Ahora sentía mi cuerpo pesado, como si fuera llevado a otro lugar, donde el calor de mi cuerpo era mayor que antes. Mis ojos, con calma, se abrían para ver y vislumbrar el lugar donde ahora me encontraba. Era mi casa de madera. Me levanté y realicé la rutina de cocinarme y alistarme para el entrenamiento, pero cuando salí de mi casa, vi el cielo.
Estaba oscuro y nublado. Cuando pensé en retirarme, recordé algo.
—¡El libro!— Entrenaba principalmente para conseguir ese libro, pero no me había acordado. Ahora, en esta situación, solo podía adentrarme en aquel bosque. Según mi libro de bestias y mitos, en él podía hallar criaturas como osos, jaguares, pumas y más bestias. Ya había tenido un combate en el cual casi muero contra un lobo, pero hoy estaba más preparado. Tenía el catalizador que había usado en aquella pelea, pero antes debía conseguir algo con lo que pudiera protegerme. Para ello, fui a la cocina y tomé un cuchillo.
—Me pregunto si podré usar magia con él— me cuestioné mientras recordaba el sueño de anoche. Allí vi que usé la magia para una bala y logré ciertos efectos, pero ahora no sabía qué elemento podría usar y qué podría lograr. Sin embargo, incluso con ese miedo, salí de mi casa y me adentré en el bosque. Esta vez, a diferencia de aquella vez antes de mi combate contra el lobo, donde sentía que me hundía y no me dejaba escapar, ahora se sentía como si el bosque me desafiara. Había algunas marcas en el camino hacia donde me dirigía; estas me hicieron temblar un poco la espalda. Eran de un oso, así que debía tomar precauciones. Verifiqué mi maná y empecé a andar de manera más lenta, intentando ser más silencioso. Mientras me adentraba, comencé a acercarme más a los arbustos, escondiéndome de la misma manera que el lobo se había ocultado mientras me perseguía. Avancé hasta tener en clara vista el libro que me ayudaría a entrenar mis conceptos de magia.
—¡Ahí está!— Mi cuerpo casi se lanzó sin pensarlo, pero me mantuve allí, analizando el lugar.
—Cierto, el instructor Edgar me dijo que debía analizar antes de actuar— tomé una respiración y miré aquel lugar con más detenimiento. Vi en un árbol algunas marcas de garras. No solo eso; parecía que había un camino que yo no había recorrido en las veces anteriores.
—Supongo que será un oso— esta vez no tomaría el combate a la ligera ni me dejaría engañar por la belleza del lugar, ni me intimidaría, pero también analizaría mi entorno.
—Podría intentar desplazarme entre los árboles para lograr una abertura— estaba haciendo un plan por una situación que aún no había llegado, pero mientras más consideraba mis opciones, se me agotaba el tiempo.
—¡Crack!— fue el sonido de algo rompiéndose, y bastante cerca. Sin duda, metí mi cabeza en los arbustos, pero pronto supe qué había sido. Miré en aquel lugar con más cuidado. Su piel vestía un pelaje de color café; era grande y robusto. Sin embargo, yo no quería enfrentarme a él; era un animal de gran fuerza y peso, pero el problema era que el libro podría dañarse antes de que yo supiera todo sobre él. Y no solo eso, tal vez el oso pudiera encontrarme por mi olor, así que debía tomar una decisión: atacaría de manera estratégica.
Para iniciar mi ataque, debía saber qué quería hacer. Quería matarlo lo más rápido posible, pero no debía correr el riesgo de que se dañara el libro. Así que empecé a preparar un plan. Me alejé de la zona, haciendo ruido, lo suficiente para que el oso se acercara al lugar. Me subí a un árbol, manteniendo el silencio. Aunque el oso había llegado, todavía no había captado dónde estaba. Ahora, desde arriba, empecé a planear mi ataque. Debía usar un punto débil y explotarlo. Mi primera elección había sido su cuello, y usaría un poco de magia para asegurar mi victoria, pero también debía analizar qué otras cosas podría hacer. Atacar su corazón con una puñalada por la espalda fue mi siguiente opción. Podría apoyarme de varias maneras, como con la magia, pero tendría que saber dónde atacar para que el cuchillo atravesara hasta el corazón y pudiera ganar en poco tiempo. Sin embargo, mientras analizaba mis opciones, el oso se acercó al árbol e inició a golpearlo.
