Abrí mis ojos con lentitud. Mi cuerpo no estaba en aquel bosque donde decidí revelarme contra las órdenes de mis superiores; en cambio, me encontraba en la cálida cama del bosque. Me senté, recordando aquella escena. Sí, ya no estaba en aquel lugar, ni el sargento ni el grupo se encontraban aquí; solo era yo, con las consecuencias de aquel contrato. Me levanté como solía hacer, desayuné como solía hacer, pero no entrené como lo solía hacer; tenía que descansar mi pierna. En cambio, esta vez decidí salir y acostarme en la hierba.
Miré el cielo, con una duda en mente.
—¿De dónde venían las piedras mágicas?
Era hora de ver las posibilidades. Las piedras mágicas dieron la posibilidad de usar magia gracias a una cirugía.
—Pero, ¿por qué puedo usar magia ahora?
Una duda había nacido. Sí, mi cuerpo ahora tenía 11 años, pero en aquel entonces no podía usar magia y era mayor. Entonces, ¿cómo?
—¿El contratista?
Mi primera posibilidad surgió. Este contrato me había hecho perder los recuerdos, aunque estaban en constante recuperación. Tal vez, que mi cuerpo se volviera más joven trajo como efecto secundario que perdiera todos mis recuerdos.
—Pero entonces, ¿para qué firmé aquel contrato?
En el pasado había intentado recordarlo, mas no podía. Con el pasar del tiempo lo sabría, pero la ansiedad crecía. Aquel recuerdo donde había desafiado a mis superiores seguro fue algo que me metió en grandes problemas.
—Espera, ¿eso no era confidencial?
Sí, era cierto; nos dijeron justamente eso: confidencial, y hasta trabajamos un buen tiempo en las misiones para que un día al fin nos resolvieran el misterio. Tal vez ese día supe el origen de las piedras. Pero aún más importante, era algo confidencial para que la gente lo supiera; ¿sería esa la razón por la que firmé el contrato?
—Supongo que esas cosas se suman al por qué firmé el contrato.
La firma del contrato fue un paso para lograr un objetivo. No conocía cuál era ese objetivo, pero con lo visto, seguro era algo muy importante. Sí, literalmente había decidido firmar ese contrato, incluso si eso significaba perder todo mi poder; me debía enfrentar a esas bestias que se mencionaron en el contrato.
—¿Cuál es la necesidad del contratista?
Otra duda surgió. Se me dijo que tendría que luchar contra bestias, pero, ¿qué hacían esas bestias para que fueran tan peligrosas? Me había enfrentado a otras cosas, como lobos y osos, pero tal vez había algo más allá que esos dos.
—Supongo que por eso se clasificaron como rango F.
Animales fuertes; tal vez era por eso que estaban en aquella categoría. Pero volvía a lo de antes: ¿qué quería lograr el contratista? Mi amigo dijo que debía esperar unos 80 años para cumplir el contrato.
—Espera, ¿80 años?
Tal cual; ese lapso lo había olvidado. Tal vez habían pasado 80 años desde aquella vez; él tal vez ya no esté vivo. Aquel pensamiento me hizo un nudo en el pecho que me atravesó. Mi cuerpo tembló un poco más, y mi voz se rompió; aquel amigo posiblemente no vivía más.
—Jonathan.
Y no era el único; todo el equipo estaba incluido. Mi padre, el sargento y mis amigos ya no los vería más. Pero esta vez intenté no llorar; hacía poco había recordado lo de mi madre y cómo lo superé, pero ahora no debía ponerme a llorar. Sí, esta vez no era hora; si lo seguía haciendo, al final no podría avanzar.
Intenté tragarme aquellas lágrimas, mas al hacerlo, el dolor volvía y se hacía más pesado, hasta finalmente superarme. Cada vez que me imaginaba ciertos recuerdos, como el de aquella fiesta, nuestro pelotón me hacía sufrir ahora; ellos muertos y yo aquí, más joven que en el pasado. Aquellos hombres que dieron sus esfuerzos por ideales ya no estaban aquí; con quienes había luchado ya no vivían, los hombres que me acompañaron y confiaron en mí no viven más.
—¿Ellos sabían que esto pasaría?
Sí, Jonathan lo sabía, pero, ¿y los demás? Mi única manera de saberlo era avanzando; el paso del tiempo me haría saber lo que en mi pasado se oculta. Más nació una duda aún más fuerte que esa pregunta.
