Chereads / En el mundo desconocido / Chapter 7 - CAP7:Consecuencias

Chapter 7 - CAP7:Consecuencias

Yo me inicié a mover, pero estaba adolorido; seguro fue por el entrenamiento de los días anteriores. El sol entraba por mi ventana, como consecuencia de que había amanecido. Abrí los ojos con pesadez mientras recordaba aquel sueño que me llevó a mis recuerdos. Todavía no sabía todo sobre mí, pero ya tenía algunas preguntas resueltas, como lo fue el porqué firmé aquel contrato: era porque yo era muy débil e incapaz de crecer. Pero, pese a que ya sabía el porqué lo había firmado, tenía otras dudas: ¿por qué necesité firmarlo? Ya sabía que era débil, pero ¿contra quién me enfrentaba para que tuviera que necesitarlo? Y no era mi única duda; también lo era de dónde salieron las piedras mágicas, pero todavía era incapaz de recordarlo.

Al verme incapaz de solucionar esas preguntas, me levanté de la calidez de mi cama y abrí la ventana. El sol estaba algo alto, justo como para que llegara a mi ventana, en la cual miré el paisaje: árboles que se unen entre sí. Al ver sus copas, eso fue lo que me llegó a la mente, pero al mover mi vista hacia abajo de ellos, veía sus troncos separados con buen espacio. Más mi espalda tembló; pese a la belleza de esta escena, yo no la veía. Yo veía un lugar donde, si entraba sin precaución, hallaría enemigos escondidos en la oscuridad del lugar, porque aunque había luz gracias al sol, el bosque era denso como para que estuviera plagado de bestias, las cuales no dudarían en tumbarme y asesinarme. Si las enfrentara, podría ganar algún combate, como antes, pero ¿quién soy yo para enfrentar hordas gigantes de bestias? Pese a que eran débiles, apenas podía ganarle a alguna. Si entrara ahí sin razón ni precaución, seguro sería mi muerte; sería aquel lugar donde, en la oscuridad del bosque, aunque estuviera de día, no me hallarían. Mis gritos tal vez ni siquiera pudieran ser escuchados. Mientras más profundo miraba, más difícil era mantener la vista fija; era miedo.

—Supongo que lo de aquel día sigue fresco —me dije resignado. Ese enfrentamiento con el lobo me había dejado inconsciente el tiempo suficiente para que mis heridas se cerraran, y todavía el olor era fácil de recordar, como si estuviera en ese mismo instante.

—Debo hacerme más fuerte —solo podía decir eso mientras sentía que mis miedos se fortalecían, pero esto no era una razón para hacerme retroceder.

—No retrocedí cuando me dijeron que apenas podría usar magia; menos ahora que puedo crecer sin límites —esa escena de mi cirugía estaba fresca en mi mente. Un hombre, por buscar dinero, me había jodido la vida, pero eso no me detuvo. Si en ese entonces había enfrentado mi miedo y debilidad, entonces lo volvería a hacer. Con esta resolución en mi mente, salí de mi habitación e inicié mi rutina, donde entrené físicamente con dos repeticiones más en cada serie. Una vez ya terminada, inicié a practicar los límites de mi magia, donde quería mejorar mi magia de fuego. Para ello, me dediqué a hacer una flama que debía moldear, estirar lo máximo que podía y mantenerla moviéndose por un minuto. Al iniciar a hacer eso, moví mi mana y le di la forma de flama e inicié a experimentar qué tan largo podía estirar mi mana. Durante mis primeros intentos, solo pude lograr unos 30 cm, pero quería que lograra más, como si fuera un látigo. Para ello, inicié a visualizar otra vez el fuego, pero decidí adelgazarlo una buena parte. Ahora, mi llama era más delgada, pero se podía estirar mucho más, llegando a unos 50 cm. No era lo esperado, pero era un gran avance en comparación con lo de antes. Luego intenté mantenerlo por un minuto mientras contaba, pero terminé perdiendo el control, ya que no podía mantener clara la imagen que quería. Esto lo hacía más difícil, pero no imposible. Así seguí intentando hasta casi quedarme sin mana. No había logrado mi meta, pese a lo baja que era. Cansado ya de esto, decidí irme a la casa para estudiar a los animales que me rodeaban. Fui y tomé el libro de animales, donde inicié a estudiarlos. Mientras me sumergía en la lectura, vi uno de los problemas que tendría, y es que en el libro no mencionaba ninguna debilidad, sino sus características, lo que me hacía más complejo entender qué podría hacer, más que huir.

—Supongo que deberé improvisar —me dije a mí mismo, ya que no había previsto esta posibilidad. Solo sabía algunas fortalezas de esos animales y, aunque no me serviría para darme una idea clara de cómo ganar, sí me serviría para tener una idea de qué es lo más peligroso de ellos y poder cubrirme. Eran cosas obvias, como que si te enfrentas a un oso, no intentes aceptar el golpe de lleno, porque su peso y fuerza te harían añicos. Pero también algunas características interesantes, como dónde viven ellos, sus horarios de sueño, qué buscan, cómo evitarlos.

—Tal vez no se mucho de ellos, pero esto me servirá cuando salga —dije con una voz enérgica.

Una vez terminé de leer, inicié a pensar qué debería hacer. Todavía el sol no se había ocultado y no quería acostarme; por eso decidí volver al entrenamiento de la magia, pero esta vez centrándome más en la magia vitalizadora. Esta fue un verdadero salvavidas cuando la necesité; me permitió correr más rápido y hacer algo más de fuerza, pero seguro eso era un uso muy general. Pero también es posible que la magia vitalizadora fuera más que solo eso, e inicié a probar. Con eso en mente, decidí salir unas últimas horas y entrenar un poco.