—¡THUD!
—¡EEEKK!— El árbol se movía y yo grité. Ahora el oso golpeaba con mayor rapidez, como si fuera a tumbar el árbol, pero al mismo tiempo que lo hacía, yo había tomado mi acción. Me tiré contra el oso y clavé el puñal en su espalda lo más profundo que pude.
—¡Roarrrrrr!— El oso, apenas sintió mi golpe, se volteó contra mí, pero yo me aferreté al cuchillo para seguir enterrándolo.
—¡Boom!— El oso me había lanzado contra un árbol. Sentía cómo se nublaba mi vista, como si no pudiera ver más allá de unos metros; mi respiración se hacía dura. Pero me levanté; ya había tomado una decisión y esto no sería una excepción. A pesar de que no podía entender toda la situación, me hacía una idea de dónde estaba y podría ayudarme con ello. Tomé una respiración profunda para luego ver a mi rival.
—¡Thud, thud, thud!— Eran aquellas pisadas que avisaban del oso; venía corriendo contra mí. Tal vez no era una buena idea quedarme, pero me mantuve en el lugar porque podría jugar una carta que podría hacer algo. Respiré y moví un poco de mi maná hacia mis piernas. El oso seguía acercándose a un paso mayor; parecía que entendía que pensaba hacer algo. Tal vez asumió que escaparía, pero no era eso. Cuando llegó bastante cerca, di un salto impulsado con mi maná y el oso se estrelló contra el árbol.
—¡Boom!— El árbol estalló, y aunque el oso quedó algo aturdido, esto podría servir. Si escapaba, no podría hacer lo que pensé, así que me acerqué al oso y saqué el catalizador.
—Adiós— usé la magia en el catalizador y creé una llama gigante, pero no me desmayé y fui a tomar el libro.
—¡Roarrrrr!— No hacía falta nombrarlo; era de pelaje marrón, aunque en algunas partes le faltaba la piel, pero era fácil de reconocer. No había matado al lobo con el catalizador; tal vez con el lobo fue más fácil porque a este le hice daño desde adentro, usando todo mi maná, pero contra este había usado solo una parte de mi maná para no desmayarme, y la grasa había absorbido el impacto.
—¡Mierda!
—¡Thud, thud, thud!— Venía contra mí otra vez, y sin dudarlo, salí corriendo a un costado, cosa que el oso hizo. Pensé en dirigirme hacia la casa, pero esta era de madera, y el lobo antes había destruido un árbol. ¿Qué me mantendría seguro? Así que miré los árboles, esta vez buscando algo de seguridad y viendo dónde había más. Salté hacia uno y me moví por las ramas para alejarme del oso. Deje de usar mi maná.
—¡Ay!— Era la consecuencia de usar la magia de vitalización. Decidí calmarme.
—No debí quedarme pensando— pese a que mi instructor me dijo que debía pensar y actuar con calma antes que todo, aquí me había pasado pensando sin hacer nada, como si así se solucionara mi problema. Así que inicié a planear otra vez. Esta vez tenía el libro de magia y podría aprender algo de ello; me faltaba aprender la magia de creación. Me tomé unos minutos en leer aquella parte, pero con el conocimiento ya en mi mente, me relajé. Tenía algunas bases para aprender magia y el libro no se había mojado. Miré al cielo a través de las ramas; aunque no era claro, esto era porque iba a llover, pero había evitado que el libro se dañara.
—¡Thud, thud, thud!— Era el oso que antes había enfrentado y había logrado escapar. Pensé en hacer la jugada de huir de nuevo, pero esta vez tenía algo de conocimiento y debería mezclarlo con mis recuerdos.
—No me rendiré— respondí ante mis palabras, el oso arremetió con sus brazos contra el árbol, pero yo salté.
—¡Thumb!— Había derribado ese árbol, pero yo seguía en la cima, así que debía ejecutar mi solución. No sabía cuánto maná usaría, pero lo que sí era obvio es que tendría que darlo todo otra vez y correr el riesgo de ser encontrado por lobos. Tragüé algo de saliva ante esta idea, mas no retrocedí. El oso se paraba mientras comenzaba a tumbar el árbol donde me encontraba, así que decidí tomar esto como una batalla de resistencia. Ya estaba el oso herido, y cansara sería benéfico para mí. Salté de mi árbol a otro, y así lo hice unas diez veces