—¿Cómo es el mundo ahora?
Ya habían pasado 80 años; ¿cómo había afectado la magia al mundo?
—Cierto, en la biblioteca.
Una vez más, entré en ella. Vi aquellos libros de información. En mis recuerdos, la magia ni siquiera existía; si no, había que usar unas piedras e implantarlas, y con eso usaríamos magia.
—Hay libros de magia; supongo que el mundo ya no es lo de antes, ahora la magia es normal.
Aquella conversación con Jonathan sobre la contaminación volvía a mi mente.
—Una fuente de energía efectiva que no contamina. Jonathan, mira que al final sí se pudo.
Miré la colección de libros que había; era extensa, pero había libros sobre algunas razas, al igual que sobre los humanos.
—Ya veo, entonces ahora vivimos en conjunto.
Mi corazón descansaba; después de tantas tragedias, finalmente había algo bueno en este mundo. No era solo tristeza para mí. El mundo continuaba y evolucionaba; cuando saliera de esta isla, seguro tendría un shock por cómo había cambiado el mundo, mientras estaría en esta isla preparándome para el contrato.
Sí, ese era el objetivo. No sabía qué tanto había cambiado el mundo, pero seguro si salía, sabría en qué estado estaban. Mi único alivio fue imaginar que todo había terminado bien para ellos. Salí de la biblioteca otra vez y me acosté en el suelo; la hierba me abrazaba fácilmente.
—Sí, es importante dudar.
Edgar, el sargento que me había entrenado como francotirador, tenía razón al hacerme cuestionar sobre eso. Finalmente entendía por qué debía dudar antes de hacer cualquier cosa; sería algo difícil de hacer, pero lo haría.
Una vez que dejé de pensar en eso, decidí iniciar a hacer ejercicio. Tenía algunas dudas posiblemente solucionadas, pero debía saber ahora tres cosas: quién era mi contratista, cómo se obtenían las piedras mágicas y por qué elegí firmar el contrato. Esas eran mis dudas principales, aunque tenía otra: ¿cuál era el objetivo de mi contratista? ¿Cómo era el mundo y qué había pasado con mis amigos?
—Ahh, tengo preguntas de mi pasado y de la actualidad.
Un poco más cansado, miré aquel cielo brillante que me iluminaba. Sí, lo intentaría lo mejor que pudiera.
—No me rendiré, debo ser mejor.
Entonces me levanté.
—Ayyyy.
Me había levantado apoyándome en mi pierna mala. Debía reposar un tiempo, pero también tenía que hacer algo de ejercicio mientras.
—Hoy haré brazos.
Con eso en mente, fui y tomé las mancuernas para iniciar con el entrenamiento. El tiempo pasó mientras lo hacía; cuando finalicé, inicié a practicar mi magia elemental. Debía usar mejor aquel látigo de fuego y mezclarlo con el uso de mi pistola.
—Esa vez improvisé, pero debería intentar hacerlo mejor.
Hice el látigo con mi magia de fuego, le di un círculo al final, y mi otra mano estaba lista apuntando con ella a donde fuera el látigo.
—Huum, creo que debería intentar algo diferente.
No tenía objetivos cercanos o algo preparado para entrenar mi técnica de combate, pero tuve una idea. Deshice el círculo de mi látigo; en cambio, golpeé a una rama de algún árbol, luego creé un círculo que cubría la rama, a la cual disparé.
—PUM.
La rama cayó, pero fue adecuada para plantear cómo debería ahora usar mis magias.
—El látigo será una magia a media distancia que se apoya en mi pistola.
Es una buena base; ya la probé con los lobos esa noche, funcionó de manera adecuada, pero debo unir todos los conceptos que aprendí a lo largo de este tiempo. Ahora debía unir mi magia creacionista y la vitalista, junto al catalizador.
—Mi magia creacionista hará balas, mi magia vitalista me ayudará a moverme y el catalizador será el golpe final.
Ya tenía una buena baraja para luchar; ahora debía pulirla. Intenté usar mi látigo con mi pistola y recargarla con sus balas. Por obvias razones, no me moví.
—Es difícil.
Pensaba que sería más fácil; la noche anterior, tal vez por la adrenalina, pude hacerlo de manera más sencilla, pero ahora no estaba bajo aquel efecto. Ahora me quedaba por entrenar hasta lograr mejorar en estos conceptos con los que lucharía.