Me llegó la luz del sol que entraba por la ventana.
—Ya amaneció —dije mientras me sentaba en la cama.
—Sí, como pensé, el tipo que vestía de negro firmó este contrato. Supongo que quería lograr algo importante para llegar a aceptarlo. Si las cosas siguen así, pronto entenderé todo sobre mi pasado —me dije mientras me levantaba e iniciaba con la rutina del día anterior.
Una vez completado el desayuno y después de limpiar, tomé el libro de introducción a la magia y salí más lejos que antes e inicié a practicar lo que había leído.
—La magia se basa en tres tipos: creación, vitalidad y elemental. Deberé iniciar con lo más básico porque lo de ayer me demostró que no soy muy fuerte. —Abrí una vez más el libro y fui a la sección de magia elemental, donde me daban los hechizos básicos.
—Aire, fuego, tierra y agua son los elementos básicos; iniciaré a probar aire debido a mi poco maná.
Poco después, inicié a usar la magia. Cerré mis ojos y busqué mi maná interior; lo encontré y esta vez era más abundante que la vez anterior, pero tampoco era una gran cantidad. Luego tomé una pequeña parte y la moví a mis manos, donde intenté tomar el viento con el maná y desplazarlo de un lado a otro.
—Fumm —se sintió una leve brisa hacia mi cara, como había esperado.
—Así que esta es la magia elemental del aire, interesante. ¿Sera que me alcanza la magia para probar otros elementos? —cuestioné, pero rápidamente inicié a probarlos.
Mi segundo intento fue con la magia elemental del agua; por prevención, buscaba crear unas gotas de agua. Para ello, volví a emplear lo de antes, pero en vez de intentar mover el viento, intenté darle forma al maná en forma de agua.
—Uyy, está frío —sentí cómo el agua se formaba en mis manos mientras su temperatura, tan distante a la mía, llegaba a mis manos.
—¿Por qué estará frío? —me pregunté mientras intentaba analizar.
—¿El calor se da por separado? —intenté responderme, pero al no poder refutarlo, decidí aceptarlo y continuar con otros hechizos.
—Intentaré con el de tierra —rápidamente volví a intentar lo de antes, dándole forma a mi maná mientras iniciaba a crear un bloque de tierra en mis manos; igual que el agua, estaba frío.
—Ya veo, supongo que estoy en lo cierto; debería intentar probar otros hechizos. —Había probado ya el elemental y, cuando me disponía a leer el libro, quería aprender la parte de vitalidad, ya que era la siguiente en aparecer.
—Grr —salió un sonido gutural. Aquel sonido rompió la calma en la que estaba, pero no solo eso, provenía del fondo del bosque. Esta vez no era mi estómago y ni siquiera estaba cerca. No sabía qué tan lejos estaba de donde provenía ese sonido; sentí cómo el viento dejó de moverse y hasta las aves callaron.
—Gzzzz —escuché en la hierba, y no era mejor porque pronto el sonido se dirigía rápidamente hacia mí. Sin saber qué hacer, decidí iniciar a correr con todas mis fuerzas. Aquel bosque que antes se sintió como un encanto ahora se sentía como un enemigo que me robaba todo mi poder. Donde la hierba mostraba belleza, ahora se escondían mis miedos; aquellas bellas hojas de los árboles, que antes me cubrían protegiéndome del sol, ahora escondían a mi perseguidor y obstruían mi vista. Pero esto no sería razón para dejar de correr; al contrario, debía acelerar mi paso y lograr volver a lo que era un lugar seguro.
—Ahhh —contra mis habilidades caí, pero en vez de intentar pararme, rodeé a un lado, intentando cambiar de dirección y mantener mi velocidad. Gracias a eso, pude evadir el primer golpe. Ahora que estaba al frente mío, lo podía reconocer claramente. Sus ojos eran rojos como la sangre, sus colmillos eran afilados, su pelaje era gris y su tamaño era más grande que el mío. Dobló sus cuatro patas como si se preparara para saltar y yo, intentando saber qué era eso, dije:
—Un lobo. —Salió de mis labios algo tembloroso, como si fueran a romperse en cualquier momento. En ese instante, se abalanzó contra mí, pero también yo me había movido. Fue menos que antes, pero lo suficiente para lograr esquivarlo. En ese momento sentí cómo atravesó y cortó el viento hasta pararse a mi lado. Pero en lo que él giraba, yo inicié mi contraataque. Llevé mi codo derecho hacia atrás lo suficiente y luego:
—¡Tump! —ese fue mi golpe, un gancho de derecha en todo el abdomen. Incluso sonreí al hacerlo, pero pronto me robaron la sonrisa.
—Grrrrrrrrrr —hizo el lobo, más enfurecido que antes. No había logrado un golpe muy bueno, pero sí enfurecerlo. Tragué saliva e inicié a correr nuevamente hacia la cabaña.
—¿¡Qué debo hacer!? —me grité a mí mismo, pero inicié a evaluar mis opciones.
—¿Cómo puedo huir? —inicié a cuestionarme, pero el lobo se acercaba aún más rápido de lo que yo podía huir.