—Antes usé la magia de vitalidad aplicándola en mi corazón; veamos qué pasa si la uso en mis piernas —utilicé el poco mana que me había quedado del entrenamiento, mientras reservé un poco de él para evitar desmayarme en medio del bosque. Moví el mana a mis piernas y tomé una respiración profunda mientras miraba el árbol.

—Correré hasta allí —definí mi objetivo antes de iniciar a correr y poner mi suposición. Tomé mi postura y, cuando me di a mí mismo la señal de correr, lo hice. El viento, que antes no sentía, ahora chocaba con mi rostro y me daba algo de frío por ello, pero, como había imaginado, la magia vitalizadora me había hecho correr más rápido y llegué en poco tiempo al árbol. Al llegar, decidí detener el flujo del mana, ya que no lo necesitaba.

—Eso fue rápido —fue mi primer pensamiento, pero cuando di un paso sin usar magia, sentía cómo, desde la punta de mis pies hasta la parte de mi cintura, me dolía.

—Ayyy —me quejé de mi situación sin entender el porqué. Intentando solucionar el problema, decidí mover el mana nuevamente a mis piernas y correr otra vez a la casa.

—¡Ayyyy! —grité aún más fuerte. Cuando usaba la magia no tenía ningún dolor, pero cuando la dejaba de usar se sentía el peso de mis acciones.

—¿Por qué a mí? —me quejé en el suelo de mi casa sin saber qué hacer. Al final, me quedé tumbado en el suelo, sin poder hacer más que analizar los hechos.

—Usé magia de vitalidad en mis piernas y con eso corrí hasta el árbol, pero luego sentí un gran dolor en las piernas —recité los hechos mientras ya veía la obvia conexión.

—Supongo que mi cuerpo fue llevado a los límites y por eso me duele ahora —no era tan difícil de entender, pero el no haber considerado que podría traerme fue otro de mis errores.

—Al final, no paro de cometer errores —me dije mientras hacía una memoria rápida. Solo habían pasado unos días desde que desperté, pero ya había pasado mucho y había cometido demasiados errores, ya fueran simples, como la dificultad de encontrar una carta, o algo más importante, como dejar el libro tirado por ahí, irme a entrenar lejos de casa, o no leer las advertencias.

—Al final, ¿cómo lo convenciste? —pregunté al hombre de chistera que no estaba cerca ni sabía dónde se encontraría. Tal vez en el pasado era algo mejor, pero si esta es mi naturaleza, no era la mejor para el contrato. Yo haría ahora lo que pudiera para cumplirlo, ya que fue algo importante en mi pasado, pero no me sentía a la altura de lograrlo. Mi cara se sentía roja mientras las lágrimas salían de mis ojos; no quería decir nada porque sentía que yo era un gran problema y, por ello, me dieron tantas cosas para ayudarme, pero era en vano, porque ya había estado cerca de morir una vez contra una bestia que era de nivel F, y no solo eso, estaba vieja. Sentía un gran pesar por culpa de eso, pero las palabras de mi padre:

—Jacob, recuerda esto muy bien: aunque pelees por las cosas mucho, no siempre las ganarás; pero si sigues peleando, algo puedes obtener —esas fueron y se convirtieron en algo de luz para mí.

—Tengo tres años para eso —me dije mientras me secaba las lágrimas—. Aquí solo habían pasado algunos; seguro puedo lograr algo —dije sintiendo que podría intentarlo de nuevo. No sería el más fuerte, pero en este tiempo he mejorado mucho y seguro podría, si me seguía fortaleciendo. Viendo que, aunque ahora me dolía todo el cuerpo por el uso excesivo de magia, junto al entrenamiento de mi día a día, me estaba pesando. Sentía que apenas iniciaba; mis recuerdos apenas iniciaban a recordar.

—En mis recuerdos debe haber una manera —me dije mientras me daba esperanza. En mi pasado, aunque no era el más fuerte, me había entrenado de alguna manera y seguro eso me ayudaría ahora.

Con mis ánimos renovados y mi cuerpo algo descansado, me levanté, cerré la puerta y me dirigí a mi habitación, donde miré la ventana de la mañana. Estaba abierta y ahora entraba levemente la luz de la luna. Ahora era más calmado y las hojas de los árboles apenas se movían; los grillos hacían su sonido y algunas luciérnagas se veían en el ambiente, tomando un bello lugar en ese momento.

—Qué bello —al fin, con mis miedos a un lado, reconocí la belleza que no había podido apreciar por el temor. Era débil y hasta había llorado por eso, pero ahora que lo sabía, podría crecer algo más. Ya me había dicho bastante que era débil y debía entrenar para hacerme más fuerte, pero también debía tener paciencia. Eso sentí al ver los árboles que estaban ahí; ellos me aterraban por su altura y su densidad, pero no siempre lo fueron. Ellos habían estado en un punto en el que no eran más grandes que yo, pero el tiempo y su constancia habían sido todo lo necesario para crecer. Yo quería saltarme el tiempo para crecer, lo cual era absurdo, pero también mi situación era graciosa. Lo que antes me intimidó hasta el punto de que ni podía verlo, ahora me daba ánimos para seguir al frente.

—Supongo que a nadie le importa si lloro un poco, porque luego me levantaré —me dije mientras miraba aquel bosque que no podía ver antes, pero ahora reflejaba mis esperanzas. El problema real no era llorar, sino quedarme ahí sin intentar nada.