Pasó tiempo hasta que el sol se ocultara. Ya me podía mover; mi cuerpo se seguía sintiendo algo pesado, pero ya era mejor que lo de antes. Ahora, el bosque no era aquel en el cual la luz era tenue pero existente; la hierba era calmada, pero se escuchaba el cantar de las aves llenando el lugar. Ahora, el lugar era difícil de ver por la luz inexistente; el silencio abrumaba y la hierba solo era otra oscuridad más fuerte. En eso se había convertido el bosque cuando oscurecía.
—Debo volver. —No había razón para dudar. Esa batalla contra el oso me dejó exhausto. Tuve que usar muchos de mis recursos, pero la había ganado. La entrada donde el oso estaba ya no existía y afuera asomaba la cabeza del animal ya inerte.
—¡Qué frío! —Temblé. Dejar la ropa por ahí y enfrentar a un oso desnudo con un tronco como arma tal vez no era buena idea, pero ¿a quién se le había ocurrido? Creo que no fui el único tonto en pensar en usar algo pesado y sacrificar toda defensa. Espero que la historia lo corrobore y no quede como el único, pero si así fuera, sería un logro. Una vez finalicé con mis pensamientos, fui a buscar la ropa en los lugares donde la había dejado escondida. Ahora no se sentía tan frío, pero igual lo era.
—Es hora de volver. —Ya no había nada que me retuviera y era momento de regresar a mi casa, donde al fin descansaría. Ya había pasado un día afuera y habían ocurrido demasiadas cosas, pero era tiempo de volver a casa. Tomé el libro y me dirigí hacia la casa. En el camino decidí andar con cuidado de no hacer ruido y a su vez mantuve el oído atento. Aquella pelea con el lobo me había tomado por sorpresa, pero gracias a eso ya estaba tomando una que otra prevención. El camino no era tan largo y, luego de unos minutos, llegué y entré en la casa.
—Ha sido un día largo. —Me tumbé en aquella cama. Casi morir solo por salir era algo que debía tener en cuenta, pero también era algo increíble; había pasado de enfrentar un lobo viejo a enfrentar a un oso. Todavía era rango F, pero ya era un logro poder ganar aquella batalla. Mientras pensaba en aquello, mi cuerpo se sumergía suavemente en las cobijas, arropándome y calentándome para darme un plácido sueño.
—Ahhhhhhh. —Suspiré al despertar. Era la habitación en la que había dormido. El paso de mis días aquí me había cambiado la manera de visualizar el lugar; antes era misterioso y ahora era un lugar de reposo al que podía acudir y siempre tendría comida, algo que aprender y un agradable baño. Lo primero que hice fue ir al baño y quitar el olor que tenía encima. Luego de eso, fui y desayuné.
—Cierto, debería preparar algunas trampas. —Era una buena manera de usar mejor la magia de creación que recién había aprendido; además, me serviría para aprender. Pensé en qué tipo de trampas debería hacer, pero como era incapaz de decidirme, tomé la clásica trampa de oso, una que se activa al ser presionada y atrapa al animal.
—Es hora de experimentar. —Pronto inicié a practicar con magia. Usé mi maná y lo transporté hacia mis manos, dándole una forma pequeña para no gastar tanto maná. Decidí iniciar por un material como lo era la arcilla y con ello darme una idea de cómo funcionaba esta trampa.
—Supongo que de esta manera no debería hacerle. —Dije. La forma era la que uno pensaría de la trampa, pero carecía de funcionalidad. Aunque hiciera fuerza, no apretaba; por eso mismo hice otro prototipo en el cual estaba cerrado.
—De esta manera no se suelta. —Analicé de nuevo mi creación, pero no tenía ningún uso. Esto me hizo pensar que debería analizar cómo cambia de posición entre lo uno y lo otro.
—¿Qué le falta? —Pronto llegué a la conclusión de que necesitaba...
—¡Resortes! —Al fin, con una idea clara, decidí intentar otro prototipo en el cual usaba los tornillos para almacenar algo de movimiento para que, cuando fuera presionado, se liberara y funcionara. Usé mi magia para crear el prototipo.
—Está listo, es hora de probarlo. —Tomé un pedazo de rama y presioné; se activó la trampa, pero no realizó tanta fuerza.
—Supongo que es por los materiales. —Una vez con eso en mente, inicié a probar un material más fuerte con el cual hacerlo funcionar. Pronto lo realicé.
—¿Por qué se rompió? —Sí, eso había pasado: la trampa de metal se había roto con una rama. No tenía del todo sentido. Antes había hecho puñales contra un oso y no se habían roto. Era obvio que yo no sabía todo lo que era capaz de hacer un oso, pero aun así no veía ningún sentido en que un pedazo de madera fuera capaz de romper una trampa de metal. Era extraño; cómo eso podía ocurrir. Más, sin lugar a dudas, decidí buscar y aprender más sobre la magia. Anoche había traído mi libro de magia con el cual aprendería más, pero no fui solo por ese libro; debía buscar también el de bestias y mitos. Una vez con ambos libros en la mano, inicié a estudiar primero el del oso. Debía leer todo sobre aquel oso y por qué solo sería calificado como un clase F. En los otros animales no aparecía nada referente a sus habilidades, pero ahora debía buscar qué podría ser, y pronto lo hallé.