—No puedo huir, entonces, ¿qué hago? Usar magia elemental, sería inconveniente debido a mi poco poder —afirmé; mis prácticas me lo habían demostrado. —Usar la magia de creación sin ni siquiera practicar sería mala idea, y sobre todo porque es la que más maná usa. —Con aún más fuerza, descarté. —La magia de vitalidad era una muy buena opción, pero requiere un hábil manejo que yo no tenía. —El lobo se acercó aún más veloz que antes; intenté defenderme golpeando su hocico.
—Ahhh —mi intento fue bueno, pero no lo suficiente; por eso logró morder mi mano izquierda y el maldito lobo no soltaba mi mano. Intenté golpearlo otra vez, pero esta vez decidí correr un riesgo: usaría la magia de vitalidad. Tomé una respiración profunda pese a mi dolor para iniciar a mover mi maná; sentía mi corazón como si de un motor a máxima potencia se tratara, en vez de un corazón, mientras rezaba que fuera una buena decisión hacer uso de la magia de emoción.
—¿Lo lograré? —la duda me consumía, pero ahora no podía dudar, ya que lo había preparado. Rápidamente moví una parte de mi maná a mi corazón; sentía ahora como una fuerza renovada. Volví a enfrentarme de cara al lobo. El lobo intentó empujarme, seguro buscaba tumbarme, pero con mi nueva fuerza golpeé su hocico, logrando así mi objetivo.
—Al fin me soltó —gracias a mi nueva magia, inicié a correr rápidamente hacia mi casa, pero el lobo comenzó a alcanzarme.
Mientras mis opciones disminuían, mis temblores aumentaban, pero no quería rendirme, no todavía, que aún había un mundo gigante ahí fuera. Me habían dado muchas cosas para que pudiera avanzar y crecer; por eso no podía rendirme. Este solo sería el primer paso en mi crecimiento. Con esos pensamientos, encontré mi solución, que no era rendirme.
—¡El catalizador! —pero inicié a evaluar.
—Ya he usado la magia de vitalidad y vengo de entrenar, ¿seré capaz de ganar? —mientras pensaba eso, sentía como un escalofrío recorría mi espalda, lo que me forzaba a, aunque fuera, apostar por esa posibilidad. —No me rendiré —me dije. Sabía que fallé antes, pero lo más importante es que estaba vivo, y solo vivo podía cambiar mi destino, a diferencia de si me rendía. Aparte, no fue ese hombre quien me dijo que debo luchar. No solo eso, aquel hombre de la carta también me decía que no me rindiera.
—Soy un tonto; si confían en mí, es porque deben saber que no me rendiré. —Mis piernas temblaban, pero gracias a esa resolución se habían detenido y volví a analizar mi situación.
—El lobo es rápido y resistente, y si uso eso, puedo quedar inmóvil y morir. —Así que inicié a idear mi plan para que, incluso con esas consecuencias, pudiera ganar. Pronto llegué a la casa y entré corriendo e inicié a efectuar mi plan.
Al cruzar la puerta, cerré el portón lo más fuerte que podía, pero eso no evitó que el lobo entrara.
—Eee, eee, eee —hizo el lobo. Pese a que cruzó el portón, esto no le evitó salir lastimado; había dañado su pata, lo que me facilitaría mi objetivo. Pronto el lobo intentó volver al ataque, lo evadí y me dirigí a la habitación mientras este lobo me perseguía. Entré en mi habitación y cerré la puerta.
—No puedes hacer la misma jugada dos veces —le dije al lobo herido, que ahora esperaría su mejor momento para herirme. Inicié con la otra parte de mi plan.
—Veamos si esto es de tu talla —dije mientras el miedo que una vez tuve se transformaba en confianza y empecé a quitarme mi camisa.
—Sí, algo raro, pero siento que se acomoda a mi estilo. —Me burlé mientras me jactaba de mi plan. Luego tomé el catalizador con mi brazo derecho y usé mi brazo izquierdo para envolver mi camisa en mi brazo derecho. Con cada momento que lo hacía, me sentía más capaz de lograrlo. Luego que terminé, decidí iniciar la parte final de mi plan, que definiría si ganaba o perdía. Más mi fe afirmaba que ganaría.
Abrí la puerta y el tonto lobo intentó atacarme como si hubiera intentado correr hacia mi frente, cuando en realidad me quedé quieto. El lobo no se dio tiempo a analizarme y volvió a saltar en contra mía. Me giré otra vez, pero hice la parte de mi plan: metí mi brazo derecho en su boca. El lobo, extrañado, intentó morder más fuerte.
Pero no podía; la camisa la había usado para protegerme.
—Buen intento, vamos, muérdeme más fuerte si es que puedes —le dije provocando. Como si me entendiera, intentó responderme usando sus patas, pero yo hice mi movimiento más rápido.
—KABOOM —mis oídos gritaban, mi cuerpo también. Me salpicó restos de carne, pero en vez de asquearme, me enorgullecía.
—¡Jajaja, ahora quién ríe! —¡BUM! —había colapsado por el uso de mi magia, que no había medido. Tal vez había ganado, pero tuve que usar muchos recursos y aun así casi pierdo mi vida.