—¡Mamá! —grité, luego miré a mi alrededor. No estaba en aquel hospital donde había fallecido mi hermano y mi mamá. Era triste; aquel día era una fecha importante, pero no se pudo celebrar, sino que se convirtió en tragedia. Con lágrimas aún en mis mejillas, me levanté de mi cálida cama. El sol entraba por mi ventana, los pájaros cantaban felices y despreocupados, y el bosque emanaba una gran belleza, mientras que yo aquí me ahogaba en lágrimas por aquella tragedia.
—Alex... —el nombre de mi hermano, con quien competía y me divertía, ya no estaba aquí. Él fue mejor que yo en aquel partido, y aunque gané, no sentía eso como una victoria ahora. Él ya no estaba aquí para poder resolver el partido de aquel día en el cual anoté el último gol.
—Papá —aquel hombre que siempre estuvo conmigo y me animaba a seguir adelante, era admirable. Según mis recuerdos, yo lo había llamado un borracho, pero sus ojos también estaban rojos en aquel recuerdo. Tal vez era a causa de la muerte de mi mamá y mi hermano. Él no era el único que sufría, porque yo también tenía esos mismos ojos. Pero ambos nos propusimos superar esa situación. Ahora, no sabía dónde estaría papá para que me aconsejara; ni siquiera sabía dónde me encontraba. No tenía un mapa o algo que me guiara, pero incluso si los tuviera, no podría salir a buscarlo.
—Tal vez sí lo superé —ese pensamiento entró en mi mente. De hecho, era muy posible. Jonathan era el hombre de la chistera que mencionó algo sobre mi padre y yo, sobre cómo superamos muchas situaciones juntos. En ese entonces, no entendí a qué se refería ni siquiera lo había pensado. Yo quería ser doctor para evitar que la situación de mi mamá y mi hermano se repitiera, pero ¿cómo terminé como militar? Incapaz de resolver la misma pregunta de aquella vez, intenté seguir con mi rutina.
—Ah... —me detuve en medio de mi entrenamiento físico. No había hecho ni la mitad de lo establecido, ni me dolían los músculos, pero la muerte de mis familiares era pesada. Fue mala idea intentar averiguar todo sobre mí. No debí insistir en saber tanto sobre mi pasado; posiblemente el contrato intentó borrar mis recuerdos porque no podría ser capaz de superar esa situación. Para mí, era lógico, ya que me había dado tantas comodidades como una casa, un lugar donde entrenar, comida y hasta libros de magia. Debía tener una garantía de que cumpliría mi parte, y de haber seguido ese camino, no estaría sufriendo.
—Mejor hago algo diferente —empecé a realizar aquel entrenamiento mágico donde hacía trampas. Debía manejar con cuidado mi mana para poder formarlas y lograr que fueran funcionales.
—¡Agh! Es el quinto... —sí, había hecho cinco, pero ninguno funcionaba. Se suponía que estaba dándole la forma adecuada con mi mana, pero aun así no funcionaban mis trampas.
—¿¡Por qué!?
No había manera de que, incluso si lo hacía bien, no funcionara. Tal vez me estaba desconcentrando por lo de mi familia. Se suponía que lo había superado, y aun así, cada vez que lo pensaba, me pesaba en el corazón.
Me levanté de donde estaba trabajando en mis trampas. Quería algo de aire fresco y no enfocarme en ello. Salí por la puerta y me dirigí al exterior, y me acosté en el suelo mirando el cielo. En aquel momento, como un asesino, me perseguía, pero no podía escapar de él.
—Ahhh... ahhh —las lágrimas que no quería dejar salir finalmente escaparon de mí. Sí, al final, aunque en mis recuerdos era posible que fuera mayor a 18 años, mi tragedia ocurrió a los 12. Quería estar en aquel lugar con mi hermano, mamá y papá. Ahora vivía solo, comía solo, dormía solo y no tenía en quién confiar. Ya casi había muerto y seguro nadie lo sabría. Estaba aquí por el contrato del cual ni siquiera sabía si logré mi objetivo.
—¿Qué debería hacer? —en mi pasado, fui un hombre que se dedicó al ejército, pero su aspiración original era ser doctor. Aunque al final me decidí por el militar, uno protegía la vida y el otro la salvaba. Si lo miraba de esa manera, era un poco más fácil pensar que había tomado mi camino porque representaba mis pensamientos, y aun así no entendía qué quería proteger. Ya había perdido a mi hermano y a mi madre.
—Espera —sí, tal vez ellos ya no estaban, pero ¿y mi padre? El hombre que siempre me dio fuerzas para avanzar, aunque la situación fuera muy dura. Lo último que recuerdo de él fue cuando tenía unos 16 años. Cuánto tiempo había pasado desde eso y cuando me metí al ejército.