—Aunque tiene una gran fuerza y su grasa lo cubre de varios ataques, su piel es fácil de atravesar, convirtiendo su grasa en la principal defensa. No era una debilidad, sino su característica. Me había confiado en la magia de creación, pero esta en realidad solo había sido un gasto, hasta el punto de que un pedazo de madera había sido mejor arma. Al tener todas estas dudas, abrí y leí en el libro. Busqué la parte de magia creaciónista e inicié a leer más detalladamente esa parte.
—Aunque crees material, no necesariamente será igual de fuerte a lo que imaginas.
—¡Ehh! ¿Cómo?
—Necesitas darle la característica; esta permite que tu material funcione de la manera que quieres.
—Supongo que lo intentaré.
Puse mi maná en la trampa. Buscando fortalecerla, intenté circular mi maná ahí mismo para darle esa propiedad. Brilló un poco y se fue aquel brillo.
—La probaré.
Tomé una rama más gruesa que la anterior para luego probarla. Fue un éxito; sin dudarlo, quería intentar más con esta cosa llamada característica.
—¿Qué pasará si pongo otra? ¿Será aún mejor?
Con eso en mente, pensé en volverla aún más resistente y puse mi magia para darle esa propiedad.
—BUM.
Había estallado. Parecía que solo podía darle una propiedad.
Continué leyendo un poco más; parecía que, mientras más fuerte era el material, subía de nivel la necesidad de ponerle un refuerzo.
—¿Por qué será? Digo, un metal inferior tuvo más resistencia que este otro.
Leí el libro un poco más y entendí aquella razón.
—Así que un material menos fuerte termina siendo más duro sin necesidad de refuerzo porque está más cerca de su límite original.
Era tan claro y simple que me enojó. Todo por el afán del momento. Tal vez, de haberlo usado, hubiera sido mucho más fácil, aunque también me explicaba ciertas cosas, como el hacer tantos puñales y sin problema de maná. Pero me llegó una duda.
—¿De qué sirve elegir un material? ¿No sería mejor usar solo magia de tierra? —Era cierto. Había usado magia elemental de tierra para poder transportar los troncos de manera efectiva. Este carrito improvisado había demostrado que podía aguantar el peso de los troncos y no tenía más dudas de lo útil que era. Entonces, realicé la misma magia elemental de tierra para elaborar la trampa. La probé y había sido más fuerte que la otra.
—Debo investigar. —Tan pronto como lo pensé, me dirigí y tomé el libro para leer sobre eso. Aunque estaba ahí escrito, quería probar antes cuál era el porqué, pero como no había encontrado solución, decidí ir y tomar el libro para aprender.
—La magia de creación te permite elegir cualquier material que conozcas y, a diferencia de la magia elemental de tierra, puedes usar las propiedades de sus características, pero se tiene que refinar con el maná.
—Ya veo.
Usando el conocimiento, inicié a hacer la trampa, pero con metal. Ahora esta tenía un mayor poder, con el cual logró romper el palo. Pensé de una vez en continuar haciendo más de estas trampas, pero antes de iniciarlas, decidí crear un mejor lugar de entrenamiento. Ahora tenía una manera de practicar mejor y crear recursos para mejorar. Aquel contrato me pedía que luchara contra grandes bestias. Yo solo había luchado contra bestias de nivel F, pero ahora debía fortalecerme para enfrentar enemigos más grandes que seguro podrían acabarme con solo un golpe. Además, tenía el tiempo para prepararme. Tal vez estaba en esta isla debido a que tienen enemigos de nivel F, y con ello puedo entrenar hasta que al fin pueda estar listo para salir al mundo. Con esa convicción en la mente, inicié a preparar mi nuevo equipo de entrenamiento. Usé la magia creaciónista para ciertos elementos, como la bolsa de boxeo, a la cual rellené con arena y la colgué en algún lugar. Hice unas pesas, desde las más livianas hasta unas absurdas de 70 kg. La meta es poder lograr eso a final del año. Hice una cinta de caminata, la cual levanté a unos 35 grados para que pudiera entrenar más mi resistencia. Una vez que terminé de hacerlos, seguía con magia, pero no la usaría más por el hecho de que ahora debería entrenar el cuerpo. Antes había usado la magia vitalista, pero había dolido mucho al inicio. Sin embargo, conforme entrenaba, mi cuerpo la soportaba mejor. Era posible que, al tener un mejor físico, pudiera usarla de manera más cuidadosa, por eso debería entrenar más fuerte mi cuerpo.
Mi cuerpo ya no sentía el dolor del inicio cuando me esforzaba haciendo ejercicio, pero ahora se sentía el cansancio y que no podía hacer más. Así llegó la noche. Luego me fui a dormir.
—Papá, no me rendiré.
Con esa promesa en mente, descansé en la cama luego de aquel arduo entrenamiento.