Chereads / En el mundo desconocido / Chapter 12 - CAP12:Un amigo

Chapter 12 - CAP12:Un amigo

Caí de nuevo en el sueño gracias al peso de mis cobijas. Ya no me encontraba en aquella oscura habitación, sino que era de día. Estaba en una gran sala donde había varias colchonetas en el suelo, muros y cuerdas. La habitación estaba ausente de luz natural y, en su lugar, usaba unos focos para iluminar el lugar. No había mucho ruido, ya que solo había dos personas y el poco ruido que hacían provenía de sus movimientos. Una era un joven de pelo marrón que vestía conjuntos simples como camiseta y jeans, y la otra era un hombre rubio de edad similar, que vestía aún más simple, con una camiseta y sudadera del mismo color. Era aquel hombre de mis recuerdos que vestía chistera y me había hablado del contrato. En ese entonces, vi que ambos estaban corriendo y saltando por el lugar.

—¿Qué pasa, Jacob? —inició a decir algo burlón el hombre de pelo amarillo—. ¿Ya te estás rindiendo?

Como si respondiera mi yo del pasado al escuchar esas palabras, saltó y cruzó un obstáculo, llevando ahora la delantera.

—Te estaba dejando ganar, ¡es hora de ponerme serio! —comenzó a correr el hombre rubio con más fuerza. Saltó el mismo obstáculo, luego se agarró de la cuerda e inició a treparla, superando a mi yo del pasado.

—No te dejaré ganar —mi yo empezó a escalar con todas sus fuerzas hasta subir, y una vez arriba no miró hacia abajo y dio un salto hacia el frente. Pero cuando tocó el suelo, dio una vuelta hacia el frente.

—Mierda, cada vez más loco —el rubio no se quedó atrás; al finalizar sus palabras, hizo el mismo salto y rodó igual—. Necesitarás más.

Emprendió la marcha con más fuerza, pero mi yo no se quedó quieto. Tan pronto como había terminado de rodar, corrió hacia una zona donde usarían un pasamanos. Tenía gran espacio entre ellos. Tan pronto como llegaron, iniciaron a usarlo y, como monos, se manejaron en el lugar, utilizando sus manos ágilmente para atravesarlo. Una vez finalizaron esa zona, salieron y comenzaron a recorrerla de nuevo hasta que ambos quedaron sudorosos y fatigados.

—Uff, estoy cansado.

—Afff, de nuevo me has ganado.

—Claro, ¿no ves que yo soy el mejor en esto?

—Sí, sí, lo que digas.

—No seas mal perdedor, igual me adelantaste varias veces, Jacob.

—Sí, pero yo quiero ir a ganar, no solo a estar cerca de eso, Jonathan.

—Pues sigue intentando y con más ganas.

Ambos, ya agotados, salieron del lugar, donde ahora se veían unos pasillos. Eran grandes y largos pasillos hacia la siguiente puerta.

—Así que aquí es.

Mi yo del pasado se detuvo frente a la puerta e inició a leer lo que decía.

—Artes marciales mixtas, así es, aquí es el siguiente lugar.

Jonathan se acercó a la puerta y la abrió. Dentro había varios sacos de boxeo; el blanco dominaba en las paredes y contenía un tapete suave. Pero no eran las únicas cosas que había; también había manoplas, protectores para cada zona del cuerpo, pesas, mancuernas, cintas, cuerdas, cinturones de diversos colores, espejos y ventiladores.

—Increíble, nunca imaginé que sería así este lugar y, de paso, desocupado.

—Ja, eso pensé que dirías. Ahora soy el dueño de esto.

—Hey, ¿por qué no me trajiste antes? ¡Ya vamos casi un mes en parkour!

—Simple, no estabas en la forma adecuada.

—Ay, sí, como si fuera mejor iniciar parkour antes que artes marciales mixtas.

—Estás muy desafiante. Vamos y ponte listo para que lo entiendas.

Mi yo del pasado fue y se paró en lo que parecía un lugar dedicado al combate; tenía sus bordes definidos con dibujos en el suelo. Entró al lugar y levantó los brazos, llevándolos a la cara y al nivel de los ojos; tenía una postura de boxeador.

—Jacob, esa es una buena postura de boxeo, pero no estamos en boxeo; iniciamos.

Tan pronto como dijo eso, se lanzó contra mí. Mientras yo mantenía mi postura, inicié a estirar mi brazo izquierdo como si diera un jab, pero fue evadido y ahí se detuvo.

—Mala idea —dijo Jonathan mientras me tomaba del brazo y lo usaba para levantarme y tirarme contra el suelo—. Debes tener cuidado; aquí se usarán muchas cosas. No es solo boxeo, tienes un montón de posibilidades, y esta es una de ellas.

—Está bien, tendré más cuidado.

Me levanté del suelo y continuamos el combate. Esta vez, no estuvo tan a la defensiva como antes, sino que fue a la ofensiva. Estiró la pierna e intentó girar su cuerpo para darle potencia a ese golpe, pero fue evadido.