—Tal vez ellos ya no estén, pero no quiero que eso me detenga —era momento de levantarme. Si ellos estuvieran aquí, seguro me dirían que debo avanzar. Alex me haría competir contra él; papá intentaría que nos detuviéramos porque ya no eran horas de competir; y mamá seguro lo convencería de que nos diera un poco más de tiempo. Mi hermano ya no está aquí para hacerme competir, ni papá para intentar detenernos, menos aún mamá tratando de convencerlo. Pero aun así, mi dolor en el corazón se volvió algo más ligero. Este dolor no era algo que simplemente fuera a desaparecer con unos buenos pensamientos, pero si se podía liberar algo de esta tristeza, era entendiendo que, aunque ellos ya no estén, me apoyarían a seguir mejorando.
Es hora de levantarme. Al hacerlo, mi dolido corazón dejó de pesar y estaba listo para continuar con lo que debía hacer: entrenar y cumplir mi contrato. Realmente no entendía por qué lo firmé, pero si lo hice, seguro fue por una buena causa y por la cual intentaría cumplir a toda costa.
Cuando terminé de pensar, fui y me senté a hacer más trampas. Aunque al iniciar, entró un pensamiento a mi mente.
—Espera, yo manejé armas de fuego. Tal vez debería intentarlas —me levanté y fui a la biblioteca. Revisé los libros que había en la estantería, pero no hallé nada. Entonces decidí intentar recordar cómo funcionaba mi rifle.
—Mi rifle impulsaba una bala gracias a la pólvora de cada cartucho, pero... ¿y si ahora solo lo impulso con la presión del fuego? —era mi primera idea de hacer un arma. Esta me serviría como base para mi futura colección. Tomé el cuaderno vacío e inicié a dibujar algunos planos. No tenían un buen trazo y mucho menos una clara legibilidad, pero servirían como base para probar mi primer prototipo.
—Vamos —apliqué aquella magia de creación e inicié a darle forma. Pronto se hizo mi primera arma; había decidido hacer un revólver de mano. Solo tenía un hueco donde entraría la bala; su mecanismo de recarga era solo de darle vueltas, no tenía ni siquiera gatillos, pero confiaba en él.
—Es hora de probarlo —salí de mi casa y apunté a una manzana. Intenté usar mi magia de viento en el cañón del revólver, y salió un aire con fuerza del cañón.
—Ehhh, espera, aun no he realizado siquiera las balas —mi emoción me había ganado; se me olvidó lo más importante. Una pistola sin balas no era útil.
—Al menos servirá para golpear —confiado, fui y golpeé el árbol, pero mi pistola se rompió.
—Creo que cada día me supero en lo tonto; no fortalecí el arma —algo triste, me metí a la casa para hacer mis correcciones. Una vez listas, hice el primer tiro.
—¡PUM! —esta vez sí salió bien; mi arma funcionó.
—¿Tendré muy mala puntería? —aunque el arma había funcionado, no le había dado a la manzana, sino al árbol de al lado.
—Agh, genial, otro tipo de entrenamiento. —Si ya me dejaba agotado la magia y el entrenamiento físico, ahora tendría que añadir algo para mejorar mi puntería.
—Espera, tal vez mi revólver no esté recto. —Con esto en mente, fui y me dirigí a una mesa. Como pensé, en realidad estaba muy torcido.
—Ah carajo, aquí vamos de nuevo —otra vez a realizar mi misma arma solo porque me olvidé que debía quedar bien recto para evitar esto.
Esta vez, entré a la casa y me dispuse a tomar ciertos elementos como reglas para hacer mejor mi diseño. Pero al intentar usar magia, no me funcionó del todo bien, así que decidí abordar una solución distinta.
—Moldes, creo que debería usar moldes. —Con eso en mente, decidí hacer un molde con la magia de tierra. Hice algo de arcilla y decidí darle la forma que necesitaba. Con esto ya realizado, me dispuse a aplicar mi magia.
—Aquí vamos —la magia se solidificó de manera pensada, y al analizarla, esta vez sí había funcionado de manera adecuada. Mas, cuando estaba a punto de realizar algunas balas, sentí algo raro, pero pronto lo entendí.
—Agh, ¿cómo puedo ya estar así? —mi mana estaba escaso. Antes, había intentado hacer algunas trampas; aunque no salieron bien, consumían mana.
—Bueno, al menos creo poder avanzar.
Miré al cielo; ya estaba algo oscuro. Algunas veces miraba este cielo con algo de esperanza. El día de hoy tuve que recordar esa tragedia que había olvidado. ¿Por qué perdí mis recuerdos? ¿Necesitaba protegerme de este dolor? Ahora entendía que mi dolor fue fuerte, pero no justificaba mi pérdida de memoria. Esta tragedia tal vez fue algo muy fundamental en mi vida y ahora la había olvidado. Mi mayor duda ya no era el contrato.
—¿Con quién firmé este contrato?
Mi poder parecía limitado por la cirugía; seguro acudí a firmar este contrato para superarlo y lograr mi objetivo, pero... ¿con quién lo firmé? No conocía ninguna entidad que me fuera capaz de ayudarme a superar esa limitación. Entonces, ¿fue con algo más allá de lo humano? Si lo miraba con esa perspectiva, era lógico que sí; un contrato firmado con magia que te forzaría a luchar contra bestias era algo muy loco.
—Un problema se soluciona y otro inicia; agh, ¿cuándo terminarán?
Me fui a dormir en mi habitación para descansar del extenso día de hoy.