurrió, y a su vez, un potente sonido. Era una granada cegadora que me había salvado, más aún no había terminado.

—¡AHHH!

Ellos gritaron por la granada y era mi momento para obtener una victoria. Me devolví para usar mi magia de viento con el fin de volver mis golpes más potentes en el estómago de uno de ellos.

—PUM.

El primer golpe ocurrió, más lo acompañé con un golpe en la cabeza, e hice lo mismo con el otro, dejándolos a ambos noqueados. Saqué mi radio e inicié a hablar.

—Parece que hay gente a los alrededores.

—Así que de esa manera ustedes se comunican.

Era la princesa de antes, quien aprovechó el momento anterior para posicionarse a mi lado.

—¡Mierda!

Levanté mis brazos para hacer algún bloqueo si me golpeara, mas en ironía, ella había retrocedido antes que yo. Quería volver a apuntar mi arma hacia ella, pero tal vez volveríamos al conflicto de antes y quería respuestas.

—¿Eres un tonto? Dices que vienen por los catalizadores y cuando tienen la oportunidad, no lo aprovechas.

—Supongo que se obtienen al matar.

—¡Claro! O es que son tan ignorantes sobre algo así de importante.

—¿Qué te digo? De donde no existe la magia.

—¡No bromees! Aunque no conozco bien lo que hiciste, literal has usado magia en tus golpes.

—Sí, pero en mi mundo no la usan; fue gracias a una cirugía que logramos usar magia.

—¿De qué me hablas?

—Lograron un portal que conecta este mundo con el tuyo.

—¿Y cómo lograron eso sin magia?

—Tecnología. ¿Viste ese destello de antes?

—¿Es posible lograr eso con solo tecnología?

—Sí, y mucho más.

—Entonces, si son capaces de lograr todo eso con tecnología, ¿por qué vienen por la magia?

—El hecho de poder usar magia significa otra arma y esta debe ser restringida.

—Entonces la hubieran dejado por ahí olvidada. Yo creo que hay otras razones.

Sonreí ante sus palabras. Ya lo había considerado un poco; después de todo, habíamos eliminado a gente peligrosa, sin embargo, no parecía que habían limitado la magia. Es más, antes la usaron como razón para traernos aquí y cometer una masacre.

—Posiblemente quieren usarla como un arma.

—Ya lo sospechaba. Entonces, ¿qué harás? ¿Lucharemos por estos ideales?

—La verdad, no quiero luchar por los catalizadores.

—¿Qué te hizo cambiar de decisión?

—Cuando vi a los niños y personas desde la distancia, confirmé que si las órdenes eran matarlos a todos, me dio asco.

—¿Te daría asco cumplir las órdenes?

—¡Claro! ¿Por qué atacaría a un inocente? Yo viví asesinando criminales, no inocentes.

—Ya veo, entonces, ¿por qué siguen aquí?

—El portal está cerrado y decidimos establecernos un tiempo para luego forzar nuestra vuelta.

—Suena bien, pero ¿qué harían luego de esto?

Me dio en un talón de Aquiles; solo había pensado en una situación a corto plazo y no en algo fundamental como lo era ese hecho. Tal vez podría publicar la información en Internet o intentar sacar todo a la luz.

—¿Será buena idea sacar todo a la luz?

—Te diría que eso es una buena idea, pero según lo que me has contado, no lo sería.

—Ehh.

—Como princesa, me imagino cómo reaccionaría el pueblo. Diles que hay un recurso que les ayudaría mucho en su vida, convierte a esa gente en su enemigo y aceptarán una guerra.

Al final de cuentas, tengo mucho que aprender, e incluso si volviera, no lograría lo que quería y hasta podría empeorar lo que estaba ocurriendo.

—Me rindo, no sé qué haremos, ¿tienes alguna recomendación?

—Lo que recomendaría sería que intentemos hacer que ambos mundos se conozcan.

—Ehhhh, pero no dijiste que podría traer la guerra.

—Ahh, dije que si convencen a la gente de que somos su enemigo, la gente nos tomará como tal.

—Entonces debemos demostrar que no somos un enemigo.

—Sí, ese sería el objetivo. Ahora, ¿cuál sería la manera de lograrlo?

—Ay, otra pared.

—Sí, de esto se trata la política: problemas, una solución a medias y un muro a superar.

—Esto será muy difícil, aunque creo tener una idea.

—Aja, cuenta.

—Si las piedras mágicas vienen de los cuerpos de ustedes, esto significa que el gobierno los ha atacado primero. Si usamos esto para decir que ellos son unos avariciosos que matarían solo por recursos, la gente se enojaría.

—Suena bien, pero ¿cómo lograrías eso?

—Ja, eso es porque no conoces el internet.

—¿Y eso cómo nos ayudaría?

—Si lo publicamos en internet, todos podrán verlo. Si demostramos que el gobierno ha cometido crímenes, la gente podrá provocar una revuelta y, en eso, iniciaremos a conectar ambos mundos.

—Suena bien, me agrada esa idea, pero creo que nos estamos olvidando de algo.

—Ehh.

—Recuerda, las desapariciones llevan varios meses ocurriendo.

Cierto, la obtención de las piedras mágicas había sido la razón por la que habíamos venido y había sucedido de manera constante. Aunque nosotros fuéramos el primer pelotón mágico, no significa que fuéramos los únicos, y eso significaría que existían aún más como nosotros.

—Mierda, tal vez no somos únicos con magia.

—Oye, si mantienes tu promesa, te puedo ayudar. Recuerda que soy la princesa y te puedo proporcionar el apoyo necesario para que vuelvan.

—¿De verdad vas a confiar tanto en mí?

—Actualmente tenemos problemas, así que espero que nos apoyes una vez que este conflicto termine.

—Dudo que este conflicto sea algo corto.

—Yo creo que este problema no pasará de una década.

—¿Y te parece poco?

—Claro.

—¿Cómo? Una persona con suerte vive 80 años.

—¿QUÉ? No, no, debes estar mintiendo; la gente vive 500 años.

—Al final tenemos muchas diferencias.

—Ahhh —ella bostezó—. Tienes razón, bueno, el día de mañana continuaremos hablando, ¿te parece?

—Está bien, gracias.