—Buen intento, pero debes saber que no por imitar simplemente lo lograrás; tendrás que entrenar tus movimientos y luego, ahí sí, podrás usarlo.

Cuando terminó, Jonathan inició a atacarme con golpes dirigidos al estómago, mientras yo intentaba retroceder para evitar aquellos golpes.

—¡Ja, tonto! Perdiste —con su dedo señaló el suelo y mi pie estaba fuera del área señalada.

—Agghh —mi yo del pasado apretó las manos, porque era cierto, pero no dijo nada más.

—Analiza dónde estás parado; es mala idea pelear si no sabes eso.

Mi yo tomó eso en serio y empezaron a luchar otra vez. Así pelearon hasta que mi yo del pasado terminó agotado; estaba lleno de sudor, con la cara roja y las piernas le temblaban.

—No jodas, ¿cómo estás tan bien? Al igual que mi yo del pasado, analicé a Jonathan; él seguía igual que cuando iniciamos, sin siquiera mostrar cansancio.

—Simple, yo he entrenado aquí mucho más que tú, con una rutina más exigente.

—¿Pero desde cuándo?

—Ufff, ya van varios años desde que lo hago. Por algo me quiero meter a la competencia nacional.

—¿La nacional?

—Sí, es uno de mis sueños.

—¡Qué increíble! Espero que lo logres.

—Ja, claro que yo también, pero también quiero que tú puedas estar a mi altura.

—¿Y quién te dijo que me rendiría? Sé que he perdido mucho en este día, pero solo estoy iniciando.

—Veamos a ver quién logra ganar al final.

—Hagamos un tiempo límite.

—Ohhh, ¿y cuál será?

—Diez años.

—Suena bien. Ahora tenemos 16, y para ese entonces ya tendremos mucha práctica.

—Sí, por eso lo digo.

—Más te vale mantener tu promesa.

—Mi padre siempre me dijo que lo hiciera.

Una vez que terminaron de conversar, salieron del sitio. Fueron al pasillo y salieron. En realidad, habían estado en un edificio gigante de varias plantas, pero a su vez estaba alejado de la ciudad. A la distancia, la ciudad se veía con varias luces; eran apartamentos y cada uno tenía sus luces encendidas. En las calles se veía un gran tráfico circulando. Una vez afuera, caminaron hacia la ciudad por algún tiempo y, aunque era de noche, compraron unos helados.

—La verdad, esta noche no está tan fría —inició mi yo del pasado hablando.

—Ya sabes, cosas del país.

—Sí, pero ¿cuál es la lógica de que las mañanas sean más frías que las noches?

—Ja, tal vez demasiada contaminación.

—Rrrrrrrrrr.

Pasó un auto al lado, dejando una nube de humo que cubrió a ambos jóvenes.

—¡Ja-achhu! —mi yo del pasado estornudó, incapaz de aguantar aquel humo. Tosió, mientras que Jonathan solo dejó de respirar en ese momento para no sufrir—. ¡Qué asco!

—Sí, aunque igual no podemos hacer nada al respecto, de la misma manera que la contaminación.

—Cierto, quienes producen la mayor contaminación son las empresas y nos echan la culpa.

—Bueno, ya no podemos hacer nada sobre eso, aunque las empresas tienen sus beneficios.

—Nos ayudaron a reducir el precio de las cosas y también a facilitarlas. Eso no es malo, pero la contaminación sí.

—Me pregunto si se podría lograr alguna manera de que no se tenga que contaminar.

—Sería lo mejor, pero el requisito principal sería que fuera más barato que lo demás.

—¿Y qué esperabas? Son empresas, no viven de caridad, sino de productos.

—Ah, solo desearía que fuera algo más simple para todos.

—Todos lo buscan; si no lo hiciéramos, se gastaría mucho dinero.

—¿Qué tanto?

—Para que te hagas una idea, hubo alguien que hizo un sándwich 100% casero, hasta el punto de cultivar y preparar la masa, y esto tardó 6 meses y costó más de mil dólares.

—¿Mil dólares?

—Ya ves por qué digo que es algo que todos buscan. Imagínate pagar 1000 dólares por un sándwich.

—Ya entiendo.

Mi yo se resignaba ante esa realidad mientras solo podía avanzar, dirigiéndose al centro de la ciudad.

—La única manera sería que hubiera algo mágico y pudiera solucionar estos problemas.

Jonathan había dado la posibilidad de que podría ser la solución.

—Pero la magia no existe —mi yo se había rendido ante esa posibilidad.

—Entonces conviértete en un investigador que lo logre.

—Ya te dije que quiero ser un doctor del cual mi padre esté orgulloso.

—¡Jaja! Por cierto, ¿cómo vas con el libro de medicina?

—¿El libro que me regalaste? Ya lo terminé.

—No jodas, vas demasiado rápido; te lo di hace una semana y tenía 300 páginas.

—Es el resultado del esfuerzo —orgullosamente incho su pecho mientras sonreía—. Fue divertido lo de hoy, ¿mañana continuamos?

—Claro.